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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

noviembre 01, 2004

Se me olvidaba... 

La dirección de mi otra página, en donde estoy escribiendo es esta: www.jirafaescribe.blogspot.com Había dicho antes otra dirección, que es el título de la página: Jirafa's world. Se me había olvidado aclarar eso. Y bueno, no sé para qué lo hago porque al final creo que esta página es sólo mi blog de la vida y no sé si alguien lo lee, además de mí misma... Igual, una nunca sabe y como es mejor lo que se hace y no lo que se quiso hacer pero nunca se hizo... Namasté.

El arrepentimiento 

31.10.04 Jirafa Murphy

De visita por el cementerio, otro año más. Y de visita por la vida, como todo ser humano. Cuando le dejamos flores a mi papá, era el atardecer. Y estaba precioso. El cielo se iba tiñendo de amaranta poco a poco, y la luna iba asomando por el otro extremo. Fue algo muy lindo. Nunca había estado en el cementerio a esa hora. Y como me encantan los atardeceres… Fue un regalo hermoso. Casi se podía escuchar el sol poniéndose tras las montañas. Flores por todos lados, el eucalipto meciéndose con el viento… Todo estuvo bien. Y gracias a Dios no hubo niños pidiendo dulces por Halloween. Esa es una costumbre alienante.

Por otro lado, la fiesta de la boda… He aprendido algo: es mejor no ilusionarse con nada. Tomarse las cosas con calma. NO hacerse expectativas. Y por el amor de Dios: aprender a decir no y a jugárselas: siempre se arrepiente mas una de lo que no hace, que de lo que hace. A parecer no lo he aprendido aún porque me siguen sucediendo cosas para ver si al fin lo aprendo de una buena vez. Ayer se casó una amiga a quien aprecio mucho. Me invitó a la ceremonia religiosa y a la fiesta. Como tenía tanto tiempo de no ir a una fiesta, de no bailar (y me gusta tanto!), pues estaba emocionada. Y como además quería verme muy linda, pues hice el esfuerzo y compré un vestido, zapatos, me fui a peinar. Y claro, no tomé en cuenta la ley de Murphy: Si algo tiene que fallar, falla.

Normalmente me habría comprado un vestido de color pastel o negro (la boda era de noche). Un vestido sin mangas, o de tirantes, a lo sumo. Corrí mucho para poder encontrarlo porque como las tallas son para anoréxicas, a las mujeres con curvas nos cuesta encontrar vestidos que nos tallen. Luego, se me metió entre ceja y ceja que quería un vestido rojo oscuro, rojo “quemado” le llaman acá. O sea, no chillón. El rojo chillón no me gusta. Fue difícil, pero finalmente lo encontré. Las vendedoras y la dueña de la tienda me dijeron que iba a impactar con ese vestido, pues me tallaba muy bien. Tallar, que no quedar todo apretado para parecer un chorizo, eso no es elegante, a mí no me gusta nadita de nada andar toda ceñida. Atrás quedaba la Jirafa de vestiditos flojos, cubiertos, rosados o celestes. El vestido de dos piezas, corsé y falda tipo sirena. Corsé strapless, amarrado a la espalda con cintas cruzadas que dejaban un poco descubierta el área de la columna. Y zapatos de satén, altos. Me encantó. Y decidí que se miraría más elegante con un peinado de cabello recogido. Así que al salir de la maestría, llegué a ducharme y corrí al salón a peinarme. Siendo sábado por la tarde, había bastante gente. La boda era a las 17 hrs. Le pregunté a la peinadora si me daba tiempo de un peinado así y si se podía realizar con el largo de cabello que tengo y me dijo que sí. Me insistió en sólo cepillarlo, pero yo quería peinado alto. Creo que la tipa, además de que evidentemente no sabía realizar peinados altos, tenía algún gen de caracol porque se tardó horrores, se desaparecía por ratos, me hizo algo que no tenía nada que ver con el peinado que yo había seleccionado, y yo, apremiada al ver la hora, no le dije nada. Me halaba el cabello hasta doler… Me vació casi una lata de spray fijador (me costó removérmelo con el shampoo de hoy)… Yo miraba y miraba el reloj y me preguntaba por qué se tardaba tanto. Le preguntaba y ella, no sé si a propósito, se tardaba más. Bueno, lo peor fue que a las cinco me dijo con cara de inocencia: ¡Listo! ¡A las 17 horas, que empezaba la misa! Correr para llegar a cambiarme y maquillarme a casa, y luego había un tráfico espantoso. Las calles ya son insuficientes para tantos autos. Me enojé pero muchísimo…

Como era tan tarde, decidí que mejor me iría directamente a la fiesta. No intenté hacer la lucha de ir a la iglesia... Estaba furiosa. Y cuando una se noja, no piensa con claridad. No piensa y punto. Me habría gustado ver a mi amiga entrando y saliendo de la iglesia, estar en la misa... Ya eran las 19 horas y nadie llegaba al salón, así que me preocupé… ¿Y si la misa había empezado más tarde? El Capitán de meseros me dijo que tenía que cerrar el salón y yo no podía permanecer allí, pues era orden de la familia de los novios: no debía entrar nadie hasta que ambas familias llegaran… Así que salí a buscar un bar, café restaurante o similar para esperar y tomar un café (o vino) mientras tanto… El sitio era en el área pija de vida nocturna de la ciudad… ¡y tuve que caminar dos cuadras para encontrar un lugar abierto, siendo sábado por la noche! Increíblemente había varios restaurantes y bares cerrados… Finalmente regresé. Le había dicho a un amigo si quería acompañarme, con la condición de ser mi pareja de baile, pero no me dio seguridad. Cuando llegué, allí estaba. “Bueno – pensé- al menos ya hay con quien bailar.” Cuando llegamos, nos costó encontrar mesa: todo estaba ocupado. Los novios llegaron casi hora y media después, ya estábamos todos desesperados. Y me enteré de que la misa había durado una hora con treinta minutos, así que sí me habría dado tiempo de llega a la iglesia, aunque sea para verla salir… Estaba rebalsando de cólera. Intentando aguantarme. Y el peinado: doloroso, feo para mi gusto… Llegaron, bailaron un vals (no era vals, era un fox-trot) y su canción. Normalmente las parejas tienen una canción preferida, que se dedican mutuamente. Y la de ellos fue “Por ti me casaré”, de Eros Ramazotti. El final de la misma, un poco desfasado: “Por ti me casaré/ cuando te encuentre/ cuando sepa dónde estás/ quién eres tú”. Por cierto, esa canción siempre me ha gustado. Antes más que ahora. Me he vuelto menos romántica y más práctica y realista con algunas cosas…

Hicieron el brindis. Y empezó el baile. Luego de dos intentos infructuosos para convencer a mi amigo de que bailáramos, me resigné. No me gusta ser descortés y no me parecía correcto irme a bailar sola, dejándolo abandonado en la mesa. Y la música no era mi preferida: salsa, merengue. Luego la cena. Pusieron música de marimba (que no me gusta mucho) y mi amigo se estaba durmiendo, estaba cansado porque trabaja mucho, y viaja al interior. Así que mejor le dije que se fuera, si quería. Y quería. Total, no estaba cumpliendo con su cometido: bailar. Y tampoco me dejaba bailar. Yéndose él, esperé un poco para ver si alguien me sacaba a bailar. Había algunos chicos (niños de veintipocos años) sin pareja, y luego, casi todos andaban emparejados. Nada. Allí estaba yo, con mi peinado alto, mi sonrisa, mis ganas de bailar, mi sexy vestido rojo y mis zapatos altos y nadie me pidió bailar. ¡Qué desperdicio! Estoy consciente de que no soy una belleza despampanante, pero tampoco estoy tan mal y cuando me esmero, me veo bastante bien. Y a mi parecer (y el de otras personas), me miraba muy bonita. Sin embargo, creo que habría podido ir desnuda, que igual hubiera dado. ¿Seré invisible? Luego mi hermano me dijo que era porque no me había quitado los lentes (gafas). Yo no lo creo… ¿o es que los hombres de plano prefieren ser engañados con lentes de contacto? A mí se me olvidó quitármelas porque he hecho simbiosis con ellos: como las necesito para ver, y ellas para ser utilizadas y cumplir con el fin de su vida, ni me doy cuenta de cuándo las tengo. De cuando no las tengo sí que lo noto, porque soy miope.

Como empezaron a poner música que me gusta mucho, y dadas las circunstancias, me fui a bailar sola. Luego, por una canción se formó un grupo y yo me integré allí. La verdad, la pasé bien. Tenía siglos de no ver a este amigo. Bailé aunque sea un poco… y aunque no pude acompañar a mi amiga en la misa, al menos la vi en la fiesta. Me había hecho demasiadas expectativas que no se cumplieron. Ojalá haya aprendido la lección esta vez. Y para la próxima, y para el resto de mi vida, he aprendido varias lecciones: mejor ir sola y no con alguien que me haga mal tercio (si invito a alguien a bailar, es a bailar: si no quiere o no puede, que no vaya; punto), el rojo me luce muy bien, no vuelvo a ir a ese salón de belleza, me la paso bien bailando sola, si no me gusta cómo me están peinando, mejor lo digo, no vale la pena enojarse (me obnubilo), ya es tiempo (en serio) de aprender a decir no rotundamente (no me gusta ese peinado, no lo quiero así) desde lo más sencillo hasta lo más complejo, y es mejor hacer la lucha que no intentarlo (haber ido a la iglesia, por si acaso…). Eso de arrepentirse de no haber hecho algo es terrible y absurdo... De verdad, espero haberlo aprendido, no quiero pasar por eso de nuevo. Me daba mucha pena usar un vestido enseñando la espalda porque nunca había usado algo así… Sin embargo, estuvo bien el cambio de look, me gustó… ¡Quién diría! ¡Hace dos años jamás lo habría imaginado!! Está bien descubrir mi lado sexy, (que yo sé siempre ha estado allí, pero casi nadie lo sabe) y darlo a conocer un poquito. Un poquito nomás, en ocasiones como esta, por ejemplo. Puedo vestirme como niña buena, como chica casual, y ahora también, como mujer sexy. Es bueno cambiar de look de cuando en cuando. Tampoco soy de minifaldas a diario. Prefiero la comodidad ante todo, pero sin perder la feminidad ni la originalidad. Encontré esto, lamentablemente no sé quién lo escribió..

Anónimo:
Las mujeres inteligentes saben que… Todo hombre que no sabe “lo que quiere” no merece lo que tiene.

Namasté.


01.11.04 Jirafa arrepentida

De nuevo lo mismo: duele más y se arrepiente una más de lo que no hace, que de lo que hace. A veces lo que una hace luego tiene consecuencias no favorables, dolorosas, tristes, o peligrosas, pero igual, ya se hizo lo que se creía/pensaba/quería por considerarlo en ese momento una buena opción. Sin embargo, es curioso esto: duele más y se arrepiente una más de lo que dice, sobre todo de lo que dice sin pensar, o estando enojada... Porque he herido a personas que amo por hacer eso. Y hay heridas irreparables…

Un escritor, pintor y recientemente diputado del Congreso falleció ayer. Me gustaba cómo escribía sus columnas del domingo. Era de izquierda (por supuesto!), siempre identificado con las clases populares… Tenía una dirección de correo electrónico a la que siempre dije que iba a escribir… Nunca lo hice. Me habría gustado mucho conocerlo. Sé que me habría recibido. No era de esa gente toda creída y elitista, sólo por ser famosa… Me habría gustado enseñarle lo que escribo… Y ahora se fue… Lo mismo me sucedió con Mario Monteforte Toledo… Lo tuve a unos metros de mí y me dio pena hablarle… También murió. El año pasado.

Adiós Gatoviejo… que encuentres nuevos colores para seguir pintando y tu voz siga opinando. Que te des cuenta de que la vida no termina al colgar los tenis, como vos decías. Que no extrañés demasiado el Guadalajara y la compañía de Monteforte Toledo y de muchos más que te han precedido te haga más ligera la estancia. Que el dolor del cáncer no te haya dolido demasiado. Lástima que no te cuidaste a tiempo… Lástima que por ser tan bohemio nunca cuidaste tu salud, hasta que fue muy tarde… Ya sé que dirías que no eras de esos hombres remilgados, deportistas, preocupados por la salud… No. Eras gente del pueblo, de la que no consulta aunque tenga una coliflor en la mano, porque ¿para qué, si no le duele? Me molesta un poco en vos, en Bolaño, en otros escritores más el hecho de que sean tan egoístas. Sí, egoístas. Porque claro, ustedes se mueren ¿Y quien va a escribir por ustedes? ¿Quién va a llenar su espacio? ¡¡Pues nadie!! Absolutamente nadie. Son insustituibles. Dejan un gran vacío que nadie podrá llenar: agujeros negros infinitos y eternos. Quizá nunca vieron eso: son únicos. Si murieran de viejos, habiendo vivido toda una vida… Pero morir cuando aún hay muchas historias escondidas entre el lápiz o los pinceles, mucha vida por vivir… Ojalá algún día pueda conocerte. Ojalá no tenga que volver a arrepentirme de nuevo por no haber hecho algo que quería: escribirte antes, enviarte lo que escribo, conocerte... Te mando un abrazo y que estés bien, sonriente, optimista, sin pelos en la lengua y amigable, como siempre lo fuiste. Te conocí por tus columnas del domingo y te llegué a querer; en casa, hemos llorado tu partida y te hemos encomendado a Dios. Hay me cuentas cómo es la vida sin el cuerpo, porque a veces, no creas: también yo dudo. Ojalá te pueda conocer cuando yo muera, y no tenga que arrepentirme de nuevo. Gracias por todo lo que nos diste y nos enseñaste. ¡¡Adiós, Gato viejo!! Siempre vivirás en tus escritos, en tus pinturas, en muchos corazones. Y en la Eternidad, más allá del bien y del mal. Farewell.

Y bueno, no tengo nada más que decir. Sólo que no quiero volver a arrepentirme de nuevo. Ya no más. Ya fue suficiente. Que Marco Augusto Quiroa esté bien. Es lo que deseo. Y que mi fe no muera. Así sea. Namasté.

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