<$BlogRSDURL$>

Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

agosto 02, 2005

Evaluación objetiva 


02.08.05 Jirafa en evaluación y recuento


A ver: no quiero ponerme dramática ni terminar en un mar de llanto, ni pasar brava el resto de la noche. Tengo un problema y tengo que resolverlo. Stat. En argot médico significa: para ayer, o "inmediatamismo". Inmediatamente, mejor dicho.

Cuando decidí estudiar medicina para demostrarle a mi papá que yo sí podía con esa carrera, aunque mi inclinación básica era psicología/antropología y literatura, recuerdo que nunca pensé en el hecho de trabajar. Di por hecho que a los médicos se les paga bien y no tienen problemas económicos. Y aunque mis padres y compañeras de clase me repetían que con literatura o antropología me iba a morir de hambre, no me importaba. A los 17 ó 18 años, cuando se ha vivido una vida no con lujos, ni viajes, incluso con algunas limitaciones pero sin que falte lo básico (comida, vivienda, abrigo, atención médica), no sé, como que una no le pone atención a los asuntos prácticos de la vida. Además, siempre he vivido relativamente tranquila sin dinero. Hablo de sin dinero para gustitos ni, menos, para lujos. Por supuesto que me gustan las cosas bonitas y confortables pero tampoco me muero por no tenerlas. Además, mi innata filosofía medio oriental/medio hippie, siempre me hacía pensar que el dinero no importa... Que no es lo más importante.

En otros blogs he hablado de todo lo que he aprendido gracias a mi sobrino. Y entre todo lo que ese bebé me ha enseñado, está esto: el dinero sí es importante. Mucho más de lo que yo creía. Los niños salen caros. No es que pese gastar en ellos, pero son una inversión permanente, que además crece con los años. El sistema de educación público de este país es bastante deficiente. Los colegios privados más o menos buenos, son bastante caros. Y no solo es la colegiatura, sino los uniformes, los libros y útiles escolares, los gastos extra para actos escolares (disfraces, excursiones, etc.). El sistema de atención en salud público tampoco es óptimo, sobre todo en consultas externas. Los ambulatorios son escasos y súper, súper poblados. Así que o pagas directamente médicos, análisis, medicinas o te inscribes a un seguro médico que sólo te cubre un porcentaje de la atención médica y da algunos análisis. Según lo que pagues. Tampoco hay sistema público de transporte suficiente, eficiente ni seguro: hay que comprar un auto. Y pagarle seguro, por si te lo roban. Los servicios odontológicos son privados y caros (eso en todo el mundo… ¡¡¡Debí haber estudiado odontología!!!!!). Bueno, además está la ropa y los juguetes, los paseos y el cable (si quieres que la televisión sirva para algo más que entretener a tus hijos y llenarles la cabeza de tonterías, en Discovery Kids pasan programas educativos para preescolares. Para niños más grandes hay varios canales, pero ninguno educativo… En la televisión local no hay nada para preescolares. Ni para nadie.). Eso sin tomar en cuenta asistencia a actos culturales (teatro, marionetas, conciertos para niños, etc.). Todo lo anterior implica dinero.

Si en este momento mi madre se muriera y mi hermano se fuera del país, yo no podría sostenerme ni sostener la casa. Así de patético. Ese es el problema. He pensado que si a X edad sigo sola, quiero adoptar un niño. Para eso tengo que ser solvente económicamente primero. Gano muy poco como docente interina en la facultad (250 dólares o 200 euros al mes). Y casi todo se me va en pagar la maestría. Maestría que está deficiente y es para trabajar en proponer o evaluar programas de nutrición, preferentemente en el área rural. Pero incluso para trabajar en clínica privada evaluando dietas no la hago: no soy buena comerciando con la salud, la desesperación o el temor de las personas. Muchos médicos venden medicamentos en sus clínicas (lo cual no es ético ni permitido por la ley, pero nadie lo sanciona tampoco), a precios más altos; o hacen procedimientos que son parte del tratamiento o del examen y los cobran caros y como extra de la consulta. Muchas nutricionistas venden programas rápidos para bajar de peso: suplementos de hierbas, pastillas, vendajes, etc... Y así es como "salen adelante" y destacan (económicamente).

Por eso decidí estudiar una residencia. No soy buena comerciando con la medicina general. Y no sé si una especialidad va a resolver la situación. Lo más lógico, sería que estudiara psiquiatría. Pero me desespera escuchar problemas todo el día. No sé si aguantaría tanta presión emocional. Y a veces, hasta me aburre. Por eso lo he descartado. Y porque he conocido demasiada gente dedicada a psiquiatría o psicología que están para ser internados. Y no es que no haya personas dignas de ser ingresadas en un psiquiátrico en otras especialidades: es que en psiquiatría es más evidente y paradójico.

Me siento perdida y vacía sin leer (literatura) y sin escribir. Y apenas he escrito en este blog desde hace varias semanas. Tampoco he estudiado para las oposiciones, no he terminado de calificar los trabajos de mis alumnos, no he avanzado con el protocolo de la tesis, ni nada… ¿Qué hago entonces? ¿Cómo logro organizarme?

En tres ocasiones me han rechazado (chicos) por no ser solvente económicamente. Ha sido un golpe a mi ego. Y una dura realidad. Porque no tengo auto. Ni vivo sola. Ni viajo… Por no tener, muchas veces esa ha sido la razón para no asistir a obras de teatro, conciertos, lecturas… actividades que me gustan! No tengo auto para ir, suficiente dinero para el taxi ni para pagar el boleto de entrada. No he comprado libros por esa razón. Me urge ir con el odontólogo porque tengo un tratamiento a medio camino y no he podido hacerlo desde hace meses. Ni siquiera le he comprado el resto del tratamiento para la artritis a mi pobre perro!! Y ya se me puso en crisis hace tres semanas por no tener pastillas para darle… Sólo le compré para una semana.

Cuando estudié medicina, como no me interesaba de corazón, nunca me esforcé suficiente para sacar mejores notas. Dios es maravilloso y gracias a Su bondad, saqué el 6º lugar de mi promoción. Pero eso no es suficiente y fue hace mucho tiempo. Cinco años ya. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Cuando recuerdo cómo me imaginaba yo a esta edad, cuando tenía 18-20 años, me doy cuenta de que jamás me imaginé así como estoy. Ni en mis peores pesadillas. Me guste o no, el dinero es importante y hay que ser productiva. Estamos en una sociedad globalizada. No me puedo sustraer a la realidad: es como es y punto. Si no me gusta competir, si no me gusta tener que saltar alguna que otra regla para salir adelante, puedo ser muy buena, muy moral y vivir siempre con limitaciones económicas. O mejor aún: puedo volverme asceta y renunciar al mundo material. ¿Es eso lo que quiero? No. Porque entonces no me haría sufrir el hecho de darme cuenta de que estoy mal económicamente hablando.

No puedo culpar a nadie de esta situación. Sólo yo soy responsable. Recuerdo que cuando estaba en el colegio había un niño, hijo de abogados, de plata. Nos alegábamos a los tiernos 12 años porque él era de derecha y yo de izquierda. Como el mundo es una cascarita de nuez, cuando entré a la facultad de medicina en 1994 me llevé la sorpresa de encontrármelo, repitiendo por tercer año, primer año. Él entró en 1991. Estaba metido en la asociación de estudiantes de medicina, con un discurso de izquierda, Marx, Fidel y el Che. A mí me pareció muy sospechoso. Se graduó en el 2003, pero apoyó la candidatura del actual decano de la facultad (y del rector de la universidad) moviendo masas a través del poder de convocatoria de la asociación de estudiantes. El año pasado, él, con pésimas calificaciones, repitente de varios años, se fue en octubre a Madrid, a estudiar CON BECA un doctorado en genética. Al principio me enojó mucho. Ahora veo que él fue astuto. Yo no lo he sido. Ni en lo académico ni en lo emocional. Lo admiro.

He observado de cerca cómo muchas mujeres manipulan a los hombres, los tratan mal, hacen berrinches y luego (cuando ellos están a punto de largarse y tirar la toalla), tienen un hijo. Conozco a cuatro chicas de leo que hicieron eso. No sé si tenga algo que ver que sean de leo. Y allí están ellos. Yo no he podido mantener a un hombre interesando en mí suficiente tiempo como para que quiera vivir conmigo algo más que una ilusión o una aventura.

Siendo así, y dado además que yo ya recibí terapia, lo más lógico sería que yo estudiara psiquiatría. ¿Qué tiene que ver lo anterior con esto? ¡Es evidente! ¡Que soy extraña! Ah! Pero la ventaja frente a otros que estudian psicología y psiquiatría, es que yo no lo haría por tratar de comprenderme o de solucionar mis problemas: de hacerlo lo haría porque yo sé lo que es pasar por una depresión, hacerse bolas la vida, sentirse rechazada, incomprendida… “rara”. Y sé lo sola que una se puede sentir. Puedo darles apoyo de corazón. Y al final, hasta me daría apoyo estar con los pacientes, porque entonces no sería yo la única rara (y hay peores en ese mundo). Me detiene el hecho de que muchas veces me aburre escuchar a las personas. O decirles lo mismo mil veces y que sigan actuando igual: me desespera. De verdad. Y otras veces, no le hallo mucho sentido. Encontré un sitio (buscando imágenes para preparar una clase) en donde había frases muy interesantes acerca de la locura y de los psiquiatras. Si lo vuelvo a encontrar, las copio. Una decía: “un neurótico construye castillos en el aire; un psicótico los habita y un psiquiatra cobra por la renta”. En realidad, más que psiquiatra, preferiría ser psicoanalista junguiana o arquetípica. ¡Como Clarissa Pinkola Estés! O filósofa.

Quizá esa es mi verdadera vocación: la filosofía. Y por eso soy tan vaga y poco productiva. El hecho es que no soy filósofa. Soy médica. Y tengo que empezar a “entrar en el aro”. O seguir siendo rechazada, nulificada y dejada de lado por esta sociedad de consumo, masiva, globalizada y de apariencias. Me encanta escribir, pero ¿Qué he publicado? ¿Qué novela, libro de cuentos o poemas tengo escrito para ser entregado a alguna editorial que quiera publicarme? Lo mío es filosofar y las cosas imprácticas: ver atardeceres, jugar con mi perro, querer a las personas, hablar con las estrellas o conmigo misma, reir con los amigos… Cosas nada redituables. Pasadas de moda. Anacrónicas. No productivas. Y encima, no bebo, ni me interesan las drogas legales ni ilegales. Ni en forma de ritual. Ya pasé por eso en otra vida… ; ) O sea que no encajo tampoco en el círculo de bohemios y desarraigados sociales/intelectuales!! ¿Ven qué difícil soy?

Hay una chica que ganó un premio en la Bienal de Arte de Venecia: Regina José Galindo… ¿¿así es su nombre?? Ha hecho varias instalaciones y performing, algunas muy fuertes. Como grabar la reconstrucción quirúrgica de su himen. O leer sus poemas colgada de un puente y tirar las hojas al viento. O desnudarse y meterse en una bolsa plástica, tal como los cadáveres que a diario aparecen en este país. Y muchos otros más. Muy valiente la chica. De 26 años. Es publicista. Y artista. Y yo, sólo me quejo. ¿De qué sirve eso? Además de sentirme mal (una mezcla de cólera, culpa, tristeza y ego herido), no logro nada. O acepto que soy una vaca echada para eso de ser productiva o me seguiré amargando la vida por ese tema. O dejo de lado principios, formas de pensar, filosofía personal y cosmovisión y empiezo a “sacarle partido” económico a la profesión, dejando de lado los sueños de escribir, leer, la cultura, el arte, la filosofía y otras quimeras por el estilo. Es mi decisión. Siempre hay otras alternativas. Estas son sólo dos: las extremas y opuestas.

Por hoy lo dejo aquí. Tengo que terminar de calificar, la presentación, ver qué hago con la tesis de la maestría y organizarme para estudiar para las oposiciones. Dios me ayude. Namasté.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.