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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

febrero 06, 2004

05.02.04 Jirafa que chocó con un triste poema


LOS AMOROSOS
Jaime Sabines
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.
Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.
Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre "¡qué bueno!" han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida
Y se van llorando, llorando
la hermosa vida.


Ay, Sabines… ¿Por qué tan triste, Sabines? ¿Por qué tocas esa parte de mi alma? ¿por qué tan certero, Sabines? ¿por qué tan certero?
31.01.04 Jirafa jirafeando

Ya sé que la palabra correcta sería Jirafeando, en lugar de Jirafiando, a lo bestia, ¿Por qué entonces es Jirafiando? Primero, se me pasó por alto y luego me sonó chistoso lo de jirafiar así, mal escrito a propósito. ¿Qué es jirafear? Es realizar acciones de Jirafa, estar con las patitas bien puestas en la tierra, la mirada tranquila ante el viento y el sol, la cabeza bien alto para ver todo el panorama y susurrarle secretos a las estrellas. ¿No es preciosa la palabra jirafa y su musicalidad? Ji-ra-fa. A mí sí me parece preciosa. Además, las Jirafas son animales algo solitarias (como yo), que viven en pequeños grupos familiares.

Ese es un problema, el ser solitaria. ¿Cómo voy a conocer chicos? ¡Eso es bueno! Ya me estoy interesando en conocer chicos de nuevo… Ni mi trabajo ni mis futuros estudios (el examen de oposición es en abril) me dan mucha oportunidad de vida social o de conocer chicos solteros con intereses similares a los míos. Y lo que me gusta hacer en mi tiempo libre, como leer, escribir en mi cuaderno de escribir la vida o en el ordenador pues tampoco me ayuda a conocer a nadie. También me gusta ir a exposiciones de arte, a conciertos… Cuando hay alguno que me interesa y puedo ir (por transporte y costos). Aquí nunca veré un Kandinsky o un Tapies (SNIF, SNIF!!). Es algo que siempre extrañaré… Me gusta el arte moderno en todas sus expresiones, pero aquí siempre estamos atrasados en cuanto a manifestaciones artísticas y sin mucho acceso a ello. Cuando un pueblo muere de hambre y no tiene acceso a la educación mínima, es difícil que el arte tenga prioridad. Aunque siempre hay algunas manifestaciones artísticas. Quiero ir a un pueblo indígena, Comalapa, en donde algunos artistas jóvenes han hecho montajes y exposiciones en medio del pueblo. Ese es un pueblo en donde hay muchos pintores naif y los jóvenes que han estudiado en la escuela de Artes Plásticas son los que están innovando. También se están haciendo películas y cortometrajes en el país. Hay varios proyectos culturales en marcha.

Conocí en el gimnasio a dos chicas, una está estudiando administración de empresas y la otra está por graduarse de la misma carrera. Son menores que yo, inteligentes, bonitas y sin novio. Es curioso que la queja general de las chicas solteras que he conocido últimamente es que están solas y no tienen novio, que no hay hombres confiables, que son muy machistas… Además, me recuerdan un poco a mí en mis tiempos mozos: tan perfeccionistas, tan cerradas a la vida, tan encerradas en sí mismas... Incapaces de abrirles su corazón a nadie, buscando al “príncipe azul”, tan llenas de miedo a vivir. Yo les dije que si las invitan a salir, y el chico les gusta, que salgan que no lo piensen tanto ni hagan planes a futuro. Si no hay “feeling”, química, ni nada, pues que le digan al chico que muchas gracias y ya. Pero que no tengan miedo. El miedo impide vivir. Y no quiero que a ellas les pase lo que a mí. Por cierto, ya no vuelvo a decirle a ningún amigo que estoy preocupada porque el tiempo pasa, no se ve nada claro –respecto a chicos-, y que al paso que voy, me voy a quedar sola… Me han dicho que conocen a mujeres que se han casado a los cuarenta años o más. Y sí, seguro que las hay. Pero resulta que intentar ser mamá a esa edad es más difícil y no me ilusiona demasiado empezar con esos menesteres tan tarde… Así que he decidido dejar de preocuparme por eso, estudiar, trabajar y al terminar el postgrado, buscar un trabajo estable para tener ingresos que me permitan sostenerme y sostener a un bebé, pues quiero adoptar uno. Tengo mucho amor que dar, lo de ser monja lo he descartado pues los dogmas de la iglesia católica no van conmigo y aunque me encantan los perritos, no es suficiente. Me ilusiona mucho ser madre, y hay tantos niños huérfanos en mi país, que necesitan un hogar aunque sea monoparental… Así que problema resuelto.

Y hablando de elefantes amarillos, una de las dos series que me gustan, Friends, está por terminar. Cuando una amiga me hablaba de Friends, yo pensaba que era una serie tonta de cinco amigos inadaptados que no pasaban de lo mismo. Me he tenido que tragar mis palabras pues me ha servido para reírme, sí quizá de tonterías pero me ha hecho reír y me da un poco de nostalgia saber que terminará en esta temporada. Antes me las llevaba de intelectual. Ahora sé que apenas he leído nada para poder pretender serlo, además el encerrarse en una postura y etiquetarse, cierra las puertas a la variedad de matices que tiene la vida. No miraría un “reality show”, porque ya lo he intentado y me aburre demasiado, igual que esos programas de chismes de la vida de los artistas o de la gente famosa. Simplemente no les encuentro sentido y la vida son momentos, así que mejor si se aprovechan bien. Pero antes no lo miraba por puro prejuicio intelectual. ¿Quién soy yo para ponerme con cetro y corona a decir “esto es bueno, esto es malo”? Allá cada quien con su vida y con la forma en que maneja su tiempo. Otra serie que me gusta, creo que como a la mayoría de mi profesión, es ER. Es bastante realista de lo que sucede en una emergencia y me hace vivir algo que yo no haría. Hay muchas ramas de la medicina pero yo prefiero las que me permiten cultivar otras partes de mí además de la profesional. Admiro a las personas súper apasionadas con su profesión, que viven metidas en ello todo el tiempo, pero resulta que a mí me gustan también otras cosas y soy demasiado compleja para encerrarme sólo en una. Aunque quizá nunca llegue a destacar en ello, pero no puedo matar esas partes de mí. Como escribir, por ejemplo. Es algo que me sale del alma y no puedo dejar de hacerlo aunque esté llena de lugares comunes o de temas no intelectuales. Sin embargo, me gustaría ser una intelectual… Quizá una parte de mí, lo es. Namaste.

02.02.04 Jirafita poética

Creo que ya sé qué es lo más importante para mí en un chico: que sea inteligente, lindo (sobre todo por dentro, mejor si reversible), responsable y con un corazón de poeta. No importa si trabaja como profesor de matemática, biólogo o ingeniero, si es maestro de primaria, arqueólogo, pintor o hasta médico, o cualquier otra profesión, pero que tenga un corazón de poeta. Y no hablo sólo de que le guste leer (indispensable) sino que vea la poesía que es la vida. A mí me encanta todo lo que el ser humano ha logrado en los terrenos científico y tecnológico, estoy orgullosa de la raza humana por todo ello y me encanta descubrir, explorar, investigar… Pero también me gusta contemplar la luna más allá de lo que es, más allá de un satélite carente de atmósfera, hollado por meteoritos y cometas. Me gusta todo lo que simboliza no sólo para el alma del mundo, para todo el mundo sino para mí y mi alma.

Si algún día alguien me vuelve a rebatir algo que yo siento o intuyo, a desvalorarlo o anularlo sólo porque no tiene bases científicas o yo no soy una experta en ello, le diré que no necesito de la aprobación de todos ni un título para saber lo que siente mi corazón. La ciencia es la ciencia, tiene un gran valor y me encanta, mucho de lo que sé y de lo que hago se basa en conocimientos científicos… Pero la vida es más que ciencia. Y otra cosa, importante para mí: si mi chico no cree en Dios, es imprescindible que crea en el alma. ¿Cómo puede ser eso? No me refiero al alma en el sentido cristiano o musulmán de una parte que sobrevive al cuerpo, aunque también creo que algo así existe. Pero no, no me refiero a eso. Me refiero al alma humana, a esa parte nuestra que a veces desconocemos y de donde salen nuestros sueños, creaciones, amores, desamores, pasiones y emociones, entre otras cosas. Quizá esté equivocada, pero siento que si alguien niega esa parte de su ser, está dejando fuera muchas experiencias enriquecedoras de la vida. Y se puede negar esa parte de mil formas: con fanatismo religioso y aún sin fanatismo, considerándola algo “malo”, con apego excesivo a lo visible, objetivo y científico. Yo no niego que eso que llamo alma es producto de reacciones bioquímicas del cerebro. Es una fuente de riqueza y de poder. Y por eso mismo, negar todo lo que sucede en su seno, es dar un paso hacia la alienación y la enfermedad. No hablo de anular lo intelectual y dejarse arrasar por tormentas emotivas. NO. Eso me exaspera. Hablo de un balance. De no irnos sólo hacia un lado y negar el otro.

Nuestra cultura occidental tiende a pasarlo todo bajo el tamiz de la ciencia, la técnica y lo objetivo, observable y comprobable. Pero la dimensión humana no se acaba allí. Hay mucho más que eso. Y ese es el terreno que yo desconocía en mí, que he estado explorando y que me tiene maravillada. De allí sale la enfermedad. Y la cura. Antes creía, por momentos y ahora lo siento y lo sé, que dentro de todo ser humano, sin importar la enfermedad que tenga, sin importar cuán hundida se esté en una depresión, en un mundo paralelo, en una adicción, en una manía, tiene dentro de sí la llave, la luz y la fuerza para aprender de todo eso y salir adelante. Pocas veces con necesidad de fármacos, aunque ahora estén tan de moda y tan validados “científicamente” por todas las compañías farmacéuticas que se enriquecen a costa de las personas que sufren y de los médicos que se sienten científicos y de vanguardia recetando sertralina para los dolores del alma. Yo estaba convencida de que sin fármacos no se podía hacer nada. Y después de ver varios casos, estoy convencida de todo lo contrario: pocas, pocas veces son necesarios los fármacos en los problemas del alma. Es cuestión de aprender del dolor y cambiar de enfoque. Claro que el resultado es más lento, cuesta y no es algo “mágico” como las pastillitas. Pero es algo para toda la vida. ¡Y sin efectos secundarios! Los genes influyen, claro que influyen. Pero el alma humana, el espíritu humano, trasciende a los genes. Hace poco murió un escritor mexicano que padecía Esclerosis Múltiple desde hace veinticinco años y no dejó de escribir ni de maravillarse por la vida. Tenía que dictarle a una secretaria, pues poco a poco se fue quedando inmóvil, hasta que sus músculos respiratorios se detuvieron. Elena Poniatowska escribió una carta de despedida muy linda para él. Ese es el espíritu, la manifestación del alma humana a la cual yo me refiero. Esa es la esperanza. ¿Dios? Dios es Dios. ¿Por qué tanto dolor y tanta injusticia? El hombre es el hombre. Tenemos libre albedrío y muchas cosas, muchas dentro de nosotros. Todo un universo. Es maravilloso, y lo amo. La vida es una poesía, una danza y una canción.

04.02.04 Jirafa indignada

He estado triste esta última semana. Por lo consiguiente, mi sistema inmune andaba acorde a mi estado de ánimo. Y por los cambios de clima hay muchos virus y bacterias pululando por allí. Así que la faringitis + laringitis que ando cargando eran de esperarse. Es curioso, tengo dificultad para hablar, estoy muy disfónica. Talvez debería callar más y escuchar más. Hablar menos… Yo más creo que es un virus porque me está dando mejor resultado la equinácea que el antibiótico. ¡Ya se me pasará! Lo que me alegra es que ya tengo meses sin enfermarme: 9 meses… Sí, definitivamente la leucopenia era por la depresión. = ) ¡Eso es muy bueno! Y lo celebro.

¿Por qué he estado triste? Por el tiempo perdido. Sé que de nada sirve lamentarse. Lo sé bien. Y si hasta ayer estaba triste, ayer la tristeza se trocó en indignación y rabia. Han pasado tres años desde mi graduación. Uno de mis sueños de toda la vida fue siempre estudiar una maestría o un postgrado fuera del país. Por enamorarme locamente, e irme y amar, no entré antes a las oposiciones para estudiar el postgrado. Y bueno, también andaba deprimida, confundida y sin ganas de nada. Tenía ganas de estudiar, pero no me sentía bien, ni fuerte para sobrellevarlo. Y no sabía bien qué estudiar… ¡Me gustan muchas cosas y no puedo hacerlo todo al mismo tiempo! Además, Cuando me fui enamorada, sentí que todo encajaba perfectamente, y que podría realizar varios sueños al mismo tiempo, entre ellos el de estudiar fuera, pero no pudo ser por múltiples razones. Y en fin, estoy aquí, sin postgrado, sin amor ni nada. Eso sí, con experiencia de vida, aprendizaje y transformación. Lo cual, lamentablemente, no cuenta en el currículum académico.

Pues ayer la tristeza se volvió indignación porque tuve la primera entrevista con el encargado académico del postgrado. El tipo se portó grosero, abusivo, malinchista y machista. Entre otras cosas me dijo que ellos seleccionaban a personas jóvenes porque “a cierta edad, uno tiene otras ocupaciones”. Alos treinta años en mi país, si no te has casado y no has hecho el postgrado, la tienes muy difícil… Estrechez mental. Pensamiento de aldea… El dialogo se desarrolló así:
- Así que quiere estudiar el postgrado? ¿A su edad?
- Sí.
- Pero con la edad uno ya no se interesa por estudiar, tiene otras ocupaciones: el esposo, los hijos…
- Soy soltera
- ¡Pero seguro tiene novio!
- No
- Uno no, verdad? ¡¡Varios!! -risas suyas, sonrisa forzada mía
- Cuándo se graduó?
- En el 2001
- Y qué ha hecho durante este tiempo?
- Le dije a grosso modo, sin mencionar lo de la locura de dejar todo e irme a otro país por amor ni lo de la depresión, porque seguro que si menciono que estuve deprimida, de plano me descalifican. Qué triste, no? Con todo lo que se aprende de la depresión!! Pero la mayoría de gente no lo entiende ni o cree. Por supuesto, no lo valora.
- Bueno, sepa que aquí le damos prioridad a los aspirantes jóvenes… Usted estudie bastante porque el examen es muy difícil –insistió mucho en eso una y otra vez- y son casos clínicos, no preguntas directas. Son sólo cuatro plazas además y le damos preferencia a los estudiantes extranjeros porque vienen muy bien preparados; por eso le exigimos tanto a los nacionales. El examen es el 50%, la entrevista 25% y el expediente académico 25%. Por supuesto para entrar tiene que puntuar mejor que los demás aspirantes –y se despidió-: ¡Vos estudiá, mamita!

En mi país, el “mamita” se usa de superior a inferior y en lo particular lo veo como una forma de trato machista, minimizante, peyorativa y de falsa amabilidad. También se puede usar cariñosamente, se utiliza mucho en los pueblos, pero cuando se dice a alguien con quien no se tiene confianza, el significado es otro. ¡Y me trató de vos! ¿De cuándo a acá hemos comido en el mismo plato? ¿Y ese es el director académico? Pues esto se ha vuelto personal: voy a estudiar duro y si entro pues qué bien. Pero si no entro, y quizá sea así por mi edad, creo que hablaré con ese señor. Seguro es cristiano (católico, evangélico, mormón o de cualquier otra clase), y cristiano de los que van a la iglesia semana a semana. Sin embargo eso me ha hecho pensar. ¿Realmente es en un sitio con gente como esa en donde quiero estar? Porque dicho sea de paso, ese es el modus operandi del postgrado, de casi todos los postgrados de mi carrera... Cada vez estoy más convencida de que no encajo en ese mundillo profesional. Debí haber estudiado otra carrera sanitaria –que me gusta tratar con personas y me encanta la salud- pero no esa. Ahora ni modo, a hacerle ganas. Ya invertí siete años de mi vida en ello… ¿Debo invertir otros cuatro más? ¿O cambio de rumbo y hago lo que dice mi corazón? ¡La pregunta del millón! Bueno, ya veremos. Pero definitivamente no haré algo que me martirice la vida y me haga infeliz. El ambiente influye en uno, nos guste o no y yo he visto cómo han cambiado mis compañeros de promoción que están en postgrado… y no siempre para bien. Pero tampoco voy a dejar de hacer lo que quiero por el ambiente tóxico. Lo que tengo que responderme, y sólo yo puedo hacerlo es: ¿Es eso lo que quiero?

¿Por qué me es tan difícil decidir? Porque me gustan muchas cosas y lo quiero todo. Porque quiero aprender más. Estoy trabajando de nuevo con pacientes diabéticos, me entra otra vez la inquietud de la endocrinología. El postgrado al que voy a aspirar es el de descarte, porque aquí no existe ninguno de los postgrados que yo quiero estudiar: ni nutrición (sí, pero a nivel comunitario, tipo Salud Pública), ni psicología (bueno, sí pero con enfoque comunitario), ni endocrinología. Las opciones son: empezar de nuevo la licenciatura en nutrición o psicología, cinco años más… O estudiar Medicina Interna (cuatro años) y luego irme a hacer endocrinología a otro país (tres o cuatro años, según dónde sea). O psiquiatría. Antes estaba convencida de estudiar psiquiatría. De hecho era lo que quería estudiar desde que ingresé a la facultad. Pero el enfoque que se le da a los problemas, el manejo de los pacientes y el ambiente de los hospitales psiquiátricos no es el que me gusta. Para nada. Por eso me inclino más por un postgrado en psicología clínica. Cada vez estoy más convencida de que los medicamentos psiquiátricos a quienes más benefician es a las farmacéuticas. He visto ya muchos casos que me lo confirman. Aunque quizá sea psiquia’ lo que termine estudiando, dadas las circunstancias. Porque si no me admiten en este postgrado malinchista, no sé, no sé qué haré. No me voy a frustrar, ya he alegado, llorado y me he enojado lo suficiente por las decisiones del pasado. Con repetirme hasta la eternidad: “Debí haber estudiado psicología y literatura, desde que salí del colegio” no voy a lograr nada. Pasaron dos años entre mi graduación del colegio y el ingreso a medicina, un año y medio más por la tesis, tres años más entre enamoramiento y depresión (la cual ya había iniciado antes), y aunque me vuelva mono, no puedo regresar ese tiempo que en estos momentos considero perdido. No puedo regresar el tiempo. Sólo tengo el aquí y el ahora, como tanto me decía mi padre. A veces quisiera dejarlo todo de lado, olvidarme de medicina y dedicarme a estudiar como posesa literatura y psicología, juntas. Pero medicina es como una droga: te engancha, se te mete bajo la piel y necesitas practicarla. Hoy ya estaba pensando que tengo que estudiar varios casos interesantes de mis pacientes y quisiera poder discutirlos con especialistas, para estudiar a los pacientitos. Y lo que tengo que hacer es seguir estudiando para las oposiciones. No puedo seguir evadiendo la realidad y dilatando mis decisiones. Tengo que ir a donde el corazón me lleve. Lo demás viene por añadidura. ¿A dónde me llama mi corazón?

Triste pero cierto: sé bien que si me volviera a enamorar de un extranjero, soy capaz de volver a dejarlo todo tirado por amor… Después de pensarlo bien, terminar el postgrado y encontrar trabajo en el otro país: sin trabajo no me muevo de aquí. Aunque después tarde meses en remendar los pedazos de mi corazón, si la relación no funciona. Sin embargo creo que ahora ya tengo más probabilidades de éxito porque puedo poner todo de mi parte para llevar una relación madura y estable: estoy bien, me conozco y me amo; he curado mis heridas y he aprendido... He visto de cerca a la muerte y ya no le temo, es parte de la vida. Recuerdo cuando maté a la Sim que me representaba: estaba matando la parte de mí que no me gustaba, la que tenía que morir, pero que antes me tenía que enseñar muchas lecciones. Hoy mientras pasaba la fiebre, vi inteligencia artificial. Sí, siempre mirando películas atrasadas… Ir al cine no me gusta mucho. Pues bien, así como David pidió como deseo poder ver a su mamá por última vez y decirle que la amaba y demostrárselo aunque sea por un día, sin posibilidades de volverla a ver, yo haría lo mismo con dos personas que ya no están en mi vida. Él siempre pidió que su sueño de ser un niño de verdad se realizara. El hada azul no lo podía hacer. Yo también tenía muchos sueños y he aprendido que con pedirle al hada azul no es suficiente. No hice lo que tenía que hacer para lograrlos: debí haber estudiado más y luchado más. Además, el hada azul no existe. Muchos sueños han muerto y otros se han renovado. He llorado por los sueños muertos. La vida es así. Y quizá, como David, sólo logre realizar algunos de mis sueños en el lugar en donde ellos nacen. Namaste.


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