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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

enero 04, 2005

Jirafa festiva 

04.01.05 Jirafa introspectiva

¿Y cuándo no lo he sido, si de eso se tratan los diarios, de verse desnuda frente al espejo y registrar lo que nos sucede, lo que sucede, lo que nos toca? Festiva porque aún es época de fiesta, aunque en mi país el día de Reyes ya no tiene mayor importancia... En casa aún está puesto el arbolito y el Nacimiento. Da mucha ilusión ver las lucecitas. Resultado de las celebraciones: cuatro libras más. Ni modo, tanta galleta navideña, pastel y tamal tenían dar efecto. Pero en cuestiones de peso, no hay nada que un poco de ejercicio no mejore...
Empezamos el año con miles y miles de muertos. Es lamentable. Ya van más de 170,000 muertos por el maremoto de Asia. Además, el 30 de diciembre murieron más de 150 jóvenes en una discoteca de Argentina. Un amigo mío –el mismo que dijo que lo de los atentados en Madrid le daban lo mismo, pues más muertos hubo aquí por el conflicto armado interno- me dijo que no le conmovía lo de Asia pues ya está tan saturado por los medios de comunicación que lo mira como un anuncio más. Me habló de un anuncio de Benetton, de unas niñas bolivianas o peruanas en extrema pobreza (nunca lo vi el anuncio ese), y que todo eso lo ha llevado a insensibilizarse… Es cierto que en CNN anuncian como si fuese publicidad o una película: “Últimas tomas del Tsunami” o “Temporada de huracanes 2004”; es cierto que se mediatiza el dolor y la tragedia humana. Pero más allá de todo lo que hagan los medios con lo que sucede, hay millones de personas que están sufriendo, solas, sin nada qué comer o dónde vivir. Que necesitan de toda la ayuda, el apoyo y la solidaridad que se les pueda brindar. ¿Las oraciones sirven de algo? Algunas personas dicen que sí. Yo espero que sí. No critico que el Papa ore, lo que critico es que no haga nada más, teniendo los recursos materiales para hacerlo. Porque muchas iglesias han enviado ayuda, pero no directamente el Vaticano. Los países afectados por el maremoto perdieron mucha infraestructura y necesitan levantarse de nuevo. Su pobladores han demostrado mucha voluntad y ganas de salir adelante. Me identifico mucho con ellos, países en desarrollo como nosotros. No olvidaré el rostro de una mujer en Sri Lanka que dijo: Por favor, envíennos comida, ropa, lo que sea. No tenemos nada... Perdí a toda mi familia y llevo varios días sin comer. Por favor, ayúdennos". Me desgarró el alma. Pero, confío plenamente en lo que dice el actor que protagonizó “la mosca” y salió de físico en “Parque jurásico 1”: La vida siempre se abre paso.

Sí, mucho de lo que sé lo he aprendido de la tele. Soy una hija de la tele. Mi generación fue de las primeras en el país que miró caricaturas desde que estaba en el kinder: miraba Plaza Sésamo. No lo voy a negar ni me voy a avergonzar por ello. Pero gracias a Dios siempre tuve bien claro que eran sólo ficciones… El 31 una chica conocida me invitó a su cumpleaños; había asistido en otras ocasiones, pero usualmente me iba muy rápido. Ese día lamentablemente no pude irme antes y tuve que escuchar a sus amigos… Me recordaron la serie de principios de los ’90: “Beverly Hills 90210”, por lo plásticos… Entre lo que hablaron, se pusieron a recordar las caricaturas que mirábamos de niños y además de que se recuerdan de muchos nombres que yo ya envié a la sinapsis más remota de mis neuronas, contaron que hacían todo lo que miraban en la tele, porque creían que era real y se podía hacer. Además creían que las piedras de duroport que el Chapulín Colorado rompía (héroe de la tele en México y Centroamérica, no sé si en el Caribe y Sudamérica también), eran de verdad… No sé… ni de niña me creí todo eso, y ya entonces para mí era evidente la pésima, provinciana e improvisada realización del Chavo y el Chapulín, sobre todo con el atrezzo. Me fui de ese cumpleaños en cuanto pude, no fuera a ser contagioso el modus pensandi de sus asistentes…

Y es que, lo reconozco, no soy culta. Me encanta el arte, me hace vibrar un Kandinsky, un Miró, un Tapiés… También me extasía un atardecer, una noche estrellada, un río, una montaña, un ave… Pero no sé nada de arte. Ni de música. Ni de literatura. Ni de biología macro (algo de las células sí, pero es evidente, por la carrera). Soy bastante ignorante en muchos, muchos temas. La mayoría de temas que medio sé (medio sé, un poco nomás), es porque me tocan hondo y he tenido que vivirlos o son parte de mi carrera. La buena noticia es que estoy dispuesta a aprender (sobre todo, los temas que me gustan). Soy como una esponja. En el colegio no me dieron toda la información que me habría gustado aprender. Sobre todo, de arte, literatura e historia.

Tengo que aprender tanto… Y superar tantas otras cosas… Me afectó algo que una chica a quien he querido mucho y he considerado mi amiga, mi hermana, dijo. Me dolió también saber que un amigo en quien he confiado, ha hablado mal y ha contado lo que ha hecho con chicas que lo han adorado (no amado: adorado, así como se lee), también ha contado acerca de un amigo suyo y sus delicados problemas de familia, frente a bastante gente. No dudo que haya contado a medio mundo que me fui a España, no obtuve la beca y me fue mal con mi ex… Yo confiaba tanto en ellos… Pero son humanos, como yo. ¿Cuántas veces he fallado a mis amigos? No puedo exigirles nada, pero tampoco puedo estar ya tan pendiente de ellos. Si algún día quieren volver y hablar, aquí estoy. De lo contrario, son libres y al parecer ya han decidido. Para mí la amistad es muy importante. Y es sagrada.

Y hablando de la amistad, encontré en un librito de esos de pensamientos algo interesante: alguien sugiere que en el amor hay extremos y opuestos, pero en la amistad hay sólo igualdad. Talvez por eso es difícil la amistad hombre-mujer, europeo-latino, negro-blanco, niño-adulto… porque una de las dos personas (o las dos) no se sienten en un plano de igualdad. Se sienten arriba o debajo de la otra persona. Y así es difícil la amistad… hablo, claro está, de generalidades.

Pues bien, como Año Nuevo, Vida Nueva, hay mucho qué mejorar en mí. Hay cosas que no puedo, aunque me gustaría: la textura de la piel de mi rostro, por ejemplo. Es grasa y con poros abiertos. O el acné. O la estatura, pues me gustaría ser más alta. Los dientes torcidos (por una mala ortodoncia anterior) sí que se pueden mejorar y es parte de lo que haré. Y hay muchas otras cosas más que puedo mejorar. Por ejemplo, el desinterés que el año pasado manifesté hacia mis amigas. En el 2003, cuando regresé y luego la relación terminó, estaba deshecha y no podía lidiar con mi dolor y mi corazón hecho añicos; así que me alejé de todo el mundo a lamerme las heridas. Cuando intenté hablar con alguien (la amiga a quien consideraba mi hermana) y ella fue indiferente conmigo, decidí mejor no decir nada más a nadie y mejor escribir anónimamente, para desahogarme aunque sea con desconocidos. Tuve un blog en un sitio que desapareció y desde España (ya no recuerdo bien de dónde era la chica) una chica me escribía consolándome. Luego, la página de ella se cerró y perdí el contacto. Pero en el 2004, simplemente fue una mezcla de desidia, una carga académica grande, y la sensación de sentirme bien conmigo misma: ya no me siento sola y ya no he hablado tanto con mis amigas… Sin ponerme a pensar que quizá alguna de ellas necesitaba una amiga, ser escuchada y consolada, o alentada y felicitada… Fui muy egoísta.

La verdad, no soy mejor que cualquier bicho. He llegado a pensar que a los mareros hay que tratarlos con la ley del talión (y a los violadores y abusadores de menores, castrarlos), pero estoy consciente de que no es la solución, que el problema es educativo, pero sobre todo socio económico (alguien tiene que surtir con armamento de uso militar a estos chicos de maras, y no me extrañaría que fuera un militar mismo o un narcotraficante que los usa como pantalla y se surte de armas, claro, con militares). Aplicando la ley del talión nos volvemos igual que las personas que infringen la ley y dañan a terceros. Comprendo tan bien a Fernando Vidal y a Alejandra… He terminado de leer un libro que me llamaba la atención desde hace años y me regalaron por Navidad: “Sobre héroes y tumbas”, de Sábato. De él sólo había leído “El Túnel” y un librito de Alianza Cien que era el primer capítulo del libro que ahora he leído. Desde entonces quedé “picada”. La princesa y el dragón. ¿No lo somos un poco todos? Bueno, hablo por mí. Uno de estos días, le corté un par de bigotes a mi perro, sólo porque sí. Nada, no soy mejor que nadie. Los budistas tienen razón: todos somos Uno. Quizá en eso se equivocan los anarquistas y los comunistas: ellos creen que si accedieran al poder serían diferentes a los grandes capitalistas neoliberales… Pero no, harían exactamente lo mismo que los neoliberales hacen, sólo que desde otra cosmovisión, con otras justificaciones ideológicas (elogiables o no… no estoy a favor de la violencia anarquista…) y a otro grupo que no sea el de obreros y desposeídos. Los primates dividen los grupos según jerarquías y luchan por el poder, ya me resigné a que eso es genético. Pero como somos algo más que genética, nos quedan los dones del espíritu, que con los dones de la mente se ha logrado mucho avance técnico y científico, pero seguimos peleándonos igual que hace miles de años. Cuando termine con la colección que tengo de Faulkner, iré por Joyce. Y al mismo tiempo estoy leyendo algo de budismo, sobre todo zen, para aprender un poco de esa filosofía.

A veces me he puesto a pensar si no buscamos un poco a propósito o de forma inconsciente, estar en contacto con el lado oscuro. Tal como lo hizo Martín (del libro de Sábato). Las sombras ejercen una extraña fascinación. Recuerdo una noche en Barcelona. Regresábamos con mi ex de una presentación de teatro. Pasamos a un bar que se miraba algo antiguo. Era oscuro, había bancos de madera (no recuerdo bien… con el tiempo los recuerdos cambian, hacen metamorfosis, se desdibujan, se van diluyendo…), las mesas eran algo bajas… Y yo quería tocar el lado sombrío. No sé si por el lugar (me daba la sensación de tener malas vibras, se sentía algo sombrío en el ambiente) o por la forma en que me sentía en ese tiempo, pero sentí que le sonreía a la muerte y a la Oscuridad. Seguro que si ese día me ofrecen drogas habría caído… No me importaba nada. Ese día probé mi primer y último cigarro. No me gustó. Sentí que iba cayendo vertiginosamente en un túnel oscuro, dando vueltas hacia abajo, sin poder detenerme. Me sentía muy triste y muy sola. Sentía que mi vida ya no tenía sentido, que quizá nunca lo había tenido. Fueron tiempos difíciles esos. Una puede estar con la persona que más ama o en medio de amigos verdaderos de toda la vida y sin embargo, sentirse sola. Ya me sentía sola, triste y con una vida sin sentido desde mucho tiempo atrás. Aún antes de conocer a mi ex. Quizá desde que decidí estudiar medicina en lugar de lo que decía mi corazón; y desde que asesinaron a mi padre. El lado oscuro. Todos tenemos uno. Y no se trata de destruirlo. Es parte de nosotros. Se trata de sacarle partido. Y no dejar que nos domine. Porque podemos caer en fosos terribles. Como la depresión, la drogadicción, las adicciones de otro tipo y cientos de agujeros más. Y luego vamos a querer huir de allí. Y a veces, cuesta mucho salir o ya se ha quebrado la voluntad, como pasa con tantos adictos a la heroína… Me duele el dolor de las personas que han caído. Porque sé lo que es estar hundida. Y sí, las oraciones ayudan. Y la voluntad. Y la fe. Y el amor. Sobre todo, el Amor. Pero, todo pasa. Gracias a Dios: La vida siempre se abre paso.

He tenido muchos momentos felices en mi vida. De los que recuerdo más: caminando por el parquecito que está frente al Hospital Roosevelt, mirando atardecer y comiendo una manzana. Cuando jugaba con mi difunta perrita. Ver a mi sobrino dormido. Cuando estuvimos frente a los Peines del Viento en San Sebastián. Cuando estuvimos en el Guggenheim y en el Reina Sofía. Cuando admiré una muestra de Kandinsky, la galería de Tapiés y el museo de Miró. Columpiándome en una noche fría en un parque de La Rioja. Columpiándome bajo un enorme Madrecacao en Cobán. Sentada mirando un río en Cobán. Cuando llegué a las cuevas del Rey Marcos. Algunas veces al finalizar los aeróbicos (Sobre todo cuando Maritza era la instructora: una mujer muy vital). El 31 de diciembre del 2003 y 2004 mirando el cielo lleno de luces de colores. Hoy al encontrar mi página (esta página) en un sitio de Kandinsky… Recordando y mirando a mi madre y toda su ternura, su fuerza y su ejemplo. Adornando la tumba de mi padre (es una mezcla de tristeza por su ausencia, con felicidad al ver el cielo, el cementerio que es un jardín, los árboles bailando suavemente con el viento y los pájaros trinando). Mirando las hojas dar vueltas en “Belleza americana”. Muchas noches, mirando la luna llena entre las copas de los árboles que hay cerca de mi casa. Varias veces degustando algún vino, alguna comida que me enloquece. Escuchando algunas canciones. Escuchando a Vivaldi, a Bach, a Mozart… Si en este momento tuviese que morir, no me pesaría. He amado con toda mi alma. He sido feliz. He conocido el dolor y la muerte muy de cerca. Me gusta lo que hago, lo que aprendo. Puedo expresarme con palabras (quizá no tengo toda la técnica, pero al menos tengo la pasión y hasta ahora nadie se me ha quejado de aburrimiento; claro que en este diario es lógico que alguien se aburra… No a todos les gusta la biografía). Tengo un perro amoroso. Una familia linda y cariñosa. Algunos amigos. He aprendido de mis errores (y sigo aprendiendo). He gozado los libros, la música, la naturaleza, las obras de arte y el silencio. Alguna vez me he sentido tocada por Dios. Alguna vez en el Cerro Alux o en una iglesita rezando solitaria. He tenido una hermosa vida. A pesar de todo el dolor. Porque mi familia arrastra una cadena de dolores, desde tiempos inmemoriales.

Por cierto, debería haber un filtro en los buscadores, para que los blogs estén en un solo sitio, porque es desagradable (ya me ha tocado) estar investigando algo, sobre todo si es para una investigación o una duda, y encontrarse con un blog. No es lo que uno espera ni está buscando. Quizá haya algunas personas más que lean o hayan leído esta vida mía. Si escribiera más a menudo quizá no saldrían blogs tan largos. Esa es otra de las tantas cosas que he de aprender: a organizarme. Porque escribo de cuando en cuando por desorganizada. Allí tengo medio abandonada mi pobre Jirafa’s World. Ya es tiempo de cambiar y mejorar el manejo del tiempo.

El 1 de enero fui a misa a la Catedral. No faltan los gritos y/o llantos de cientos de niños. La iglesia estaba abarrotada: El sueño de cualquier padre europeo. Me alegra que el país sea laico. El Estado no le da dinero, hay libertad de culto. Antes la iglesia católica tenía grandes fincas. Pero se las quitaron. Las tierras que puedan tener ahora es porque se las han donado personas particulares. Aquí no hay grandes riquezas en las iglesias. Hay algunas que se caen de pobres y viejas. Y muchas iglesias ayudan a sus feligreses en caso de necesidad. Pues la iglesia estaba llena. No sé, fácilmente dos o tres mil personas. Es una iglesia muy grande. En la homilía el oficiante que era el Nuncio apostólico habló de la importancia de tratar de ser mejores cada día, conocerse y estar bien uno con uno mismo para iniciar la paz desde el propio corazón. Que, me parece, es la única forma de lograr la paz. Ese día la iglesia se llena porque la tradición venida de no sé dónde dice que si se toman tres centavos (que antes, la iglesia regalaba y ahora unas monjas de velo almidonado venden) se tendrá salud, dinero y amor todo el año. Y es el negociazo de las monjas, por supuesto. Pero además de eso, pues se va a dar gracias y a pedir protección y bendiciones para todo el año. La mayoría de asistentes somos mujeres. Y se ve desfilar a todas las clases sociales: personas que llegan en su Ford Runner o Mercedes Benz del año, con guardaespaldas y todo, indígenas del mercado con sus delantales de colores, algunos delegados del cuerpo diplomático con sus familias, algunos integrantes del gabinete de gobierno, obreros, oficinistas, profesionales… Se ve de todo. No falta la loquita o loquito que anda deambulando por toda la iglesia y abrazando a todo el mundo. Ni los pordioseros con sus bolsas plásticas al hombro, su mugre de años y su rostro amargado o desconsolado, oliendo a orina y a abandono. Y en los sitios en donde se colocan las candelas y veladoras (desconozco cómo se llaman, son de metal y tienen una cubierta para que no se ahume la iglesia) hay veladoras de todos colores, colocadas de forma sospechosa (dicen que son brujería, santería o hechizos para atraer o alejar personas), y otras, inocentes y esperanzadas, pidiendo por la salud del hijo, la abuelita, el esposo, por la paz del mundo y los hermanos afectados por el maremoto. La vida es bella. Y tengo confianza, espero y deseo que este Nuevo Año esté lleno de oportunidades, que sepamos aprovecharlas, que aprendamos mucho, seamos mejores cada día y haya mucho amor, prosperidad, alegría y que cuidemos nuestra salud. Somos responsables de nosotros mismos, de vivir bien la vida, de nuestros dones y de nuestra felicidad. Amemos mucho, demos lo que podamos y tengamos para dar (una sonrisa, nuestra amistad sincera, esperanza, consuelo, perdón, fe en las personas, una moneda), desarrollemos nuestros dones y tratemos de hacer el mundo un poquito mejor cada día, con nuestra vida y nuestras obras, desde allí donde estamos. No hay labor pequeña. De granito en granito se han formado las playas de todo el mundo… Y son tantos kilómetros de playa!! ¡Feliz Año Nuevo a todos! Bendiciones. Namasté.

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