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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

agosto 12, 2004

Muchas historias en corto tiempo 

28.07.04 Jirafa peleonera

Además de pelear con el mundo, otro de mis “hobbys” ha sido pelear con los hombres. Querer tener la razón. Competir. Demostrar que puedo. Vivir a la defensiva contra ellos. Desde niña. Quizá los líos de machismo y las bromas cínicas de mi padre influyeron en ello. O las groserías típicas de los niños en el colegio y mi ancestral susceptibilidad, que es un gran problema en este mundo. O mi actitud contestataria. No sé quéde todo ha influido más en mí. Lo cierto del caso es que esas reacciones airadas son señal de debilidad en mí. De miedo a mi vulnerabilidad, a ser herida. Quizá una idea de inferioridad femenina introyectada, ancestral, transimitida de generación en generación talvez, y la consiguiente necesidad de demostrar que no soy inferior a ellos. Aunque estoy consciente de que no lo soy… ¿Entonces cuál es mi afán en demostrarlo? Estoy cansada de pelear. Con el mundo y con los hombres. Es muy desgastante. No vale la pena. Para nada. Tengo tanto qué cambiar! Paciencia. Paciencia. No desesperes, Jirafa mía. Y ahora que recuerdo, quiero aclarar algo: Cuando hablo de los sapos que he besado es con cariño y lo digo simplemente porque ninguno de ellos fue el “príncipe”, no porque sean sapos (en la connotación negativa con que usualmente se usa, que de hecho le tengo cariño a los sapos; son animales nobles y beneficiosos para controlar insectos) de verdad. Es una metáfora simplemente. De hecho, son buenos chicos y siempre les he deseado lo mejor en todos los aspectos de la vida.

Mi forma de ser no es coqueta, no soy de las chicas que “dan cuerda” (se comportan y dicen cosas que alientan a los chicos a pensar que ella se interesa en ellos, cuando, a lo sumo quizá le agrade pero no tiene la menor intención de salir ni formalizar nada con él…) He observado algunas chicas que son “cuerderas” por naturaleza y otras que lo han aprendido para lograr algo; a veces dan la impresión de ser interesadas. A veces, lo son. Estas chicas tienen muchos admiradores usualmente, y logran más cosas. Pero ese no es mi estilo. Por supuesto, ellas evitan confrontaciones o discusiones con el género opuesto, les siguen la corriente, les dicen sí a todo. No se trata de irme a los extremos. El hecho de que no sea cuerdera no significa que deba vivir en eterna confrontación con el género masculino. Pero debo estar consciente de algo: se logra más con miel que con hiel. Hay que ser inteligente (debería aprender algo de las chicas cuerderas). Y no generalizar. Aunque conozca miles de historias terribles de hombres que son insensibles, que abandonan a su pareja cuando más los necesita, que dejan a su familia por irse con otra mujer, que gritan, que golpean, insultan o menosprecian, que ven a la mujer como objeto, no todos son iguales (¡Gracias a Dios!). Con lo que escucho a diario de mis pacientes, tendría suficiente evidencia para creer que el amor de pareja es una quimera y una farsa. Podría creer que todos los hombres son nocivos para la vida de una mujer. Y que es mejor estar sola. No son historias que yo me invento. Son historias que estas mujeres me cuentan a veces con lágrimas en los ojos, a veces con rabia, a veces con resignación. Es la realidad de miles de mujeres en el mundo.

Por otra parte, la historia personal también influye en mi desconfianza hacia los hombres. He confiado en algunos hombres a quienes he creído mis amigos. Les he abierto mi corazón. Y la mayoría de ellos se han dado la vuelta (no todos, gracias, a Dios, hay unos cuantos que aún están allí… Esos son mis amigos. Los que me conocen y a pesar de todo, me quieren). O han interpretado mal las cosas y se han creído que me gustan (y alguno se ha enojado conmigo porque yo no siento lo mismo), o se han casado y la esposa no los deja ser mis amigos (una amiga casada me dijo que ni modo, así es cuando uno se casa… Yo no renunciaría a mis amigos sólo porque mi esposo es celoso –inseguro- y no quiere que les hable. Me sentiría atada y encerrada, y tarde o temprano, alzaría vuelo de esa cárcel. ¿es el matrimonio una cárcel? Depende, dijo Pepito. Depende de cómo se lleve la relación y el espacio personal de la pareja. Depende de muchas cosas…). He llegado a creer que quizá sea un error abrirse emocionalmente a los hombres. Ellos lo ven todo de otra manera. Claro, si trabajan más con su área cognitiva del cerebro, la emocionalidad femenina quizá les ha de resultar aburrida, incomprensible y desagradable. Ejemplo: al finalizar una relación, usualmente los chicos se encierran en el trabajo y amigos y en cuanto pueden, empiezan a salir con otras chicas. Las chicas (al menos la mayoría de las chicas que yo conozco y de quienes he sabido), cuando realmente han amado a su ex, pueden pasar bastante tiempo recuperándose de las heridas, solas. Y eso no lo entienden ellos. Y no espero que lo entiendan. Somos diferentes y reaccionamos de forma diferente ante los mismos estímulos. Y no sólo por aprendizaje o condicionamiento social, insisto. Es un asunto neurohormonal.

Sin embargo, aunque no es fácil, sí se puede ser amiga de los hombres. Simplemente amiga. Y no necesariamente sólo de homosexuales, de hetero también. Además, no todos los chicos son machistas. No todos son materialistas e interesados sólo en apariencias (dinero, status, físico perfecto, juventud). No todos son insensibles o pseudosensibles (sensibles porque es lo políticamente correcto, pero no porque lo sientan en el corazón). Sí existen hombres capaces de amar. Sí existen hombres capaces de ser amigos de verdad. Sí existen hombres sensibles. No todos engañan o se dejan llevar sólo por sus pasiones. Hay hombres buenos. Y mujeres buenas. Y viceversa con ambos, hombres y mujeres. Hay de todo en la viña del Señor. Tengo que repetirme esto, hasta hacer insight, hasta sentirlo. No quiero vivir permanentemente en pie de guerra. Ni con el mundo, ni con los hombres. Ya me cansé. Abro mi alma y pido a Dios que me ayude y me de fuerza. Por supuesto que la mayor parte de trabajo está en mis manos. Ya es hora. Y estoy feliz por tanta oportunidad que me ha sido dada. Viéndolo bien, he tenido muchas oportunidades en la vida. Antes miraba el hecho de haber sido siempre la parte que es despedida y no la que despide, al final de una relación de pareja, como una desventaja. Incluso me daba cólera. Sin embargo, tanto eso, como todas las veces en que he apostado con todo mi corazón y he perdido, he ganado algo. He aprendido mucho. No quiero que las pérdidas o los fracasos me impidan seguir adelante. Aprendí algo de una entrevista a un diseñador de modas neoyorquino que me encantó, Isaac Mizrahí. Él ha triunfado algunas veces, ha fracasado estrepitosamente otras. Pero dice que fracasar no es el problema, sino el miedo a fracasar y por eso, no intentarlo. Porque la vida es así, y entonces, el temor es un temor más profundo: es miedo a vivir. Eso es peor. Dice que de 100 cosas que se intentan, 65 salen bien y 35 no, pero así es la vida. Y no hay que dejar de hacer lo que uno ama o quiere, sólo por miedo. Tiene toda la razón. =) Namaste.

Lo dijeron ellos: Frases de otras personas, leídas por aquí y por allá, que me llegan al alma (y que espero que algunas de ellas lleguen a ser mias de tal forma, que las aplique en mi vida diaria sin darme cuenta).

* HELLEN KELLER
Lo que una vez disfrutamos no lo podemos perder. Todo lo que amamos profundamente, se vuelve parte de nosotros.

* LORD BYRON
La amistad es el amor pero sin sus alas.

NICOLAS MAQUIAVELO
El odio produce temor, del temor se pasa a la ofensa
(Yo siento que es el temor el que produce odio y del odio se pasa a la ofensa verbal o física. Además, no sólo yo lo creo así. Lo he leído en otros lados, que es el temor el origen del odio. Ej. ¿Por qué odiar a los inmigrantes? Porque tememos que nos quiten el trabajo, que haya más violencia, que cambien nuestras costumbres o por algunos otros prejuicios, qué sé yo! Pero todo empieza con el temor…)

SANTA TERESA DE JESÚS
El amor perfecto tiene esta fuerza: que olvidamos nuestro contento para contentar a quien amamos.

*LOUIS BOURDALONE
Perdonar sinceramente y sin reservas; he aquí la prueba más dura a que puede ser sometido el amor.

*SAN FRANCISCO DE SALES
Sé paciente con todo el mundo, pero sobre todo contigo mismo.

*HAROLD HART CRANE
No puede herirnos la injuria sino cuando la recordamos; por ello la mejor venganza es el olvido
(La mejor “venganza” y el mejor remedio. La mayor venganza del sabio es olvidar el motivo de la afrenta. –no recuerdo quién lo dijo).



31.07.04 Jirafa banal

Aunque no he tenido el deseo de comprar ropa o zapatos, he comprado unas blusas por estos días, por necesidad. Y un jeans que fue realmente difícil de encontrar… Es un verdadero trauma ir de compras. Ahora sólo hacen microtallas. Una pregunta por otra talla y dicen: “Esa es la más grande”. Así que comprendo el aumento en el número de niñas anoréxicas. Y no sé que hacen las niñas de este tiempo, pues normalmente la complexión latina es más ancha de caderas, pero ahora como que se han adaptado a la moda y las generaciones vienen más delgadas, menos caderudas y más altas. La altura la comprendo, por la mejor nutrición de sus madres, abuelas y de ellas mismas. Claro que siempre hay algunas niñas gorditas, pero no se ven tantas. Las término medio no encontramos ropa. Casi sólo hay pantalones de cintura baja y anchos abajo, en las mangas, en donde no me entra ni una pierna. Termina una sintiéndose inmensa al ver esa ropa para modelos. Esa obsesión con la moda, la perfección del cuerpo (siempre ha existido, dicho sea de paso, pero varía de una época a otra y de una cultura a otra) y la relación que se hace a través del mercado, del físico perfecto con el éxito y la felicidad siento que influye mucho en el incremento de casos de bulimia y anorexia nerviosa en todo el mundo. Creo que mejor haré mi ropa con una modista. Me rehúso a someterme a cirugía para dar la talla de ésa micro-ropa, sólo por estar “inn”! Por cierto, estoy por hacerme algo en el cabello. Un cambio de look. Por parte de mi familia paterna, hay herencia para encanecer a tempranas edades. Quizá sea por concepto cultural, pero andar con canas, tan pronto, me da la sensación de descuido. Sí, tengo mi lado banal también. La moda me interesa. Me parece que es un reflejo de lo mueve la sociedad. La forma en que nos vestimos refleja de alguna forma lo que somos. ¿Cuál es el primer síntoma de una depresión? El desaliño, el descuido en el arreglo personal. Mi alma psicoanalítica no cree eso de que las cosas sucedan nada más porque sí. Ni mi alma científica. Si creyera que las acciones y reacciones de las personas se dan por generación espontánea, sólo porque sí, dejaría de lado la neurociencia. No sé mucho de eso, pero sé que se están descubriendo y corroborando muchos aspectos que antes eran sólo hipótesis o especulación.

Y volviendo a la moda, pues aunque no soy de las que muere por estar a la última, me interesa observar sus tendencias. Dice mucho de la sociedad en que vivimos. Y ahora, con la sociedad globalizada, es pareja variaciones más, variaciones menos, casi en todo el mundo. Y a veces, una sucumbe a ella. De hecho, un día de estos, que han estado más calurosos que el verano por cierto, me vestí con el uniforme de moda: sandalias, pantalón de cintura baja, camiseta muy ceñida de tirantes y medio enseñando el ombligo. Y digo medio, porque eso de andar con el ombligo al aire todavía no termina de hacerme sentir cómoda. Por supuesto, andaba cubierta de bloqueador número 45 que eso de quemarme más por el sol ni me hace gracia ni es saludable, por aquello del fotoenvejecimiento, pues por la melanina no hay tanto cáncer de piel por estos lares. Todo tiene su razón de ser.

Hay una canción, ya viejita, que me gusta mucho. Es de Alanis Morissette (y no sé por qué me alegra tanto escucharla y/o cantarla):

THANK U
how ‘bout getting off these antibiotics
how ‘bout stopping eating when I’m full up
how ‘bout then transparent dangling carrots
how ‘bout that ever elusive kudo

thank you india
thank you terror
thank you disillusionment
thank you frailty
thank you consequence
thank you thank you silence

how ‘bout me not blaming you for everything
how ‘bout me enjoying the moment for once
how ‘bout how good it feels to finally forgive you
how ‘bout grieving it all one at a time

thank you india
thank you terror
thank you disillusionment
thank you frailty
thank you consequence
thank you thank you silence

the moment I let go of it was the moment
I got more than I could handle
the moment I jumped off of it
was the moment I touched down

how ‘bout no longer being masochistic
how ‘bout remembering your divinity
how ‘bout unabashedly bawling your eyes out
how ‘bout not equating death with stopping

thank you india
thank you providence
thank you disillusionment
thank you nothingness
thank you clarity
thank you thank you silence



31.07.04 Jirafa histórica

Según la más antigua sabiduría, el descubrimiento de uno mismo implica inevitablemente el despertar de los rasgos que habitualmente se asocian con el otro sexo. Todos los dones de la mente humana son accesibles al ser consciente: crianza e independencia, sensibilidad y fuerza, etc. Si completamos estas cualidades dentro de nosotros, no seremos tan dependientes de otros para obtenerlas. Gran parte de lo que se ha llamado “amor” en nuestra cultura es apasionamiento, con la mitad interior que nos falta y la necesidad de completarla.
Marilyn Ferguson


A ver, me pregunto ¿Qué buscamos las mujeres en los hombres? ¿Un compañero? ¿Un amigo? ¿Un cómplice? ¿Alguien a quien amar? ¿Alguien que nos ame “para siempre”? (JA, JA, JA!!) ¿Alguien con quien formar un hogar armonioso? ¿Una pareja de baile? ¿Un amante? ¿Un padre responsable y cariñoso para los hijos? ¿Un apoyo en las buenas y las malas? ¿Alguien con quien nos ayudemos mutuamente a lograr nuestros sueños? ¿Alguien que nos proteja y nos cuide? ¿Nuestro “animus”? (según Jung) ¿Alguien que nos diga mentiras piadosas (como la canción de Sabina)? ¿Un semental? ¿Un compañero para no ir solas a fiestas, cines, eventos sociales? ¿No estar solas? ¿Alguien que nos “complete”? ¿Alguien que nos “ame” tanto que nos asfixie y sea nuestra sombra? ¿Qué buscamos en los hombres? Lo que busquemos, hemos de encontrarlo primero en nosotras mismas. Luego, si tenemos mucha suerte y Dios escucha nuestras oraciones, quizá encontremos un hombre del 1% mundial que valga la pena. Un cuate que es psicólogo, me decía que de cada 10 hombres, sólo 2 valen la pena. ¡Y eso que él es hombre! Yo diría que menos, que uno de cada diez. Me dijo también que si las mujeres somos inseguras, los hombres lo son mucho más. Y que quienes no han superado el complejo de Edipo (sí, es freudiano) se comportan… bueno, de la manera en que usualmente vemos comportarse a los hombres. Otro cuate que también es psicólogo me dijo (sic): “Los hombres somos una mierda, vos. Cuando nos damos cuenta de que la mujer con la que estamos nos ama mucho, nos da miedo y mejor nos vamos; si querés comprender por qué somos como somos, lee ‘Rayuela’… Sí, somos tontos” (Él huyó de la chica que, cuatro años después, aún lo ama).

¿Que el comportamiento de los hombres y de las mujeres es cultural? ¡Mi huevo! (y es que no puedo evitar decir groserías cuando me dicen cosas que niegan la realidad). ¿Por qué digo eso? A las pruebas me remito. Puede encontrarse evidencias de lo contrario en revistas de Neuropsicología o Neurociencias. Si se quiere negar la evidencia científica y la experiencia empírica, pues también tapemos el sol con un dedo. Recordemos que en varias ocasiones la experiencia empírica se convierte con el tiempo en verdad comprobada por la ciencia. No niego que muchos de los roles de cada sexo están condicionados por la cultura y la educación (Ej. las mujeres cocinan, los hombres no), pero no todos los comportamientos son aprendidos. Algunos son innatos, producto de la interacción hormonas-neurotransmisores. Contaré una serie de historias reales que conozco porque las protagonistas me han dado el honor de confiar en mí y abrirme su corazón. Excepto dos, que me han sido contadas por amigas de las protagonistas. Y una que he leído en medios escritos. Reconozco que también hay mujeres que se comportan tan feo como usualmente lo hacen los hombres (o peor), y les hacen mucho daño. Pero si hacemos una encuesta validada estadísticamente, creo que podríamos encontrar que la proporción de mujeres vrs. hombres con ese comportamiento, es mayor en los hombres. No sé cuánto, nadie ha estudiado eso (creo, al menos no he sabido que lo hayan hecho) hasta el momento. De estas historias, conozco bien a tres de las protagonistas. Son mujeres inteligentes, guapas, profesionales, cariñosas, hacendosas, dulces, sensibles, conscientes socialmente, solidarias… ¿Qué quieren los hombres? Un detalle: no son ricas. Aunque se nos acusa a las chicas de ser interesadas en el dinero y la posición social de los chicos (lo cual es un prejuicio, porque no todas las mujeres somos así, aunque existen quienes sí lo son, hay de todo…), he observado también que el nivel económico de las chicas sí les importa a algunos chicos (aunque lo nieguen bajo tortura china).

Historia 1:
Chica estudiante de odontología, con un novio al que adora, pero que se ha aburrido de ella y quiere expandir sus horizontes amorosos. Terminan, regresan, terminan y vuelven a regresar. El novio, que era mi amigo, me confiesa que ya no la quiere y que está interesado en otra chica. Le aconsejo que sea honesto y que deje de evadirla (la dejaba plantada, le contestaba feo, quería desesperarla para que ella lo mandara a volar). Él termina con ella. Ella me llama desconsolada, por mucho tiempo. Hasta que ambas nos enteramos un año y pico después del final de la relación, que el chico en cuestión está por casarse. Ya no supe nada más de ella. Fui a la boda, sintiendo el dolor que la ex novia habrá estado sintiendo. Imagino que le costó superarlo. Ya había pasado más de un año y medio y aún lo amaba. ¿La amó él alguna vez? ¿Qué es el amor para los hombres?

Historia 2:
Chica estudiante universitaria que ama, adora y venera a un chico. Él lo sabe pero se hace el loco. Son amigos. Por causas de estudio, terminan viviendo juntos por un tiempo. Ella cree que finalmente su amor fue correspondido y anda levitando de la alegría. Cuando terminó la práctica, él se dio la vuelta, le dijo que no estaba preparado para una relación seria y que mejor cada uno por su lado. Ella hasta se enfermó gravemente de la tristeza. Un año después, él frente a ella brinda por el amor y empieza a vivir con una chica a quien acaba de conocer. La chica herida tardó cinco años en sanar su alma. Él no se explicaba por qué ella no le hablaba… ¡Claro, inocente palomita! Ahora ella es novia de un chico, pero está a la expectativa, preparada para cualquier cosa… Ojalá todo le vaya bien y logre volver a confiar completamente. Ojalá sea un chico del 1-2%...

Historia 3:
Mujer profesional que apoyó a su marido para que siguiera adelante con su empresa. Le ayudaba a veces a pagar los sueldos de los empleados, cuando a él no le había ido bien. Treinta años después, cuando ella le contó que le diagnosticaron diabetes, él la dejó y se fue a vivir con su secretaria, con quien tiene dos hijos. La empresa ha crecido mucho y él tiene una mansión en el área más cara de la ciudad. Ella está jubilada y vive con una de sus hijas que es madre divorciada de dos niñas preciosas. El esposo de esta chica de 23 años la dejó por una compañera de trabajo y no le da ni un centavo para la manutención de las niñas. El juzgado de familia aún no ha resuelto su caso.

Historia 4:
Chica alemana, estudiante de medicina, muy guapa (ex modelo), que vivió con su novio –a quien aún ama- por cuatro años. Cuando por motivos de estudio él se tuvo que trasladar a otra universidad, ella viajaba cada semana por casi doce horas para ir a verlo. Y en una de las visitas, lo encontró en la cama con otra chica. Él le dijo que ya no sentía nada por ella (a pesar de que una semana antes habían estado juntos) y la relación terminó. Han pasado tres años y la chica aún no lo supera. No ha vuelto a tener pareja desde entonces.

Historia 5:
Chica española que vivió por siete años con su compañero. Tenía más de 35 años cuando se enteró que estaba embarazada. Feliz, se lo cuenta a su pareja. Él empezó a alejarse emocionalmente y después le dijo que no se podría hacer cargo del niño pues tenía una enfermedad grave y pronto moriría. Ella se queda apesadumbrada, es madre soltera y el padre de su hijo nunca más vuelve a aparecer. Ocho años después se lo encuentra en la calle, fresco y lozano como lechuga recién cortada. Él se hace el loco. Ella sí salió con otros hombres desde que su hijo tenía uno o dos años, pero sin pareja fija, aunque cuenta con un amigo con derecho que bien vale como pareja.

Historia 6:
Chica estadounidense que vive por cinco años con su novio. Viven muchas experiencias juntos. La madre de él muere de cáncer y ella lo apoya en todo momento. La familia de él la quiere mucho. Ella está estudiando su maestría y empieza a notar que él está raro, pero él lo niega y ella lo atribuye al duelo por la madre fallecida. Meses después, ella regresa a su apartamento y lo encuentra a él con las maletas hechas. Tardó cinco años en recuperarse de sus heridas, no salió con otros chicos durante ese tiempo. Lo intentó, pero no funcionó. Ahora vive con un chico, que aparentemente, la ama. Y ojalá así sea, por el bien de ella.

Historia 7:
Chico inteligente que ama a una chica que lo ama pero es distante. A veces da la impresión de que se aprovecha económicamente de él. Ella es celosa. Él se desespera y conoce a otra chica que parece muy buena persona. Termina la relación. La ex novia enfurece y le dice que ella había creído que él era otra clase de persona. La nueva chica parece chispeante, alegre, comprensiva, lo acepta con todo y su mal carácter. Viven juntos, tienen un hijo y ella ya no es ni alegre, ni chispeante, ni nada. El hijo los mantiene unidos. Le pregunté a este chico si no pensaba en su ex novia. Me dijo que prefería no hacerlo pues le dolía y no quería pensar para darse cuenta de que había cometido un error dejándola y saliendo rápidamente con la que ahora es su esposa. Y no, no la había olvidado después de tantos años, pero ya nada se puede hacer.

Historia 8:
Chica australiana, buena actriz y guapa mujer; se casó con un actor estadounidense con quien adoptó dos niños. Él se divorció de ella y se fue con otra chica, una actriz española (a quien dejó el año pasado). Han pasado varios años y la australiana se ha concentrado sólo en su trabajo, con muy buenos frutos (ganó un Oscar). Salió por un tiempo con un rockero, pero ella misma admitió que no ha olvidado a su ex esposo y que prefiere dedicarle el tiempo a sus hijos y su trabajo.

Esta no es una historia. Son fragmentos de un poema escrito en el siglo XVII por una monja mexicana de la hermandad de San Jerónimo, muy avanzada para su tiempo, una poetisa. Al parecer, el comportamiento humano no ha variado mucho desde entonces…

REDONDILLAS (fragmentos) (Sor Juana Inés de la Cruz)
V

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?



Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.



¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


¿Palabras bonitas de los hombres? ¿Promesas y declaraciones de amor? ¿Ofrecimientos, poemas, flores, regalos? ¿Una isla? ¿La luna incluso? No me creo nada. Ya no me dan atol con el dedo. Ni me engañan con espejitos. He aprendido a puro cuentazo. Lamentablemente, me he amurallado. Eso no es sano. Estoy consciente de ello. Y aunque sé que la vida es riesgo, y que quien no arriesga no gana, no me apetece volver a sufrir tanto de nuevo. Creo que al final, y aunque las mujeres solemos ser más románticas, detallistas, cursis incluso algunas veces, sí amamos de verdad, más profundamente y más duraderamente. Los hombres cambian de amores como cambiar de camisa o calcetines. Hay una canción de Ricardo Arjona un cantautor guatemalteco y otra de Alejandro Sanz (“Ayúdame Freud” e “Y si fuera ella”), que hablan de lo que según yo, es el conflicto que atormenta a muchos hombres: tienen una chica que vive en su cerebro, a la que aman, y la buscan con desesperación, creyendo encontrar rasgos de ella en cuanta chica conocen. Cuando los rasgos humanos de la chica con la que están van surgiendo, se les muere el “amor” (la ilusión, diría yo). Ya sólo ven lo malo en ella. No, no era la chica de su cabeza…. Y desaparecen del mapa. No digo que no haya algunos hombres que hayan amado de verdad (necesito creer que sí existen), y que quizá a algunos de ellos les ha ido mal. Pero la mayoría no aman a la mujer que tienen a la par, sino a la de su cabeza.

Eso sin entrar en territorios freudianos, que no son los mios y de eso apenas sé nada. Son mis cuates psicólogos quienes me han hablado de eso, como comenté antes; según ellos, quienes no pueden vivir sin su mami o la odian (vivan o no junto a ella), son casos de Edipo no resuelto (¿?), y pertenecen al 8% de los que destrozan corazones y vidas, si se les permite. Imagino que hay muchísimas más explicaciones para esa conducta, además de la freudiana, esa es sólo una de tantas. Desconozco cuales sean. No soy psicóloga, así que no especularé al respecto. No tengo ganas de especular o exponer mis opiniones. Algo que he observado y he escrito en anteriores ocasiones, es que no sé si por orgullo, machismo, despecho, mecanismo racionalizador de “protección” o qué, los hombres cuando terminan una relación que sí fue significativa para ellos, niegan que lo haya sido, se enfrascan en su trabajo, salen rápidamente con otras chicas y terminan odiando a la ex. Tiempo después, se dan cuenta de que cometieron un error enorme y la mayoría de veces, es irreversible pues ya han tomado caminos diferentes, a veces acompañados de alguien más y con hijos.

Estoy consciente de que la actitud de estar a la defensiva y confiar a medias, hace que no se ame con plenitud. Que no se viva con plenitud. Que se viva con miedo. La verdad, no quiero eso para mí. Ruego a Dios que cuando el tiempo pase y vuelva a tener ánimos de abrir mi corazón para alguien, lo haga totalmente, profundamente y que recupere la capacidad de confiar en los hombres, en el amor, en la pareja estable. No importa el tiempo que tenga que pasar. Pero además, ruego para que, si es Su voluntad, Dios ponga en mi camino a uno de esos hombres que aún no he conocido, a uno de los del 1-2% que sí son capaces de amar, y que nos enamoremos y nos amemos mutuamente. Y bueno, si eso no sucede, que Dios me permita seguir sola, tranquila, viviendo, sembrando, soñando, aprendiendo, creciendo, desarrollando lo que soy, y amando. Lo más probable es que adopte un bebé. Total, mi abuelita decía que más vale sola que mal acompañada. E insisto que eso de salir con alguien sólo por salir, y besar o tener algo más sin amar a la otra persona, pues respeto a quienes lo hacen, cada quien es libre; pero no es para mí, ya lo intenté y no me gustó. Creí que nunca diría esto, pero los hombres son de Marte. Las mujeres somos de Venus. Y no es un cliché. En Guatemala, Suiza, Sudáfrica, China o Nueva Zelanda es lo mismo: En este instante, hay miles de chicas con el corazón roto mientras sus ex andan por allí, como si nada. Cuando amamos, las mujeres tardamos mucho en recuperarnos y querer volver a intentarlo, si la relación termina; los hombres, si es que aman, eluden el tema y además, buscan salir con otra chica lo más pronto posible, para olvidar. Y que me demuestren lo contrario. Claro, habrá algunos casos en los que los chicos sí aman y sufren por lo que han perdido, pero son los menos. Bueno y siendo egoísta, que cada quien resuelva sus duelos amorosos como pueda o como quiera. Lo importante es resolverlos con el mayor aprendizaje y el menor daño posible. En fin, dejo las cosas al tiempo y que sea la Voluntad de Dios. O lo dejo en manos de la vida, el destino, lo que tenga que ser, la casualidad, “serendipity”, que son otras formas de nombrar a la voluntad de Dios. Paso a paso. Y con paciencia. Mientras tanto, a bailar vallenatos con Carlos Vives (me encanta su música!). Namaste.



31.07.04 Jirafa aprendiz

No es el martillo el que deja perfectos los pedruscos, sino el agua con su danza y su canción.
Rabindranath Tagore


Estoy haciendo un experimento: Caminar mirando a los ojos de las personas ¿Por qué lo evitamos? Evitamos mirar a los ojos de las personas con quienes convivimos en las calles. Nos sentimos invadidos. Vemos, pero no miramos ni observamos. Está resultando muy interesante. Al mirar a los ojos, desaparece la gente y aparecen las personas. La mayoría, baja la mirada, mira para otro lado, camina más rápido. ¿Será que nos da miedo mirar el alma de otros? ¿Nos da miedo que nos miren el alma? ¿Estoy imponiéndome al mirar a las personas a los ojos? ¿Preferirían no ser observadas a los ojos? Es un experimento, nada más. Pero no he pedido permiso a los sujetos del mismo… Sin embargo, dicen tanto los ojos, las miradas… Cuentan historias. Revelan secretos. Hablan lo que la boca calla.

Estoy aprendiendo algo muy importante pero que me ha resultado bastante difícil de realizar: No intervenir. No dar mi opinión si no me la piden. Aceptar a las personas tal cual son. Aceptar la vida tal cual es y dejarla fluir, como el agua. Tengo una amiga que es muy obesa, es bastante peligroso para la salud el grado de obesidad que ella maneja. Ella es médica. No se arregla casi nada además. Pero así es ella, y supongo que sabe como profesional de la salud que es, que la obesidad es peligrosa. Por lo tanto, no le digo nada. Sé que le haría bien por salud y autoestima, bajar de peso y arreglarse un poquito al menos. Pero así la conocí y así la quise, así quiere estar ella, no me ha pedido consejo ni ayuda ¡y no le he dicho nada! Eso para mí, ya es un triunfo.

Un señor de 71 años divorciado recientemente (cuatro años), me decía que el mayor error que cometen las mujeres al casarse es empezar a comportarse como las madres de sus esposos: “No fumés, que te hace mal”. “Esa camisa no combina con ese pantalón, cambiátela”. “No bebas tanta cerveza, ya llevás tres…”. “Tenés que bajar de peso, no comás tanto; recordá que tu papá es hipertenso y diabético”, “¿Vas a salir con ellos? Ya te dije que esos amigos tuyos no me gustan, no son buena influencia para ti”, “Cómete tus verduras, tanta carne es mala”, “No quiero que veas a esa amiguita tuya, a saber qué interés tiene en ti; ya sé que es tu amiga de toda la vida, pero recordá que sos un hombre casado (¿cazado?)”, etc, etc, etc. ¿Con qué derecho se hace eso? ¿Por qué se cree que el matrimonio, la relación de pareja o la amistad nos dan derecho de controlar a la otra persona y transformarla a nuestro gusto? Además, si lo hacemos con una persona, le damos derecho para que haga lo mismo con nosotros y se vuelve un juego peligroso y absurdo, lleno de chantaje: “Si yo hago lo que tú quieres, tú haces lo que yo quiero”. Y la amistad o el amor de pareja, empiezan a sufrir daños estructurales terribles…

Es difícil, muy difícil aceptar a las personas tal como son; sin embargo, el amor facilita mucho esa tarea. Primero, tenemos que aceptarnos a nosotros mismos. Luego, podemos empezar a aceptar a los demás. Creemos que decirles “haz esto o no hagas aquello” es por su bien. Quizá algunas veces tengamos razón en lo que decimos. Quizá nuestras intenciones sean las mejores, porque amamos a esa persona y no la queremos ver mal. Cuando se ama a alguien, se le cuida, pero también se le respeta. Es difícil no traspasar la línea que divide el cuidado a otras personas del control sobre otras personas. Pero así como a mí no me gustaría que me coartaran mi libertad, me dijeran con qué amigos salir y con quienes no, que me dijeran que me vistiera con ropa más ajustada o corta o que adelgazara más o comiera más (me han dicho ambas cosas) o que me insistan en comer carne, pues tampoco a nadie le gusta que se lo digan. Peor si me lo dicen en repetidas ocasiones. A mis amig@s les he dicho que si ven que estoy haciendo algo mal, si les he dicho algo que los lastima, me lo digan. Porque aprendo de ello. Pero de eso a que me digan con quién hablar, cómo vestirme o qué comer es harina de otro costal… Y lamentablemente, yo lo he hecho con algunas personas. ¡Lo lamento tanto! Y sé que lamentarme no sirve de nada porque el pasado muerto está. He alejado a varias personas de mi vida por tratar de controlarlas. Ni la amistad ni el amor de pareja sobreviven al afán de control o de poder. Sin embargo, estoy consciente de que en la vida de pareja hay una lucha por el poder. Hay que saber negociar, dialogar, comunicarse efectivamente y con respeto, para establecer un equilibrio, para que esa lucha sea más bien una danza y no se vuelva un pleito que termine matando al amor, que es tan frágil, sobre todo cuando comienza. Lo más importante de hacer consciencia, es hacer las cosas, practicarlas día a día. De nada sirve descubrirlas, saberlas o decirlas si no se ponen en práctica a diario. No es fácil, pero vale la pena si quiero sembrar y cosechar relaciones (de amistad o de pareja) sanas, armoniosas y enriquecedoras. Namaste.


01.08.04 Jirafa rompiendo lazos

Hay cosas que nunca vamos a saber con certeza. El año pasado, me regalaron varios discos grabados a partir del e-mule, entre ellos un disco de Chayanne. Es hasta hoy que estoy escuchando el del puertorriqueño. No sé si las canciones fueron seleccionadas ex profeso o simplemente estaban en ese orden en el e-mule. Nunca lo sabré. La primera canción es “Y ahora tú te vas”, otra es “Quisiera ser”, “Lo dejaría todo porque te quedaras”, “Yo te amo”, “Volver a nacer”, “Tiempo de vals”, “Hielo en la escarcha”, “Mira lo que has hecho (atado a este amor)”, (que son baladas y me gustan mucho, aunque la 1ª, 3ª y 7ª son muy tristes, muy tristes), “Torero”, “Rózame”, “Ay, mamá”, “Enamorado”, “Salomé”, “Baila, baila”, “Provócame”, “Fiesta en América”, “Boom, boom” (estas nueve, bailables). ¿Casualidad que sean esos temas? ¿Deseo de autoengañarme creyendo que fueron grabadas a propósito? ¿O simplemente quisieron complacerme grabando a un cantante que me gusta, sin poner mayor atención a las canciones? Quizá esto último sea lo más probable. Sobre todo, porque “Salomé”, “Volver a nacer”, “Baila, baila”, “Tiempo de vals”, “Hielo en la escarcha” y “Fiesta en América” están grabadas dos veces. De todas formas, se agradece la intención. Sé que Chayanne no es el compositor de esas canciones, y realmente prefiero a los cantautores, pero me gusta él por su forma de ser. Y me gustan las baladas que canta. Ha trabajado mucho, ha tenido triunfos y fracasos, es optimista, muy humano y no parece ser soberbio ni orgulloso, sino da la impresión de ser humilde, a pesar de ser leo, y exitoso. Es muy discreto además respecto a su vida familiar. Y baila muy bien. Me encanta ese chico que está por cumplir 35 años y es un luchador, padre de familia y esposo cariñoso. Bien por él, su esposa y sus hijos.

Todo inicia como un sueño. De una idea. Incluso mucho de lo que nos sucede. Yo misma he creado las pesadillas que he vivido. Rompo el contrato. Renuncio a seguir soñando pesadillas. O sueños que inician como sueños dulces y terminan como pesadillas. Estoy perfectamente consciente de que el mundo no es un lugar ni justo ni equitativo. Hoy salieron publicadas en el periódico (www.elperiodico.com.gt) 77 fotografías de mujeres. 77 de las 292 que han sido asesinadas este año hasta la fecha. Y eso sin contar a los niños y a los hombres que han sido asesinados. Fue impactante y no pude contener las lágrimas. Me duele. Por ellas y sus familias. No son simples estadísticas, como puede parecer a veces si sólo vemos los datos. Todo ser humano que muere y que sufre es un ser humano, más allá de los datos. Se dice que cuando se asesina a alguien, se asesina a más de una persona. A la madre. Y se crea un gran vacío en la familia. Díganmelo a mí: a pesar del tiempo, sigo extrañando a mi padre. Así que vaya sí no sé que éste es un lugar duro, difícil para vivir e intentar ser feliz. Bastante difícil. Y no solo este país, sino el mundo en general; que a la mayoría de personas del primer mundo no les interesa, no lo saben o lo prefieran así, es harina de otro costal, pero de que hay problemas en mayor o menor grado en todo el mundo, los hay: si no, allí tenemos a Irak que la semana pasado sufrió un atentado donde murieron más de 100 personas inocentes que pasan a formar parte de las estadísticas de víctimas de la guerra… guerra por petróleo y reactivación de la economía. O las miles de personas que viven en las calles de los países más desarrollados, por diversas causas (desde drogadicción hasta depresiones mayores).

Una vez leí algo parecido a esto: Es mucho más fácil sentir el olor que despiden las coles al hervir, que el de las rosas en el jardín. Pero si sólo huelo las coles, me amargo. Y no puedo desaparecerlas, convertirlas mágicamente en rosas. No se trata tampoco de cerrar los ojos a la realidad y pretender vivir en un mundo imaginario o ver la consciencia social como un problema. Esa es una visión de la vida, que me enriquece y me hace ser un poco humana, un poco solidaria. Pero si sólo veo lo malo que sucede (y que es tanto, a todo nivel, en todos los países), sufro mucho. No puedo seguir viviendo así. Ni aferrada a lazos del pasado que yo misma creé. Desde hoy los rompo. Las promesas hechas, todo lo vivido, los lazos creados, todo ha sido disuelto. La vida sigue. El pasado fue un sueño dulce que se convirtió en pesadilla. Pero ya terminó. No necesito seguir alimentando la pesadilla. Ni buscar excusas en la injusticia, la inequidad y la falta de amor que hay en el mundo, para entristecerme o amargarme. Es un reto grande, lo sé. Pero no estoy sola. Sé que Dios me dará fuerzas para seguir con alegría y esforzarme por sentir más las rosas que las coles de este mundo. O sea, para ser optimista, no optimista informada (= pesimista). Y Se lo agradezco de corazón. Namaste.


07.08.04 Jirafa melodiosa

Siempre me va a gustar la guitarra y su dulzura. Aún no pierdo la esperanza de poder tocarla algún día. Últimamente he iniciado un romance con el jazz, el blues y bueno, los ritmos brasileños me han gustado desde niña (la bossa nova, sobre todo). Nada mejor que estar una tarde-noche con un vaso de amaretto con leche a la mano, un buen disco de Gilberto Gil, Joao Gilberto o de Oscar Peterson cerca, y un leyendo un libro. Siempre un libro, por supuesto. Aunque ahora, casi no he leído nada (snif, snif!)… La maestría… El trabajo… A penas leo el periódico, lo que más me interesa del mismo usualmente son las columnas de opinión y las secciones de cultura. Un amigo mío era guitarrista, pero cambió la guitarra por la música clásica barroca, específicamente. Y está bien, pero lástima por la guitarra. Era bueno con ella, aunque él nunca lo reconocía. Me gusta la guitarra clásica, la guitarra en jazz y por supuesto la guitarra flamenca, sus cajas y sus ritmos que me encantan. Si existe algo como la reencarnación, quizá en alguna vida fui árabe o gitana. Y en otra Templario o algo así. Sí, lo confieso: desde pequeñita me encantaba el esgrima aunque nunca la he practicado. No me gustan las armas, sin embargo las espadas y florines ejercen una extraña fascinación sobre mí. Los sables no, no me gustan.

Hace una semana vi una película preciosa, con uno de mis actores favoritos: Al Pacino. La película se llama “Frankie & Jonhy”. Es la historia de un cocinero que se enamora de una de las camareras del restaurante en donde recién acaba de iniciar, y de la lucha de ella contra el amor de él, por miedo a ser herida de nuevo. ¡La comprendo tan bien! Es un riesgo confiar. Es un riesgo abrir el corazón con fe. Es un riesgo amar totalmente, apasionadamente, profundamente y eternamente. Pero no entiendo otra forma de hacerlo. Los amores tibios, a medias, no son para mí. Creo que es como una vida a medias. Las medias tintas no me gustan en el amor. He de rezar con fe. Y vivir con fe. Aún tengo esperanza, no todo está perdido. La esperanza es que si vivo amurallada y protegiéndome, es porque aún soy capaz de enamorarme y amar, por lo que tengo miedo de amar y ser herida de nuevo-y me encierro-. Nada hay que garantice que algo funcionará, peor las relaciones de pareja que involucran tantos factores al mismo tiempo. Pero si no se intenta, no se sabe si algo habría funcionado o no. Claro, se debe intentar con fe, esperanza, confianza, conocimiento (propio y de la pareja) mucha comprensión, paciencia y amor. Tanto fe en la relación como en la otra persona, aclaro. Hay que darle tiempo al tiempo, pero también hay que darle una oportunidad al amor y la vida, no cerrarse.

Me sirvió muchísimo platicar con una amiga a quien no miraba hace meses. Su bebé está precioso, por cierto. Ella sufrió muchísimo por un amor, así que sabe de lo que habla. Me regañó por la actitud negativa con la que andaba (“todos los hombres son una lata”, “mejor sola que mal acompañada”, “nunca voy a encontrar a nadie para mí”, “de todas formas ya no vuelvo a confiar, para que me suceda lo mismo de nuevo? No gracias!…”). Y tiene razón. Buda dijo “todo está en la mente”; así que si creo pesadillas en mi cabeza, eso será lo único que mire a mi alrededor. Hay que limpiar la casa, pintarla, re-decorarla. Y sonreír. Ante todo, sonreír. La verdad, tengo muchos motivos para estar feliz, egoístamente hablando, sin pensar en el bien común, aclaro. Tengo muchas bendiciones en mi vida. Y no las he logrado ver por estar viendo todo lo terrible que sucede afuera. Hay que ver lo bueno también, no solo lo malo del mundo, de la vida en general y de la propia vida en particular. Es difícil, si eres sensible o solidaria, pero es lo mejor que se puede hacer por una misma. Hacer lo que sabes hacer, hacer lo que amas, bien hecho, ser optimista y ver lo bueno es un regalo para mí misma y para los demás. Entre todas las bendiciones que hay en mi vida, está mi perrito lindo, Copérnico.

El Coper me ha enseñado mucho. Lo recogimos en la calle, sin pelo, era un amasijo de huesos, con costras por todos lados. La verdad, daba cosa verlo al pobre. Y sin embargo, era un perro feliz. ¿Cómo puedo saber si los perros son felices? Si alguien ama algo, trata de conocerlo. Amo a los animales. Y como con los animales con quienes más he convivido son los perros, he llegado a conocerlos un poco. Cuando los perros son felices, tienen un brillo especial en la mirada, mueven la cola de cierta forma y parecen sonreír. Además, normalmente, los perritos que viven en la calle, son animales temerosos, desconfiados, caminan con la cabeza, la cola y las orejas gachas, se hacen a un lado cuando alguien se les acerca, viven con miedo a ser agredidos con palos o piedras, buscando comida entre la basura. Coper no era así cuando estaba en la calle. Se acercaba con la mirada chispeante, moviendo la colita a las personas que estaban cerca de él. Y no creo que no haya recibido golpes. Antes, cuando le acercaba el pie para acariciarlo, él se agachaba con miedo; quizá lo patearon más de alguna vez. Ahora ya no le da miedo, le gusta que lo acaricie incluso con los pies. Se pone patas arriba, en actitud de confianza total (cuando los animales muestran el abdomen, están exponiendo las regiones más frágiles de su cuerpo y lo hacen porque confían en las personas que los cuidan), y cierra los ojos. Es un perro lindo. Es un perro alegre. ¿Cómo no amarlo? A pesar de sus travesuras y de algunos comportamientos de perro callejero que aún subsisten en él. Lo mejor es que se sabe dejar amar. Y a su perruna manera, demuestra su amor a todos.

Aquí está su foto. Antes y después. Cuando lo encontramos en la calle nadie daba ni un centavo por él. Pero a pesar de lo feo y el mal aspecto que daba, tenía un brillo en sus ojitos. Y confiamos en que se recuperaría. Muchos vecinos no creen que sea el mismo perro. Ni el veterinario creyó en él; dijo que tenía la piel atrofiada (es alérgico a las picaduras) y no le saldría pelo. Lo trató sin muchas esperanzas. Pero los cuidados, los medicamentos (hubo que darle esteroides por la reacción alérgica que tenía) y el amor, lograron lo imposible. El amor transforma. Es evidente, no? ¡Que me lo digan a mí! Ojalá yo aprenda a ver y vivir la vida como una sinfonía armónica, tal como al parecer, la vive mi perrillo. Namaste.

PD: Al parecer, no se han adjuntado las fotografías. Es una lástima!...





09.08.04 Jirafa olvidadiza

En un artículo de Julián Marías que recién leí, él hablaba de que ahora con el relativismo se han perdido las discusiones acaloradas. Nadie defiende sus posturas. Todo se acepta porque son simplemente opiniones. Incluso las creencias se han llegado a considerar simples opiniones. ¿Tiene razón? En parte… depende (ja, ja, ja… se moriría si lee esto porque estoy haciendo justo lo que él critica). Tiene razón en que nos hemos “civilizado” mucho y ya no se defienden apasionadamente los propios puntos de vista. Una de mis catedráticas decía en una clase que ella respeta las creencias, opiniones y cosmovisiones ajenas pues al final, cada persona busca –y encuentra- a otras personas (expertos o no), investigaciones, estudios, opiniones, libros, revistas, toda clase de publicaciones que validen su punto de vista. Tiene razón en eso. Siempre encontramos razones y argumentos para justificar nuestra conducta u opiniones o darle algún tipo de respaldo. Hay quienes se conforman con un “Así está escrito en tal libro sagrado y así es. Palabra de Dios.” Otras personas buscarán hasta el cansancio infinidad de pruebas científicas que validen sus ideas. Habrá otros que se conformen con la opinión de expertos del mass media y libros pseudo científicos con aires de best seller para creer en tal o cual cosa. Hay quienes no tienen mayor punto de vista qué defender y se conforman con seguir lo que el gurú de moda, su artista pop, top model, guía religioso, deportista preferido, mejor amiga o pareja diga (o simplemente no le interesa ninguna postura porque todo le da lo mismo, simplemente le importa un bledo lo que suceda o no suceda). Y hay unos pocos que no necesitan defender lo que piensan, creen y opinan. Lo que son. Por supuesto, a mí me gustaría estar en el último grupo. Me gustaría, no digo que lo esté. Aún soy de las que busca literatura científica (revistas de neurociencia, libros, investigaciones…) y declaraciones de expertos para validar sus creencias, conocimientos y opiniones.

Érase una vez había un eremita que vivía en las afueras de una aldea y era el consejero espiritual de los pobladores que lo tenían por santo. Una chica de la aldea quedó embarazada y no quería revelar el nombre del padre del niño. Era una afrenta para la familia y después de presionarla, ella admitió que el padre de la criatura era el eremita. Cuando el niño nació, toda la aldea en tropel, encabezada por el líder, se acercó al eremita que estaba meditando en ese momento. Lo acusaron de hipócrita, de traidor, lo insultaron y le dejaron al niño diciéndole que él tenía que criarlo. El eremita dijo “Está bien”. Habló con una nodriza que se hizo cargo del niño y días después, la madre de la criatura, arrepentida, reveló la verdad y señaló al verdadero padre del niño. De nuevo llegaron los aldeanos a la gruta del eremita. Le pidieron perdón por haberlo acusado falsamente, él devolvió a la criatura y dijo: “Está bien, está bien”.

Rumi y Ryokan son poetas que me gustan mucho. Pero no, esa historia no es de ninguno de ellos; la leí en el libro “El canto del pájaro” de Anthony de Mello. Un libro que te deja pensando mucho y deseando callar más. Un libro que conocí hace varios años. Si pudiera elegir un don para mí, elegiría ser música o poeta. O mejor aún, ser música o poesía. Empiezo a desvariar. Eso es bueno. Significa que aún subsiste en mí una parte que llegué a creer desaparecida. Esa parte que vive en otro mundo, que sueña, que crea; que cree.

Por eso me gustó lo de ser Jirafa. Tener la cabeza entre las nubes, mirar otros mundos, otros horizontes, pero con las patitas bien puestas en la tierra. Antes fui una nube. O mejor dicho, una jirafa flotando en una nube. Cuando la nube se disolvió, la caída fue terrible. Dolió mucho. Se rompieron muchos huesos. Por momentos sentí que no me llegaría suficiente aire a los pulmones y me asfixiaría. Pero sobreviví. Pasé mucho tiempo inconsciente. Otro tiempo más, enyesada, sin poder moverme, lamentándome por haberme dejado llevar por las palabras de esa ráfaga de viento que viajó tan rápido que disolvió mi nube. Me prometió que nada de eso sucedería, que no me dejaría nunca, que viajaríamos juntas recorriendo todo el mundo, pero me engañó. No creo que lo haya hecho de mala fe. Quizá nunca había transportado una nube con una jirafa montada sobre ella y sobrevaloró su fuerza. O quizá no sabía que las nubes son frágiles y no se puede viajar tan rápido con ellas, menos aún si se viaja hacia una montaña tan escarpada como la montaña contra la cual nos estrellamos. Por eso decidí dejar las nubes y subir a las montañas. Es más seguro y más firme estar sobre la tierra. Y desde aquí, se puede contemplar la inmensidad del mundo y del cielo, con la cabeza entre las nubes. No he vuelto a ver a la ráfaga aquella. Pero de cuando en cuando veo alguna estrella fugaz. Todavía pido algún deseo. Ya sé que no es bueno desear nada. Pero ¿Qué le voy a hacer? Ni la caída pudo hacer desaparecer el romanticismo que padezco. Voy a contar un secreto: las manchas de mi piel son algo reciente. Nacieron a partir de la caída, mientras hacía fisioterapia después de que me retiraron el yeso. No, no son para camuflarme en la maleza. Son estrellas. Las pinté una tarde de primavera, cuando el sol caía y el cielo empezaba a brillar. Me gustó tanto que me pinté una estrella por aquí, la otra por allá. Claro, son estrellas surrealistas. Siempre me ha gustado el arte moderno y pintarlas como tradicionalmente se hace, habría sido muy aburrido. ¿Cafés? Bueno, es el color de la tierra, a la que amo tanto. Ella me enseñó entre otras cosas, que al caer, del suelo no se pasa. Así que no hay que tener miedo a las caídas, aunque es bueno ser precavida y dejar de usar las nubes como alfombras voladoras. O al menos, llevar paracaídas si se me vuelve a ocurrir hacerlo. Aladino me reclamó eso mismo en una ocasión. Me dijo que las jirafas no tenían que andar sobre las nubes. ¡Egoísta! Porque, es una sensación increíble, esa de flotar entre el celeste. Más de alguna vez tomé el té con aves migratorias. ¡Son tan ligeras! Con sus huesos huecos, flotan en el aire. Sería lindo ser ave, para poder volar por todo el cielo. Pero está bien ser jirafa porque me da una doble perspectiva cuando bajo y alzo la cabeza.

“Habita eternamente las nubes y tú, también,
contemplarás eternamente la brillante luna”.
Ryokan

¿Existen las casualidades? ¿O son, como dijo Emerson, la firma de Dios cuando no quiere evidenciar su presencia? Una vez, vi por fragmentos una película de una niña que se hacía amiga de un chico que vivía en el bosque y tenía huesos en la puerta de entrada de su jardín. Ella le contó del brujo Baba Yaga y de cómo una niña se había librado de él lanzando una toalla que aumentó el caudal del río y un peine mágico que hizo brotar un bosque. Luego, llegó a mí un libro en donde se hablaba de la bruja (no brujo) Baba Yaga y su casa giratoria con patas de gallina, a través del cuento de Vasalissa y su interpretación junguiana (Si yo fuese psicoanalista, sería junguiana definitivamente. Me gusta más que Freud). Y ahora, hace poco, he vuelto a ver esa película de la niña. Una película interesante para ser gringa. Seguro, cine independiente. A veces me he llegado a sentir como Vasalissa, la niña del cuento (no la de la película). Cada vez estoy más convencida de que cuando se habla del demonio, no se habla sólo de la personificación del mal a nivel externo, sino del mal que hay en nosotr@s. De los demonios internos, que a veces son peores que los que puedan residir fuera. Siento que todos libramos a diario una lucha interna con nuestros demonios. El depredador natural de la psique, les llamaba Jung. Puede llegar a destruirnos, si se lo permitimos. Las adicciones son un ejemplo de ello. Por cierto, han decretado que a partir de hoy, no se permita la entrada a menores de edad a discotecas; que no se expendan bebidas alcohólicas en autoservicios, supermercados ni tiendas de conveniencia después de las 21 hrs. y que no se expendan después de las 12 AM en bares, restaurantes o discotecas. Eso afectará el turismo (que ya nos consideraba un país bastante conservador antes de esto, he escuchado comentarios de españoles quejándose de que aquí “no hay marcha”; bueno, en otros países de Europa tampoco la hay, esa es una costumbre sobre todo, española…). Y lo peor de todo es que las autoridades creen que eso disminuirá la violencia, el consumo de drogas y de alcohol… ¡Como si no se puede comprar licor por las tardes y reunirse con los amigos después! ¡Vaya forma de frenar las adicciones y la violencia! Además, se puede ser adict@ a cualquier cosa. Desde la adrenalina generada por los deportes extremos, pasando por las drogas legales e ilegales, hasta la adicción al dolor, a la victimización y a las constantes relaciones amorosas (con la carga de adrenalina y dopamina que generan).

La madre de Vasalissa le dio, antes de morir, una muñequita. Le encargó que la cuidara y que cuando tuviese dudas, le preguntara y escuchara con atención lo que dijera pues ella le hablaría a través de la muñeca. El padre de Vasalissa se casó tiempo después con una mujer que tenía dos hijas. Ellas odiaban a la niña y la obligaban a trabajar duramente además de humillarla y darle malos tratos. Como a pesar de eso, ella siempre era dulce y afable, ellas la odiaban más y decidieron enviarla al bosque en donde habitaba la terrible bruja Baba Yaga para que se la comiera. Apagaron el fuego del hogar y le dijeron que fuera al bosque, a pedirle un poco de fuego a Baba Yaga puesto tenían cómo cocinar o iluminar la casa. Ella no sabía a lo que se enfrentaba, ni sabía cómo llegar hasta la casa de la bruja. Así que le pidió consejo a la muñeca que llevaba en su bolsillo. Con indicaciones de la muñeca, llegó hasta la casa de Baba Yaga. Tenía mucho miedo pero se fingió valiente. Encontró a la casa bailando sobre sus patas de gallina hasta que llegó su dueña dentro de un caldero volador. La bruja se asombró al observar el valor de la niña, que no se había amedrentado al ver la cerca hecha de huesos. Cuando la niña le pidió fuego, la bruja se echó a reír y le dijo que se lo daría sí y sólo sí cumplía algunas labores domésticas que resultaban imposibles: separar distintos tipos de granos de un granero enorme, preparar comida, limpiar y arreglar la casa en muy corto tiempo, etc. Pero Vasalissa, con ayuda de la muñeca, cumplió con las tareas. Así que Baba Yaga tomó un cráneo y colocó el fuego dentro. Después, colocó el cráneo sobre un fémur y se lo dio como antorcha. Y la instó a que se fuera inmediatamente. Ella regresó a la casa, guiada de nuevo por la muñeca, pero ya sin miedo. Cuando la madrastra y sus hijas la vieron, se asombraron de que estuviese viva aún y empezaron a reclamarle que se había tardado mucho en conseguir el fuego. Entonces, saltaron tres llamas desde la antorcha de huesos y cayeron sobre ellas, quemándolas completamente y convirtiéndolas en abono. Después, crecieron unos árboles en el lugar del incendio.

¿Quién es el depredador de la psique, el demonio de la historia? La madrastra y sus hijas. Baba Yaga es la fuerza inconsciente que tenemos dentro. La muñeca, es la intuición. El fuego, es el aprendizaje interior. Y la niña ingenua es la psique inmadura y confiada primero, y con conocimiento después. Y esa no es mi interpretación, sino la de Clarissa Pinkola Estés, la psiconanalista junguiana que escribió el libro. El cuento de Vasalissa es mucho más extenso. Lo resumí bastante. Es algo tétrico, pero muy significativo. Al menos para mí.

Es difícil no dejarse arrastrar por el ego. ¿Qué hacer cuando hay personas egocéntricas que se empeñan en humillarte públicamente y hacerte quedar mal? ¿Callar? ¿Aclarar las cosas, libro en mano, para demostrar que tú no estás mintiendo? Eso respecto al trabajo. Respecto a aspectos más simples: ¿Es razón suficiente y necesaria decir que tengo un año menos como para que mis amigos se enojen conmigo y dejen de confiar en mí? Si yo me enterara que mi mejor amiga tiene un año más (o menos) del que realmente tiene pensaría que bueno, es sólo un año, no me importaría. Respetaría su decisión si no quiere decírselo a nadie más. No dejaría de confiar en ella, sobretodo si supiera que la razón de quitarse un año es su inseguridad. Bueno, me puede cruzar esta idea paranoide por la cabeza: “Si no me dijo la verdad de su edad… ¿me dirá la verdad en otros aspectos?”, pero si oigo esa idea, estoy frita. Nunca se puede confiar 100% en nadie ni esperar que nos diga todo lo que llevan dentro. Ni vale la pena ni necesitamos saberlo. ¿Para qué? Es bueno guardar algunas cosas para una misma. ¿Por qué no creer? Aunque sé que no es fácil porque se puede llegar a pensar que si nos ha mentido en algo tan sencillo como quitarse un año, quizá también nos ha mentido en asuntos que sí son importantes. Talvez lo único verdaderamente importante sea llegar a conocer el alma de la persona y comprender los motivos que la impulsan a actuar de esa forma. Recuerdo haber leído en un libro de budismo zen que cuando existe comprensión, no hay nada que perdonar y lo único que podemos hacer, es amar.

Quizás yo sea muy confiada, pero sí: puedo confiar en alguien que me ha dicho que tiene un año más o menos de su edad real. Incluso, puedo llegar a confiar en alguien con quien he tenido problemas previamente. ¿Por qué no dar otra oportunidad? Suficiente tengo ya con la paranoia de desconfiar de cuanta gente veo en la calle porque no se sabe si te harán daño o no, como para desconfiar también de mis amig@s y de las personas que amo (La Liga de Salud mental ha declarado que los guatemaltecos exhibimos comportamientos algo paranoides por el clima de violencia en que vivimos…). Todos cometemos errores y hay que saber perdonárnoslos y perdonarlos. Yo misma me quitaba un año porque cuando entré a la universidad, era la mayor de la clase y eso me daba mucha incomodidad e inseguridad. ¡Un año! Realmente me resulta cómico ahora. ¡Al menos me hubiera quitado tres o cuatro! Ya no lo hago más. He vivido 31 primaveras, 31 inviernos y 31 veranos. Aquí no hay otoño y el invierno no es tan cruento. Pero he vivido un otoño y un invierno; esa fue una época oscura de mi vida. ¿Quién no tiene alguna?

Claro que tampoco se trata de ser cleta y creer reiteradamente en una persona que miente siempre, en asuntos importantes (bueno, lo “importante” varía de persona a persona), y no da visos de cambiar. Además, ese comportamiento es patológico, siento yo. Habría que ser comprensivos con alguien así y si se está esforzando en cambiar, en mejorar, confiar en su proceso de cambio. Lo importante al final es estar clara con lo que hay en la propia alma, no mentirse a una misma, saber diferenciar ilusión de realidad, infatuación de amor, egocentrismo de caridad, exhibicionismo de vocación de enseñanza y deseo de compartir lo aprendido. ¿Qué hacer cuando me ataquen? Lo mismo que el monje eremita. Decir simplemente “Está bien” y seguir con la propia vida. Sin enojarme. Es por mi bien. Y el bien de todos. Y no digo eso por solipsismo sino porque somos una red. Lo que me afecta a mi, puede terminar afectándote, por una serie de eventos encadenados y aparentemente fortuitos, a ti, que me lees. Aunque ni nos conozcamos. Y otra cosa que tengo que hacer, algo muy importante, es olvidar los agravios vividos. Ya pasaron. Ya no existen. No vale la pena sacarlos a luz, porque eso significa que aún viven en mí y me hacen daño… ¡El ego, el pobre ego…! Namaste.


10.08.04 Jirafa que intenta no indignarse

Hay muchas injusticias e inequidades en mi país y en el mundo. Pero con indignarme no logro nada. Estoy consciente de que hay mucho por hacer en mi país (y en muchos otros países más), tanto, que debería interesarme por ir a trabajar a las comunidades del altiplano en donde hay mayor necesidad. Estoy consciente y felicito (y admiro) a quienes lo hacen. Me siento culpable, pero yo, no puedo hacerlo. No es lo mío. Lo lamento, pero no puedo luchar batallas ajenas ni mentirme. Me da cargo de consciencia no estar haciendo nada, pero no puedo pretender ser heroína de las grandes masas desposeídas. No puedo pretender ser quien no soy. Eso sería peor. Quizá hay otras formas de ayudar desde el lugar en que estoy, desde lo que hago y desde lo que soy… Tengo que buscarlas y encontrarlas. No debería sentirme culpable por eso. O talvez la mejor forma de ayudar es hacer lo que dijo una monja, la madre María Eugenia, ser simplemente lo que se es, con amor y alegría: “Es una locura no ser lo que se es con la mayor plenitud posible”.

Además, cada quien tiene que seguir su propio proceso. Total, eso de conscientizarse es cuestión individual, personal e íntima. El domingo hubo jornada de oración: los representantes de todas las congregaciones religiosas que hay en el país: católicos, evangélicos, mormones, musulmanes y la espiritualidad maya se pusieron de acuerdo para declarar el domingo 8 día de oración por la paz de Guatemala, angustiados por tantos hechos de violencia. Yo creo (y espero que así sea) que las oraciones no se pierden en el aire. Pero no creo que con pedir que desaparezca la violencia, aunque pasemos rezando de 6AM a 6PM, días enteros, esta vaya a desaparecer mágicamente. Me suena hasta medieval creer eso. Veo a las personas del medioevo orando día y noche para que la plaga X (peste bubónica, cólera, etc.) desapareciera de la villa, mientras la gente seguía muriendo porque la causa de la plaga continuaba en medio de todos. Las raíces de la violencia en el país tienen causas sociales y estructurales muy profundas. Fui a la misa, no tanto por la misa en sí (aunque algunos pocos sacerdotes tienen mensajes que me llegan, la mayoría de sus sermones no me dice nada; prefiero meditar lo que se lee, cantar y rezar), que igual ya no voy tan seguido como antes, sino por solidaridad con todas las mujeres asesinadas y sus familias. No llegamos muchas personas. O sea, sí habíamos bastantes, pero no precisamente por el motivo principal de esa misa sino porque era domingo, en la Catedral a las 12 PM y ese día, a esa hora la iglesia siempre se llena.

El domingo 15 habrá una marcha contra la violencia en el país. Seremos pocos, lo sé. Pero igual iré. Preferiría que fuera por la paz y no contra la violencia. La violencia es parte de la vida. No la celebro ni la apoyo, pero está dentro de cada uno de nosotros. Todos sabemos (quizá no conscientemente, pero lo sabemos) cuán violentos podemos llegar a ser. En los estadios se puede observar ese fenómeno. Personas de lo más afables y pacíficas se convierten en energúmenos contra los seguidores del equipo contrario. No basta rezar. Es necesario que haya más equidad, mejores oportunidades, reinserción de los pandilleros a la sociedad, educación y sobre todo, que cada persona aprenda a conocerse, amarse y valorarse.

Entre todos los sectores de la población del país, el que lleva la peor parte es el de las mujeres indígenas. Los peores indicadores de salud, educación, economía, la mayor discriminación (los propios hombres indígenas las discriminan y las tratan muy mal). La mayor violencia. Y sin embargo el domingo, cuando estábamos frente a la Catedral develando una placa en conmemoración de todas las mujeres asesinadas y sus familias, llegaron junto a mí dos mujeres indígenas. Hablaron en su idioma maya (desconozco cuál de todos los 23 que hay…) y preguntaron en castellano “¿Qué están haciendo?” Les expliqué y cuando les dije que era por las mujeres que han muerto, me dijeron “¿Qué mujeres? ¿Han matado, pues?” Les expliqué que ya van casi 300 durante el año y ellas preguntaron que dónde regalaban las florecitas (colocaríamos rosas sobre la placa). Les expliqué para qué eran las rosas y ellas dijeron: “¡Aaaah! ¿Para eso?”. Volvieron a hablar en su idioma, se rieron, se dieron la vuelta y se fueron. ¿A ese grado de insensibilidad hemos llegado? ¿Tanto nos “pela” lo que pasa con el prójimo? Consciencia, amor propio, compasión, autoestima nacional/planetaria; eso es lo que pido a Dios que nos ayude a despertar y hacer florecer en nuestros corazones, a cada una de las personas que habitamos este trozo de tierra en particular y este planeta en general. Pero la labor es propia, individual. No es algo caído del cielo. La oración sólo es la chispa. Continuar encendiendo el fuego y mantenerlo encendido es nuestra labor.

Así que no tengo por qué sentirme culpable por no ir a enmontañarme para ayudar, ni por no querer ser la “salvadora” de los pueblos indígenas ni de nadie. Al final, cada quien va a su ritmo. Si a estas dos mujeres indígenas no les interesó en absoluto el estado de la violencia hacia la mujer, siendo ellas mismas mujeres, y siendo además indígenas, pues ¿Qué se la va a hacer? No se les iba a tener allí a la fuerza. Y ellas son sólo un ejemplo. Esa falta de solidaridad mezclada con insensibilidad es patognomónica de una sociedad violenta y polarizada. Tampoco se les puede culpar del todo. Pero no significa que me encargaré de querer cambiarlos a fuerza de educación o de proyectos. Dije desde el principio que no es lo mío. Además, mi abuelita decía que quien se mete a salvador, sale crucificado. ¡Mi abuelita! La extraño tanto!! Últimamente la he estado extrañando más, todo por una canción que me la recuerda mucho. Hay una canción de Cri-Cri, que se llama “Di por qué”. La he estado escuchando, por mi sobrino. Y cada vez que la oigo, me da nostalgia por mi abue’. Le mando un beso y un gran, gran abrazo a donde quiera que esté. La quiero mucho, Lita. Namaste.

Di por qué, dime Abuelita
di por qué eres viejita
di por qué sobre la cama
ya no te gusta saltar.

Di por qué usas los lentes
di por qué no tienes dientes
di por qué son tus cabellos
como la espuma del mar.

Micifuz siempre está junto al calor,
igual que tú.

Di por qué frente al ropero
donde hay tantos retratos
di por qué lloras a ratos…
Dime Abuelita, por qué.





10.08.04 Jirafa que confía

He estado pensando que si los hombres fuesen mujeres por tres-diez meses quizá nos comprenderían más (y si nosotras fuésemos hombres por tres-diez meses). Y digo tres-diez meses para que vivan la dulzura de los cambios hormonales mensuales que vivimos –con incidencia en muchos casos, en nuestro comportamiento y en nuestro cuerpo: cambios del estado de ánimo, dolores, edema, acné, compulsión por comer-, la presión social (que en los hombres también la hay pero es diferente), las constantes y dolorosas infecciones del tracto urinario (si se tiene pareja estable y se lleva una vida sexual activa son sumamente frecuentes), la emoción –y el dolor- de la maternidad, la discriminación sexual en el trabajo y el ser tomadas como objetos sexuales y no como sujetos. Creo que un experimento así sería beneficioso para tod@s. Ponerse en los zapatos del otro no es fácil, pero es muy educativo.

Acerca del amor, he visto una película interesante en uno de los canales de cable (HBO). Es raro que transmitan películas que no sean gringas; esta era inglesa. Se titula “Lantana”. A mi juicio es bastante recomendable, vale la pena verla. Es acerca de las mujeres, los hombres, el amor y los tropiezos en su desarrollo. Y la confianza. ¿Qué es la confianza? Según el diccionario: Esperanza firme que se tiene de una persona o cosa: tener confianza en el futuro. Ánimo, aliento y vigor para obrar. Presunción y vana opinión de sí mismo. Familiaridad en el trato. ¿Qué es confiar? Esperar con firmeza y seguridad. Dar esperanza a alguien de que conseguirá lo que desea. Poner al cuidado de alguien algún secreto, negocio u otra cosa. Depositar en alguien, sin más seguridad que la opinión que de él se tiene, la hacienda o alguna otra cosa (Diccionario enciclopédico Quillet). ¿Cómo se gana? En el trabajo o en el trato con amistades se gana dependiendo del comportamiento que se tenga y de la forma en que se manejen los asuntos delicados; en el cumplimiento de tratos y de responsabilidades, en la honestidad. Y creo que en el amor, en la vida de pareja específicamente, se gana más o menos de la misma manera. Y con mucha comunicación pero sabiendo cómo decir las cosas. Mi abuelita decía que perro le pueden decir a uno, pero si nos lo dicen de buen modo, hasta contentos nos vamos. No es sólo lo que se dice, sino cómo se dice.

¿Cómo se pierde la confianza? Siento que de muchas formas: por falta de comunicación clara, eficaz y sincera. Por falta de confianza en uno mismo (si uno no confía en uno, desconfía de lo que dicen los otros). Por heridas del pasado (si nos han traicionado muchas veces, es difícil abrir el corazón y confiar de nuevo). Por malas interpretaciones del lenguaje y de los giros idiomáticos autóctonos. Por problemas en las relaciones de poder. Por traiciones constantes. Por dejar que los problemas crezcan, florezcan, den frutos y estallen, en lugar de encararlos desde que surgen (se termina en medio de discusiones sin sentido, en las que se hieren mutuamente las personas y se quedan luego sin ganas de hablar, enquistando resentimiento e ideas alejadas de la realidad, suposiciones de lo que se quiso decir), por falta de honestidad con uno mismo. Por mentiras constantes. Por engaños con otras personas (triángulos amorosos). Por contar a terceras personas, secretos confiados a nosotros. Por no obedecer los hijos a los padres, y engañarlos (decir que vas a casa de una amiga cuando lo que haces es irte con el novio clandestino… y que te descubran; típico de adolescentes). Por enterarnos de que supuestos amigos han hablado mal de nosotros a nuestras espaldas. Por no creer en la palabra dada y en lo que hay en los ojos de la persona que nos dice algo (los ojos, espejo del alma). Por no ser solidario, burlarse o menospreciar una confidencia que nos ha sido dada. Imagino que hay muchas otras formas de perder la confianza. Por ahora sólo se me ocurren estas.

¿Se puede recuperar la confianza? Es difícil, pero querer es poder. Es difícil sobre todo porque las heridas que la rompieron pueden seguir frescas por mucho tiempo. Hay que amar mucho y ser muy sabios para no estarlas tocando y abriendo a cada rato. Hay que saber perdonar y olvidar la causa del agravio. Es como empezar de nuevo y dejar el pasado enterrado. Volver a sembrar la confianza y el amor. Por supuesto, eso si los dos miembros afectados ponen de su parte y de verdad quieren hacerlo. Sé del caso de una pareja que se separó por infidelidad y abuso en el consumo de alcohol de él. El niño de ambos sufrió mucho esa separación, pero ella, aunque salió con otros chicos, no había dejado de amarlo. El año pasado volvieron de nuevo. Él prometió cambiar y ella confió en él. El niño estaba contentísimo de tener de nuevo juntos a sus padres. Hace unos meses se han divorciado definitivamente. Él volvió a las andadas con las mujeres y no buscó ayuda por el alcoholismo. No hubo voluntad de parte de él, para mejorar. Habría sido un proceso largo, lento y difícil, pero ella estaba dispuesta a apoyarlo (que es mucho más de lo que muchas personas pueden decir de sus parejas). Sin embargo, él no aprovechó esa oportunidad. ¡Pobres! Tanto él, por haber perdido a una buena mujer que además lo amaba y creía en su cambio; el niño, que ahora está en tratamiento psicológico por la inestabilidad familiar; y ella, porque su amor no fue valorado, su confianza fue traicionada y le tocará seguir sola por un buen tiempo. No creo que le hayan quedado muchas ganas de salir con otros hombres. Ojalá que su corazoncito se recupere poco a poco de las heridas. Ojalá todos desarrollemos un corazón compasivo y sabio, capaz de amar y de perdonar. Namaste.


11.08.04 Jirafa filosófica

Entre todas las múltiples materias del conocimiento humano que no sé y no he leído, está la filosofía. ¡La vida es tan corta! Si tuviera mi vida económica resuelta y no tuviera que pensar en autosostenerme, después de terminar la maestría (no me gusta dejar las cosas a medias) de buena gana estudiaba una licenciatura en literatura y filosofía que hay en una universidad de acá. Luego, una en semiología y semántica. Después, psicología (sólo porque me gusta, no con el afán de tratar, aunque me sería muy útil con los pacientes… ¡Mucho!). Y después, probablemente antropología. Y por supuesto, me gustaría un doctorado en la misma rama de la maestría que ahora estoy cursando, pero a nivel clínico. O quizá no un doctorado, sino estudiar el mismo tema (maestría o post grado) pero aplicado a la clínica. Y no digo esto con la idea de acumular títulos sino porque todo eso me interesa profundamente. Me encanta tanto como el arte. Por supuesto, también cursar talleres literarios y cursos de pintura y baile. Insisto, la vida es tan corta!! Bueno, una ventaja de estar soltera es que, organizándome quizá logre hacer realidad si no todos, varios de estos anhelos de mi alma.

Y siguiendo con la filosofía, además de lo leído en el último año del colegio, antes de la universidad, y de Nietzsche y seudo ya estando en la carrera, pues no he leído mucho de este tema. Algo de Séneca. Algo de José Ingenieros. Cuando digo algo, me refiero a un libro. De Ortega y Gasset apenas algunas frases sueltas, como esta que me ha gustado desde siempre y sigue vigente en mi vida: “Si no me comprenden, que me estudien o que me dejen; no está mi alma para rebajarse a sus entenderes”. No sé nada de filósofos contemporáneos, de los que están filosofando ahora. Leí una entrevista a Savater nomás.

Pues bien, el sábado cuando salí de clases, había una venta de libros en la universidad. Un remedo de feria del libro. Me puse a vagar por allí con la secreta idea de concretar el plan de asaltar un banco para repartir dinero y quedarme un poco para libros y viajes. Pues en esas andaba cuando un libro saltó a mí. Lo vi. Me vio. Nos vimos. La atracción fue irresistible. El precio también. Así que se vino conmigo y ahora forma parte de mi pequeña biblioteca. No he tenido tiempo de ir por mi carné de biblioteca, para prestar libros. El de “En busca del tiempo perdido” aún está pendiente…

En todo lo que he escrito como Jirafa, hay un tema recurrente: el amor. Es un tema que me toca el alma y la mente, me interesa mucho y me parece que es de los más importantes que hay en la vida del ser humano y la sociedad. Claro que todo lo que escribo es bastante subjetivo. Muchas veces respaldo lo escrito con pensamientos de otras personas o estudios realizados por investigadores en neurociencias, por ejemplo. Pero como dije en algún momento, cuando queremos confirmar una idea o una opinión nuestra, siempre encontramos cómo respaldarla con validez o “validez”. Al parecer, el tema del amor ha mantenido desvelados a muchos filósofos. Entre ellos, al español que escribió “Estudios sobre el amor”. Sólo he leído este libro de él. No puedo decir que me adscribo totalmente a lo que expone, ni siquiera en este libro. Concuerdo con mucho de lo que afirma, eso sí. Creo que es muy certero. O al menos, se ajusta a lo que yo he observado y a lo que pienso/siento/creo. En algunos conceptos, no en todos. Habla con superioridad acerca de la cultura árabe. O quizá esa impresión me dio a mí...

Me pareció curioso darme cuenta de que lo que yo había pensado hace mucho tiempo y escrito recientemente porque me nacía del corazón, el madrileño lo había escrito ya en la década de los ’20. Siempre, desde que empecé a reflexionar acerca del amor y sus satélites, creí que el amor es diferente del enamoramiento, que éste es sólo una etapa pero no la única ni la más importante del amor, pues es transitoria. También he creído fervientemente que el alma gemela es la persona que más se ajusta al ideal del hombre (en el caso de la mujer) y de la mujer (en el caso del hombre) que se ha ido creando desde la adolescencia en base a las inclinaciones del alma. La persona con la que aprendes mucho de ti misma y la que te atrae desde el alma. Me gusta mucho la definición de ideal y de alma que el filósofo describe en ese libro. También su definición de escéptico. Resultaría entonces que soy una escéptica. No porque dude de todo sino porque no termino de creer al 100% en nada y eso te deja las puertas abiertas para seguir conociendo y aprehendiendo otras visiones/posturas de la realidad sin dejar afuera las demás.

Me preocupa que lo que había ya sospechado hace mucho siga sucediendo: que las mujeres inteligentes –no es que yo me considere muy inteligente ni nada, de hecho, soy más bien promedio pero me gusta “hacerme bolas” y reflexionar acerca de la realidad y la vida, con aciertos y yerros en el proceso- no somos tan buscadas como pareja de los hombres pues resultamos muy contestatarias o muy peligrosas para su ego masculino, o no sé bien si para el ego, pero al parecer la historia de “la corza” se sigue repitiendo. Sé de muchos profesionales, sobre todo médicos (que es mi campo y por eso me entero más de lo que allí sucede) que buscan como esposas a mujeres que no terminaron la carrera, o que terminaron pero no siguieron estudiando más y además, se han dedicado sólo a la casa. Si Ortega y Gasset tiene razón y los hombres siguen buscando lo mismo, pues estoy frita. Pero tampoco me puedo quedar callada (en algún lugar leí que el hombre admira a la mujer no por lo que dice, sino por lo que calla) o encerrarme en la casa o no pensar, sólo por estar acompañada de alguien y para que ese alguien se sienta superior y seguro de sí. Si tengo un compañero, yo lo apoyo en todo lo suyo, pero que no me pida anularme. Y que valore lo que soy tal como yo lo valoro a él.

Estoy consciente de que una actitud beligerante aleja a cualquier ser humano, hombre o mujer. Que debo moderar mi actitud contestataria. Pero no puedo dejar de dar mis opiniones ni anularme ni hacerme la tonta sólo para que el otro no sienta florecer sus inseguridades en toda su plenitud. No puedo traicionarme. Ya lo hice antes en otras áreas de mi vida y fue un fracaso. No voy a intentar cometer el mismo error en dos áreas tan delicadas de mi vida como el amor y el alma.

Ortega y Gasset dice en alguna parte del libro que llegará el momento en que se pueda saber todo lo de una persona, al menos de su cuerpo, a partir de una pestaña. Sospechaba ya del ADN y el código genético… Los visionarios son así. También habla de algo que siempre he sostenido: que cuando se ama de verdad (no la pasión, el enamoramiento o la atracción sexual o cualquier otro sucedáneo o efecto del amor, pero no el amor en sí) el amor no pasa. Puede transformarse o disminuir su intensidad, pero no se termina. La elección de la persona a quien amamos refleja lo que hay en nuestra alma, en nuestro interior. Cuando amamos a una persona, amamos en ella lo que hay en su alma, los aspectos del ideal que buscamos. Y el amor nos hace ser mejores personas. Claro que esto es en una relación en la que ambas personas están bien consigo mismas. Cuando una de las dos o las dos están mal por alguna razón, surgen trabas y obstáculos en la relación que, si no se saben llevar, pueden terminarla. Pero lo que amamos de la otra persona, sigue allí. Incluso cuando nos “equivocamos” (y no sucede tan a menudo), es porque lo que amamos precisamente de la otra persona, es lo luego terminamos aborreciendo o es incompatible con nosotros y no quisimos verlo antes. No es que la persona nos haya engañado o todo haya sido una ilusión. Es que no quisimos ver a la persona tal como era y nos enamoramos precisamente de una característica que inicialmente nos gustó pero luego, se volvió un problema para nosotros. Pero todo lo demás de esa persona sigue estando allí.

Un ejemplo típico es el de la chica que se enamora de un hombre por su aspecto de conquistador, de Don Juan, de eterno enamorado. Luego, si resulta que él sigue enamorado del amor y enamorando a otras chicas, ese aspecto inicialmente tan atractivo, se convierte en un problema.

Por la época en que vivió Ortega y Gasset, describe a la mujer como un ser nada intelectual y restringido al ámbito doméstico. No sé qué pensaría en estos tiempos. A riesgo de ser lapidada por mis compañeras feministas (en todo el rango que hay de feminismo, yo me considero una feminista moderada, no creo en eso de ir contra los hombres ni de imitarlos; insisto en que somos diferentes desde el punto de vista biológico y eso condiciona muchos de nuestros comportamientos; yo simplemente abogo por la equidad), creo que este filósofo tiene razón en algo: más allá de la influencia a través de la participación política, de los cargos académicos o de investigación que una mujer pueda tener, su influencia en la historia es más sutil y perdurable según el tipo de hombre que sueñe, que busque como ideal. Según lo que ella sea como mujer (no como madre, hija, esposa o hermana, sino como mujer), inspira al hombre a ser mejor de lo que es, para ser aceptado por ella. Eso da mucho que pensar acerca de lo que queremos en estos tiempos y de lo que los hombres, las mujeres y las relaciones son actualmente. Quizá estamos en una época de transición y por eso es tan difícil encontrar relaciones estables, hombres que encajen en el ideal, mujeres que sueñen con ideales, hombres que tengan un ideal de mujer. Yo creo que tod@s lo tienen (el ideal), pero no lo saben.

Una vez le pregunté a algunos de mis compañeros de promoción qué buscaban ellos en una mujer, cuál era su ideal. Invariablemente (salvo contadas excepciones) me decían cosas como estas: que sea bonita, que sea cariñosa, que me quiera mucho (ojo: no alguien a quien querer, sino que me quiera…), que le guste cocinar, que tenga buen cuerpo, que no sea creída. ¿Inteligente? Uno o dos (de 30 a quienes les pregunté) mencionaron esa cualidad. Claro que no es un dato estadístico. Sería interesante investigarlo… en serio. ¿Por qué casi a nadie le interesa esto y sólo las revistas tipo Cosmo hacen seudos investigaciones del tema? ¡Yo creo que es un tema muy importante! Bueno, quizás no le parece importante a suficientes personas como para dedicarle energía investigativa. Les hice la misma pregunta a mis compañeras. Ellas respondían usualmente: que sea cariñoso, inteligente, alto, honesto, trabajador, que no sea machista, alguna me dijo que tenga buen auto, otras que sea guapo/tenga buen cuerpo. Más o menos por allí iban las respuestas. En mi promoción, hay más mujeres que hombres sin pareja. La mayoría de mis compañeros se han casado o están por hacerlo. Interesante, no? Eso es porque las mujeres médicas no encuentran su ideal de hombre? Porque los hombres médicos prefieren a las corzas? Qué pasa allí? Habría que investigar.

Según Ortega y Gasset, por amor los hombres se transforman, se perfeccionan para llenar el ideal de la mujer que aman y eso transforma a la sociedad para bien. Si hay mujeres que aspiran alto, habrá hombres (pues la naturaleza no soporta el vacío) que llenen ese ideal y esto mejorará a ese grupo social en su conjunto.

Si el filósofo está en lo correcto, pues entonces, las mujeres han dejado de soñar y de buscar en su interior el ideal de hombre que necesitan. Y digo han, porque no me incluyo en el grupo. O quizá el ideal mío es muy diferente al de las otras chicas y por eso no lo encuentro. Yo pensaría que sí lo he encontrado, si no al 100%, bastante cercano, en dos ocasiones. Que yo no haya correspondido al ideal de ellos es otra cosa. O que ellos no hayan sido capaces de ver todo lo que hay en mi alma, mi esencia, y sólo hayan visto mis defectos (¿y qué ser humano es perfecto? ¿lo son ellos?), también es otra cosa. O quizá no les resulté una mujer encantadora (según definición del madrileño… bueno, estaba enfermita del alma –y no lo digo por dar lástima ni nada, era cierto-). O buscaban una corza (lo dudo… lo dudo… ¿o me equivoco?). O talvez sólo sean capaces de enamorarse o de sentir atracción física, pero no de amar. No lo sé. No lo sé.

Por otra parte, el mismo Ortega y Gasset reconoce que la mujer es más propensa a amar que el hombre. Hablo de amar, no de enamorarse. Dice que los hombres se enamoran más pero aman menos. Ya lo sabía. Se ve a diario. Bueno, yo no me arrepiento de haber amado. Ha sido duro recuperarse del desdén, pero es maravilloso asomarse al alma de un hombre y descubrir tanta belleza que ni siquiera él sabe que tiene dentro. No son alucinaciones mías. Y quería mostrarles todo lo que miraba en ellos, pero no esperaron. La paciencia es una rara virtud. No es que esté adornando de cualidades o proyectando mis ilusiones en estos chicos. Sé cuáles son sus defectos y sus virtudes. O cuáles eran cuando los conocí, porque quizás han cambiado. Y amé con todo y todo, lo bueno y lo malo. Desinteresadamente. Ha de ser hermoso ser correspondida. Bueno, quizás, algún día. Aún no pierdo la esperanza ni la fe. La tercera es la vencida, dicen. Quien quita y haya en algún lugar de este planeta un alguien buscando a una alguien como yo, que además sea un hombre capaz de amar de quien yo me enamore y que merezca mi amor (bueno, todo ser humano es merecedor de amor, me refiero al amor de pareja específicamente, tal como lo entiendo). Y que sea capaz de soportar mi actitud contestataria –que he de moderar- sin sentirse lesionado en su ego. Dios dirá. Hay que ser optimistas. Y si no aparece, pues al menos tengo muchos proyectos en mi vida. Tampoco se trata de traicionar los ideales (y a una misma) sólo por no estar sola. Desde que era niña creí en dos cosas: que había un hombre hecho para mí y que ojalá al encontrarlo, lo mereciera. Siento que lo merezco. Ojalá exista. Namaste.

Lo dijeron ell@s:

Katharine Hepburn:
El amor no tiene nada que ver con lo que esperas recibir –sólo con lo que esperas dar, que es todo. Lo que recibirás a cambio varía, pero en realidad no guarda ninguna relación con lo que das. Das porque amas y no puedes dejar de dar. Si eres muy afortunada, es posible que tu amor sea correspondido. Esto es delicioso, pero no necesariamente sucede.

José Ortega y Gasset (cursiva de Jirafita):
Sí; enamorarse (amar) es un talento maravilloso que algunas criaturas poseen, como el don de hacer versos, como el espíritu de sacrificio, como la inspiración melódica, como la valentía personal, como el saber mandar. No se enamora (ama) cualquiera ni de cualquiera se enamora (ama) el capaz. El divino (sin connotación religiosa ni extraterrena) suceso se origina cuando se dan ciertas rigurosas condiciones en el sujeto y en el objeto (de su amor). Muy pocos pueden ser amantes y muy pocos amados.

Khalil Gibran:
El amor es un don precioso. Es un regalo a los espíritus sensibles y de altas miras (esta es una paráfrasis…).

Anaïs Nin:
“No lo esperes (el amor)”, dije. Crea un mundo, tu mundo. Sola. Permanece sola. Crea. Y entonces el amor vendrá a ti, entonces viene a ti. Fue sólo cuando escribí mi primer libro que el mundo en el que quería vivir, se me abrió.

Shakti Gawain:
Necesitamos ante todo y en primer lugar aprender a amar nuestras propias experiencias y procesos. Aprender a aceptar nuestra propia personalidad por todo lo que siente, incluyendo la ira, el odio, el egoísmo, la crítica y todas las otras cosas que sentimos como parte de la experiencia humana. Podemos amar a otros hasta el punto en que hayamos llegado a conocernos, amarnos y aceptarnos a nosotras mismas.

Vimala Thakar:
Puedes conocer el dolor de la posesión y la dependencia, reduciendo las personas a objetos, pero esto no es amor. El amor no intenta atar, atrapar, capturar. Es ligero, libre de la carga de los apegos. El amor no pide nada, se satisface en sí mismo. Cuando el amor está presente, nada resta por hacer.

Marsha Sinetar:
Sólo el amor cura, sana, nos lleva más allá de nosotros mismos. El amor –no necesariamente el sentimiento empalagoso ni la docilidad pasiva- es a la vez el motivo correcto y el resultado correcto. El amor nos lleva Allá…


12.08.04 Jirafa, sólo Jirafa

Se aprende mucho con los pacientes. Hoy me sucedieron dos cosas que me tocaron hondo.

1. Una señora muy molesta llegó a preguntar si los medicamentos para la diabetes elevan la presión arterial. Le expliqué que no y más molesta aún, me dijo que en un hospital le habían dicho eso; le dijeron que a su padre se le había elevado la presión por los medicamentos. Con los ojos destilando rabia me dijo que su padre se había puesto muy mal, había entrado en coma y falleció hace quince días. Luego, dándose la vuelta me dijo: “Y el venía a control aquí”. Se fue llorando. Me quedé de piedra. Revisé su expediente. Lo habían estado tratando desde el 2002. El señor no se cuidaba para nada, no llegaba a sus citas y sólo aparecía en la clínica cuando se sentía mal, cada seis meses o algo así. Desde la primera consulta le ordenaron varios análisis que nunca se hizo, bebía alcohol, no llevaba ninguna dieta y dejaba de tomar sus medicamentos por temporadas. Cuando llegó conmigo en junio, llegó con la presión sumamente alta y disminución en la fuerza muscular unilateral. Le hablé de ir al hospital pero no quiso. Le ordené una tomografía cerebral, electrocardiograma y análisis de riesgo cardiovascular. Regresó una semana después y la esposa insistía en que él no se cuidaba, que seguía conduciendo el auto y no hacía caso con la dieta. La tomografía indicaba lesión cerebral pero él insistió en que se sentía bien. No llevó todos los análisis. Le dejé otra cita pero no volvió. Necesitaba otros análisis para referirlo con el cardiólogo pues continuaba con la presión elevada (no tanto como la primera consulta, pero elevada). Y ahora, está muerto. Debí haberle insistido en que fuera al hospital desde la primera vez. Debí haber anotado todo eso. Debí haberle cambiado un medicamento (que no eleva la presión –los medicamentos hipoglucemiantes no la elevan- pero está contraindicado en pacientes con daño renal y alcohólicos, por la acidosis láctica). No sé cómo estaban sus riñones, no se hizo los análisis nunca. Pero teniendo en cuenta su hipertensión crónica y no tratada (porque él dejaba de tomar los medicamentos aduciendo que se sentía bien), y el antecedente de alcoholismo (los pacientes no siempre dicen la verdad acerca de sus hábitos o su dieta; es un serio problema con los diabéticos), debí haberle cambiado un medicamento. Me siento muy mal. Por el paciente y la familia. Lamento mucho todo lo que sucedió.

Es cierto, estoy consciente de que si algo tenemos seguro todos los seres humanos desde que nacemos es que vamos a morir. Estoy consciente de que el paciente no se cuidaba en absoluto y que por la vida que llevaba, tarde o temprano iba a sufrir complicaciones que desencadenarían en la muerte. Pero debí haber sido más cuidadosa y revisar mejor el expediente. E insistir en que lo llevaran al hospital. Era un señor ya mayor, pero igual, si yo estuviera en los zapatos de la hija, probablemente estaría igual. Peor con lo que le dijeron en el hospital. Estaría muy molesta. Añadamos a eso que en el duelo, la ira y la negación son etapas normales. Según ellos el paciente no falleció por su falta de adhesión al tratamiento sino porque un medicamento le elevó la presión. Y la culpable, claro, soy yo. Dicho sea de paso, ese medicamento lo estaba tomando desde hace varios años. He aprendido mucho de este caso. Intentaré hablar con la familia mañana, para explicar lo que sucedió, a ver si me quieren escuchar y si no me comen viva.

No sé quién fue el chulo que empezó a elevar a los médicos a la categoría de semidioses. A mí, cuando un paciente me dice que soy buena doctora y cosas de ese tipo, no me gusta, no le hago caso. Me recuerdo a mí misma que soy humana. Todos, todos los médicos hemos fallado alguna vez. Lo triste es que muchas veces los fallos tienen desenlaces fatales. Con el paciente de hoy, asumo mi parte de responsabilidad al no haber insistido en que fuera al hospital desde la primera vez que llegó, pero no soy del todo responsable de sus complicaciones. Llevaba años de descuido. Es muy duro todo esto… Y no sólo para la familia sino también para mí. Cuesta aceptar la pérdida de un familiar. Lo sé bien. Lo he sentido y lo he vivido. Buscamos siempre a quien culpar y si no la emprendemos contra nosotros, buscamos a alguien más. La vida es así. Lo que sucede es que nos cuesta aceptar que no está hecha a nuestros deseos sino que es como es, simplemente. Y que la muerte, es parte de la vida. Luego, si no tenemos fe (y hay muchísimas personas que dicen profesar alguna religión, pero sólo cumplen los ritos, no la viven desde el alma), es más difícil aún. Repito que yo creo que la muerte no es el final. Tampoco sé qué sucede después, pero no se acaba todo. Y si así fuera, pues lo que nos queda es vivir bien esta vida. Cuidarnos, amarnos, ser felices… cuidar, amar a otros, y ayudarles a ser felices, si se dejan. Nada más. Cuántos milenios llevamos sobre la tierra y no terminamos de aceptar ni comprender la muerte! Bueno, se le ha dado muchas interpretaciones según la época. Pero igual, nos aferramos a que las personas tienen que vivir –aunque sea conectadas a un ventilador- porque no queremos dejar de verlas, porque no queremos sentirnos solos. Es muy duro aceptar la realidad. Pero es lo mejor que podemos hacer por el bien de las personas que amamos y por nosotros mismos.

No sé por qué las personas no entienden que la salud es un derecho que todo ser humano merece, una obligación por parte del estado en que vive (bueno, en Guatemala, hay mucho de qué hablar respecto al cumplimiento de las obligaciones por parte del estado…) y una responsabilidad propia. No puedo culpar a nadie si me pongo mal cuando ya me lo han advertido y me han dicho qué hacer para evitarlo, pero no lo hago. Los médicos no son dioses que conceden deseos o “curan” mágicamente. Los medicamentos ayudan, pero al final, la mayor parte del trabajo la curación, la hace el propio cuerpo. Excepto con la mayoría de agentes anti infecciosos. Añadamos a eso que casi todos los medicamentos tienen un enorme listado de efectos colaterales. Eso es por la configuración levo y dextro que hay en ellos. Las plantas suelen tener menos efectos secundarios (sabiéndolas usar) pues su configuración es sólo levo, que es menos dañina para el cuerpo. Ojalá se siga avanzando con la terapia genética y la nanotecnología para poder tratar mejor las enfermedades, sin tantos efectos secundarios y contraindicaciones (aunque sé que cuando se inicie esta tecnología como oportunidad terapéutica, sólo estará al alcance de pocas personas). Además de la falta de cuidado de los pacientes y de las interacciones/efectos secundarios de los medicamentos, agreguemos la oxidación celular por los procesos bioquímicos normales de las células, que aumenta en toda patología y lesionan los tejidos. Y no olvidemos el componente genético influido por el estado de ánimo. Desde que nacemos traemos inscrito en nuestro ADN qué enfermedades podemos llegar a padecer. Que se desarrollen o no, excepto en ciertas anomalías genéticas (sobre todo en niños pequeños) depende de nuestro estilo de vida y de nuestra forma de pensar. Los pensamientos influyen mucho en nuestro cuerpo pues liberan neurotransmisores que modulan la repuesta genética. Y lamentablemente, la mayoría de pacientes diabéticos (no sé si de personas, no lo puedo asegurar) no se aman y no son capaces de amar. Muchos pacientes me han dicho que odian tener diabetes y que quieren morirse. Están enojados con ellos y con el mundo, se mantienen mal humorados contra su familia. Por supuesto, no se cuidan. Luego, cuando se sienten mal, llegan asustados. ¡Pero así somos los seres humanos de complicados! Lamento mucho lo que pasó. Espero haber aprendido la lección y pido a Dios que me ilumine y me dé sabiduría. Y paz + resignación a los familiares del paciente.

2. Llegó una señora y la vi algo triste. Así que le pregunté qué le sucedía. Se echó a llorar y entre sollozos me contó que su hijo, que es arquitecto, no encuentra trabajo y no lo busca tampoco, no quiere trabajar. Que sólo se pasa el día durmiendo o viendo televisión, no come, ha bajado de peso, vive con mal humor, todo lo que le dicen lo interpreta mal y se encierra a llorar, vive pensando en matarse, todo lo ve negativo, no mira las oportunidades ni hace nada por buscarlas y además, trata mal a la esposa y a los hijos, que le tienen miedo. Están viviendo en la casa de la paciente, porque él no puede pagar el alquiler. Sólo la esposa trabaja. Evidentemente el hombre está atravesando por una depresión mayor. La paciente me dijo que están desesperados, decepcionados y molestos de ver que su hijo no reacciona. Ya no saben qué hacer. El arquitecto lleva varios meses en ese estado.

Me hizo pensar mucho. Si ella y el padre de este hombre ya están desesperados, pues no se puede pretender que alguien que no es ni arte ni parte de una le tenga paciencia y sea comprensivo ante una situación de estas. Sólo el amor puede mantener a alguien ajeno a la familia junto a una, si una está mal. Por eso en la ceremonia de matrimonio se acepta a la persona en las buenas y las malas, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza… Se hace un compromiso público de amor, cuidado y respeto hacia el cónyuge. Claro que lamentablemente algunas personas no lo mantienen. He tenido casos de pacientes cuyos esposos les dicen cosas como estas: “pero si no tenés nada, te estás haciendo la enferma”, “con diabetes ya no servís para nada, mejor me busco otra mujer”, “si estás enferma, mejor muérete pronto”. ¡En fin! Este caso de la paciente y su hijo deprimido me hizo comprender muchas cosas. La depresión es un “demonio” terrible. No se lo deseo a nadie. Si hay alguien que de alguna manera puede comprender a este arquitecto, soy yo. He pasado por eso aunque a mí lamentablemente no me dio anorexia sino polifagia. Subí de peso. Después hablaré del metabolismo. Y más que enojada, me mantenía perennemente triste.

Me gustaría hablar con este hombre para darle esperanza y hacerle ver que aunque se sienta en un túnel negro y sin salida, sí hay salida. El proceso es difícil, es lento, es duro, pero hay solución. Y no es precisamente el suicidio. Le expliqué a mi paciente qué era la depresión, lo duro que es, lo que afecta a toda la familia y el apoyo que le pueden dar al paciente. Le sugerí que ellos mismos (y sobre todo, los niños) fuesen a terapia. Le expliqué que lo mejor que pueden hacer es confiar en él y su capacidad de salir adelante. Sugerirle de cuando en cuando la necesidad de buscar ayuda. Le dije que no importa qué tan mal esté alguna persona, dentro de ella está la fuerza y la luz para iluminar la oscuridad que le circunda y salir de allí. Sólo hay que enseñarle el camino y confiar en ella. No hay que hacerle caso por sus arranques (que son parte del proceso), hay que escucharle cuando quiera hablar y recordarle que, a pesar de todo, no está sola, es amada por su familia y que puede salir de ese hoyo en donde está. Lo ideal es que la persona se dé cuenta de que tiene un problema y necesita ayuda. Si busca ayuda competente (hay psicólogos y “psicólogos”…), poco a poco, saldrá de allí renovada, siendo mucho mejor persona de lo que era antes. El apoyo familiar a través del amor y la confianza de la familia en que la persona puede salir de allí, son fundamentales para la recuperación de un ser humano deprimido. Hacer ejercicios, practicar algún tipo de arte y meditar ayuda bastante. En algunas ocasiones, los medicamentos antidepresivos también ayudan. En lo particular, prefiero recomendar ejercicios y un buen terapeuta antes que un buen antidepresivo. Siento que muy pocas veces son necesarios. Creo que hay una mano oscura (laboratorios farmacéuticos) incidiendo en la necesidad creada en la comunidad médica, de recetar antidepresivos a diestra y siniestra. NO estoy en contra de que los psiquiatras receten psicolépticos y antidepresivos en casos estrictamente necesarios. Una persona bipolar, por ejemplo, los necesita permanentemente.

He llegado a ver la depresión como un proceso de transformación. Hace poco, a una oruga se le ocurrió hacer su nido de cambio en mi habitación, cerca de la ventana que da al patio. La dejé. La observé cada día. Se encerró en un capullo y quedó inmóvil por varios días. Una tarde, la crisálida estaba rota. La oruga poco estética y rechonchita se había transformado en una linda mariposa con alas de color castaño, con pinceladas amarillas y blancas. Estuvo varias horas inmóvil, con las alas al aire, fortaleciéndolas. De repente, ya no estaba. Habrá salido a pasear entre las flores y a mirar el cielo. Igual sucede con la depresión.

Gracias a Dios tuve el apoyo, si no de la persona que esperaba (porque lamentablemente falleció… eso complicó más el proceso), de mi familia. Y de algun@s amig@s. Muy pocos. Los amigos del alma nada más. No todas las personas son capaces de apoyar, comprender, amar a quien está pasando por un mal momento (que puede ir desde unos meses a un par de años). Cada quien hace lo que puede, da lo que es capaz de dar. Se necesita mucha sensibilidad, comprensión, compasión, paciencia, confianza en una misma, fortaleza y fe para poder apoyar a quienes están mal. Se necesita sobre todo, mucho amor. Y, si sólo buscamos ser amadas, que nos amen, y/o no nos amamos a nosotras mismas, ¿Cómo podemos amar a los demás? Si no confiamos en nosotras mismas, ¿Cómo confiar en alguien más, peor en alguien que se ve tan mal y aparentemente no pone nada de su parte por cambiar? Quizá muchas personas que sufren enfermedades mentales y terminan en instituciones o que viven permanentemente mal a nivel emocional podrían haber evitado llegar a eso si hubiesen tenido tanto el apoyo profesional como familiar adecuados y a tiempo; si hubiesen sido amadas. Cuando yo pensaba en estudiar psiquiatría, lo hacía en gran medida porque sabía que los enfermos mentales son los menos queridos entre toda la gama de enfermos y yo, quería darles amor. Pero, ay! En ese tiempo yo no aceptaba que andaba con una depresión enmascarada a cuestas, que estalló entre el 2002 y el 2003, y alejó a muchas personas de mí. Creo que se asustaron. O se sintieron engañadas. No lo sé. Nunca más supe de ellas. Y aunque psiquiatría y psicología me siguen atrayendo, pues en este momento estoy en otro rollo que también me interesa. Por eso digo que necesito otras dos vidas para hacer y estudiar todo lo que me gusta.

Respecto al metabolismo, pues aunque me ha costado admitirlo, sí cambia con la edad. Antes, en mis ‘20 apenas hacía 15 minutos de gimnasia al día, en casa y no todos los días. A partir del año pasado ya no es igual. Creo que la depresión influyó mucho en ello… ¿trastorna el metabolismo? Bueno, comer muchos carbohidratos y estar casi todo el día tirada en la cama sube de peso a cualquier persona… Dicen que si una va al gimnasio y luego deja de ir, sube de peso. ¿Será cierto? Yo empecé a ir por las endorfinas que se liberan al hacer ejercicio, porque tengo un abuelo y una tía diabéticos, por las venas (dar clases o estar en una clínica son actividades sedentarias que afectan a quienes tendemos a padecer de insuficiencia venosa; las mujeres la sufrimos más que los hombres) y por la figura. Sí, me interesa verme bien, sentirme bien. También tengo mi lado superficial!! Tengo derecho, no? Las mujeres somos muy exigentes y la forma en que nos percibimos no es una excepción. Mi abuelita siempre se conservó delgada. Era muy metódica para todo y no la miré nunca picoteando entre comidas. Yo antes era más metódica (antes, en la universidad). Pero después me malacostumbré a andar picoteando carbohidratos refinados. Los carbohidratos que no se utilizan, se almacenan como grasa y si hay propensión genética, elevan los niveles de triglicéridos en sangre, con todo lo que eso implica. Bueno, es tiempo de retomar buenos hábitos y dejar de picotear. Es por mi salud. Y mi figura. No es que esté con sobrepeso, sino que se me ha ido acumulando grasita por aquí y por allá, y eso no me gusta nada. Mis amigas me dicen. “pero si así estás bien”. Sin embargo sé que puedo estar mejor. Se puede conservar una bien, a gusto con una misma, pero hay que ser disciplinada. He conocido señoras con tres y cuatro niños, de cuarenta y pico de años, con cuerpazos. Además, hacer ejercicios mejora la libido e imagino que tanto ellas, como los esposos de estas señoras estarán de acuerdo en que es bueno para su matrimonio seguir adelante con la rutina del gimnasio. Los beneficios son a todo nivel. Namaste.

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