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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

diciembre 09, 2004

Borrón y cuenta nueva 

24.11.04 Jirafa en un bache

La bibliografía del libro del que hablaba en el último correo es: “A primera vista”; Dimitrus, Jo-Ellan y Mark Mazzarella, ediciones Urano, BCN 1999.

No sé qué me pasa. Quizá un poco, pero no me animo a decidirlo… Siempre he dicho que el dinero no es lo más importante para mí. Y no lo es. Del todo. Sí me interesa la comodidad. La belleza. Y la belleza es un bien caro. No hablo, por supuesto, de un atardecer o una noche de luna. Pero una casa bonita, asistir a la ópera, incluso, pagar Internet 24 horas para poder bajar conciertos de música (en el caso de saber cómo bajar MP3, y yo no lo sé), todo conlleva dinero de por medio.

Me gusta trabajar con las personas que trabajo (aunque a veces alegue), poner mi granito de arena en la vida de esos pacientes. Sé que podría hacer más por la gente desde otra instancia, pero para conseguir otros puestos necesito la preparación (que en esas ando) y cuello, enchufes, conectes, recomendaciones o como quiera que se le llame. Por otro lado, una compañera de la maestría renunció a un trabajo en donde le pagaban más o menos (Q7,000 al mes, el cambio está a casi Q8 por 1$), pero había que hacer cosas que van contra lo que ella y yo sentimos/creemos/sabemos que es correcto: recomendar cosas que van contra la salud, pero que venden. Ella renunció por escrúpulos morales y bueno, porque ya había conseguido trabajo en otro lado que le interesaba mucho más, aunque le pagan menos. Ella es una niña que tiene plata (carro propio, laptop que su padre le ha dado), es el segundo trabajo que tiene en su vida y se graduó este año. Tiene 24 añitos. Por eso digo que es una niña. ¡Quién tuviera su edad! ¿Para qué digo eso? Si tuviera su edad, quizá volvería a cometer los mismos errores que he cometido… Porque para eso cometemos errores: para aprender lo que necesitamos. Pero bueno, ella me ofreció el trabajo en el que estaba y no acepté porque no me siento bien recomendando cosas que van contra la salud de las personas. No es correcto. ¿Cómo voy a hacerle daño a alguien que viene a mí pidiendo ayuda? Pero estuve tentada. Por el dinero. Es difícil, como médica general, ganar eso aquí en la ciudad. Sí se puede, pero trabajando en lugares remotos, sin posibilidades de estudiar.

No sé qué hacer. Hasta he pensado en entrar a una residencia, sólo por el “Status” y la mejor paga que reciben los especialistas. Hablo de llevar una vida sana, de hacer ejercicios, etc, pero normalmente, si tienes pluriempleos no te queda tiempo para hacer ejercicio, preparar comida saludable para llevar al trabajo ni nada. Conozco a varios médicos pluriempleados y lo único que quieren es descansar, dormir y estar con sus hijos un rato. Y la mayoría están descuidados, obesos, no hacen ejercicio, sólo leen lo de su especialidad para estar al día y competir mejor… ¿Qué quiero? ¿Qué es importante para mí? Tengo que definir una postura de una vez por todas y dejar de suspirar por lo que no tengo. Si me decido por los pluriempleos y el dinero, pues sé que será más difícil sentarme a escribir, leer, divagar, ir al gimnasio, etc. Pero necesito independizarme, comprar un auto, me gustaría viajar… Y eso no lo puedo lograr teniendo un solo empleo, a no ser que fuese un empleo muy bien pagado. En Guatemala, eso no es muy posible. Sólo si eres político, o narco, o tienes un puestazo en el gobierno, pero como médica así como estoy, no. En Honduras, una compañera de la maestría nos ha contado que un médico general, trabajando en el estado en un puestecito de salud gana Q!5,000!!! Aquí eso no lo gana ni un sub- sub- especialista!! En el Estado, lo más que ganas es Q7,000, y como dije antes, en lugares súper lejanos. Esta compañera entró a oposición por una plaza, ojala y le salga!!

Pues esa es mi disyuntiva: to be or not to be. Creo que si sigo en esta contradicción vital voy a terminar de muy mal humor. Lo consultaré con la almohada evaluando todos los pros y contras. Una chica española que conozco me decía que bueno, que es una opción de vida: que ella tiene un carro viejito, que no tiene un empleo seguro, etc. El novio le objetaba: “pero tienes auto y tienes un piso propio”. Él es filósofo medio hippie: es licenciado en filosofía pero trabaja recogiendo fruta y cosas por el estilo. Eligió vivir así. Pero yo no lo he elegido. Aún. Es muy valiente eso. Yo no sé si podría. Me recuerda mucho aquella anécdota de ¿Qué filósofo era? Diógenes, creo yo. Pues estaba Diógenes comiendo lentejas cuando llegó el filósofo oficial del Estado a decirle: “Si fueras como yo y elogiaras a los gobernantes, no estarías comiendo lentejas”. A lo que Diógenes replicó: “si fueras como yo y te gustaran las lentejas, no tendrías que estar elogiando a nadie”. ¿Todo tiene que ser así? ¿Negro o blanco? ¿O estás o no estás en el grupo de personas que tienen acceso a seguro dental, a una alimentación sana y balanceada, a tiempo y un área segura para ejercitarte, al arte y la belleza, a estudiar idiomas, ballet y recibir educación de calidad? Y luego, yo (cleta!) preocupándome hasta por los hijos que no tengo, que si decido ser como este chico hippie- filósofo, peace&love ¿Qué futuro les espera a mis hijos no nacidos? Y por otro lado, quizá aunque tengan la oportunidad de optar por otro estilo de vida, igual decidan ser del grupo hippie-filósofo. Y están en su derecho.

Lo ideal. Lo ideal sería que TODOS fuésemos capaces de amar, que fuésemos sabios y con un corazón compasivo.. Que no nos peleáramos por el petróleo, la religión o el color de piel. Que TODAS, pero hablo de TODAS las personas tuviésemos las mismas oportunidades. Yo no entiendo, por ejemplo, por qué la gente se conforma con la fealdad y la suciedad. Aquí en la ciudad hay sectores bien delimitados y en donde las diferencias son ostensibles. En barrios medios el ambiente es limpio, medio seguro, pero no estético. En barrios pobres y muy pobres: súper inseguro, feo, sucio, muy feo… En barrios ricos: bonito, seguro y limpio. ¿Y por qué todos tenemos que aguantarnos? ¿Por qué lo mejor es sólo para unos pocos? Veo a la gente que se mata trabajando (literalmente: terminan con diabetes, ECV’s o infartos, por mencionar algunas enfermedades), y ¿Disfrutan del dinero? Bueno, algunos sí. Conozco a un abogado que da clases en una universidad privada, trabaja como funcionario en el ministerio de Finanzas, tiene su bufete particular, tiene una empresa de medicamentos y nunca está en su casa (salvo para dormir). Trabaja 16 horas al día 6 días a la semana (ya veces, 7). ES diabético, no se cuida, tiene neuropatía. Eso sí, tiene buenos trajes, dos casas, carros del año y cada diciembre sale de vacaciones fuera del país; este año se irá a Europa con toda la familia. Su esposa también es abogada.

Nada, que tengo que decidir ya, entre la vagancia, la escritura, y la vida pseudo-bohemia (que no soy bohemia completa de cigarro, licor, desvelos en clubes o antros, etc. ; en primer lugar me desagrada el cigarro y el alcohol es peligroso; y en segundo lugar, me da miedo andar sola –con o sin auto- de noche: es peligroso; Sí, es feo vivir con miedo), y los bienes materiales (y espirituales, que para mí el arte y el viajar son alimentos para el espíritu)… ¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser así? Snif, snif… Así es la vida.!!

Hipotéticamente hablando, si algún día puedo volver a abrir mi corazón a alguien, puedo volver a confiar, a enamorarme y amar, pues (al menos hay cosas que sí tengo claras): NO viviría con él antes de casarme. Ni con el argumento de que así se conoce uno más, de que así es en su país ni nada. Si alguien quiere vivir conmigo, si alguien realmente me ama, que entonces también esté dispuesto a pedir mi mano y casarse. Había leído hace ratos, y he vuelto a escuchar recientemente esto: de cada 100 parejas que viven en unión libre, sólo 30 permanecen juntas. Y entonces, alguien argumentará que igual sucede en el matrimonio. No niego que la tasa de divorcios es alta en todo el mundo. Pero creo que es porque, como dice un amigo, la gente se casa por inercia. Quizá soy demasiado romántica. No importa que sea una ceremonia muy sencilla, pero no es lo mismo ponerse a vivir juntos así nomás que casarse. Casarse por amor, digo. Talvez lo que suceda es que muchas personas se casan enamoradas pero no AMAN a su pareja. No es lo mismo enamorarse que amar. Y por eso los matrimonios tampoco funcionan del todo. La verdad, no sé cuál es el miedo a casarse. Si se supone que vives con alguien sin casarte, porque amas a esa persona y quieres estar con ella y serle fiel, ¿cuál es el miedo a hacer un compromiso formal? Imagino que habrá mil y una razones para ello.

Lo que yo siento es que vivir con otras personas no es fácil. Todas tenemos nuestros días, nuestras lunas. A veces (al menos yo sí) queremos estar solas y que nadie nos hable. A veces hacemos o decimos cosas que les disgustan incluso a las personas que nos aman. Y tenemos nuestra idiosincrasia propia que no siempre es bienvenida, por mucho que queramos a las otras personas o que nos quieran. Si se quiere vivir tranquilo, sin que nadie le importune, sin preocupaciones ni molestias, pues hay que vivir solo. Así de simple. No son fáciles las relaciones interpersonales ni entre padres e hijos, ni entre hermanos, ni entre parejas ni entre compañeros de apartamento o de trabajo. Siempre hay roces, malos entendidos, alguno que otro problema… Así es la cosa. Por eso, si se vive con una pareja sin el vínculo del matrimonio, es más fácil en un rato de desesperación agarrar las cosas y largarse. Sin embargo, si se está casado/a, se piensa un poco más antes de lanzarlo todo por la borda. Y al final, después de muchos, muchos años de vivir juntos, cuando el invierno se acerca y el cabello es del color de la nieve, se puede mirar para atrás y mirar con alegría todo lo que se ha caminado junto a esa persona a la cual se le dio el “Sí, acepto”, cuando aún era primavera o verano. Se mira con orgullo y alegría lo que ha crecido de las semillas sembradas y todo lo que se ha construido día a día, poco a poco, a veces con preocupación, con miedo, con disgustos, con tristeza, con alegría, con esperanza, con fe y mucho amor. Son las pequeñas cosas, los detalles los que hacen la vida y las diferencias. Pero nada… soy una romántica… Quizá soy una especie en peligro de extinción. A las pruebas me remito.

Una amiga me decía que hay que confiar en Dios, que Dios siempre ayuda a las personas buenas. Sé que no es correcto (porque ese tipo de actitudes impide una comunicación adecuada; lamentablemente hay muchos errores de comunicación que cometo), y menos mal me lo dijo por teléfono, pero no pude evitar sonreír irónicamente. Ja, ja, ja… ¿Dios? ¿El mismo Dios que escuchó mis oraciones desde niña pidiendo un solo chico para toda la vida, a quien yo amaría devotamente (y viceversa)? No. Yo creo en Dios. Pero no de esa forma. En primer lugar, no soy buena. ¿Quién es “bueno”? Todos cometemos errores, todos decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Todos fallamos alguna vez. Todos herimos a alguien. Todos sufrimos. “Every body hurts”, canta acertadamente REM. ¿Quién es realmente bueno? ¿Qué es ser bueno? Yo no espero nada. Hago lo que hago porque lo considero correcto. No por ser “buena”, ni por “irme al cielo”, que ni creo en el cielo, en el infierno ni nada de eso. A veces me gustaría creer en todo eso. A veces me gustaría ser más simple y no pensar tanto, ni cuestionarme tanto, ni hacerme cuadritos la vida, pero así soy. Tendría que dejar de pensar. Detener el flujo de pensamientos. Se puede hacer en meditación, pero ¿Se puede hacer 24 horas diarias? Quizá la única forma de lograrlo sería dedicándome a la vida contemplativa en cuerpo y alma. A veces me lo he planteado, desde que estaba en la Facultad me lo planteaba. Ser monja zen. Pero no sé, no sé. Es una decisión que hay que meditar muy bien y creo que una monja zen no se angustia por no haber encontrado a su alma gemela, ni por formar o no un hogar ni por si va a ser madre o no ni porque su corazón fue destrozado. Todo eso está abajo y muy lejos de una monja zen de vocación. Por lo que deduzco que no es la mía. Tengo que aprender, entre muchas otras cosas, a no reírme irónicamente de lo que me dicen. Sé que me lo dicen con la mejor intención y porque me tienen cariño. Es que me molesta que me hablen de Dios respecto a lo sucedido con mi ex. Allí Dios no tiene nada que ver. Fue mi necedad de irme cuando no estaba preparada para afrontar el reto. Mi miedo de perder a la persona que finalmente, de todas formas perdí. Y el dolor ha sido tanto que prefiero darlo por muerto, porque así ha dolido un poco menos. Pero ha pasado mucho tiempo y esta herida no cierra.

Así que mejor me voy. Iré a bailar haciendo aeróbicos. No se puede llorar bailando. Y por cierto, no podré ir mañana a la marcha por el día de la No violencia contra la mujer. Tengo que ir a la universidad, a hacer un trabajo en grupo. Tampoco he podido conectarme hoy para subir esto. Ya lo haré otro día. Y quizá cuando lo suba, ya hasta tenga la respuesta a mi disyuntiva. To be or not to be. That’s the question. Namasté.



30.12.04 Jirafa pop

Bueno, tengo mucho que escribir. No sé ni por donde empezar. Quizá lo de pop será mejor después. Pero es el pop el que originó toda esta diatriba. Iremos por orden:

1. Verdades
Se supone que una tiene un diario para escribir las cosas que pasan, que siente, que anhela, que vive. Y la forma en que una se relaciona, interactúa y reacciona ante esos eventos. He escrito diarios desde que tengo once años. Tengo muchos cuadernos y ha sido hasta el año pasado que he iniciado con el formato electrónico. Pero, quizá no he sido del todo explicita. Bueno, una tiene derecho a guardarse un poco sus cosas, no? Y es que viéndolo bien, ni siquiera en mi diario manuscrito lo he sido con algunos temas, que ridículo y todo, aún me suenan tabú. Quizás algún día me atreva a escribir acerca de ello. ¿O es mejor dejar algunas cosas como secretos o misterios?

Como sea, si reviso mis diarios, veo periódicamente, no cada mes ni cada tres meses, no sé, cada año o algo así el mismo tema recurrente: “Hoy sí, ya lo decidí: no puedo seguir así con tal o cual cosa”. Sobre todo, con el tema del pesimismo, la distimia y etc. Cuando leía de todo esto mientras hacía mi electivo en Psiquiatría, todos esos términos clasificadores me eran lejanos. Eran los otros los que podían caer en tal o cual categoría. Yo no. Yo estaba sobre todo eso. Nunca quise verlo ni aceptarlo. Ayer, hablando con un amigo me decía él que si es mi tendencia, pues mi reto es luchar contra ello. Me he querido aferrar a la idea de que todo está en la mente y en la buena actitud. Y sí, casi todo está allí. Pero no podemos decirle a un niño con leucemia o a una niña con diabetes tipo I que si pone de su parte y como todo está en su mente, las entidades van a desaparecer. Sería un error enorme. Necesitan luchar cada día y recibir tratamiento.

De haber aceptado que sí, que quizá yo era melancólica (según definiciones del DSM-IV) o distímica, que mi visión de la vida era demasiado soñadora y poco realista, de haber asumido eso y haber trabajado en ello desde que empecé a notar similitudes entre las definiciones y mi comportamiento durante toda la vida, actualmente mi vida sería diferente. Pero no puedo ni quiero vivir en el pasado. Mi vida es lo que es ahora y ya. Soy responsable de ella. Mi cuarto parece un campo de batalla. Me he vuelto una adicta a la televisión. Sé que podría haber salido mejor en las clases, y no lo hice por perder el tiempo viendo cualquier cosa, idiotizada frente a la pantalla. Y así ha sido todo el año… ¿Y por qué? A veces me pregunto para qué escribo esto. ¿Para reafirmar lo que siento o lo que quiero que suceda? ¿Para hacerme a la idea de que con sólo pensarlas y escribirlas las cosas van a cambiar? No lo sé.

La verdad es que he estado triste. Sí. Y no de ahora. Desde que recuerdo. Siempre he buscado razones (con o sin razón) para ponerme triste. Que mis primas se fueron al exilio cuando yo tenía 6 años. Que no tenía amigas en el colegio. Que no tenía novio. Que me atrasé dos años antes de decidir qué estudiar en la universidad y porque tuve que trabajar antes (fue una experiencia bonita ser maestra de primer grado de primaria). Que nunca estuve conforme con mi elección. Que mataron a mi papá. Que murió mi abuelita. Que varios de mis compañeros de estudio tienen más plata que yo, que tienen carro, que viven en casas grandes y bonitas. Que me diagnosticaron leucopenia y Crioglobulinemia mixta esencial. Que no me gustaba la carrera: yo habría preferido psicología y literatura (¿¿y por qué no me salí y lo hice??). Que no tenía el primer lugar en la facultad y el sexto era muy poco. Que no estudié la residencia. Que no me dieron la beca. Que no me dieron la visa de estudiante. Que no podía estudiar en la universidad autónoma de Barcelona. Que mi mamá estaba enojada. Que no tenía dinero para que ella llegara a la boda civil en España. Que los amigos de mi ex me odiaban. Que me sentía muy poca cosa. Que no tenía trabajo. Que dependía de mi ex. Que estaba deprimida. Que necesitaba tiempo. Que mi ex nunca me amó y fue cruelmente sincero. Que no gano lo que quiero… que, que, que… ¿¿Y así estoy dejando escapar mi vida?? Un amigo me decía una vez que él no sabe ser feliz. ¿Será que yo tampoco quiero serlo o no sé cómo serlo? Ya va siendo tiempo de aprenderlo, porque sí lo quiero ser. Y a pesar de lo que pueda parecer, pues NO, eso no significa que viva triste todos los días, las 24 horas diarias. No. Tengo semanas, días, horas, momentos muy alegres. Pero es como si hubiese un ruido de fondo debajo de todo, que lleva grabada la tristeza. Y entonces se escucha ella como sordina, detrás de todo, a pesar de la alegría. Y cuando los instantes, momentos, horas, días, semanas no son 100% felices, no están bien del todo, el volumen del ruido aumenta y no deja escuchar nada más.

El período que pasé de depresión fue como si el volumen del ruido hubiese estado al máximo y no dejara escuchar nada más (absolutamente nada más), sólo el ruido noche y día, desde el alba hasta el último momento antes de caer rendida al sueño; y la única forma de escapar de ese ruido ensordecedor y horrible, era durmiendo o, según yo, el escape total y final. Sí, en varias ocasiones pensé seriamente en ponerle fin a ese sufrimiento. Pero me daba cuenta de que el sufrimiento se origina en mí, no en ningún otro lugar, persona o circunstancia. Todo lo demás son excusas. Todo. Absolutamente. Depende de mi forma de ver la vida y enfrentar los hechos. Y ya basta. Ya me cansé. Es peripatético. He hecho mi mejor esfuerzo. Estoy mejor que hace un año, por ejemplo y mucho mejor que hace dos años. Pero no es suficiente. Ya no me conformo con esto a medias. Necesito ser extremadamente apasionada hacia el lado positivo de la vida.

Este es un ejemplo típico del mal hábito de echarle la culpa a lo externo y no asumir las circunstancias de mi vida. Lo escribí el domingo por la noche:

¿Por qué estoy sola?
a. Karma
b. Así lo decidí antes de venir, para aprender (dicen que el alma antes de encarnar decide a dónde ir a vivir para aprender de esas experiencias; quizá lo decidí desde antes…).
c. Cada vida es diferente (experiencias previas, relación con el padre que influye en nosotras las mujeres en las futuras relaciones con los hombres; por eso quiero a un hombre lo más seguro de sí y lo más centrado y maduro que sea posible, que se ame a sí mismo y sea capaz de amar para que pueda amar a nuestros hijos y darles lo mejor de sí; y que me ame a mí, por supuesto! )
d. Por ser acuario… Dicen que cuesta que nos casemos, cuando nos casamos… (y he conocido varios casos: una maestra del colegio y una compañera de un trabajo en donde estuve que nunca se casaron, una amiga que se casó después de los treinta y algo).

a. Karma: En la maestría nos ha tocado hacer trabajos en grupo y poco a poco hemos ido conociéndonos y compartiendo. Una piscis, una tauro, una virgo y una acuario desconfiada por las experiencias previas no son un grupo que comparta mucho de sus vidas. Y un tauro, pero él es caso aparte. Es muy buena gente, machista y gracioso; también algo pajero. Una chica del grupo, Paty, que es de Honduras, nos contaba el jueves pasado que ella siempre ha estado con novio o una cohorte de admiradores y pretendientes (¿Porque es piscis? Conozco a varias piscis que siempre están acompañadas o con fans club). Nos contó que un ex novio va a venir a estudiar Cirugía acá (fueron novios 7 años), que es muy lindo, es muy, pero muy buena persona y además tiene dinero, y se lo va a presentar a las otras dos chicas del grupo (tauro y virgo), pero no a mí. Le pregunté por qué y me dijo que él es cáncer del 13 de julio y que es muy calladito, dulce y tierno, y que con una persona como yo, no se llevaría bien… ¿Me dijo relajera? ¿Escandalosa? ¿Parlanchina? ¿O quizá percibió inconscientemente mi relación amor/odio hacia los hombres o el fantasma del pasado? No lo sé. Le pregunté por qué terminó con él y nos dijo que porque le había aburrido, que era tan bueno que se aburría. Que se había aburrido y que desde que terminaron él no ha vuelto a tener novia. Mientras ella se casará el otro año (ya nos invitó a la boda! En San Pedro Sula, Honduras! Una boda de la alta sociedad! Bueno, empezaremos a ahorrar para el viaje, y así de paso voy a conocer San Pedro Sula!). Que su novio actual, es muy bueno pero el anterior era mucho mejor. Y que la lloró mucho y le rogó que regresaran, pero que ella ya no lo quería como novio. Ahora son amigos. Nos contó de otro chico con el que salió por seis meses y no la convenció por algo que le hizo y el tipo se quedó llorando, moqueando y todo… Pensé: “¡Nadie ha llorado por mí! Bueno, una vez un chico, pero fue la pura cólera y el ego herido, no por tristeza (nunca me conoció lo suficiente como para saber quién era yo, amarme y llegar a extrañarme…). Nadie me ha querido ni extrañado…”. Ella no me cree que yo no tenga novio, ni enamorados ni nada… Pues sí es la verdad: no tengo. Lo mismo me dicen los visitadores médicos (mi único contacto masculino con el mundo): “¿No tiene novio, doctora? No lo puedo creer!”. No, yo tampoco me lo explico. Por eso digo que ha de ser karma. Y si es así, más me vale callar y dejar de preguntarme por qué o de sentirme triste por no tener nadie a quien amar (una pareja, específicamente). Porque si los hindúes tienen razón y el karma existe, pues estoy pagando lo que hice en otra vida… Si así fuera, lamento mucho haber hecho daño a otras personas y ojala puedan perdonarme… ¡No quiero hacer más karma negativo! Por eso talvez lo mejor sea quedarme sola, para no hacer más daño y para pagar el daño que hice antes… o quizás quedarme sola es mi castigo por el daño que hice.

Es patético, no?? ¿Por qué? ¿Por qué aceptar la infelicidad como destino merecido? ¿Por qué creo que no merezco ser feliz en pareja? ¿Por qué tengo tanto miedo y me saboteo a mí misma? ¿Por qué tiene que ser mi vida siempre “triste, sola, vacía”? ¿Por qué tengo que ser tan pesimista y no puedo ver el vaso medio lleno? ¿Cuál es la gana de amargarme la vida dependiendo de los demás? ¿Por qué he vivido creyendo que al tener pareja todo se va a solucionar por arte de magia (yo lo negaba hasta bajo tortura china, pero en le fondo la actitud de: “si estoy sola y no cumplo mis sueños de infancia nunca seré feliz”, es eso: es depositar mi felicidad en manos de otros, y darles poder sobre mi vida)? ¿Por qué me comparo? Si ya he concluido que Dios no es un genio de los deseos, un supermercado ni un banco para pedir lo que se nos antoje (aunque sea con la mejor intención), ¿Por qué no soy consecuente con eso de una vez por todas? ¿Por qué no asumo la responsabilidad por mi vida en lugar de estar enojada porque las cosas no salieron como yo habría querido o triste por haber sido engañada? No puedo controlar todas las circunstancias. Puedo amar, pero no puedo forzar a nadie a que me ame. No puedo esperar toda la vida que sólo por ser medio niña buena (medio!), mis deseos se harán realidad como premio a mis acciones. Las cosas no son así. No puedo esperar que Dios se aparezca a solucionarme la vida. Para eso nos ha dado libre albedrío e inteligencia, para poder pensar y decidir nosotros mismos cómo solucionarnos la vida. Y boca, para hablar y comunicarnos. ¿Y cuál es la gana con competir o compararse? OK, conozco chicas a quienes la vida les ha sonreído desde niñas, que no saben lo que es el dolor de una pérdida ni han pasado por limitaciones de ningún tipo, y me alegro por ellas (como la chica hondureña), pero cada vida es diferente. Las circunstancias pueden ayudarnos más o menos. La genética puede favorecernos más o menos. Pero entre más adversidades hayamos vivido, entre más circunstancias desfavorables hayamos podido vivir y superar sin amargarnos, aprendiendo lo bueno, aprendiendo a amar, pues más creceremos como personas. Es un reto.

Y respecto a que mi ex me defraudó pues seamos realistas y objetivas: yo también lo defraudé a él. Además, esperaba mucho, demasiado del pobre. Yo estaba esperando “al hombre de mi vida”, al príncipe azul en caballo blanco (por cierto, es costumbre en la clase alta de algunas regiones de la India, desde hace siglos, que el novio busque a su novia el día de la boda en un caballo blanco), al dechado de virtudes que mágicamente me iba a ayudar a ser feliz. Cuando él apareciera, todo iba a encajar y la vida, mi vida, iba a funcionar a las mil maravillas… ¡Error! Una visión de la vida muy infantil, muy a lo Disney y a lo cuento de hadas pasado por el tamiz de Disney. No podía salir nada bueno de todo eso. Tarde o temprano ese sueño infantil iba a estrellarse con la realidad. Creo que a cualquier ser humano que se le quiera sentar sobre el caballo blanco con todo lo que eso implica, le dan ganas de salir huyendo. Es demasiada responsabilidad hacerse cargo de la felicidad y de la vida de otra persona. Podemos contribuir a que sea más feliz, pero no enseñarla a ser feliz. Eso lo tiene que aprender cada uno. Eso lo tengo que aprender yo. Entre más pronto mejor, aunque tenemos toda la vida para ello. Por supuesto, no pretendo vivir en un estado de éxtasis permanente. En la vida las cosas cambian de un momento a otro. Por eso decía al principio, que hay razones (valederas) para estar triste. Lo que no quiero es el pesimismo ni la sordina de tristeza empañando toda la vida, hasta en los momentos más felices. No huyo de la tristeza, enseña mucho. Y después de tanto tiempo, hasta le he llegado a tomar cariño. Pero no quiero esa sombra permanente empañando todos los pasos que doy. Cuando haya que estar triste, estar triste. Cuando haya que estar alegre, estar alegre. Y cuando haya que estar ni triste ni alegre, pues estar ni triste ni alegre. Porque no siempre se está triste o alegre, pero tampoco medio triste o medio alegre. A veces sólo se está. ¡¡Simplemente eso es lo que quiero!!

Y como estoy sacando mis trapos al sol, pues creo que fallé mucho en no contarle a mi ex, cuando sólo éramos amigos, que yo vivía triste. Quizás él no entendió las implicaciones del asunto. Creo que él no sabía nada de distimia, melancolía o depresión. Y es que lo peor de todo es que ni yo lo aceptaba. Recuerdo que en el 2002 una compañera del trabajo me preguntó una vez si yo estaba deprimida y la evadí. Me molestó mucho su pregunta: “Deprimida yo? Tú no me conocés!! Nada que ver! Es que estoy cansada y preocupada por el viaje!”. Y me preocupé pensando en que me miraban deprimida, porque según yo estaba un poco triste, pero sólo eso: “Triste y ya. No, depresión es una palabra que va bien con los demás, no conmigo. Pero… ¿y si es cierto? No, no.” Entonces sin darme cuenta, sin querer darme cuenta lo hice: fue mejor ponerme una mascarita, para que nadie lo notara. Y casi nadie lo notó. Ni yo misma. Así que sí, mi ex tuvo razón en decepcionarse. Porque apenas me conoció y lo poco que conoció no le dio indicios de esconder una depresión. O no sabía cómo reconocerlo… La verdad, fue poco observador… Por supuesto, ahora con el tiempo, la distancia emocional y un poco de objetividad, es más fácil ver las cosas y analizar lo sucedido. Luego, cuando la psicóloga en España me dijo que era normal tal o cual comportamiento en una persona deprimida, pues fue el acabose: todo está permitido, licencia para portarse mal y dar rienda suelta a los caprichos porque como estaba deprimida, todo se justificaba… Realmente me avergüenzo de todo eso. El pobre sólo conoció mi lado más oscuro, lo peor de mí. Y como no me amaba en mi totalidad, no conocía lo suficiente mi lado luminoso, ni valoró lo mejor de mí, lógicamente huyó… Debí haber sido honesta, primero conmigo misma, y reconocer que no estaba en capacidad de llevar una relación. Primero necesitaba estar bien conmigo misma y sentar las bases con los pies en la tierra, de lo que quería para mí y mi vida. Pero yo lo quería mucho (a mi ex), lo amaba y no quería perderlo; además al pobre ya le había tocado la chibolita de: “Eres mi todo, mi salvador, mi alegría, mi príncipe azul”, etc. Y es que además, para rematar, tenía otro esquema infantil grabado en la cabeza, el de: “Debo casarme antes de los 30 años… Si paso de los 30 sin casarme, me meto a monja”. Allí no estaba contemplada la carrera ni la maestría, ni la beca, ni nada. Bajo ese esquema, mi única realización como mujer era casarme; y antes de los 30. ¿¿¿¡Qué estaba pensando, Dios mío!??? ¿Cómo se me metió semejante idea en la cabeza? Sí, es importante la vida en pareja, pero no es ni lo único ni lo más importante. Bien dicen que una es su propio carcelero. Porque a mí nadie me presionó para pensar así, ni me influenciaron. Bueno, las películas de Disney y los cuentos de hadas… Pero no soy la única que los ha visto y no todas las chicas que los leyeron o vieron piensan así de absurdo y retrógrado… Yo solita me inventé mi infiernito privado!

Por otro lado, me he puesto a pensar que si dejé que me dijeran lo que me dijeron, yo y sólo yo fui quien dio lugar a eso. A saber qué impresión daba yo, con la autoestima hasta el suelo… En estos tiempos, ya las cosas no serían igual. No, a mí nadie me convence de que las bromas son sólo bromas inocentes. Siento que detrás de las bromas, por el tono, el momento en que se dicen y por la actitud de la persona ante la vida, podemos descubrir sentimientos, opiniones y verdades escondidas, que no se quiere decir directamente. En marzo del 2002 fui de visita a España. Y mientras hacíamos fila para entrar a un museo un par de amigos de mi ex y yo, ellos me dijeron (cuando quise pagar los boletos de entrada), “No, nosotros vamos a pagar”. Yo les dije que yo quería invitarlos y la chica me respondió: “Tú cállate sudaca de mierda”. A saber qué cara puse y añadió: “Es broma”. Yo me quedé de piedra. En primer lugar no sabía qué significaba sudaca. En segundo lugar, jamás me habían hablado así en toda mi vida. No suelo tratarme así con mis amigos. Creo que el respeto es básico para toda relación. Escuchaba a algunas chicas que se trataban así entre ellas: “Vos, hija de la gran puta dame ese libro!”, y era en tono cariñoso (¿?). Lo siento, no entiendo eso como cariñó. Luego, cuando llegué en octubre de ese año, una vez que esos mismos amigos de él llegaron a cenar a la casa empezaron a revisar mis CDs y a burlarse de mi música. Con el primero me pareció gracioso. Cuando iban por el quinto yo estaba bullendo de rabia y mi ex no decía nada. Cuando se fueron le dije y me respondió que yo era muy susceptible. A ver. Insisto con lo de las bromas y el respeto. Yo no soy así, no bromeo así. ¿Cómo permití que me trataran así? ¿Y que él los apoyara? Luego, él me dijo en tres ocasiones que yo era una tercermundista porque no conocía algunos cantantes o grupos musicales de España (que por cierto, sólo se conocen en España). Creo que la primera vez no fue suficientemente clara al explicarle por qué me dolía que me dijera eso. Es como si un alemán hiciera bromas del holocausto con un judío.

Sé que los españoles actuales no tienen nada que ver con lo que sucedió durante la conquista y colonización de este continente hace 500 años, pero evitar bromas que hagan alusión al hecho de que ellos están entre los países desarrollados y nosotros no, es cuestión de respeto y sensibilidad. Lo que los que vinieron durante la conquista hicieron aquí dejó huellas (para bien y para mal), que aún se perciben en estos días. Y todo ese proceso previo ha influido en lo que sucede actualmente en estos países. Eso es innegable, porque las estructuras económicas y sociales implantadas entonces se han perpetuado. Supuestamente a él le gustaba una chica tierna, dulce y sensible. Y digo, si él sabía que yo soy una persona dulce, sensible y tierna, ¿Cómo pretendía que soportara de buena gana ese tipo de “bromas”? ¿Cómo quería que una persona tierna y sensible se quedara impasible ante comentarios que en forma de broma tocaban la dolorosa realidad de su país? Además, si una vez le dije que no me gustaba que bromeara así y reincidió en dos ocasiones más… ¡Hombre, eso es no tener en cuenta la opinión de una ni tenerle a una respeto ni consideración! Es como si a mi esposo no le gustara el ajo y yo, a pesar de saberlo, le pusiera ajo a toda la comida… Y por último, él ya sabía que yo soy de un país en vías de desarrollo (sí, es un eufemismo), con todas las diferencias que ello implica; si eso no le gustaba ¿Para qué se fijó en mí? Nadie lo obligó.

Cuando recuerdo esos eventos, me asombro de lo mal que yo me trataba a mí misma y de lo poco que me valoraba para haber dejado que me trataran así. Si eso hubiese ocurrido ahora, me habría dado la vuelta pues ¿Para qué estar con alguien que no me defendía de sus amigos, no me valoraba? Simplemente no merecía estar conmigo… Si el caso hubiese sido al revés, yo no habría dejado que mis amigos lo trataran así. Bueno, empezando porque mis amigos no suelen bromear riéndose de las desventajas de los otros. De lo contrario, no serían mis amigos... Nunca entendí por qué él, a quien yo creía sensible y tierno, tenía a ese par de amigos… Mi abuelita me decía “Dime con quien andas y te diré quién eres”. Y no creo que la sabiduría popular esté tan perdida. Porque cierto, estaba deprimida; lo reconozco, estaba insoportable, pero nadie merece ser objeto de bromas que tienden a la humillación. Es una forma de maltrato psicológico que mina la autoestima. Y si está ya dañada, pues empeora el estado de las cosas. Para bien o para mal, estemos de acuerdo o no, la idea de Freud, de la relación entre las bromas y el inconsciente, no es tan descabellada. Quizá en el fondo estos chicos sí miran de menos a los inmigrantes y se sienten superiores o amenazados por ellos. No eran buena compañía para mi ex, la verdad. Él se transformaba con ellos. Él me decía que yo era como el Dr Jekyll y Mr. Hyde. Bien dicen que lo que opinamos de los demás dice más de nosotros mismos de lo que estamos dispuestos a aceptar. No, no. O quizá no, quizá él simplemente era así y yo no quise verlo… Pero bueno, esas son cosas del pasado. Y el pasado muerto está. Ya es tiempo de enterrar a los muertos…

Eso sí, nunca voy a entender por qué durante los primeros meses que estuve allá él siguió diciendo que podía seguir adelante, ofreciendo apoyo incondicional y luego se hizo para atrás. Quería estar segura de su afecto. Quería probar su afecto (pura inseguridad propia, puro miedo a amar y ser amada). Y con sus palabras, llegué a estar segura de su amor por mí, según yo. Pero “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. Una cosa es decir las palabras y otra muy diferente es llevarlas a la práctica. No lo entiendo. Si no podía con eso, ¿¿para qué dijo nada?? Pero lo comprendo. Yo misma no sé cómo habría actuado en su lugar o si habría podido seguir adelante con un chico en el estado en que yo estaba. No lo sé. Pero lo que sí sé es que habría terminado antes de provocar más expectativas. Y al menos, se lo habría dicho frente a frente, no a través de un correo o un chat. No sé si yo misma habría tenido la fe suficiente, sobre todo si no lo hubiese amado, como sucedió en el caso de mi ex para conmigo: él se ilusionó y como buen leo, apasionado y todo, dijo e hizo todo su show, pero no me amó. Nunca me amó y él me lo aclaró al final. La verdad, para sobrevivir junto a una persona que atraviesa por una depresión, se necesita mucha seguridad en uno mismo, paciencia, valor, fe y amor. Así que lo comprendo. Y lo perdono. Ahora sí, ya RIP. Ya basta. A los muertos se les entierra, no se les exhuma a cada rato. Se les entierra y se les deja en paz. Luego, el tiempo se encarga de todo.

A un tío mío le dio un ECV hemorrágico hace cuatro años y desde entonces su carácter cambió. De ser una persona alegre, bromista y cariñosa se volvió frío, gruñón y grosero, entre otras cosas. Además, quedó con hemiparesia izquierda. Dice mi tía que una conocida le preguntó si no se arrepentía de haberse casado con él. Ella le dijo que amaba a su esposo, independientemente de lo que ahora le ocurría. Y que no se arrepentía de todo lo lindo y aún lo triste que ha vivido junto a él. Porque lo que ella ama de él todavía está allí, escondido en alguna parte. No puedo pretender que mi pobre ex aguantara una situación tan difícil si nunca me conoció en mi buen momento. Le tocó vivir lo peor. Y vivir el mal momento de otra persona sin fe ni amor en ella es muy difícil. Mi tía porque lleva más de 20 años de casada. Y porque ella sí ama a su esposo. Y si vamos a tener fe, pues he de decir que, como para que me guste alguien tiene que llamarme mucho la atención en el plano intelectual y despertar mi admiración, o no pasará de ser un amigo querido y ya, pues si hubiese tenido más fe en el chico cáncer aquel que me pidió ser su novia, si no hubiese estado atrapada en mi sueño de “esperemos al príncipe azul que llene TODOS los requisitos que están en el kilométrico listado que elaboré”, si me hubiese dado la oportunidad de salir con él, conocerlo más y hubiese tenido fe en que el chico saldría adelante (no era muy bueno en sus estudios), no sé qué habría pasado. Quizá habría llegado a enamorarme de él. Ahora está en el último año de la residencia. Es psiquiatra. Y muy bueno, según me han dicho. Pero, el tiempo pasado ya pasó y hay que dejarlo atrás. Me haré sufrir: “¿Y si él era mi ‘alma gemela’? Le gusta bailar, es cariñoso, le gusta la música clásica, es inteligente, imagino que con la psiquiatría ahora lee bastante, es gracioso, y tiene un gran corazón: es muy linda persona”… Pues ya la dejé pasar porque se casó hace tres años. Ya ni modo. No lo he visto hace años. Recuerdo que incluso cuando fuimos a la fiesta de graduación de otro compañero (ya tenía novia para entonces), en el 2000, él me dijo que quería bailar conmigo, e insistió. ¡Ja, ja, ja! A buena hora me doy cuenta!! Quizá tuve las oportunidades en la punta de la nariz y no fui capaz de verlas… Buscando siempre más allá, buscando la perfección de la que carezco… Con miedo a abrir mi corazón… Con miedo a cambiar mi actitud ante la vida. ¿Existen las segundas oportunidades? Me conviene creer que sí. Porque de lo contrario, significaría que ya me jugué todas mis cartas y sería caer de nuevo en el patrón pesimista, trágico y negativo de pensamiento. Cambiar cuesta. Pero vale la pena. NO quiero seguir así toda mi vida. Ya basta. Fue suficiente.

Así que la verdad es esta: me tengo a mí misma. Punto. NO dioses que hagan milagros y arreglen las cosas en un acto de magia, ni que escuchen sacrificios o plegarias para que las cosas vayan como a mí me gustaría que fuesen. Me tengo a mí, los dones que Dios me ha dado, mi libre albedrío y a la vida. La Vida, tal como venga. Puedo contar con algunos miembros de mi familia y de repente, con algún amigo. NO espero nada de nadie. Todo lo que venga es un plus. En la vida (REAL), las cosas no siempre salen como nos gustaría que ocurrieran. Por otra parte, estoy convencida de que Buda tiene razón en esto: “Todo está en la mente”. ¿Y si yo soy la responsable de todo esto, hasta de mis circunstancias (laborales, afectivas, académicas, de relaciones, incluso, de chicos) y de los quebrones de cara que he llevado? Y no hablo sólo de lo que lógicamente cae en mis manos, sino de todo. Como dije antes, el pesimismo me ha perseguido, o más aún, ha sido como el ratón de la leyenda china de la creación del horóscopo chino: lo he llevado conmigo, agazapado para saltar ante cualquier palabra, cualquier acción o plan que ejecute.

Es cierto, la vida es dura. Casi cada día oigo de mis pacientes historias terribles que han vivido a manos de sus parejas o ex parejas. Las mujeres tenemos que luchar más, y contra corriente, ante cientos de adversidades: desde sistemas machistas y patriarcales, hasta el sabotaje dentro del mismo género femenino por criticarnos, querer ser perfectas, etc. Cierto que la tasa de divorcios, maltrato a la mujer, mujeres asesinadas con saña, mujeres despedidas del trabajo porque están embarazadas, las injusticias de todo tipo son el pan nuestro de cada día, en todo el mundo. Y no sólo contra mujeres sino contra todos, por religión, preferencia sexual, género, color de piel o lo que sea. Ningún país se salva en mayor o menor proporción. OK, es cierto. Pero ¿eso justifica que yo viva triste? ¿Con llorar o ponerme triste (o enojada) voy a resolver todos (y son TANTOS) los problemas del mundo? ¿Eso justifica amargarse? ¿Eso justifica perder la fe y la esperanza? ¿Eso justifica cerrar las puertas del corazón y endurecerse cínicamente? ¿Eso justifica pensar que detrás de cada hombre hay un violador, un agresor, un tirano, un ser malvado, un mentiroso, mujeriego o vicioso? NO. Definitivamente, no. Si yo pienso (aunque mi discurso público sea otro, y el pensamiento sea marginal, subliminal, esporádico): “Todos los hombres son una mierda”, pues lo único que encontraré en mi camino son hombres que confirmen mi pensamiento. Y aclaro: los chicos con los que he salido NO son una mierda. En primer lugar, yo no habría aceptado salir con un tipo que es una mierda. En segundo lugar, cada uno a su modo es una buena persona. En tercero, ninguna persona, por mala que sea, es una mierda. Si se le llega a conocer se puede comprender las razones que la impulsan a actuar así. Que en mi caso con los chicos con los que salí antes las cosas no hayan funcionado, pues ha dependido de ambos; no sólo de ellos, no sólo de mí. Al novio que tuve, pues ya dije que no le podemos exigir algo tan difícil. Hay quienes dicen que el amor es condicional. Otras personas dicen que es incondicional. En lo particular, siento que es incondicional (siempre y cuando no ponga en riesgo nuestra vida, obviamente; y con amor todo se puede cambiar: sé de casos de mujeres casadas con alcohólicos que cuando reciben terapia y ya no son cómplices o víctimas de sus maridos, cambian su actitud y ellos no lo soportan: la mayoría se divorcia porque ella ya no les sigue el juego; algunos pocos cambian y vuelven a enderezar sus vidas, cuando hay amor). Como sea, no puedo seguir pensando que “total en el fondo, todos son iguales”. Por supuesto que hay características físicas, de pensamiento y comportamiento (unas positivas, otras negativas) que son constantes en la mayoría de hombres. Pero siempre hay excepciones. Además hay que recordar que por genética y/o aprendizaje, hombres y mujeres somos diferentes. Y hay de todo en la viña del Señor. Recién el domingo una amiga me contaba que su novio, que es de la región de Oriente del país (caracterizada por un gran machismo entre hombres y mujeres), es hacendoso, nada machista, le gusta que dialoguen y le diga sus errores o lo que no le gusta de él porque quiere aprender y mejorar como persona… ¡Nada!! ¡Que es un hito histórico guatemalteco el chico ese! Así que… No hay que generalizar. Ni ser tan dura e incomprensiva.

El sentido de la vida… ¿Cuál es? Además de vivir, claro. Me encanta la psicología. Pero creo que en estos momentos no sería honesto ni coherente ponerme a orientar a otras personas. Primero debo estar bien centrada yo. ¿Será que eso se logra algún día? ¿Estar “bien” centrado? Y otra razón que me hace desistir de la psicología y la psiquiatría es que me desespero. Cuando llegan pacientes difíciles, de esos súper – súper negativos, demandantes, enojados, quejosos, que a todo, todo lo que sugieres te dicen que no, pues me dan ganas de decirles: “¿Sabe qué? Ya no le digo nada: ¡¡Haga lo que quiera!!”. Dicen que cuando algo nos desagrada de los otros es porque lo tenemos nosotros mismos (usualmente no nos damos cuenta o lo tenemos escondido). Lo cual, resulta sumamente preocupante… Debo reflexionar al respecto. Conozco a dos pacientes que han intentado suicidarse –indirectamente- porque sus respectivas esposas murieron. Son señores ya grandes. Uno de los duelos más grandes y dolorosos es la pérdida del cónyuge. Sus argumentos son que ya no hay nadie que los cuide (lo notaron: nadie que los cuide, necesitan de una madre… No digo que los esposos no se cuiden uno al otro, pero no en una relación de dependencia tan extrema que les impida seguir viviendo si uno de los dos falta…), que están muy solos y que por eso prefieren morir. Uno de ellos me preguntaba hoy cuánto tiempo le calculaba de vida. Su hija, que estaba junto a él, lloraba desconsolada y me decía “¿Lo ve doctora? Está decidido a morirse!”. ¿Que podía decirle yo? El señor, típico paciente diabético que no se quiere a sí mismo, nunca se ha cuidado, y desde que murió su esposa hace nueve meses, ha tomado alcohol y se dejó al abandono. Ya no tiene pulsos en ambas piernas y tiene neuropatía periférica y autonómica. Está sufriendo fuertes dolores y la única solución es amputarle las dos piernas (ya tiene gangrena en una) casi hasta las ingles. Es muy duro esto. El señor se va a morir, ese es un hecho. Sólo le pido a Dios que sea pronto y no sufra mucho. Él lo ha decidido así y la verdad, no soy psicoterapeuta y no sabría cómo ayudarle a que le encuentre sentido a su vida a estas alturas y con la perspectiva de perder ambas piernas, depender de sus hijos para todo y no poder caminar por las montañas como era su costumbre. Yo le estuve hablando, intentando hacerle consciencia, pero nada… Y sé que a pesar de esas circunstancias adversas que está viviendo, puede llegar a encontrarle un sentido a su vida. Por otra parte, me parece perfectamente respetable y comprensible que se encuentre en el estado en que está (tanto físico como emocional), pues ha sido su decisión, y aunque no lo apoyo en sus estrategias indirectas de suicidio, lo respeto.

Así que, ya para terminar: Sí, la vida es dura. Sí, me ha tocado vivir circunstancias difíciles (a algunas personas les ha tocado mucho peor). Sí, no he asumido el control de mi vida (consciente de que dentro de lo individual y humanamente posible, hay cosas que se nos escapan de las manos: terremotos, accidentes, violencia social, etc.). Sí, el mundo es terrible con tanta injusticia, tanta ambición y ansia de poder, tanta muerte (no sólo a personas sino a animales, ecosistemas, culturas y al planeta entero), tanto dolor, egoísmo, miedo y odio. Sí, estoy pendiente de unos análisis, tengo algunos riesgos de desarrollar enfermedades serias y sólo Dios sabe cuánto tiempo viviré. Pero nada, NADA de lo anterior justifica el hecho de vivir amargada, alegando por todo, viendo sólo el vaso medio vacío, pesimista, triste, sin ganas de luchar, sin esperanza y sin fe. NO.

Si lo quiero ver desde cierto punto de vista, es un reto asumir todo lo anterior con optimismo, tratando de sacarle lo bueno hasta a la peor de las situaciones. No soy una chica que se tome todo a broma: mi forma de ser es más bien seriecita. Eso no significa que no tenga sentido del humor. Así soy. Hoy me decía una persona en el trabajo que quizá si estuviera en otras circunstancias sería menos seria. Esa persona es sagitario y hace chiste de todo y de todos. Yo siento que cada quien es como es. No le estoy pidiendo que me hable y ni me importa ni necesito su aprobación. Si no le gusta como soy, el mundo es ancho y grande. No soy una payasa. NO me gusta hacer chistes a costa de otras personas, peor si es riéndome de sus problemas, debilidades, carencias o defectos. Tampoco me tomo tantas cosas en serio. Hay muchas que me vienen del norte, que me importan un bledo (y que además, no valen la pena). Hay otras que me sí importan y que me deberían importar, sí, un bledo. Un comino. Y otras cosas que no me importan y me deberían importar más. Como estudiar más, por ejemplo, y no dejar las cosas a última hora. Como aprender a organizar y administrar mi tiempo. Esas son cosas que sí importan. Tengo mucho que aprender y rectificar. Bueno, es un reto. No es fácil. Y lo asumo hoy

2. Pop
La música Pop me caía mal cuando era niña. Mi mamá siempre la oía. Yo le decía, recuerdo, escuchando una canción de Rocío Durcal: “La gata bajo la lluvia”, mientras ella me peinaba y me hacía trenzas para ir al colegio: “¡qué canción tan tonta! ¿Por qué va a estar chillando por un hombre que no la quiere? ¿por qué tiene que “ser” de alguien?”. Y así con todas las canciones. O con ese bolero que cantan Los Panchos “Sin ti, no podré vivir jamás…”. Me enojaba la dependencia y la tristeza que esa música destila. Yo le decía a mi mamá que si uno escuchaba esa música todo el día, terminaba creyéndosela y poniéndose en sintonía con los mensajes directos o indirectos que transmite.

Luego entontecí al llegar a la adolescencia y me dejé absorber por el sistema. Era época del “Héroe de Leyenda” de Héroes del Silencio, de Timbiriche (el grupo mexicano de donde salieron Paulina Rubio y Thalia), de pegajosas baladas y de llorosas canciones de amores terminados o no correspondidos de Franco de Vita o de Montaner. También escuchaba canciones subversivas, en ese tiempo aún prohibidas porque estábamos en guerra de guerrillas: Mercedes Sosa, el grupo Guaraguau, el nicaragüense… ¿Cómo se llama este? El que canta: “Son tus perjúmenes mujer/ los que me sublimeyan/ los que me sublimeyan/ son tus perjúmenes mujer…”. No recuerdo. Pero bueno, también escuchaba un poco esa música. Como aún había en alguna parte de mi cerebro resabios de mi antigua sabiduría infantil, evitaba escuchar la música en español y prefería la música en inglés porque le ponía menos atención al entenderla menos y necesitar más esfuerzo para comprender las letras de las canciones. Creo que Nirvana y otros grupos de rock alternativo brumoso y depresivo no fueron la mejor música para mis primeros años de universidad, cuando ya me rondaban las ideas de minusvalía y tristeza pues me había atrasado dos años en relación a mis compañeras del Liceo Francés: ellas estaban en el tercer año de la universidad mientras yo entraba al primer año de medicina.

La música siguió, después en forma de Trova: Mercedes Sosa (ahora ya no era peligrosa esa música), Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Auté, Serrat… Conocí a Sabina. Los conocí con amigos de la universidad. En mi casa sólo se escuchaba música clásica, música instrumental, bossa nova, o de grandes bandas, marimba, boleros y por supuesto, música pop en forma de baladas. Hay mucha música que he conocido ya de grandecita, buscando. Como la New Age, el jazz, la música regional (árabe, hindú, china, etc.), la barroca, el vallenato, la cumbia, y ¡El Techno, buenísimo para bailar!.

Y luego ya llegó el acabose. En el hospital las enfermeras tenían siempre música pop, baladas. O en el peor de los casos, merengue, norteñas y música a cual más fea y vulgar. Peor que la pop. Y me acostumbré. Así fue decayendo mi gusto musical. Y las circunstancias se fueron sumando a la música. Nos sentimos identificados con las ideas o sentimientos que se tocan en la música pop. Sentimos que hablan por nosotros. ¿Es por eso que gusta tanto?¿O porque nos recuerda eventos pasados y nos remonta en el tiempo? ¿O gusta tanto porque simplemente, por inercia, nos dejamos arrastrar por lo que ella nos dice y lo creemos real? Yo pienso que un poco de cada cosa. Pero también siento que mi pensamiento infantil primordial, no está lejos de la verdad: que la música sí influye sobre nosotros, quizá de forma subliminal, en nuestro estado de ánimo y forma de ver la vida.

Últimamente ya no oigo tanta música. Disfruto del silencio. Cuando puedo, apago el radio. A veces oigo a Vivaldi, Bach, a Mozart o Beethoven. A veces oigo jazz o música de Enya, o a Juanes o a Carlos Vives. Por lo que ellos dicen en sus canciones y lo que transmite su música. Discos pirata comprados a Q10.00. Y estoy por comprar el de Alejandro Sanz. Respecto a la música, Nick Hornby que es inglés, escribió un libro que me gustaría leer: “Alta fidelidad”. Y otro más reciente, “31 minutos”: son 31 historias surgidas a partir de canciones pop que le han gustado. El pop, para bien o para mal, ha venido para quedarse, sea por la razón que sea. Y a pesar de mi antigua resistencia infantil y sabia, también me ha enganchado. Hasta incluyo en mi página de “Jirafa’s World” canciones que han formado parte de mi vida…

Y ahora que es época navideña, nos inundan las canciones navideñas, gringas sobre todo. En cientos de versiones. No se acostumbran los villancicos. Algunos mexicanos nomás… Bueno, creo que originalmente son españoles pero los cantan mexicanos (“campana sobre campana, y sobre campana una…”)Se escucha por todos lados música navideña en inglés, de todos los tiempos. Por cierto, hace poco vi parte de un programa de MTV (
www.mtvla.com), porque me gusta enterarme de cuál es el rollo de los adolescentes actuales. Había un programa de chicos bailando (como bailarines exóticos ante un grupo de chicas guapas) música de perreo. Es horrible esa “música”. No sé de dónde se originó, ni me interesa, es horripilante, vulgar, desagradable. Y por lo que veo, es internacional aquí en Latinoamérica. Y en otro pedazo de programa, un chico tenía que seleccionar entre tres posibles chicas para una cita sólo con conocer sus habitaciones, sus dormitorios. Eran niños bien, todos ellos. Descartó a una chica por coleccionar peluches, camisetas y hasta bikinis de la rana René (de Plaza Sésamo). A otra la descartó porque, aunque le gustó que escribía poemas, usaba bikinis y calzones (pantaletas, bloomers, bragas) demasiado encubridores (a mí me habrían eliminado entonces, porque perdí mis tangas, que además no uso a diario… me parecen incómodas y se ha relacionado su uso además, con mayor incidencia infecciones urinarias). Y seleccionó a la chica con la ropa más sexy y atrevida.

3. Películas: Hermanas Magdalena, Último Samurai (la perfección)
Esa película de las Hermanas habla de una congregación religiosa que acogía en Irlanda a mujeres “pecadoras”. Desde ladronzuelas de pan, pasando por niñas y adolescentes abusadas sexualmente, madres solteras, chicas guapas y coquetas, hasta chicas con retraso mental leve abusadas sexualmente. Porque todas ellas eran culpables, pecadoras y malas. Por ser mujeres. Y sólo una vida de trabajo (esclavizadas a las monjas que sí cobraban lo que ellas lavaban y planchaban) las iba a redimir y llevar al cielo… Más de 30,000 mujeres sufrieron dentro de esas cárceles hasta 1996, cuando se cerró el último convento de esos, gracias a Dios. Es una pena que en el nombre de Dios se cometa tanta maldad. Al principio creí que era una ficción, pero al final se leyó que era acerca de la estancia de tres mujeres, tres historias en ese “lugar de salvación”. Yo no me peleo con las personas practicantes de alguna religión, ni les discuto a las personas religiosas. Les respeto y les escucho. Si me preguntan mi postura se las digo. De lo contrario, ¿Para qué? No me interesa convencerlos ni, menos, que me convenzan. No es fácil ser practicante de alguna religión. Digo, practicante en serio, no de los tipo fariseo. La Madre Teresa es uno de los pocos ejemplos de cristianas que de verdad cumplen con amor lo que Jesús dijo. Porque hay muchas personas que ayudan al prójimo por interés de ganarse el cielo, por miedo al infierno, porque está de moda o es bien visto en su circulo social, o por cualquier otra causa patatera, pero no por amor. Y ¿De qué habla Jesús? Del amor. Aquí por ejemplo hay señoras de la alta sociedad que andan de voluntarias porque no tienen nada más que hacer para entretenerse, o porque es bien visto por sus amigos y familiares, pero andan con una cara de amargadas y hacen todo de mala gana. En los dos hospitales nacionales más grandes se les puede ver con su delantal amarillo. No todas, por supuesto. Habrá quienes se entreguen con amor a su voluntariado. Por supuesto que no es suficiente excusa el que haya malos cristianos en su mayoría para no creer en las doctrinas de la iglesia, en mi caso, católica. Pero si se mira al pasado y se busca en la historia, se encuentra mucha sangre y mucho poder en manos de la iglesia. En algún lugar, leí que cuando se frustran los placeres del cuerpo, se focaliza toda la atención y la energía hacia el poder. Con lo cual puedo pensar muchas cosas, de muchas personas (Bush, por ejemplo). No me convencen los dogmas de la iglesia católica (nunca me convencieron), ni la facilidad que tienen las religiones para adormecer a la gente y funcionar como catártico, como droga, el hecho de que eliminan el libre albedrío y te convierten en oveja que no debe pensar ni cuestionar. Es muy difícil ser católica. Practicar en serio cualquier religión. Sobre todo si cuestionas a sus autoridades y las normas que dicen seguir, dictan y ordenan cumplir. Tarde o temprano seré practicante de zen. O Shintoísta.

Si algo agradezco a mis padres es el haber estudiado en un colegio laico. Bueno, era católico supuestamente, pero lo más que hacíamos era rezar el Padrenuestro antes de entrar a clases, lo cual me daba sensación de protección (una de las principales causas para creer en Dios; mi otra causa es que sé que Existe. NO sé qué es, qué hace ni cómo explicarlo, pero Esta Allí, lo siento, lo sé…). Y ya. Esa fue toda la instrucción religiosa que recibí, y bueno, los tres meses antes de la comunión (no recibí ni un año). Si con eso mi cuota de sentirme pecadora o culpable fue bastante grande, no imagino lo horrible que lo pasará un niño educado en un colegio religioso (católico, evangélico, mormón, musulmán u otro). Y por eso, películas como “La mala educación” de Almodóvar. Por cierto, quiero ir a verla.

No sé qué tan fidedigna sea la película: “El último Samurai” con lo que era la vida en Japón a finales de 1800, pero me gustó. Excepto las partes violentas, que evito mirar. Sobre todo el hecho de que cada persona busca perfeccionar lo que hace, cada día. Estoy pensando seriamente en entrar a un curso de artes marciales. Bueno, no a un curso, a practicar y hacerlo mi estilo de vida. Total, estoy contemplando la idea de practicar algún deporte, y por qué no el Karate o el Tae Kwon Do? De repente y al fin aprendo a ser disciplinada y organizada!! Además, me sirve como defensa personal!! Bueno, buscaré un lugar por aquí cerca, porque de nada me sirve buscar un lugar lejos para estresarme con la ida y el regreso. Ya veremos, de lo contrario, me quedo con los aeróbicos. Namasté.



29.11.04 Jirafa solidaria

El 25 de noviembre fue el Día de la no- violencia contra la mujer. Y van 448 mujeres asesinadas hasta la fecha. Además, justo el 26 apareció una mujer descuartizada. Sí, así como se oye: descuartizada dentro de varias bolsas plásticas, dispersa por toda la ciudad. La encontraron porque unos perros se la estaban comiendo. No se halló su cabeza. No se trata sólo de matar a las mujeres: hay que ser crueles, hacerlas sufrir, descuartizarlas, pisotearlas en toda su dignidad como mujeres y seres humanos; y eso sin hablar de la violencia doméstica… Es un odio contra nosotras. Por ser mujeres. Sólo por ser mujeres. Guatemala es uno de los países más violentos de toda Latinoamérica. ¡Y los imbéciles del Gobierno todavía se extrañan de que el Turismo no tenga mayor crecimiento! Yo, la verdad, no le diría a un amigo extranjero que viniera acá. ¡Dios guarde le va pasando algo! La semana antepasada mataron a dos holandesas. Es un peligro para todos… Tanto los que vivimos aquí como los que quieren venir a visitar.

La señora descuartizada era nicaragüense y tenía 44 años. Se sospecha del marido. Me da horror, náuseas, ganas de llorar, de salir huyendo y de largarme de este mundo (pero no de morirme, que conste). NO entiendo este mundo. Ni logro comprenderlo. Lo comentamos en el grupo de la maestría y la hondureña dice con la mayor calma: “¡Eso pasa seguido en Honduras! Allá los mareros dejan las cabezas de las mujeres en las bancas de los parques”. ¡Madre de Dios! En Honduras crearon una ley anti maras y ahora se han venido muchos mareros de Honduras a Guatemala. Salió un reportaje en elPeriódico de una señora a quien le mataron a su hija (de 15 años) hace tres años y de todo o que ha sufrido. En primer lugar, su hija desapareció al salir del trabajo durante unas vacaciones en diciembre de 2001: la metieron forzada en un auto último modelo y no tuvo noticias de ella, por más que buscó entre amigas, hospitales, el trabajo y la morgue, hasta semanas después que vio en las noticias cuando encontraron su cuerpo con señales de violación en grupo y el pantalón lleno de semen, apuñalado, amarrado con alambre de púas, golpeada en el rostro, con una pierna fracturada a golpes y estrangulada. Sólo con eso es suficiente para que una madre se muera del dolor. Luego, lo peor fue enfrentarse a la indiferencia del Estado, de las autoridades, de la Procuraduría de Derechos Humanos. En el Ministerio Público, en la policía en todos lados a donde fue a denunciar el asesinato, lo que le dijeron fue: “Seguro que era de una marera o tenia un novio de mara… o era una prostituta!”. Ninguna, ninguna de esas conductas justifica la muerte. Además, no era nada de eso: era una chica adolescente que estaba trabajando de vacacionista para comprar regalitos de Navidad. En una sociedad caduca y cuadrada, la muerte violenta se mira como castigo merecido a la mala conducta… Es un pensamiento retrógrada que predomina entre la población. La señora asegura que la chica no tenía novio. Era buena estudiante, estaba en tercero básico. En el reportaje se ven las fotos de la niña con su vestido de 15 años y de su habitación con peluches. Y lo peor fue lo que el jefe de un departamento de policía le dijo: que eso pasaba en Guatemala por ser mujer… ¡Como si ser mujer fuera delito! ¡Como si fuera una causa para ser asesinada, merecer la muerte y la tortura! La han perseguido, la han amenazado de muerte, le han sugerido que se interne en el Hospital Neuropsiquiátrico porque quizá está un poco “alterada” de los nervios. Y no me estoy inventando nada de esto. Está en elPeriódico del domingo 28 de noviembre, páginas 20 y21.

El reto es que hay que ser feliz a pesar de todo eso… Me cuesta lidiar con tanto sufrimiento. Me duele. Eso, al parecer, nadie lo entiende. Me duele. Lo malo del dolor es que o te da rabie y te impulsa a actuar o te paraliza y te lleva a la inacción. Te hace replegarte y esperar a que pase. Lo peor es que mi naturaleza no es muy activa que se diga… Tiendo a la pasividad y la inacción… Y sin acciones concretas, esto no va a pasar. Quizá, para sentir menos dolor, lo mejor que puedo hacer es participar en algún grupo de mujeres, que busque la reivindicación y el respeto a la vida. Luchar porque ya no quede impune tanta muerte, como la de María Isabel Franco; para que no haya más señoras que como doña Rosa Franco, tenga que ir a reconocer a su niña, desfigurada por la tortura, a la morgue. La señora ha perdido (y con razón) la fe en las autoridades, el país, el sistema de justicia y acota al final de la entrevista que ella verá justicia pero no de aquí, sino Divina. Y a ver, ¿qué ateo sería tan cruel de tratar de convencerla de que no verá justicia, en un país en donde la anarquía, el caos, la violencia sistematizada, la ausencia de aplicación de la ley y la inoperancia del sistema de justicia son la norma? No sé si haya justicia Divina. Pero ojala que sí. Porque no es justo que los hombres que hicieron tanto daño a María Isabel y su familia, y a tantas otras mujeres, y a tantos niños y hombres y familias enteras en este país (e incluyo a la mía, por mi papá), sigan tan campantes, haciendo de las suyas, viviendo para hacer daño y quizá hasta con riquezas y reconocimiento público. No es justo. Pero ¿es este mundo justo? Quizá con el tiempo, educación, buena voluntad y control en los propios niveles de egoísmo se pueda lograr que no lo sea.

El sábado 27 fui con mi grupo de la maestría (la chica virgo, la tauro, la piscis hondureña, el chico tauro casado y la única que nos acompañó fuera del grupo, una chica cáncer) a celebrar el fin de curso. La hondureña llevó Tequila “El Jimador”, uno de los mejores que hay. Yo estaba reacia a tomarlo porque me da miedo por lo que me sucedió el año pasado cuando me embriagué: quedé traumada y evito el licor. Pero entre comida y plática me tomé dos shunts dobles. Nada en comparación con la chica hondureña y la virgo… Y el tequila no estaba mal del todo: No me provocó malestar y era bebible. Recuerdo que una vez hace mucho tomé un sorbito de tequila en casa de una amiga y casi me destrozó el esófago; así quedé con un mal concepto del tequila. Pero este que bebí no era tan corriente. El problema vino al día siguiente y los días posteriores: la pancita me dolió; definitivamente no debo ni puedo tomar alcohol porque me activa inmediatamente la gastritis. Además, ese mismo sábado por la tarde fui a una despedida de soltera en donde, entre otras cosas, nos sirvieron un cocktail que me bebí por cortesía porque no me gustó. Supuestamente era sangría, pero nada qué ver! Era vino tinto con agua pura carbonatada. Esa ha sido la despedida de soltera más bonita a la que he asistido. Es de una chica vecina de la colonia. Una niña de 24 años. Y las asistentes éramos sólo vecinas. Nos conocemos desde hace años. Un ambiente muy familiar y cariñoso. Fue como una red de mujeres o como un ritual de transición. Hicimos una telaraña con lana y fue como arropar a la futura esposa con nuestros buenos deseos y consejos (nacidos de la experiencia). Me gustó mucho. Ahora estoy participando más con ellas. Pronto seré la única soltera del grupo. Es un gusto reunirse con ellas. Y sé que pueden ser un gran apoyo: lo noté entre ellas, que llevan más tiempo de reunirse.

El 7 de diciembre se celebra aquí el “Día de la quema del Diablo”. Antiguamente el 7 de diciembre por la noche salía una procesión de la Virgen de Concepción y como en 1600-1700 no había energía eléctrica ni mayor iluminación pues las personas hacían fogatas para iluminar el paso de las andas procesionales. Luego, en los años ’60 la tradición fue variando y las fogatas se hacían con todo lo viejo, lo malo, las cosas de las que uno se quería deshacer, y piñatas en forma de diablo, en una forma de rito de purificación (se tornaban buenas al pasar la Virgen). Ya casi está desapareciendo por los nuevos estilos de vida. Pero una de las señoras del grupo nos ha invitado a su casa a celebrar la “quema del diablo” y yo iré… Tengo algunas cosas que tirar en la fogata…

Ese mismo sábado (me sucedieron muchas cosas bonitas ese sábado) realicé algunas meditaciones mientras venía caminando por el comercial que está cerca de mi casa. Por ejemplo, que de perfumes, libros, ropa, libros, zapatos, libros, discos, libros… no he comprado casi nada (por no decir nada) este año… Lo único que he comprado en pagos es algunas joyitas de plata. La maestría me absorbe todo lo que gano, pero así es. Hay que apretarse el cinturón. Y siento que vale la pena el sacrificio. Estuve pensando también que no tiene nada de malo que me gusten los perfumes, o la ropa y los zapatos. Tampoco se me va la vida en eso. Pero me gustan. Y si por eso me llaman consumista o cualquier otra cosa pues qué me importa. Siempre me han gustado los perfumes. Me alegran la vida. Y me encantan. Ahora que recuerdo, como dije en una ocasión (y lo sostengo) me he enamorado de los dos chicos de quienes me enamoré por su olor personal, pero en uno de ellos influyó también el hecho de que usaba perfume. Un perfume que me encanta, además. Me gustan los perfumes. Cómo lamenté que cuando vine de España se me derramó un frasco entero de Poême en el equipaje de mano (que me quitaron y enviaron entre todas las otras maletas)… El olor es el sentido primario, el más antiguo y nos transporta a través del tiempo y del espacio en un momento. La ropa… La ropa me encanta porque siento que ayuda a expresar lo que sientes, lo que opinas de la vida, lo que eres. Marca tendencias, épocas, orienta en la forma de vida y los hábitos de un grupo, de una comunidad y hasta de un país. Por ejemplo, cuando estuve en España me llamaba mucho la atención lo poco coloridos que son para vestirse, o al menos en Barcelona durante otoño, invierno e incluso primavera. En Guatemala lo primero que notas al salir a las calles, sobre todo en áreas populares o rurales, es el color. No importa la época del año. El color inunda tus pupilas y te sacude. Los indígenas usan ropa de muchos colores y los que no lo somos también usamos colores, talvez no tantos al mismo tiempo, pero se usan. Los latinos tendemos a usar más colores en la ropa, en las casas, en la decoración. Por supuesto los grupos de alta sociedad tratan de asimilar la cultura gringa o europea y sobre todo en decoración, tienden a evitar muchos colores, más ahora que está de moda el minimalismo y el monocromatismo. En mi opinión personal, el invierno frío y gris de los países del Norte, se sobrellevaría mejor con un poco de color en lugar de los tonos de beige, grises, marrones o el negro que monopolizan la vestimenta de la mayoría de la población. ¿Será que no se sienten cómodos con darle color a su vida?? No lo sé. Los zapatos… Pues los zapatos complementan la ropa. En lo particular los prefiero cómodos. Me gustan los zapatos de tacón alto, pero no los soporto. Además, son dañinos para la columna. Y los libros… Los libros son mi primer amor. Simplemente eso.

El 1 de diciembre es el Día mundial de la lucha contra el SIDA. Entre la ignorancia y el tabú es difícil la educación para prevención del SIDA aquí en el país. Más de alguna vez he discutido respecto a que el SIDA no es el castigo merecido por las acciones previas (“pecados”) de quienes lo padecen, como algunas personas y grupos suelen argumentar como excusa para no ayudar ni prevenir. Cuesta cambiar mentalidades cerradas y conservadoras. Sólo la educación puede salvarnos… En fin, estoy evaluando la posibilidad de trabajar como voluntaria con pacientes (niños) con SIDA, que viven en un hogar; muchos de ellos huérfanos. Adoptar a uno e irlo a ver, quererlo, jugar con ella o él… Ya veremos. El que mucho abarca, poco aprieta. Y hay muchas cosas que quiero hacer. Namasté.


Guate. 09.12.04 Jirafa médica

3 de diciembre. Ese día se celebró el Día del médico. ¿Por qué se celebra o cómo se inició esa celebración, lo desconozco. Tampoco sé si es sólo aquí o en otros países. Bueno, al menos aquí sí lo es. Y no sé para qué está establecido porque igual no se celebra. Viéndolo bien, en el país hay pocos días de asueto obligatorio, ni en el los trabajos estatales, menos aún en las empresas privadas. Empecé a estudiar medicina sin mayor pasión, sólo para demostrarle a mi padre que yo podía que no era, como él decía, carrera de hombres. Mi idea inicial era estudiar luego psiquiatría. Pero en el camino fui cambiando de idea. No niego que aún me llama la atención la psicología, pero la idea de estar escuchando historias terribles todo el día, me asusta. Me aburre. Ya he dicho que con algunos pacientes, me dan ganas de decirles: “mire, si no quiere nada, no haga nada, pero ya váyase”. Cabalmente hoy llegó una señora que es un caso la pobre: dice que en ningún lugar la quieren atender y que los médicos se enojan con ella. Es diabética, sí. Pero es que además tiene un serio problema para manejar las cosas que le suceden. No logra ver que ella solita se ha encerrado en la rutina que lleva y logra quedar como víctima de todo el mundo… Se puso a llorar recriminándome que una vez que llegó con sus nietos yo sólo le dije buenos días y ella se sintió rechazada porque pensó que yo no quería atenderla porque iba con sus nietos (¿¿??). Es cierto que, si vive alegando que no tiene dinero, que la mamá de los nietos no le deja dinero para darles de comer lo más lógico sería que no se hiciera cargo de ellos, pero de eso a que yo me enoje por lo que hace o deja de hacer… Me desespera, eso sí, que no sé, como que viviera en otro mundo, y no acepta ser referida con psicólogo ni psiquiatra. Evade el tema. No se quiere enfrentara a sí misma. Creo que es una de las cosas más difíciles que hay. No sé, no sé si yo tendría paciencia de ver a diez como ella, ni cobrando 100 dólares por consulta… Lo lamento por la señora, pero si ella hace DNV por eso (y por todo) es su problema, no mío. No, no soy buena. Nunca me he jactado de serlo. Es difícil sentir amor por una persona así. Lamento mucho no ser compasiva, como me gustaría serlo. Como la Madre Teresa… ese es amor. Quizá haya otros ejemplos de personas que aman, pero no se me viene otro nombre por ahora.

Cierto es que paga bien la psiquiatría, pero no sé, no tengo paciencia. No sé si aguantaría. Además, después de haber superado una depresión, cuando oigo a una persona con depresión por un lado me siento capaz de ayudar y de brindar lo poco que yo sé y he vivido, pero por otro, recuerdo cuánto me dolía el alma en esos tiempos y me duele pensar cuánto estará sufriendo esa persona, me identifico con ella… ¿Cómo se llama eso? Tiene un nombre en la jerga terapéutica… Traslación? Proyección? No recuerdo... Me cuesta lidiar con tanto sufrimiento. El sufrimiento físico me es más fácil de manejar, entender y comprender, pero el del alma… Prefiero no meterme a esas honduras… Así que no sé qué tan buena idea sea dedicarme full time a eso. Sin embargo, no descarto dedicarme a ello aunque sea de hobby, o estudiarlo por amor al arte, porque me gusta todo el rollo de intentar estudiar, entender y comprender la conducta humana. Pero mientras puedo dedicarme a ese hobby, me decidí por algo neutral, que me gusta y me parece muy importante: la nutrición. Ya sé que no es la típica especialidad médica como pediatría, oftalmología u obstetricia. De hecho, tanto por conocimientos como por el hecho de contar con un trabajo estable, al menos el tiempo que dure, he pensado en una residencia: Endocrino’, que no hay aquí, medicina interna e incluso, psiquiatría. Pero primero, adelantar la maestría…

¿Cómo me siento ante mi carrera? Pues como dije antes, inicialmente estudié medicina como un reto y una prueba de resistencia. Sin embargo, creo que tan desencaminada no andaba. El año pasado que no trabajé medio año, mientras estuve en España, me hacía trabajar, y específicamente, me hacía falta ver pacientes. Y el otro semestre que trabajé sólo dando clases en la universidad, también me hacía falta ver pacientes. Ahora que estoy viendo pacientes, lo que me hace falta es más plata… Y dar clases o investigar. Lo he paliado un poco por la maestría (estudiar, investigar), pero si no estuviera estudiándola, seguro estaría desesperada. Lo bueno es que ya no me siento en pleito con la carrera. Me he hecho su amiga y le he tomado cariño. Después de todo, me alegra haber estudiado medicina y no haber tirado la toalla. Mis amigos de medicina, excepto dos que trabajan en el interior del país, porque no quisieron estudiar residencia (una de ellas porque está con la idea de irse a España… pero con el tiempo que lleva aquí, ya estaría terminándola… Su novio vive en Madrid y la ha esperado por varios años…), una que no estudió nada porque tenía depresión y otro que estudió una maestría en Salud Pública, casi todos finalizan este año su residencia: hay una internista, una pediatra, una oftalmóloga, un obstetra (todavía le faltan dos años), y una radióloga que está en primer año de la residencia. Ah, y un amigo a quien dejé de ver, que es psiquiatra. Y bueno, yo que seré, Primero Dios y mi esfuerzo, nutrióloga.

La medicina es muy mal pagada acá. Excepto si la vuelves negocio. Hay médicos que en su clínica privada cobran Q400.00 por una inyección de mágicos esteroides: dexametasona o algo así. Y como mucha gente no sabe que es eso, se aprovechan de su ignorancia. En el estado, si trabajas en algún pueblo remoto alejada de la civilización (como mi amiga del novio en España), puedes ganar Q7500.00 (el cambio está a 7.80 quetzales por un dólar) al mes. Si trabajas en una empresa privada y te pagan Q6000.00 por 10 horas diarias tienes que estar dando brincos. El sueldo medio de los residentes, que tienen que hacer turnos de 24 horas (más el horario de 7 AM hasta –supuestamente- las 4-5 PM) es de Q5000.00 mensuales. Y bueno, está la vil explotación de los hospitales y sanatorios privados en donde te ofrecen Q1500 o Q2000 al mes por turnos de 24 horas cada 3 días. O la explotación de la premio Nóbel de la paz que con el dinero hizo una “fundación de investigación” y posteriormente, una red de farmacias “Similares”, franquicia mexicana de medicamentos genéricos. En cada farmacia tiene una clínica de medicina general abierta durante 14 horas diarias. Cada médico trabaja 7 horas al día, de lunes a sábado y domingo cada quince días. Y lo que paga es Q15 por paciente evaluado. Sin prestaciones, vacaciones, aguinaldo, descuento del Seguro Social, jubilación ni nada. Yo antes le daba a la Menchú el beneficio de la duda (a pesar de que los propios indígenas quichés la criticaban mucho por su actitud), pero después de esto ya no. Ella no estudió, no sabe el esfuerzo de todo tipo que implica estudiar una carrera. Por eso no valora a los profesionales. Por supuesto que hay médicos con fincas y mucha plata, ya sea porque la han heredado o porque se han deslomado trabajando casi 18 horas diarias, por muchos años. A quienes mejor les va es a quienes hacen procedimientos quirúrgicos o de otro tipo (cirujanos, obstetras, oftalmólogos, gastros’, cardiólogos, etc.), y aún así muchos especialistas y subespecialistas se la ven a cuadritos para cubrir el presupuesto familiar. Y así es como se termina aceptando pagos míseros, por la necesidad, porque como casi toda la mara ya está casada y con varios hijitos, y además tienen que mantener el Status quo de “Soy médico”, pues tienen que aceptar. Y el Colegio de Médicos, bien gracias. No dice ni pío. Ni “esta boca es mía”. Y es que somos muchos médicos todos amontonados en la Ciudad de Guatemala y sus alrededores. Casi nadie quiere irse a los pueblos. A mí lo único que me dolería de dejar la ciudad es que si hay algún concierto o exposición, no asistiría, pero igual, para lo que asisto… Yo sí estoy dispuesta a irme, con tal de estar más tranquila, vivir con menos miedo (por la violencia) y hacerme menos cuadritos la vida. Si me sale un trabajo convincente, y que me permita venir cada semana a la maestría, ni dos veces: me voy. Sobre todo, a Jalapa. Cerca de Tatasirire.

La semana pasada en el canal Discovery miré un programa que hablaba de personas Mutantes. O sea, casi todos nosotros porque en mayor o menor grado, todos tenemos alguna mutación. Y concluían en algo que yo ya sentía/sospechaba/suponía: que la mezcla es lo mejor (I knew it!!!!). Esto con base a que cuando se mezclan dos grupos étnicos diferentes (planteaban la idea de que las razas son mutaciones de una variante humana primigenia, que originó a las demás), el resultado es mejor porque cada individuo aporta su mejor material genético y hay menos posibilidades de mutaciones, y más belleza. Halle Berry, una mujer que me parece muy bella, es hija de una enfermera negra y un obrero blanco. Así que sigo insistiendo que a los humanos lo único que nos va a salvar como especie es la mezcla: para derribar fronteras de todo tipo: raciales, religiosas, ideológicas, etc. ¡Viva la heterodoxia! ¡Viva el sincretismo!

El sábado fui en una excursión a una finca de la costa sur diz que habilitada como sitio ecológico. La finca se llama “los Tarrales” porque hay unos cuantos bambúes allí. Tarro llamaban los castellanos antiguos al bambú. La casa patronal es una construcción de 1800. La finca fue comprada en 1814 por una familia gringa de apellido Bunge y se dedica al cultivo y exportación de café y plantas exóticas para arreglos florales y para sembrar. Me da un poco de coraje que hablan de tener a 70 familias trabajando allí… en qué condiciones! Seguro a esos niños se les hace una evaluación nutricional y están desnutridos. Son bajitos, andan descalzos. Tienen una escuela de 1º a 6º grado pero sólo los primeros 4 son gratuitos mientras los otros 2 tienen que pagarlos los padres… Cuando supuestamente en el país la educación es laica, gratuita y obligatoria… En teoría. Y además, en el folleto de información hablaban de ir a unas cascadas y nada que ver: sólo recorrimos la plantación de ornamentales y ya. No fue nada del otro mundo, y encima, el calor: 32º C al sol, y eso que en esta época hace menos calor… No valió la pena el viaje. Pero me parece una actitud muy gringa, tipo: “la comida de McDonalds es saludable”, o “Tuvimos que atacar a Iraq porque hay armas biológicas”. Explotación y engaño, bastiones del imperio… Pero, no todos los gringos son así. Conozco a un par que no son así.

Por cierto, los guías de turismo andaban desviviéndose por mí: andaban detrás de mí, corrían para ayudarme (sin yo necesitarlo), y decían comentarios… Grr!! ¡A mi eso me desagrada porque ninguno de los dos me pareció interesante! Incluso, el más joven de ellos me pidió el correo electrónico. No sé, quizá si me escribe y me invita a salir, lo pensaré. No es mi tipo, pero tengo que salir ya de este enclaustramiento, conocer chicos… Lo pensaré. Según lo que me escriba. Bueno, debería intentarlo al menos una vez, no? Si no me agrada pues ni modo, pero no pasa nada. No pierdo nada. NO me va a comer, no me va a hacer daño. Tengo que aprender a confiar. Poco a poco. Las mujeres somos contradictorias. Hay una anuncio de una venta de ropa llamada Burda en la que se “oye” la plática mental de una chica diciendo esto: “No me mira! No me mira ni porque traigo la minifalda! Qué hago para que me mire? Y este? Qué se cree? Por qué me mira?”. Sólo nosotras nos entendemos… O sea, queremos que nos miren pero sólo quien nos interesa, los demás, ¿Qué se creen? Ja, ja, ja! Es absurdo, ni que no tuvieran ojos!! Este finde me voy a Río Dulce a visitar a una amiga del alma que próximamente iniciará feliz, asustada y entusiasmada, su vida en pareja con un gringo que se mira buena onda. Ojala todo le vaya bien. De todo corazón, le deseo lo mejor.

La semana pasada terminó la Feria Municipal del libro. Al final ya no fui. Es una barbaridad! No me he comprado ni un libro en todo el año… He estado muy ajustada de plata, por la maestría. Pero el otro año será mejor. Leí hace dos fines de semana un artículo del Maurice Echeverría que hablaba de los diarios y el género epistolar en la vida de los escritores. Sería un sueño para mí dedicarme de lleno a escribir. Estoy triste porque estas dos semanas (dos semanas ya) que llevo de vacaciones, no he escrito. Por múltiples razones. Tampoco he subido nada a mi “Jirafa’s World”… Lo tengo muy descuidado. Y no porque no haya qué escribir o qué pasar a la compu’ de alguno de mis cuadernos. La verdad, no tengo excusa. Debería ponerme horario para escribir. Y hacerlo. Pero siguiendo con lo de los diarios, hablaba de los diferentes tipos de diarios que hay. ¿A qué género pertenece este? La web está llena de blogs. Blogs de todo tipo. Este no pretende nada. Es el sustituto de mi cuadernito de escribir la vida. Debería llamarse así: “Cuaderno para escribir la vida”. Sin embargo, siempre, siempre, he llevado dos diarios. El “oficial” y el otro. En el otro escribo muy poco, muy poco. Pocas veces al año. ¿Para qué escribo un diario? La verdad es que mi aspiración romántica secreta es que, siendo optimista y pensando en que formaré un hogar con un buen hombre, alguna de mis nietas encuentre mis diarios y cuadernos cuando yo ya no esté y los lea, sola o con su hermana. Y me conozca… Y podamos ser amigas aunque en ese tiempo yo sea sólo brisa, o delfín o cellista en otra parte del mundo. Ese es mi sueño. Y el lado práctico es que, de acuerdo, la vida hay que vivirla. Pero yo necesito escribirla también. Me sirve para evaluar situaciones, aprender, reflexionar, recordar… Es una forma de detener el tiempo y ser eterna. Y escribir es una forma de crear el mundo. Me hace falta escribir en serio.

Necesito urgentemente encontrar otro trabajo. No entiendo a las personas. El chico de la farmacia, pues me daba cierta desconfianza porque es escorpión y no sé si porque yo lo proyecté (no es ley… síndrome? Bueno, algo de Pigmalión) o porque él es así, me hizo un relajo enorme el día del médico (el tres). Me hizo quedar mal, me reportó y total que hasta un memo enviaron. Lo patético del caso es que ahora el tipito está enojado conmigo. Él inventó un chisme y cierto, me molestó y a partir del lunes lo he saludado “de lejitos”, pero yo debería ser la ofendida, no él. Yo he intentado por todos los medios no ser como casi toda la gente no indígena de acá, no decir cosas como “indio tenía que ser”. El tipo es indígena kekchí. Llevábamos una relación de trabajo agradable hasta que me enteré de lo que hizo el viernes. No sé si hablarle para poner los puntos sobre las íes o dejarlo así, en guerra fría (situación que no me parece lógica ni agradable puesto que somos sólo tres personas). Alguna amiga me ha dicho que lo ignore, que no le de importancia ni poder a ese “indio” (sic). Pero más allá de su origen genético, es un ser humano y prefiero hablar. Para eso tenemos boca y cerebro, no? Para hablar y resolver los problemas. No es necesario tomar actitudes infantiles, que con berrinches no se resuelve nada. No importa que me digan que le estoy dando poder, prefiero hablar. Siento que es lo correcto. Si él persiste en su actitud o dice que no pasa nada (lo cual no es cierto, se nota a leguas), pues ya no queda en mí. Y si persiste en su actitud, confirmaría una vez más mi hipótesis de que hay que cuidarse de la gente religiosa… Él es cristiano evangélico y se pasa oyendo música cristiana todo el día. Mi jefe es pastor de una iglesia. ¡Ya no quiero trabajo con gente religiosa! Me han curado de espantos! Prefiero un trabajo laico.

Por cierto, estaba pensando: ¿Es necesario practicar alguna religión para cultivar valores? ¿Es necesario ser cristiano o judío o musulmán para cultivar un corazón compasivo, una mente consciente, humildad, sabiduría, solidaridad, comprensión? Si vamos a los hechos, pues la mayoría de gente de este país es religiosa (católica o evangélica: las iglesias están llenas los domingos) y habrá quienes se persignan después de haber dado muerte a otra persona. No lo dudaría, en serio. Y miremos cómo está el país. Estados Unidos es un país muy religioso que apoya las guerras (como la de Vietnam o Irak), en nombre del país, de Dios, de la libertad y supuestamente de la paz. En Europa hay más gente atea o que no practica ninguna religión: ¿Son más compasivos, más solidarios, más humanos? ¿Miran a todos por igual o son racistas? ¿Son los hindúes más solidarios, tolerantes, comprensivos? ¿O los musulmanes o los japoneses, son menos egoístas y más amorosos gracias a la religión que practican? Creo que al final el problema no es cuestión de practicar o no una religión (X, Y o Z), sino de cosmovisión, de valores, de amor. A la vida sobre todo… A la propia y a la ajena. Es de reflexionar un poco, pensar y buscar en el corazón lo que es correcto, tomando en cuenta las circunstancias y la sensibilidad humana. Es difícil. Pero vale la pena. Siento yo. Sólo haciendo un alto en el camino podemos pensar en un mejor futuro para toda la humanidad. Cambiando totalmente de tema, ya encontré un lugar cercano a donde puedo ir a recibir clases de Karate. Sería Kempo, una de las tantas variedades que hay de este arte marcial. Iré a ver una clase el lunes, para evaluar la idea y terminar de decidirme. Y me voy ya. O no llegaré a la clase de aeróbicos. Namasté.
24.11.04 Jirafa en un bache

La bibliografía del libro del que hablaba en el último correo es: “A primera vista”; Dimitrus, Jo-Ellan y Mark Mazzarella, ediciones Urano, BCN 1999.

No sé qué me pasa. Quizá un poco, pero no me animo a decidirlo… Siempre he dicho que el dinero no es lo más importante para mí. Y no lo es. Del todo. Sí me interesa la comodidad. La belleza. Y la belleza es un bien caro. No hablo, por supuesto, de un atardecer o una noche de luna. Pero una casa bonita, asistir a la ópera, incluso, pagar Internet 24 horas para poder bajar conciertos de música (en el caso de saber cómo bajar MP3, y yo no lo sé), todo conlleva dinero de por medio.

Me gusta trabajar con las personas que trabajo (aunque a veces alegue), poner mi granito de arena en la vida de esos pacientes. Sé que podría hacer más por la gente desde otra instancia, pero para conseguir otros puestos necesito la preparación (que en esas ando) y cuello, enchufes, conectes, recomendaciones o como quiera que se le llame. Por otro lado, una compañera de la maestría renunció a un trabajo en donde le pagaban más o menos (Q7,000 al mes, el cambio está a casi Q8 por 1$), pero había que hacer cosas que van contra lo que ella y yo sentimos/creemos/sabemos que es correcto: recomendar cosas que van contra la salud, pero que venden. Ella renunció por escrúpulos morales y bueno, porque ya había conseguido trabajo en otro lado que le interesaba mucho más, aunque le pagan menos. Ella es una niña que tiene plata (carro propio, laptop que su padre le ha dado), es el segundo trabajo que tiene en su vida y se graduó este año. Tiene 24 añitos. Por eso digo que es una niña. ¡Quién tuviera su edad! ¿Para qué digo eso? Si tuviera su edad, quizá volvería a cometer los mismos errores que he cometido… Porque para eso cometemos errores: para aprender lo que necesitamos. Pero bueno, ella me ofreció el trabajo en el que estaba y no acepté porque no me siento bien recomendando cosas que van contra la salud de las personas. No es correcto. ¿Cómo voy a hacerle daño a alguien que viene a mí pidiendo ayuda? Pero estuve tentada. Por el dinero. Es difícil, como médica general, ganar eso aquí en la ciudad. Sí se puede, pero trabajando en lugares remotos, sin posibilidades de estudiar.

No sé qué hacer. Hasta he pensado en entrar a una residencia, sólo por el “Status” y la mejor paga que reciben los especialistas. Hablo de llevar una vida sana, de hacer ejercicios, etc, pero normalmente, si tienes pluriempleos no te queda tiempo para hacer ejercicio, preparar comida saludable para llevar al trabajo ni nada. Conozco a varios médicos pluriempleados y lo único que quieren es descansar, dormir y estar con sus hijos un rato. Y la mayoría están descuidados, obesos, no hacen ejercicio, sólo leen lo de su especialidad para estar al día y competir mejor… ¿Qué quiero? ¿Qué es importante para mí? Tengo que definir una postura de una vez por todas y dejar de suspirar por lo que no tengo. Si me decido por los pluriempleos y el dinero, pues sé que será más difícil sentarme a escribir, leer, divagar, ir al gimnasio, etc. Pero necesito independizarme, comprar un auto, me gustaría viajar… Y eso no lo puedo lograr teniendo un solo empleo, a no ser que fuese un empleo muy bien pagado. En Guatemala, eso no es muy posible. Sólo si eres político, o narco, o tienes un puestazo en el gobierno, pero como médica así como estoy, no. En Honduras, una compañera de la maestría nos ha contado que un médico general, trabajando en el estado en un puestecito de salud gana Q!5,000!!! Aquí eso no lo gana ni un sub- sub- especialista!! En el Estado, lo más que ganas es Q7,000, y como dije antes, en lugares súper lejanos. Esta compañera entró a oposición por una plaza, ojala y le salga!!

Pues esa es mi disyuntiva: to be or not to be. Creo que si sigo en esta contradicción vital voy a terminar de muy mal humor. Lo consultaré con la almohada evaluando todos los pros y contras. Una chica española que conozco me decía que bueno, que es una opción de vida: que ella tiene un carro viejito, que no tiene un empleo seguro, etc. El novio le objetaba: “pero tienes auto y tienes un piso propio”. Él es filósofo medio hippie: es licenciado en filosofía pero trabaja recogiendo fruta y cosas por el estilo. Eligió vivir así. Pero yo no lo he elegido. Aún. Es muy valiente eso. Yo no sé si podría. Me recuerda mucho aquella anécdota de ¿Qué filósofo era? Diógenes, creo yo. Pues estaba Diógenes comiendo lentejas cuando llegó el filósofo oficial del Estado a decirle: “Si fueras como yo y elogiaras a los gobernantes, no estarías comiendo lentejas”. A lo que Diógenes replicó: “si fueras como yo y te gustaran las lentejas, no tendrías que estar elogiando a nadie”. ¿Todo tiene que ser así? ¿Negro o blanco? ¿O estás o no estás en el grupo de personas que tienen acceso a seguro dental, a una alimentación sana y balanceada, a tiempo y un área segura para ejercitarte, al arte y la belleza, a estudiar idiomas, ballet y recibir educación de calidad? Y luego, yo (cleta!) preocupándome hasta por los hijos que no tengo, que si decido ser como este chico hippie- filósofo, peace&love ¿Qué futuro les espera a mis hijos no nacidos? Y por otro lado, quizá aunque tengan la oportunidad de optar por otro estilo de vida, igual decidan ser del grupo hippie-filósofo. Y están en su derecho.

Lo ideal. Lo ideal sería que TODOS fuésemos capaces de amar, que fuésemos sabios y con un corazón compasivo.. Que no nos peleáramos por el petróleo, la religión o el color de piel. Que TODAS, pero hablo de TODAS las personas tuviésemos las mismas oportunidades. Yo no entiendo, por ejemplo, por qué la gente se conforma con la fealdad y la suciedad. Aquí en la ciudad hay sectores bien delimitados y en donde las diferencias son ostensibles. En barrios medios el ambiente es limpio, medio seguro, pero no estético. En barrios pobres y muy pobres: súper inseguro, feo, sucio, muy feo… En barrios ricos: bonito, seguro y limpio. ¿Y por qué todos tenemos que aguantarnos? ¿Por qué lo mejor es sólo para unos pocos? Veo a la gente que se mata trabajando (literalmente: terminan con diabetes, ECV’s o infartos, por mencionar algunas enfermedades), y ¿Disfrutan del dinero? Bueno, algunos sí. Conozco a un abogado que da clases en una universidad privada, trabaja como funcionario en el ministerio de Finanzas, tiene su bufete particular, tiene una empresa de medicamentos y nunca está en su casa (salvo para dormir). Trabaja 16 horas al día 6 días a la semana (ya veces, 7). ES diabético, no se cuida, tiene neuropatía. Eso sí, tiene buenos trajes, dos casas, carros del año y cada diciembre sale de vacaciones fuera del país; este año se irá a Europa con toda la familia. Su esposa también es abogada.

Nada, que tengo que decidir ya, entre la vagancia, la escritura, y la vida pseudo-bohemia (que no soy bohemia completa de cigarro, licor, desvelos en clubes o antros, etc. ; en primer lugar me desagrada el cigarro y el alcohol es peligroso; y en segundo lugar, me da miedo andar sola –con o sin auto- de noche: es peligroso; Sí, es feo vivir con miedo), y los bienes materiales (y espirituales, que para mí el arte y el viajar son alimentos para el espíritu)… ¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser así? Snif, snif… Así es la vida.!!

Hipotéticamente hablando, si algún día puedo volver a abrir mi corazón a alguien, puedo volver a confiar, a enamorarme y amar, pues (al menos hay cosas que sí tengo claras): NO viviría con él antes de casarme. Ni con el argumento de que así se conoce uno más, de que así es en su país ni nada. Si alguien quiere vivir conmigo, si alguien realmente me ama, que entonces también esté dispuesto a pedir mi mano y casarse. Había leído hace ratos, y he vuelto a escuchar recientemente esto: de cada 100 parejas que viven en unión libre, sólo 30 permanecen juntas. Y entonces, alguien argumentará que igual sucede en el matrimonio. No niego que la tasa de divorcios es alta en todo el mundo. Pero creo que es porque, como dice un amigo, la gente se casa por inercia. Quizá soy demasiado romántica. No importa que sea una ceremonia muy sencilla, pero no es lo mismo ponerse a vivir juntos así nomás que casarse. Casarse por amor, digo. Talvez lo que suceda es que muchas personas se casan enamoradas pero no AMAN a su pareja. No es lo mismo enamorarse que amar. Y por eso los matrimonios tampoco funcionan del todo. La verdad, no sé cuál es el miedo a casarse. Si se supone que vives con alguien sin casarte, porque amas a esa persona y quieres estar con ella y serle fiel, ¿cuál es el miedo a hacer un compromiso formal? Imagino que habrá mil y una razones para ello.

Lo que yo siento es que vivir con otras personas no es fácil. Todas tenemos nuestros días, nuestras lunas. A veces (al menos yo sí) queremos estar solas y que nadie nos hable. A veces hacemos o decimos cosas que les disgustan incluso a las personas que nos aman. Y tenemos nuestra idiosincrasia propia que no siempre es bienvenida, por mucho que queramos a las otras personas o que nos quieran. Si se quiere vivir tranquilo, sin que nadie le importune, sin preocupaciones ni molestias, pues hay que vivir solo. Así de simple. No son fáciles las relaciones interpersonales ni entre padres e hijos, ni entre hermanos, ni entre parejas ni entre compañeros de apartamento o de trabajo. Siempre hay roces, malos entendidos, alguno que otro problema… Así es la cosa. Por eso, si se vive con una pareja sin el vínculo del matrimonio, es más fácil en un rato de desesperación agarrar las cosas y largarse. Sin embargo, si se está casado/a, se piensa un poco más antes de lanzarlo todo por la borda. Y al final, después de muchos, muchos años de vivir juntos, cuando el invierno se acerca y el cabello es del color de la nieve, se puede mirar para atrás y mirar con alegría todo lo que se ha caminado junto a esa persona a la cual se le dio el “Sí, acepto”, cuando aún era primavera o verano. Se mira con orgullo y alegría lo que ha crecido de las semillas sembradas y todo lo que se ha construido día a día, poco a poco, a veces con preocupación, con miedo, con disgustos, con tristeza, con alegría, con esperanza, con fe y mucho amor. Son las pequeñas cosas, los detalles los que hacen la vida y las diferencias. Pero nada… soy una romántica… Quizá soy una especie en peligro de extinción. A las pruebas me remito.

Una amiga me decía que hay que confiar en Dios, que Dios siempre ayuda a las personas buenas. Sé que no es correcto (porque ese tipo de actitudes impide una comunicación adecuada; lamentablemente hay muchos errores de comunicación que cometo), y menos mal me lo dijo por teléfono, pero no pude evitar sonreír irónicamente. Ja, ja, ja… ¿Dios? ¿El mismo Dios que escuchó mis oraciones desde niña pidiendo un solo chico para toda la vida, a quien yo amaría devotamente (y viceversa)? No. Yo creo en Dios. Pero no de esa forma. En primer lugar, no soy buena. ¿Quién es “bueno”? Todos cometemos errores, todos decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Todos fallamos alguna vez. Todos herimos a alguien. Todos sufrimos. “Every body hurts”, canta acertadamente REM. ¿Quién es realmente bueno? ¿Qué es ser bueno? Yo no espero nada. Hago lo que hago porque lo considero correcto. No por ser “buena”, ni por “irme al cielo”, que ni creo en el cielo, en el infierno ni nada de eso. A veces me gustaría creer en todo eso. A veces me gustaría ser más simple y no pensar tanto, ni cuestionarme tanto, ni hacerme cuadritos la vida, pero así soy. Tendría que dejar de pensar. Detener el flujo de pensamientos. Se puede hacer en meditación, pero ¿Se puede hacer 24 horas diarias? Quizá la única forma de lograrlo sería dedicándome a la vida contemplativa en cuerpo y alma. A veces me lo he planteado, desde que estaba en la Facultad me lo planteaba. Ser monja zen. Pero no sé, no sé. Es una decisión que hay que meditar muy bien y creo que una monja zen no se angustia por no haber encontrado a su alma gemela, ni por formar o no un hogar ni por si va a ser madre o no ni porque su corazón fue destrozado. Todo eso está abajo y muy lejos de una monja zen de vocación. Por lo que deduzco que no es la mía. Tengo que aprender, entre muchas otras cosas, a no reírme irónicamente de lo que me dicen. Sé que me lo dicen con la mejor intención y porque me tienen cariño. Es que me molesta que me hablen de Dios respecto a lo sucedido con mi ex. Allí Dios no tiene nada que ver. Fue mi necedad de irme cuando no estaba preparada para afrontar el reto. Mi miedo de perder a la persona que finalmente, de todas formas perdí. Y el dolor ha sido tanto que prefiero darlo por muerto, porque así ha dolido un poco menos. Pero ha pasado mucho tiempo y esta herida no cierra.

Así que mejor me voy. Iré a bailar haciendo aeróbicos. No se puede llorar bailando. Y por cierto, no podré ir mañana a la marcha por el día de la No violencia contra la mujer. Tengo que ir a la universidad, a hacer un trabajo en grupo. Tampoco he podido conectarme hoy para subir esto. Ya lo haré otro día. Y quizá cuando lo suba, ya hasta tenga la respuesta a mi disyuntiva. To be or not to be. That’s the question. Namasté.



30.12.04 Jirafa pop

Bueno, tengo mucho que escribir. No sé ni por donde empezar. Quizá lo de pop será mejor después. Pero es el pop el que originó toda esta diatriba. Iremos por orden:

1. Verdades
Se supone que una tiene un diario para escribir las cosas que pasan, que siente, que anhela, que vive. Y la forma en que una se relaciona, interactúa y reacciona ante esos eventos. He escrito diarios desde que tengo once años. Tengo muchos cuadernos y ha sido hasta el año pasado que he iniciado con el formato electrónico. Pero, quizá no he sido del todo explicita. Bueno, una tiene derecho a guardarse un poco sus cosas, no? Y es que viéndolo bien, ni siquiera en mi diario manuscrito lo he sido con algunos temas, que ridículo y todo, aún me suenan tabú. Quizás algún día me atreva a escribir acerca de ello. ¿O es mejor dejar algunas cosas como secretos o misterios?

Como sea, si reviso mis diarios, veo periódicamente, no cada mes ni cada tres meses, no sé, cada año o algo así el mismo tema recurrente: “Hoy sí, ya lo decidí: no puedo seguir así con tal o cual cosa”. Sobre todo, con el tema del pesimismo, la distimia y etc. Cuando leía de todo esto mientras hacía mi electivo en Psiquiatría, todos esos términos clasificadores me eran lejanos. Eran los otros los que podían caer en tal o cual categoría. Yo no. Yo estaba sobre todo eso. Nunca quise verlo ni aceptarlo. Ayer, hablando con un amigo me decía él que si es mi tendencia, pues mi reto es luchar contra ello. Me he querido aferrar a la idea de que todo está en la mente y en la buena actitud. Y sí, casi todo está allí. Pero no podemos decirle a un niño con leucemia o a una niña con diabetes tipo I que si pone de su parte y como todo está en su mente, las entidades van a desaparecer. Sería un error enorme. Necesitan luchar cada día y recibir tratamiento.

De haber aceptado que sí, que quizá yo era melancólica (según definiciones del DSM-IV) o distímica, que mi visión de la vida era demasiado soñadora y poco realista, de haber asumido eso y haber trabajado en ello desde que empecé a notar similitudes entre las definiciones y mi comportamiento durante toda la vida, actualmente mi vida sería diferente. Pero no puedo ni quiero vivir en el pasado. Mi vida es lo que es ahora y ya. Soy responsable de ella. Mi cuarto parece un campo de batalla. Me he vuelto una adicta a la televisión. Sé que podría haber salido mejor en las clases, y no lo hice por perder el tiempo viendo cualquier cosa, idiotizada frente a la pantalla. Y así ha sido todo el año… ¿Y por qué? A veces me pregunto para qué escribo esto. ¿Para reafirmar lo que siento o lo que quiero que suceda? ¿Para hacerme a la idea de que con sólo pensarlas y escribirlas las cosas van a cambiar? No lo sé.

La verdad es que he estado triste. Sí. Y no de ahora. Desde que recuerdo. Siempre he buscado razones (con o sin razón) para ponerme triste. Que mis primas se fueron al exilio cuando yo tenía 6 años. Que no tenía amigas en el colegio. Que no tenía novio. Que me atrasé dos años antes de decidir qué estudiar en la universidad y porque tuve que trabajar antes (fue una experiencia bonita ser maestra de primer grado de primaria). Que nunca estuve conforme con mi elección. Que mataron a mi papá. Que murió mi abuelita. Que varios de mis compañeros de estudio tienen más plata que yo, que tienen carro, que viven en casas grandes y bonitas. Que me diagnosticaron leucopenia y Crioglobulinemia mixta esencial. Que no me gustaba la carrera: yo habría preferido psicología y literatura (¿¿y por qué no me salí y lo hice??). Que no tenía el primer lugar en la facultad y el sexto era muy poco. Que no estudié la residencia. Que no me dieron la beca. Que no me dieron la visa de estudiante. Que no podía estudiar en la universidad autónoma de Barcelona. Que mi mamá estaba enojada. Que no tenía dinero para que ella llegara a la boda civil en España. Que los amigos de mi ex me odiaban. Que me sentía muy poca cosa. Que no tenía trabajo. Que dependía de mi ex. Que estaba deprimida. Que necesitaba tiempo. Que mi ex nunca me amó y fue cruelmente sincero. Que no gano lo que quiero… que, que, que… ¿¿Y así estoy dejando escapar mi vida?? Un amigo me decía una vez que él no sabe ser feliz. ¿Será que yo tampoco quiero serlo o no sé cómo serlo? Ya va siendo tiempo de aprenderlo, porque sí lo quiero ser. Y a pesar de lo que pueda parecer, pues NO, eso no significa que viva triste todos los días, las 24 horas diarias. No. Tengo semanas, días, horas, momentos muy alegres. Pero es como si hubiese un ruido de fondo debajo de todo, que lleva grabada la tristeza. Y entonces se escucha ella como sordina, detrás de todo, a pesar de la alegría. Y cuando los instantes, momentos, horas, días, semanas no son 100% felices, no están bien del todo, el volumen del ruido aumenta y no deja escuchar nada más.

El período que pasé de depresión fue como si el volumen del ruido hubiese estado al máximo y no dejara escuchar nada más (absolutamente nada más), sólo el ruido noche y día, desde el alba hasta el último momento antes de caer rendida al sueño; y la única forma de escapar de ese ruido ensordecedor y horrible, era durmiendo o, según yo, el escape total y final. Sí, en varias ocasiones pensé seriamente en ponerle fin a ese sufrimiento. Pero me daba cuenta de que el sufrimiento se origina en mí, no en ningún otro lugar, persona o circunstancia. Todo lo demás son excusas. Todo. Absolutamente. Depende de mi forma de ver la vida y enfrentar los hechos. Y ya basta. Ya me cansé. Es peripatético. He hecho mi mejor esfuerzo. Estoy mejor que hace un año, por ejemplo y mucho mejor que hace dos años. Pero no es suficiente. Ya no me conformo con esto a medias. Necesito ser extremadamente apasionada hacia el lado positivo de la vida.

Este es un ejemplo típico del mal hábito de echarle la culpa a lo externo y no asumir las circunstancias de mi vida. Lo escribí el domingo por la noche:

¿Por qué estoy sola?
a. Karma
b. Así lo decidí antes de venir, para aprender (dicen que el alma antes de encarnar decide a dónde ir a vivir para aprender de esas experiencias; quizá lo decidí desde antes…).
c. Cada vida es diferente (experiencias previas, relación con el padre que influye en nosotras las mujeres en las futuras relaciones con los hombres; por eso quiero a un hombre lo más seguro de sí y lo más centrado y maduro que sea posible, que se ame a sí mismo y sea capaz de amar para que pueda amar a nuestros hijos y darles lo mejor de sí; y que me ame a mí, por supuesto! )
d. Por ser acuario… Dicen que cuesta que nos casemos, cuando nos casamos… (y he conocido varios casos: una maestra del colegio y una compañera de un trabajo en donde estuve que nunca se casaron, una amiga que se casó después de los treinta y algo).

a. Karma: En la maestría nos ha tocado hacer trabajos en grupo y poco a poco hemos ido conociéndonos y compartiendo. Una piscis, una tauro, una virgo y una acuario desconfiada por las experiencias previas no son un grupo que comparta mucho de sus vidas. Y un tauro, pero él es caso aparte. Es muy buena gente, machista y gracioso; también algo pajero. Una chica del grupo, Paty, que es de Honduras, nos contaba el jueves pasado que ella siempre ha estado con novio o una cohorte de admiradores y pretendientes (¿Porque es piscis? Conozco a varias piscis que siempre están acompañadas o con fans club). Nos contó que un ex novio va a venir a estudiar Cirugía acá (fueron novios 7 años), que es muy lindo, es muy, pero muy buena persona y además tiene dinero, y se lo va a presentar a las otras dos chicas del grupo (tauro y virgo), pero no a mí. Le pregunté por qué y me dijo que él es cáncer del 13 de julio y que es muy calladito, dulce y tierno, y que con una persona como yo, no se llevaría bien… ¿Me dijo relajera? ¿Escandalosa? ¿Parlanchina? ¿O quizá percibió inconscientemente mi relación amor/odio hacia los hombres o el fantasma del pasado? No lo sé. Le pregunté por qué terminó con él y nos dijo que porque le había aburrido, que era tan bueno que se aburría. Que se había aburrido y que desde que terminaron él no ha vuelto a tener novia. Mientras ella se casará el otro año (ya nos invitó a la boda! En San Pedro Sula, Honduras! Una boda de la alta sociedad! Bueno, empezaremos a ahorrar para el viaje, y así de paso voy a conocer San Pedro Sula!). Que su novio actual, es muy bueno pero el anterior era mucho mejor. Y que la lloró mucho y le rogó que regresaran, pero que ella ya no lo quería como novio. Ahora son amigos. Nos contó de otro chico con el que salió por seis meses y no la convenció por algo que le hizo y el tipo se quedó llorando, moqueando y todo… Pensé: “¡Nadie ha llorado por mí! Bueno, una vez un chico, pero fue la pura cólera y el ego herido, no por tristeza (nunca me conoció lo suficiente como para saber quién era yo, amarme y llegar a extrañarme…). Nadie me ha querido ni extrañado…”. Ella no me cree que yo no tenga novio, ni enamorados ni nada… Pues sí es la verdad: no tengo. Lo mismo me dicen los visitadores médicos (mi único contacto masculino con el mundo): “¿No tiene novio, doctora? No lo puedo creer!”. No, yo tampoco me lo explico. Por eso digo que ha de ser karma. Y si es así, más me vale callar y dejar de preguntarme por qué o de sentirme triste por no tener nadie a quien amar (una pareja, específicamente). Porque si los hindúes tienen razón y el karma existe, pues estoy pagando lo que hice en otra vida… Si así fuera, lamento mucho haber hecho daño a otras personas y ojala puedan perdonarme… ¡No quiero hacer más karma negativo! Por eso talvez lo mejor sea quedarme sola, para no hacer más daño y para pagar el daño que hice antes… o quizás quedarme sola es mi castigo por el daño que hice.

Es patético, no?? ¿Por qué? ¿Por qué aceptar la infelicidad como destino merecido? ¿Por qué creo que no merezco ser feliz en pareja? ¿Por qué tengo tanto miedo y me saboteo a mí misma? ¿Por qué tiene que ser mi vida siempre “triste, sola, vacía”? ¿Por qué tengo que ser tan pesimista y no puedo ver el vaso medio lleno? ¿Cuál es la gana de amargarme la vida dependiendo de los demás? ¿Por qué he vivido creyendo que al tener pareja todo se va a solucionar por arte de magia (yo lo negaba hasta bajo tortura china, pero en le fondo la actitud de: “si estoy sola y no cumplo mis sueños de infancia nunca seré feliz”, es eso: es depositar mi felicidad en manos de otros, y darles poder sobre mi vida)? ¿Por qué me comparo? Si ya he concluido que Dios no es un genio de los deseos, un supermercado ni un banco para pedir lo que se nos antoje (aunque sea con la mejor intención), ¿Por qué no soy consecuente con eso de una vez por todas? ¿Por qué no asumo la responsabilidad por mi vida en lugar de estar enojada porque las cosas no salieron como yo habría querido o triste por haber sido engañada? No puedo controlar todas las circunstancias. Puedo amar, pero no puedo forzar a nadie a que me ame. No puedo esperar toda la vida que sólo por ser medio niña buena (medio!), mis deseos se harán realidad como premio a mis acciones. Las cosas no son así. No puedo esperar que Dios se aparezca a solucionarme la vida. Para eso nos ha dado libre albedrío e inteligencia, para poder pensar y decidir nosotros mismos cómo solucionarnos la vida. Y boca, para hablar y comunicarnos. ¿Y cuál es la gana con competir o compararse? OK, conozco chicas a quienes la vida les ha sonreído desde niñas, que no saben lo que es el dolor de una pérdida ni han pasado por limitaciones de ningún tipo, y me alegro por ellas (como la chica hondureña), pero cada vida es diferente. Las circunstancias pueden ayudarnos más o menos. La genética puede favorecernos más o menos. Pero entre más adversidades hayamos vivido, entre más circunstancias desfavorables hayamos podido vivir y superar sin amargarnos, aprendiendo lo bueno, aprendiendo a amar, pues más creceremos como personas. Es un reto.

Y respecto a que mi ex me defraudó pues seamos realistas y objetivas: yo también lo defraudé a él. Además, esperaba mucho, demasiado del pobre. Yo estaba esperando “al hombre de mi vida”, al príncipe azul en caballo blanco (por cierto, es costumbre en la clase alta de algunas regiones de la India, desde hace siglos, que el novio busque a su novia el día de la boda en un caballo blanco), al dechado de virtudes que mágicamente me iba a ayudar a ser feliz. Cuando él apareciera, todo iba a encajar y la vida, mi vida, iba a funcionar a las mil maravillas… ¡Error! Una visión de la vida muy infantil, muy a lo Disney y a lo cuento de hadas pasado por el tamiz de Disney. No podía salir nada bueno de todo eso. Tarde o temprano ese sueño infantil iba a estrellarse con la realidad. Creo que a cualquier ser humano que se le quiera sentar sobre el caballo blanco con todo lo que eso implica, le dan ganas de salir huyendo. Es demasiada responsabilidad hacerse cargo de la felicidad y de la vida de otra persona. Podemos contribuir a que sea más feliz, pero no enseñarla a ser feliz. Eso lo tiene que aprender cada uno. Eso lo tengo que aprender yo. Entre más pronto mejor, aunque tenemos toda la vida para ello. Por supuesto, no pretendo vivir en un estado de éxtasis permanente. En la vida las cosas cambian de un momento a otro. Por eso decía al principio, que hay razones (valederas) para estar triste. Lo que no quiero es el pesimismo ni la sordina de tristeza empañando toda la vida, hasta en los momentos más felices. No huyo de la tristeza, enseña mucho. Y después de tanto tiempo, hasta le he llegado a tomar cariño. Pero no quiero esa sombra permanente empañando todos los pasos que doy. Cuando haya que estar triste, estar triste. Cuando haya que estar alegre, estar alegre. Y cuando haya que estar ni triste ni alegre, pues estar ni triste ni alegre. Porque no siempre se está triste o alegre, pero tampoco medio triste o medio alegre. A veces sólo se está. ¡¡Simplemente eso es lo que quiero!!

Y como estoy sacando mis trapos al sol, pues creo que fallé mucho en no contarle a mi ex, cuando sólo éramos amigos, que yo vivía triste. Quizás él no entendió las implicaciones del asunto. Creo que él no sabía nada de distimia, melancolía o depresión. Y es que lo peor de todo es que ni yo lo aceptaba. Recuerdo que en el 2002 una compañera del trabajo me preguntó una vez si yo estaba deprimida y la evadí. Me molestó mucho su pregunta: “Deprimida yo? Tú no me conocés!! Nada que ver! Es que estoy cansada y preocupada por el viaje!”. Y me preocupé pensando en que me miraban deprimida, porque según yo estaba un poco triste, pero sólo eso: “Triste y ya. No, depresión es una palabra que va bien con los demás, no conmigo. Pero… ¿y si es cierto? No, no.” Entonces sin darme cuenta, sin querer darme cuenta lo hice: fue mejor ponerme una mascarita, para que nadie lo notara. Y casi nadie lo notó. Ni yo misma. Así que sí, mi ex tuvo razón en decepcionarse. Porque apenas me conoció y lo poco que conoció no le dio indicios de esconder una depresión. O no sabía cómo reconocerlo… La verdad, fue poco observador… Por supuesto, ahora con el tiempo, la distancia emocional y un poco de objetividad, es más fácil ver las cosas y analizar lo sucedido. Luego, cuando la psicóloga en España me dijo que era normal tal o cual comportamiento en una persona deprimida, pues fue el acabose: todo está permitido, licencia para portarse mal y dar rienda suelta a los caprichos porque como estaba deprimida, todo se justificaba… Realmente me avergüenzo de todo eso. El pobre sólo conoció mi lado más oscuro, lo peor de mí. Y como no me amaba en mi totalidad, no conocía lo suficiente mi lado luminoso, ni valoró lo mejor de mí, lógicamente huyó… Debí haber sido honesta, primero conmigo misma, y reconocer que no estaba en capacidad de llevar una relación. Primero necesitaba estar bien conmigo misma y sentar las bases con los pies en la tierra, de lo que quería para mí y mi vida. Pero yo lo quería mucho (a mi ex), lo amaba y no quería perderlo; además al pobre ya le había tocado la chibolita de: “Eres mi todo, mi salvador, mi alegría, mi príncipe azul”, etc. Y es que además, para rematar, tenía otro esquema infantil grabado en la cabeza, el de: “Debo casarme antes de los 30 años… Si paso de los 30 sin casarme, me meto a monja”. Allí no estaba contemplada la carrera ni la maestría, ni la beca, ni nada. Bajo ese esquema, mi única realización como mujer era casarme; y antes de los 30. ¿¿¿¡Qué estaba pensando, Dios mío!??? ¿Cómo se me metió semejante idea en la cabeza? Sí, es importante la vida en pareja, pero no es ni lo único ni lo más importante. Bien dicen que una es su propio carcelero. Porque a mí nadie me presionó para pensar así, ni me influenciaron. Bueno, las películas de Disney y los cuentos de hadas… Pero no soy la única que los ha visto y no todas las chicas que los leyeron o vieron piensan así de absurdo y retrógrado… Yo solita me inventé mi infiernito privado!

Por otro lado, me he puesto a pensar que si dejé que me dijeran lo que me dijeron, yo y sólo yo fui quien dio lugar a eso. A saber qué impresión daba yo, con la autoestima hasta el suelo… En estos tiempos, ya las cosas no serían igual. No, a mí nadie me convence de que las bromas son sólo bromas inocentes. Siento que detrás de las bromas, por el tono, el momento en que se dicen y por la actitud de la persona ante la vida, podemos descubrir sentimientos, opiniones y verdades escondidas, que no se quiere decir directamente. En marzo del 2002 fui de visita a España. Y mientras hacíamos fila para entrar a un museo un par de amigos de mi ex y yo, ellos me dijeron (cuando quise pagar los boletos de entrada), “No, nosotros vamos a pagar”. Yo les dije que yo quería invitarlos y la chica me respondió: “Tú cállate sudaca de mierda”. A saber qué cara puse y añadió: “Es broma”. Yo me quedé de piedra. En primer lugar no sabía qué significaba sudaca. En segundo lugar, jamás me habían hablado así en toda mi vida. No suelo tratarme así con mis amigos. Creo que el respeto es básico para toda relación. Escuchaba a algunas chicas que se trataban así entre ellas: “Vos, hija de la gran puta dame ese libro!”, y era en tono cariñoso (¿?). Lo siento, no entiendo eso como cariñó. Luego, cuando llegué en octubre de ese año, una vez que esos mismos amigos de él llegaron a cenar a la casa empezaron a revisar mis CDs y a burlarse de mi música. Con el primero me pareció gracioso. Cuando iban por el quinto yo estaba bullendo de rabia y mi ex no decía nada. Cuando se fueron le dije y me respondió que yo era muy susceptible. A ver. Insisto con lo de las bromas y el respeto. Yo no soy así, no bromeo así. ¿Cómo permití que me trataran así? ¿Y que él los apoyara? Luego, él me dijo en tres ocasiones que yo era una tercermundista porque no conocía algunos cantantes o grupos musicales de España (que por cierto, sólo se conocen en España). Creo que la primera vez no fue suficientemente clara al explicarle por qué me dolía que me dijera eso. Es como si un alemán hiciera bromas del holocausto con un judío.

Sé que los españoles actuales no tienen nada que ver con lo que sucedió durante la conquista y colonización de este continente hace 500 años, pero evitar bromas que hagan alusión al hecho de que ellos están entre los países desarrollados y nosotros no, es cuestión de respeto y sensibilidad. Lo que los que vinieron durante la conquista hicieron aquí dejó huellas (para bien y para mal), que aún se perciben en estos días. Y todo ese proceso previo ha influido en lo que sucede actualmente en estos países. Eso es innegable, porque las estructuras económicas y sociales implantadas entonces se han perpetuado. Supuestamente a él le gustaba una chica tierna, dulce y sensible. Y digo, si él sabía que yo soy una persona dulce, sensible y tierna, ¿Cómo pretendía que soportara de buena gana ese tipo de “bromas”? ¿Cómo quería que una persona tierna y sensible se quedara impasible ante comentarios que en forma de broma tocaban la dolorosa realidad de su país? Además, si una vez le dije que no me gustaba que bromeara así y reincidió en dos ocasiones más… ¡Hombre, eso es no tener en cuenta la opinión de una ni tenerle a una respeto ni consideración! Es como si a mi esposo no le gustara el ajo y yo, a pesar de saberlo, le pusiera ajo a toda la comida… Y por último, él ya sabía que yo soy de un país en vías de desarrollo (sí, es un eufemismo), con todas las diferencias que ello implica; si eso no le gustaba ¿Para qué se fijó en mí? Nadie lo obligó.

Cuando recuerdo esos eventos, me asombro de lo mal que yo me trataba a mí misma y de lo poco que me valoraba para haber dejado que me trataran así. Si eso hubiese ocurrido ahora, me habría dado la vuelta pues ¿Para qué estar con alguien que no me defendía de sus amigos, no me valoraba? Simplemente no merecía estar conmigo… Si el caso hubiese sido al revés, yo no habría dejado que mis amigos lo trataran así. Bueno, empezando porque mis amigos no suelen bromear riéndose de las desventajas de los otros. De lo contrario, no serían mis amigos... Nunca entendí por qué él, a quien yo creía sensible y tierno, tenía a ese par de amigos… Mi abuelita me decía “Dime con quien andas y te diré quién eres”. Y no creo que la sabiduría popular esté tan perdida. Porque cierto, estaba deprimida; lo reconozco, estaba insoportable, pero nadie merece ser objeto de bromas que tienden a la humillación. Es una forma de maltrato psicológico que mina la autoestima. Y si está ya dañada, pues empeora el estado de las cosas. Para bien o para mal, estemos de acuerdo o no, la idea de Freud, de la relación entre las bromas y el inconsciente, no es tan descabellada. Quizá en el fondo estos chicos sí miran de menos a los inmigrantes y se sienten superiores o amenazados por ellos. No eran buena compañía para mi ex, la verdad. Él se transformaba con ellos. Él me decía que yo era como el Dr Jekyll y Mr. Hyde. Bien dicen que lo que opinamos de los demás dice más de nosotros mismos de lo que estamos dispuestos a aceptar. No, no. O quizá no, quizá él simplemente era así y yo no quise verlo… Pero bueno, esas son cosas del pasado. Y el pasado muerto está. Ya es tiempo de enterrar a los muertos…

Eso sí, nunca voy a entender por qué durante los primeros meses que estuve allá él siguió diciendo que podía seguir adelante, ofreciendo apoyo incondicional y luego se hizo para atrás. Quería estar segura de su afecto. Quería probar su afecto (pura inseguridad propia, puro miedo a amar y ser amada). Y con sus palabras, llegué a estar segura de su amor por mí, según yo. Pero “del dicho al hecho, hay mucho trecho”. Una cosa es decir las palabras y otra muy diferente es llevarlas a la práctica. No lo entiendo. Si no podía con eso, ¿¿para qué dijo nada?? Pero lo comprendo. Yo misma no sé cómo habría actuado en su lugar o si habría podido seguir adelante con un chico en el estado en que yo estaba. No lo sé. Pero lo que sí sé es que habría terminado antes de provocar más expectativas. Y al menos, se lo habría dicho frente a frente, no a través de un correo o un chat. No sé si yo misma habría tenido la fe suficiente, sobre todo si no lo hubiese amado, como sucedió en el caso de mi ex para conmigo: él se ilusionó y como buen leo, apasionado y todo, dijo e hizo todo su show, pero no me amó. Nunca me amó y él me lo aclaró al final. La verdad, para sobrevivir junto a una persona que atraviesa por una depresión, se necesita mucha seguridad en uno mismo, paciencia, valor, fe y amor. Así que lo comprendo. Y lo perdono. Ahora sí, ya RIP. Ya basta. A los muertos se les entierra, no se les exhuma a cada rato. Se les entierra y se les deja en paz. Luego, el tiempo se encarga de todo.

A un tío mío le dio un ECV hemorrágico hace cuatro años y desde entonces su carácter cambió. De ser una persona alegre, bromista y cariñosa se volvió frío, gruñón y grosero, entre otras cosas. Además, quedó con hemiparesia izquierda. Dice mi tía que una conocida le preguntó si no se arrepentía de haberse casado con él. Ella le dijo que amaba a su esposo, independientemente de lo que ahora le ocurría. Y que no se arrepentía de todo lo lindo y aún lo triste que ha vivido junto a él. Porque lo que ella ama de él todavía está allí, escondido en alguna parte. No puedo pretender que mi pobre ex aguantara una situación tan difícil si nunca me conoció en mi buen momento. Le tocó vivir lo peor. Y vivir el mal momento de otra persona sin fe ni amor en ella es muy difícil. Mi tía porque lleva más de 20 años de casada. Y porque ella sí ama a su esposo. Y si vamos a tener fe, pues he de decir que, como para que me guste alguien tiene que llamarme mucho la atención en el plano intelectual y despertar mi admiración, o no pasará de ser un amigo querido y ya, pues si hubiese tenido más fe en el chico cáncer aquel que me pidió ser su novia, si no hubiese estado atrapada en mi sueño de “esperemos al príncipe azul que llene TODOS los requisitos que están en el kilométrico listado que elaboré”, si me hubiese dado la oportunidad de salir con él, conocerlo más y hubiese tenido fe en que el chico saldría adelante (no era muy bueno en sus estudios), no sé qué habría pasado. Quizá habría llegado a enamorarme de él. Ahora está en el último año de la residencia. Es psiquiatra. Y muy bueno, según me han dicho. Pero, el tiempo pasado ya pasó y hay que dejarlo atrás. Me haré sufrir: “¿Y si él era mi ‘alma gemela’? Le gusta bailar, es cariñoso, le gusta la música clásica, es inteligente, imagino que con la psiquiatría ahora lee bastante, es gracioso, y tiene un gran corazón: es muy linda persona”… Pues ya la dejé pasar porque se casó hace tres años. Ya ni modo. No lo he visto hace años. Recuerdo que incluso cuando fuimos a la fiesta de graduación de otro compañero (ya tenía novia para entonces), en el 2000, él me dijo que quería bailar conmigo, e insistió. ¡Ja, ja, ja! A buena hora me doy cuenta!! Quizá tuve las oportunidades en la punta de la nariz y no fui capaz de verlas… Buscando siempre más allá, buscando la perfección de la que carezco… Con miedo a abrir mi corazón… Con miedo a cambiar mi actitud ante la vida. ¿Existen las segundas oportunidades? Me conviene creer que sí. Porque de lo contrario, significaría que ya me jugué todas mis cartas y sería caer de nuevo en el patrón pesimista, trágico y negativo de pensamiento. Cambiar cuesta. Pero vale la pena. NO quiero seguir así toda mi vida. Ya basta. Fue suficiente.

Así que la verdad es esta: me tengo a mí misma. Punto. NO dioses que hagan milagros y arreglen las cosas en un acto de magia, ni que escuchen sacrificios o plegarias para que las cosas vayan como a mí me gustaría que fuesen. Me tengo a mí, los dones que Dios me ha dado, mi libre albedrío y a la vida. La Vida, tal como venga. Puedo contar con algunos miembros de mi familia y de repente, con algún amigo. NO espero nada de nadie. Todo lo que venga es un plus. En la vida (REAL), las cosas no siempre salen como nos gustaría que ocurrieran. Por otra parte, estoy convencida de que Buda tiene razón en esto: “Todo está en la mente”. ¿Y si yo soy la responsable de todo esto, hasta de mis circunstancias (laborales, afectivas, académicas, de relaciones, incluso, de chicos) y de los quebrones de cara que he llevado? Y no hablo sólo de lo que lógicamente cae en mis manos, sino de todo. Como dije antes, el pesimismo me ha perseguido, o más aún, ha sido como el ratón de la leyenda china de la creación del horóscopo chino: lo he llevado conmigo, agazapado para saltar ante cualquier palabra, cualquier acción o plan que ejecute.

Es cierto, la vida es dura. Casi cada día oigo de mis pacientes historias terribles que han vivido a manos de sus parejas o ex parejas. Las mujeres tenemos que luchar más, y contra corriente, ante cientos de adversidades: desde sistemas machistas y patriarcales, hasta el sabotaje dentro del mismo género femenino por criticarnos, querer ser perfectas, etc. Cierto que la tasa de divorcios, maltrato a la mujer, mujeres asesinadas con saña, mujeres despedidas del trabajo porque están embarazadas, las injusticias de todo tipo son el pan nuestro de cada día, en todo el mundo. Y no sólo contra mujeres sino contra todos, por religión, preferencia sexual, género, color de piel o lo que sea. Ningún país se salva en mayor o menor proporción. OK, es cierto. Pero ¿eso justifica que yo viva triste? ¿Con llorar o ponerme triste (o enojada) voy a resolver todos (y son TANTOS) los problemas del mundo? ¿Eso justifica amargarse? ¿Eso justifica perder la fe y la esperanza? ¿Eso justifica cerrar las puertas del corazón y endurecerse cínicamente? ¿Eso justifica pensar que detrás de cada hombre hay un violador, un agresor, un tirano, un ser malvado, un mentiroso, mujeriego o vicioso? NO. Definitivamente, no. Si yo pienso (aunque mi discurso público sea otro, y el pensamiento sea marginal, subliminal, esporádico): “Todos los hombres son una mierda”, pues lo único que encontraré en mi camino son hombres que confirmen mi pensamiento. Y aclaro: los chicos con los que he salido NO son una mierda. En primer lugar, yo no habría aceptado salir con un tipo que es una mierda. En segundo lugar, cada uno a su modo es una buena persona. En tercero, ninguna persona, por mala que sea, es una mierda. Si se le llega a conocer se puede comprender las razones que la impulsan a actuar así. Que en mi caso con los chicos con los que salí antes las cosas no hayan funcionado, pues ha dependido de ambos; no sólo de ellos, no sólo de mí. Al novio que tuve, pues ya dije que no le podemos exigir algo tan difícil. Hay quienes dicen que el amor es condicional. Otras personas dicen que es incondicional. En lo particular, siento que es incondicional (siempre y cuando no ponga en riesgo nuestra vida, obviamente; y con amor todo se puede cambiar: sé de casos de mujeres casadas con alcohólicos que cuando reciben terapia y ya no son cómplices o víctimas de sus maridos, cambian su actitud y ellos no lo soportan: la mayoría se divorcia porque ella ya no les sigue el juego; algunos pocos cambian y vuelven a enderezar sus vidas, cuando hay amor). Como sea, no puedo seguir pensando que “total en el fondo, todos son iguales”. Por supuesto que hay características físicas, de pensamiento y comportamiento (unas positivas, otras negativas) que son constantes en la mayoría de hombres. Pero siempre hay excepciones. Además hay que recordar que por genética y/o aprendizaje, hombres y mujeres somos diferentes. Y hay de todo en la viña del Señor. Recién el domingo una amiga me contaba que su novio, que es de la región de Oriente del país (caracterizada por un gran machismo entre hombres y mujeres), es hacendoso, nada machista, le gusta que dialoguen y le diga sus errores o lo que no le gusta de él porque quiere aprender y mejorar como persona… ¡Nada!! ¡Que es un hito histórico guatemalteco el chico ese! Así que… No hay que generalizar. Ni ser tan dura e incomprensiva.

El sentido de la vida… ¿Cuál es? Además de vivir, claro. Me encanta la psicología. Pero creo que en estos momentos no sería honesto ni coherente ponerme a orientar a otras personas. Primero debo estar bien centrada yo. ¿Será que eso se logra algún día? ¿Estar “bien” centrado? Y otra razón que me hace desistir de la psicología y la psiquiatría es que me desespero. Cuando llegan pacientes difíciles, de esos súper – súper negativos, demandantes, enojados, quejosos, que a todo, todo lo que sugieres te dicen que no, pues me dan ganas de decirles: “¿Sabe qué? Ya no le digo nada: ¡¡Haga lo que quiera!!”. Dicen que cuando algo nos desagrada de los otros es porque lo tenemos nosotros mismos (usualmente no nos damos cuenta o lo tenemos escondido). Lo cual, resulta sumamente preocupante… Debo reflexionar al respecto. Conozco a dos pacientes que han intentado suicidarse –indirectamente- porque sus respectivas esposas murieron. Son señores ya grandes. Uno de los duelos más grandes y dolorosos es la pérdida del cónyuge. Sus argumentos son que ya no hay nadie que los cuide (lo notaron: nadie que los cuide, necesitan de una madre… No digo que los esposos no se cuiden uno al otro, pero no en una relación de dependencia tan extrema que les impida seguir viviendo si uno de los dos falta…), que están muy solos y que por eso prefieren morir. Uno de ellos me preguntaba hoy cuánto tiempo le calculaba de vida. Su hija, que estaba junto a él, lloraba desconsolada y me decía “¿Lo ve doctora? Está decidido a morirse!”. ¿Que podía decirle yo? El señor, típico paciente diabético que no se quiere a sí mismo, nunca se ha cuidado, y desde que murió su esposa hace nueve meses, ha tomado alcohol y se dejó al abandono. Ya no tiene pulsos en ambas piernas y tiene neuropatía periférica y autonómica. Está sufriendo fuertes dolores y la única solución es amputarle las dos piernas (ya tiene gangrena en una) casi hasta las ingles. Es muy duro esto. El señor se va a morir, ese es un hecho. Sólo le pido a Dios que sea pronto y no sufra mucho. Él lo ha decidido así y la verdad, no soy psicoterapeuta y no sabría cómo ayudarle a que le encuentre sentido a su vida a estas alturas y con la perspectiva de perder ambas piernas, depender de sus hijos para todo y no poder caminar por las montañas como era su costumbre. Yo le estuve hablando, intentando hacerle consciencia, pero nada… Y sé que a pesar de esas circunstancias adversas que está viviendo, puede llegar a encontrarle un sentido a su vida. Por otra parte, me parece perfectamente respetable y comprensible que se encuentre en el estado en que está (tanto físico como emocional), pues ha sido su decisión, y aunque no lo apoyo en sus estrategias indirectas de suicidio, lo respeto.

Así que, ya para terminar: Sí, la vida es dura. Sí, me ha tocado vivir circunstancias difíciles (a algunas personas les ha tocado mucho peor). Sí, no he asumido el control de mi vida (consciente de que dentro de lo individual y humanamente posible, hay cosas que se nos escapan de las manos: terremotos, accidentes, violencia social, etc.). Sí, el mundo es terrible con tanta injusticia, tanta ambición y ansia de poder, tanta muerte (no sólo a personas sino a animales, ecosistemas, culturas y al planeta entero), tanto dolor, egoísmo, miedo y odio. Sí, estoy pendiente de unos análisis, tengo algunos riesgos de desarrollar enfermedades serias y sólo Dios sabe cuánto tiempo viviré. Pero nada, NADA de lo anterior justifica el hecho de vivir amargada, alegando por todo, viendo sólo el vaso medio vacío, pesimista, triste, sin ganas de luchar, sin esperanza y sin fe. NO.

Si lo quiero ver desde cierto punto de vista, es un reto asumir todo lo anterior con optimismo, tratando de sacarle lo bueno hasta a la peor de las situaciones. No soy una chica que se tome todo a broma: mi forma de ser es más bien seriecita. Eso no significa que no tenga sentido del humor. Así soy. Hoy me decía una persona en el trabajo que quizá si estuviera en otras circunstancias sería menos seria. Esa persona es sagitario y hace chiste de todo y de todos. Yo siento que cada quien es como es. No le estoy pidiendo que me hable y ni me importa ni necesito su aprobación. Si no le gusta como soy, el mundo es ancho y grande. No soy una payasa. NO me gusta hacer chistes a costa de otras personas, peor si es riéndome de sus problemas, debilidades, carencias o defectos. Tampoco me tomo tantas cosas en serio. Hay muchas que me vienen del norte, que me importan un bledo (y que además, no valen la pena). Hay otras que me sí importan y que me deberían importar, sí, un bledo. Un comino. Y otras cosas que no me importan y me deberían importar más. Como estudiar más, por ejemplo, y no dejar las cosas a última hora. Como aprender a organizar y administrar mi tiempo. Esas son cosas que sí importan. Tengo mucho que aprender y rectificar. Bueno, es un reto. No es fácil. Y lo asumo hoy

2. Pop
La música Pop me caía mal cuando era niña. Mi mamá siempre la oía. Yo le decía, recuerdo, escuchando una canción de Rocío Durcal: “La gata bajo la lluvia”, mientras ella me peinaba y me hacía trenzas para ir al colegio: “¡qué canción tan tonta! ¿Por qué va a estar chillando por un hombre que no la quiere? ¿por qué tiene que “ser” de alguien?”. Y así con todas las canciones. O con ese bolero que cantan Los Panchos “Sin ti, no podré vivir jamás…”. Me enojaba la dependencia y la tristeza que esa música destila. Yo le decía a mi mamá que si uno escuchaba esa música todo el día, terminaba creyéndosela y poniéndose en sintonía con los mensajes directos o indirectos que transmite.

Luego entontecí al llegar a la adolescencia y me dejé absorber por el sistema. Era época del “Héroe de Leyenda” de Héroes del Silencio, de Timbiriche (el grupo mexicano de donde salieron Paulina Rubio y Thalia), de pegajosas baladas y de llorosas canciones de amores terminados o no correspondidos de Franco de Vita o de Montaner. También escuchaba canciones subversivas, en ese tiempo aún prohibidas porque estábamos en guerra de guerrillas: Mercedes Sosa, el grupo Guaraguau, el nicaragüense… ¿Cómo se llama este? El que canta: “Son tus perjúmenes mujer/ los que me sublimeyan/ los que me sublimeyan/ son tus perjúmenes mujer…”. No recuerdo. Pero bueno, también escuchaba un poco esa música. Como aún había en alguna parte de mi cerebro resabios de mi antigua sabiduría infantil, evitaba escuchar la música en español y prefería la música en inglés porque le ponía menos atención al entenderla menos y necesitar más esfuerzo para comprender las letras de las canciones. Creo que Nirvana y otros grupos de rock alternativo brumoso y depresivo no fueron la mejor música para mis primeros años de universidad, cuando ya me rondaban las ideas de minusvalía y tristeza pues me había atrasado dos años en relación a mis compañeras del Liceo Francés: ellas estaban en el tercer año de la universidad mientras yo entraba al primer año de medicina.

La música siguió, después en forma de Trova: Mercedes Sosa (ahora ya no era peligrosa esa música), Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Auté, Serrat… Conocí a Sabina. Los conocí con amigos de la universidad. En mi casa sólo se escuchaba música clásica, música instrumental, bossa nova, o de grandes bandas, marimba, boleros y por supuesto, música pop en forma de baladas. Hay mucha música que he conocido ya de grandecita, buscando. Como la New Age, el jazz, la música regional (árabe, hindú, china, etc.), la barroca, el vallenato, la cumbia, y ¡El Techno, buenísimo para bailar!.

Y luego ya llegó el acabose. En el hospital las enfermeras tenían siempre música pop, baladas. O en el peor de los casos, merengue, norteñas y música a cual más fea y vulgar. Peor que la pop. Y me acostumbré. Así fue decayendo mi gusto musical. Y las circunstancias se fueron sumando a la música. Nos sentimos identificados con las ideas o sentimientos que se tocan en la música pop. Sentimos que hablan por nosotros. ¿Es por eso que gusta tanto?¿O porque nos recuerda eventos pasados y nos remonta en el tiempo? ¿O gusta tanto porque simplemente, por inercia, nos dejamos arrastrar por lo que ella nos dice y lo creemos real? Yo pienso que un poco de cada cosa. Pero también siento que mi pensamiento infantil primordial, no está lejos de la verdad: que la música sí influye sobre nosotros, quizá de forma subliminal, en nuestro estado de ánimo y forma de ver la vida.

Últimamente ya no oigo tanta música. Disfruto del silencio. Cuando puedo, apago el radio. A veces oigo a Vivaldi, Bach, a Mozart o Beethoven. A veces oigo jazz o música de Enya, o a Juanes o a Carlos Vives. Por lo que ellos dicen en sus canciones y lo que transmite su música. Discos pirata comprados a Q10.00. Y estoy por comprar el de Alejandro Sanz. Respecto a la música, Nick Hornby que es inglés, escribió un libro que me gustaría leer: “Alta fidelidad”. Y otro más reciente, “31 minutos”: son 31 historias surgidas a partir de canciones pop que le han gustado. El pop, para bien o para mal, ha venido para quedarse, sea por la razón que sea. Y a pesar de mi antigua resistencia infantil y sabia, también me ha enganchado. Hasta incluyo en mi página de “Jirafa’s World” canciones que han formado parte de mi vida…

Y ahora que es época navideña, nos inundan las canciones navideñas, gringas sobre todo. En cientos de versiones. No se acostumbran los villancicos. Algunos mexicanos nomás… Bueno, creo que originalmente son españoles pero los cantan mexicanos (“campana sobre campana, y sobre campana una…”)Se escucha por todos lados música navideña en inglés, de todos los tiempos. Por cierto, hace poco vi parte de un programa de MTV (
www.mtvla.com), porque me gusta enterarme de cuál es el rollo de los adolescentes actuales. Había un programa de chicos bailando (como bailarines exóticos ante un grupo de chicas guapas) música de perreo. Es horrible esa “música”. No sé de dónde se originó, ni me interesa, es horripilante, vulgar, desagradable. Y por lo que veo, es internacional aquí en Latinoamérica. Y en otro pedazo de programa, un chico tenía que seleccionar entre tres posibles chicas para una cita sólo con conocer sus habitaciones, sus dormitorios. Eran niños bien, todos ellos. Descartó a una chica por coleccionar peluches, camisetas y hasta bikinis de la rana René (de Plaza Sésamo). A otra la descartó porque, aunque le gustó que escribía poemas, usaba bikinis y calzones (pantaletas, bloomers, bragas) demasiado encubridores (a mí me habrían eliminado entonces, porque perdí mis tangas, que además no uso a diario… me parecen incómodas y se ha relacionado su uso además, con mayor incidencia infecciones urinarias). Y seleccionó a la chica con la ropa más sexy y atrevida.

3. Películas: Hermanas Magdalena, Último Samurai (la perfección)
Esa película de las Hermanas habla de una congregación religiosa que acogía en Irlanda a mujeres “pecadoras”. Desde ladronzuelas de pan, pasando por niñas y adolescentes abusadas sexualmente, madres solteras, chicas guapas y coquetas, hasta chicas con retraso mental leve abusadas sexualmente. Porque todas ellas eran culpables, pecadoras y malas. Por ser mujeres. Y sólo una vida de trabajo (esclavizadas a las monjas que sí cobraban lo que ellas lavaban y planchaban) las iba a redimir y llevar al cielo… Más de 30,000 mujeres sufrieron dentro de esas cárceles hasta 1996, cuando se cerró el último convento de esos, gracias a Dios. Es una pena que en el nombre de Dios se cometa tanta maldad. Al principio creí que era una ficción, pero al final se leyó que era acerca de la estancia de tres mujeres, tres historias en ese “lugar de salvación”. Yo no me peleo con las personas practicantes de alguna religión, ni les discuto a las personas religiosas. Les respeto y les escucho. Si me preguntan mi postura se las digo. De lo contrario, ¿Para qué? No me interesa convencerlos ni, menos, que me convenzan. No es fácil ser practicante de alguna religión. Digo, practicante en serio, no de los tipo fariseo. La Madre Teresa es uno de los pocos ejemplos de cristianas que de verdad cumplen con amor lo que Jesús dijo. Porque hay muchas personas que ayudan al prójimo por interés de ganarse el cielo, por miedo al infierno, porque está de moda o es bien visto en su circulo social, o por cualquier otra causa patatera, pero no por amor. Y ¿De qué habla Jesús? Del amor. Aquí por ejemplo hay señoras de la alta sociedad que andan de voluntarias porque no tienen nada más que hacer para entretenerse, o porque es bien visto por sus amigos y familiares, pero andan con una cara de amargadas y hacen todo de mala gana. En los dos hospitales nacionales más grandes se les puede ver con su delantal amarillo. No todas, por supuesto. Habrá quienes se entreguen con amor a su voluntariado. Por supuesto que no es suficiente excusa el que haya malos cristianos en su mayoría para no creer en las doctrinas de la iglesia, en mi caso, católica. Pero si se mira al pasado y se busca en la historia, se encuentra mucha sangre y mucho poder en manos de la iglesia. En algún lugar, leí que cuando se frustran los placeres del cuerpo, se focaliza toda la atención y la energía hacia el poder. Con lo cual puedo pensar muchas cosas, de muchas personas (Bush, por ejemplo). No me convencen los dogmas de la iglesia católica (nunca me convencieron), ni la facilidad que tienen las religiones para adormecer a la gente y funcionar como catártico, como droga, el hecho de que eliminan el libre albedrío y te convierten en oveja que no debe pensar ni cuestionar. Es muy difícil ser católica. Practicar en serio cualquier religión. Sobre todo si cuestionas a sus autoridades y las normas que dicen seguir, dictan y ordenan cumplir. Tarde o temprano seré practicante de zen. O Shintoísta.

Si algo agradezco a mis padres es el haber estudiado en un colegio laico. Bueno, era católico supuestamente, pero lo más que hacíamos era rezar el Padrenuestro antes de entrar a clases, lo cual me daba sensación de protección (una de las principales causas para creer en Dios; mi otra causa es que sé que Existe. NO sé qué es, qué hace ni cómo explicarlo, pero Esta Allí, lo siento, lo sé…). Y ya. Esa fue toda la instrucción religiosa que recibí, y bueno, los tres meses antes de la comunión (no recibí ni un año). Si con eso mi cuota de sentirme pecadora o culpable fue bastante grande, no imagino lo horrible que lo pasará un niño educado en un colegio religioso (católico, evangélico, mormón, musulmán u otro). Y por eso, películas como “La mala educación” de Almodóvar. Por cierto, quiero ir a verla.

No sé qué tan fidedigna sea la película: “El último Samurai” con lo que era la vida en Japón a finales de 1800, pero me gustó. Excepto las partes violentas, que evito mirar. Sobre todo el hecho de que cada persona busca perfeccionar lo que hace, cada día. Estoy pensando seriamente en entrar a un curso de artes marciales. Bueno, no a un curso, a practicar y hacerlo mi estilo de vida. Total, estoy contemplando la idea de practicar algún deporte, y por qué no el Karate o el Tae Kwon Do? De repente y al fin aprendo a ser disciplinada y organizada!! Además, me sirve como defensa personal!! Bueno, buscaré un lugar por aquí cerca, porque de nada me sirve buscar un lugar lejos para estresarme con la ida y el regreso. Ya veremos, de lo contrario, me quedo con los aeróbicos. Namasté.



29.11.04 Jirafa solidaria

El 25 de noviembre fue el Día de la no- violencia contra la mujer. Y van 448 mujeres asesinadas hasta la fecha. Además, justo el 26 apareció una mujer descuartizada. Sí, así como se oye: descuartizada dentro de varias bolsas plásticas, dispersa por toda la ciudad. La encontraron porque unos perros se la estaban comiendo. No se halló su cabeza. No se trata sólo de matar a las mujeres: hay que ser crueles, hacerlas sufrir, descuartizarlas, pisotearlas en toda su dignidad como mujeres y seres humanos; y eso sin hablar de la violencia doméstica… Es un odio contra nosotras. Por ser mujeres. Sólo por ser mujeres. Guatemala es uno de los países más violentos de toda Latinoamérica. ¡Y los imbéciles del Gobierno todavía se extrañan de que el Turismo no tenga mayor crecimiento! Yo, la verdad, no le diría a un amigo extranjero que viniera acá. ¡Dios guarde le va pasando algo! La semana antepasada mataron a dos holandesas. Es un peligro para todos… Tanto los que vivimos aquí como los que quieren venir a visitar.

La señora descuartizada era nicaragüense y tenía 44 años. Se sospecha del marido. Me da horror, náuseas, ganas de llorar, de salir huyendo y de largarme de este mundo (pero no de morirme, que conste). NO entiendo este mundo. Ni logro comprenderlo. Lo comentamos en el grupo de la maestría y la hondureña dice con la mayor calma: “¡Eso pasa seguido en Honduras! Allá los mareros dejan las cabezas de las mujeres en las bancas de los parques”. ¡Madre de Dios! En Honduras crearon una ley anti maras y ahora se han venido muchos mareros de Honduras a Guatemala. Salió un reportaje en elPeriódico de una señora a quien le mataron a su hija (de 15 años) hace tres años y de todo o que ha sufrido. En primer lugar, su hija desapareció al salir del trabajo durante unas vacaciones en diciembre de 2001: la metieron forzada en un auto último modelo y no tuvo noticias de ella, por más que buscó entre amigas, hospitales, el trabajo y la morgue, hasta semanas después que vio en las noticias cuando encontraron su cuerpo con señales de violación en grupo y el pantalón lleno de semen, apuñalado, amarrado con alambre de púas, golpeada en el rostro, con una pierna fracturada a golpes y estrangulada. Sólo con eso es suficiente para que una madre se muera del dolor. Luego, lo peor fue enfrentarse a la indiferencia del Estado, de las autoridades, de la Procuraduría de Derechos Humanos. En el Ministerio Público, en la policía en todos lados a donde fue a denunciar el asesinato, lo que le dijeron fue: “Seguro que era de una marera o tenia un novio de mara… o era una prostituta!”. Ninguna, ninguna de esas conductas justifica la muerte. Además, no era nada de eso: era una chica adolescente que estaba trabajando de vacacionista para comprar regalitos de Navidad. En una sociedad caduca y cuadrada, la muerte violenta se mira como castigo merecido a la mala conducta… Es un pensamiento retrógrada que predomina entre la población. La señora asegura que la chica no tenía novio. Era buena estudiante, estaba en tercero básico. En el reportaje se ven las fotos de la niña con su vestido de 15 años y de su habitación con peluches. Y lo peor fue lo que el jefe de un departamento de policía le dijo: que eso pasaba en Guatemala por ser mujer… ¡Como si ser mujer fuera delito! ¡Como si fuera una causa para ser asesinada, merecer la muerte y la tortura! La han perseguido, la han amenazado de muerte, le han sugerido que se interne en el Hospital Neuropsiquiátrico porque quizá está un poco “alterada” de los nervios. Y no me estoy inventando nada de esto. Está en elPeriódico del domingo 28 de noviembre, páginas 20 y21.

El reto es que hay que ser feliz a pesar de todo eso… Me cuesta lidiar con tanto sufrimiento. Me duele. Eso, al parecer, nadie lo entiende. Me duele. Lo malo del dolor es que o te da rabie y te impulsa a actuar o te paraliza y te lleva a la inacción. Te hace replegarte y esperar a que pase. Lo peor es que mi naturaleza no es muy activa que se diga… Tiendo a la pasividad y la inacción… Y sin acciones concretas, esto no va a pasar. Quizá, para sentir menos dolor, lo mejor que puedo hacer es participar en algún grupo de mujeres, que busque la reivindicación y el respeto a la vida. Luchar porque ya no quede impune tanta muerte, como la de María Isabel Franco; para que no haya más señoras que como doña Rosa Franco, tenga que ir a reconocer a su niña, desfigurada por la tortura, a la morgue. La señora ha perdido (y con razón) la fe en las autoridades, el país, el sistema de justicia y acota al final de la entrevista que ella verá justicia pero no de aquí, sino Divina. Y a ver, ¿qué ateo sería tan cruel de tratar de convencerla de que no verá justicia, en un país en donde la anarquía, el caos, la violencia sistematizada, la ausencia de aplicación de la ley y la inoperancia del sistema de justicia son la norma? No sé si haya justicia Divina. Pero ojala que sí. Porque no es justo que los hombres que hicieron tanto daño a María Isabel y su familia, y a tantas otras mujeres, y a tantos niños y hombres y familias enteras en este país (e incluyo a la mía, por mi papá), sigan tan campantes, haciendo de las suyas, viviendo para hacer daño y quizá hasta con riquezas y reconocimiento público. No es justo. Pero ¿es este mundo justo? Quizá con el tiempo, educación, buena voluntad y control en los propios niveles de egoísmo se pueda lograr que no lo sea.

El sábado 27 fui con mi grupo de la maestría (la chica virgo, la tauro, la piscis hondureña, el chico tauro casado y la única que nos acompañó fuera del grupo, una chica cáncer) a celebrar el fin de curso. La hondureña llevó Tequila “El Jimador”, uno de los mejores que hay. Yo estaba reacia a tomarlo porque me da miedo por lo que me sucedió el año pasado cuando me embriagué: quedé traumada y evito el licor. Pero entre comida y plática me tomé dos shunts dobles. Nada en comparación con la chica hondureña y la virgo… Y el tequila no estaba mal del todo: No me provocó malestar y era bebible. Recuerdo que una vez hace mucho tomé un sorbito de tequila en casa de una amiga y casi me destrozó el esófago; así quedé con un mal concepto del tequila. Pero este que bebí no era tan corriente. El problema vino al día siguiente y los días posteriores: la pancita me dolió; definitivamente no debo ni puedo tomar alcohol porque me activa inmediatamente la gastritis. Además, ese mismo sábado por la tarde fui a una despedida de soltera en donde, entre otras cosas, nos sirvieron un cocktail que me bebí por cortesía porque no me gustó. Supuestamente era sangría, pero nada qué ver! Era vino tinto con agua pura carbonatada. Esa ha sido la despedida de soltera más bonita a la que he asistido. Es de una chica vecina de la colonia. Una niña de 24 años. Y las asistentes éramos sólo vecinas. Nos conocemos desde hace años. Un ambiente muy familiar y cariñoso. Fue como una red de mujeres o como un ritual de transición. Hicimos una telaraña con lana y fue como arropar a la futura esposa con nuestros buenos deseos y consejos (nacidos de la experiencia). Me gustó mucho. Ahora estoy participando más con ellas. Pronto seré la única soltera del grupo. Es un gusto reunirse con ellas. Y sé que pueden ser un gran apoyo: lo noté entre ellas, que llevan más tiempo de reunirse.

El 7 de diciembre se celebra aquí el “Día de la quema del Diablo”. Antiguamente el 7 de diciembre por la noche salía una procesión de la Virgen de Concepción y como en 1600-1700 no había energía eléctrica ni mayor iluminación pues las personas hacían fogatas para iluminar el paso de las andas procesionales. Luego, en los años ’60 la tradición fue variando y las fogatas se hacían con todo lo viejo, lo malo, las cosas de las que uno se quería deshacer, y piñatas en forma de diablo, en una forma de rito de purificación (se tornaban buenas al pasar la Virgen). Ya casi está desapareciendo por los nuevos estilos de vida. Pero una de las señoras del grupo nos ha invitado a su casa a celebrar la “quema del diablo” y yo iré… Tengo algunas cosas que tirar en la fogata…

Ese mismo sábado (me sucedieron muchas cosas bonitas ese sábado) realicé algunas meditaciones mientras venía caminando por el comercial que está cerca de mi casa. Por ejemplo, que de perfumes, libros, ropa, libros, zapatos, libros, discos, libros… no he comprado casi nada (por no decir nada) este año… Lo único que he comprado en pagos es algunas joyitas de plata. La maestría me absorbe todo lo que gano, pero así es. Hay que apretarse el cinturón. Y siento que vale la pena el sacrificio. Estuve pensando también que no tiene nada de malo que me gusten los perfumes, o la ropa y los zapatos. Tampoco se me va la vida en eso. Pero me gustan. Y si por eso me llaman consumista o cualquier otra cosa pues qué me importa. Siempre me han gustado los perfumes. Me alegran la vida. Y me encantan. Ahora que recuerdo, como dije en una ocasión (y lo sostengo) me he enamorado de los dos chicos de quienes me enamoré por su olor personal, pero en uno de ellos influyó también el hecho de que usaba perfume. Un perfume que me encanta, además. Me gustan los perfumes. Cómo lamenté que cuando vine de España se me derramó un frasco entero de Poême en el equipaje de mano (que me quitaron y enviaron entre todas las otras maletas)… El olor es el sentido primario, el más antiguo y nos transporta a través del tiempo y del espacio en un momento. La ropa… La ropa me encanta porque siento que ayuda a expresar lo que sientes, lo que opinas de la vida, lo que eres. Marca tendencias, épocas, orienta en la forma de vida y los hábitos de un grupo, de una comunidad y hasta de un país. Por ejemplo, cuando estuve en España me llamaba mucho la atención lo poco coloridos que son para vestirse, o al menos en Barcelona durante otoño, invierno e incluso primavera. En Guatemala lo primero que notas al salir a las calles, sobre todo en áreas populares o rurales, es el color. No importa la época del año. El color inunda tus pupilas y te sacude. Los indígenas usan ropa de muchos colores y los que no lo somos también usamos colores, talvez no tantos al mismo tiempo, pero se usan. Los latinos tendemos a usar más colores en la ropa, en las casas, en la decoración. Por supuesto los grupos de alta sociedad tratan de asimilar la cultura gringa o europea y sobre todo en decoración, tienden a evitar muchos colores, más ahora que está de moda el minimalismo y el monocromatismo. En mi opinión personal, el invierno frío y gris de los países del Norte, se sobrellevaría mejor con un poco de color en lugar de los tonos de beige, grises, marrones o el negro que monopolizan la vestimenta de la mayoría de la población. ¿Será que no se sienten cómodos con darle color a su vida?? No lo sé. Los zapatos… Pues los zapatos complementan la ropa. En lo particular los prefiero cómodos. Me gustan los zapatos de tacón alto, pero no los soporto. Además, son dañinos para la columna. Y los libros… Los libros son mi primer amor. Simplemente eso.

El 1 de diciembre es el Día mundial de la lucha contra el SIDA. Entre la ignorancia y el tabú es difícil la educación para prevención del SIDA aquí en el país. Más de alguna vez he discutido respecto a que el SIDA no es el castigo merecido por las acciones previas (“pecados”) de quienes lo padecen, como algunas personas y grupos suelen argumentar como excusa para no ayudar ni prevenir. Cuesta cambiar mentalidades cerradas y conservadoras. Sólo la educación puede salvarnos… En fin, estoy evaluando la posibilidad de trabajar como voluntaria con pacientes (niños) con SIDA, que viven en un hogar; muchos de ellos huérfanos. Adoptar a uno e irlo a ver, quererlo, jugar con ella o él… Ya veremos. El que mucho abarca, poco aprieta. Y hay muchas cosas que quiero hacer. Namasté.


Guate. 09.12.04 Jirafa médica

3 de diciembre. Ese día se celebró el Día del médico. Por qué se celebra o cómo se inició esa celebración, lo desconozco. Tampoco sé si es sólo aquí o en otros países. Bueno, al menos aquí sí lo es. Y no sé para qué está establecido porque igual no se celebra. Viéndolo bien, en el país hay pocos días de asueto obligatorio, ni en el los trabajos estatales, menos aún en las empresas privadas. Empecé a estudiar medicina sin mayor pasión, sólo para demostrarle a mi padre que yo podía que no era, como él decía, carrera de hombres. Mi idea inicial era estudiar luego psiquiatría. Pero en el camino fui cambiando de idea. No niego que aún me llama la atención la psicología, pero la idea de estar escuchando historias terribles todo el día, me asusta. Me aburre. Ya he dicho que con algunos pacientes, me dan ganas de decirles: “mire, si no quiere nada, no haga nada, pero ya váyase”. Cabalmente hoy llegó una señora que es un caso la pobre: dice que en ningún lugar la quieren atender y que los médicos se enojan con ella. Es diabética, sí. Pero es que además tiene un serio problema para manejar las cosas que le suceden. No logra ver que ella solita se ha encerrado en la rutina que lleva y logra quedar como víctima de todo el mundo… Se puso a llorar recriminándome que una vez que llegó con sus nietos yo sólo le dije buenos días y ella se sintió rechazada porque pensó que yo no quería atenderla porque iba con sus nietos (¿¿??). Es cierto que, si vive alegando que no tiene dinero, que la mamá de los nietos no le deja dinero para darles de comer lo más lógico sería que no se hiciera cargo de ellos, pero de eso a que yo me enoje por lo que hace o deja de hacer… Me desespera, eso sí, que no sé, como que viviera en otro mundo, y no acepta ser referida con psicólogo ni psiquiatra. Evade el tema. No se quiere enfrentara a sí misma. Creo que es una de las cosas más difíciles que hay. No sé, no sé si yo tendría paciencia de ver a diez como ella, ni cobrando 100 dólares por consulta… Lo lamento por la señora, pero si ella hace DNV por eso (y por todo) es su problema, no mío. No, no soy buena. Nunca me he jactado de serlo. Es difícil sentir amor por una persona así. Lamento mucho no ser compasiva, como me gustaría serlo. Como la Madre Teresa… ese es amor. Quizá haya otros ejemplos de personas que aman, pero no se me viene otro nombre por ahora.

Cierto es que paga bien la psiquiatría, pero no sé, no tengo paciencia. No sé si aguantaría. Además, después de haber superado una depresión, cuando oigo a una persona con depresión por un lado me siento capaz de ayudar y de brindar lo poco que yo sé y he vivido, pero por otro, recuerdo cuánto me dolía el alma en esos tiempos y me duele pensar cuánto estará sufriendo esa persona, me identifico con ella… ¿Cómo se llama eso? Tiene un nombre en la jerga terapéutica… Traslación? Proyección? No recuerdo... Me cuesta lidiar con tanto sufrimiento. El sufrimiento físico me es más fácil de manejar, entender y comprender, pero el del alma… Prefiero no meterme a esas honduras… Así que no sé qué tan buena idea sea dedicarme full time a eso. Sin embargo, no descarto dedicarme a ello aunque sea de hobby, o estudiarlo por amor al arte, porque me gusta todo el rollo de intentar estudiar, entender y comprender la conducta humana. Pero mientras puedo dedicarme a ese hobby, me decidí por algo neutral, que me gusta y me parece muy importante: la nutrición. Ya sé que no es la típica especialidad médica como pediatría, oftalmología u obstetricia. De hecho, tanto por conocimientos como por el hecho de contar con un trabajo estable, al menos el tiempo que dure, he pensado en una residencia: Endocrino’, que no hay aquí, medicina interna e incluso, psiquiatría. Pero primero, adelantar la maestría…

¿Cómo me siento ante mi carrera? Pues como dije antes, inicialmente estudié medicina como un reto y una prueba de resistencia. Sin embargo, creo que tan desencaminada no andaba. El año pasado que no trabajé medio año, mientras estuve en España, me hacía trabajar, y específicamente, me hacía falta ver pacientes. Y el otro semestre que trabajé sólo dando clases en la universidad, también me hacía falta ver pacientes. Ahora que estoy viendo pacientes, lo que me hace falta es más plata… Y dar clases o investigar. Lo he paliado un poco por la maestría (estudiar, investigar), pero si no estuviera estudiándola, seguro estaría desesperada. Lo bueno es que ya no me siento en pleito con la carrera. Me he hecho su amiga y le he tomado cariño. Después de todo, me alegra haber estudiado medicina y no haber tirado la toalla. Mis amigos de medicina, excepto dos que trabajan en el interior del país, porque no quisieron estudiar residencia (una de ellas porque está con la idea de irse a España… pero con el tiempo que lleva aquí, ya estaría terminándola… Su novio vive en Madrid y la ha esperado por varios años…), una que no estudió nada porque tenía depresión y otro que estudió una maestría en Salud Pública, casi todos finalizan este año su residencia: hay una internista, una pediatra, una oftalmóloga, un obstetra (todavía le faltan dos años), y una radióloga que está en primer año de la residencia. Ah, y un amigo a quien dejé de ver, que es psiquiatra. Y bueno, yo que seré, Primero Dios y mi esfuerzo, nutrióloga.

La medicina es muy mal pagada acá. Excepto si la vuelves negocio. Hay médicos que en su clínica privada cobran Q400.00 por una inyección de mágicos esteroides: dexametasona o algo así. Y como mucha gente no sabe que es eso, se aprovechan de su ignorancia. En el estado, si trabajas en algún pueblo remoto alejada de la civilización (como mi amiga del novio en España), puedes ganar Q7500.00 (el cambio está a 7.80 quetzales por un dólar) al mes. Si trabajas en una empresa privada y te pagan Q6000.00 por 10 horas diarias tienes que estar dando brincos. El sueldo medio de los residentes, que tienen que hacer turnos de 24 horas (más el horario de 7 AM hasta –supuestamente- las 4-5 PM) es de Q5000.00 mensuales. Y bueno, está la vil explotación de los hospitales y sanatorios privados en donde te ofrecen Q1500 o Q2000 al mes por turnos de 24 horas cada 3 días. O la explotación de la premio Nóbel de la paz que con el dinero hizo una “fundación de investigación” y posteriormente, una red de farmacias “Similares”, franquicia mexicana de medicamentos genéricos. En cada farmacia tiene una clínica de medicina general abierta durante 14 horas diarias. Cada médico trabaja 7 horas al día, de lunes a sábado y domingo cada quince días. Y lo que paga es Q15 por paciente evaluado. Sin prestaciones, vacaciones, aguinaldo, descuento del Seguro Social, jubilación ni nada. Yo antes le daba a la Menchú el beneficio de la duda (a pesar de que los propios indígenas quichés la criticaban mucho por su actitud), pero después de esto ya no. Ella no estudió, no sabe el esfuerzo de todo tipo que implica estudiar una carrera. Por eso no valora a los profesionales. Por supuesto que hay médicos con fincas y mucha plata, ya sea porque la han heredado o porque se han deslomado trabajando casi 18 horas diarias, por muchos años. A quienes mejor les va es a quienes hacen procedimientos quirúrgicos o de otro tipo (cirujanos, obstetras, oftalmólogos, gastros’, cardiólogos, etc.), y aún así muchos especialistas y subespecialistas se la ven a cuadritos para cubrir el presupuesto familiar. Y así es como se termina aceptando pagos míseros, por la necesidad, porque como casi toda la mara ya está casada y con varios hijitos, y además tienen que mantener el Status quo de “Soy médico”, pues tienen que aceptar. Y el Colegio de Médicos, bien gracias. No dice ni pío. Ni “esta boca es mía”. Y es que somos muchos médicos todos amontonados en la Ciudad de Guatemala y sus alrededores. Casi nadie quiere irse a los pueblos. A mí lo único que me dolería de dejar la ciudad es que si hay algún concierto o exposición, no asistiría, pero igual, para lo que asisto… Yo sí estoy dispuesta a irme, con tal de estar más tranquila, vivir con menos miedo (por la violencia) y hacerme menos cuadritos la vida. Si me sale un trabajo convincente, y que me permita venir cada semana a la maestría, ni dos veces: me voy. Sobre todo, a Jalapa. Cerca de Tatasirire.

La semana pasada en el canal Discovery miré un programa que hablaba de personas Mutantes. O sea, casi todos nosotros porque en mayor o menor grado, todos tenemos alguna mutación. Y concluían en algo que yo ya sentía/sospechaba/suponía: que la mezcla es lo mejor (I knew it!!!!). Esto con base a que cuando se mezclan dos grupos étnicos diferentes (planteaban la idea de que las razas son mutaciones de una variante humana primigenia, que originó a las demás), el resultado es mejor porque cada individuo aporta su mejor material genético y hay menos posibilidades de mutaciones, y más belleza. Halle Berry, una mujer que me parece muy bella, es hija de una enfermera negra y un obrero blanco. Así que sigo insistiendo que a los humanos lo único que nos va a salvar como especie es la mezcla: para derribar fronteras de todo tipo: raciales, religiosas, ideológicas, etc. ¡Viva la heterodoxia! ¡Viva el sincretismo!

El sábado fui en una excursión a una finca de la costa sur diz que habilitada como sitio ecológico. La finca se llama “los Tarrales” porque hay unos cuantos bambúes allí. Tarro llamaban los castellanos antiguos al bambú. La casa patronal es una construcción de 1800. La finca fue comprada en 1814 por una familia gringa de apellido Bunge y se dedica al cultivo y exportación de café y plantas exóticas para arreglos florales y para sembrar. Me da un poco de coraje que hablan de tener a 70 familias trabajando allí… en qué condiciones! Seguro a esos niños se les hace una evaluación nutricional y están desnutridos. Son bajitos, andan descalzos. Tienen una escuela de 1º a 6º grado pero sólo los primeros 4 son gratuitos mientras los otros 2 tienen que pagarlos los padres… Cuando supuestamente en el país la educación es laica, gratuita y obligatoria… En teoría. Y además, en el folleto de información hablaban de ir a unas cascadas y nada que ver: sólo recorrimos la plantación de ornamentales y ya. No fue nada del otro mundo, y encima, el calor: 32º C al sol, y eso que en esta época hace menos calor… No valió la pena el viaje. Pero me parece una actitud muy gringa, tipo: “la comida de McDonalds es saludable”, o “Tuvimos que atacar a Iraq porque hay armas biológicas”. Explotación y engaño, bastiones del imperio… Pero, no todos los gringos son así. Conozco a un par que no son así.

Por cierto, los guías de turismo andaban desviviéndose por mí: andaban detrás de mí, corrían para ayudarme (sin yo necesitarlo), y decían comentarios… Grr!! ¡A mi eso me desagrada porque ninguno de los dos me pareció interesante! Incluso, el más joven de ellos me pidió el correo electrónico. No sé, quizá si me escribe y me invita a salir, lo pensaré. No es mi tipo, pero tengo que salir ya de este enclaustramiento, conocer chicos… Lo pensaré. Según lo que me escriba. Bueno, debería intentarlo al menos una vez, no? Si no me agrada pues ni modo, pero no pasa nada. No pierdo nada. NO me va a comer, no me va a hacer daño. Tengo que aprender a confiar. Poco a poco. Las mujeres somos contradictorias. Hay una anuncio de una venta de ropa llamada Burda en la que se “oye” la plática mental de una chica diciendo esto: “No me mira! No me mira ni porque traigo la minifalda! Qué hago para que me mire? Y este? Qué se cree? Por qué me mira?”. Sólo nosotras nos entendemos… O sea, queremos que nos miren pero sólo quien nos interesa, los demás, ¿Qué se creen? Ja, ja, ja! Es absurdo, ni que no tuvieran ojos!! Este finde me voy a Río Dulce a visitar a una amiga del alma que próximamente iniciará feliz, asustada y entusiasmada, su vida en pareja con un gringo que se mira buena onda. Ojala todo le vaya bien. De todo corazón, le deseo lo mejor.

La semana pasada terminó la Feria Municipal del libro. Al final ya no fui. Es una barbaridad! No me he comprado ni un libro en todo el año… He estado muy ajustada de plata, por la maestría. Pero el otro año será mejor. Leí hace dos fines de semana un artículo del Maurice Echeverría que hablaba de los diarios y el género epistolar en la vida de los escritores. Sería un sueño para mí dedicarme de lleno a escribir. Estoy triste porque estas dos semanas (dos semanas ya) que llevo de vacaciones, no he escrito. Por múltiples razones. Tampoco he subido nada a mi “Jirafa’s World”… Lo tengo muy descuidado. Y no porque no haya qué escribir o qué pasar a la compu’ de alguno de mis cuadernos. La verdad, no tengo excusa. Debería ponerme horario para escribir. Y hacerlo. Pero siguiendo con lo de los diarios, hablaba de los diferentes tipos de diarios que hay. ¿A qué género pertenece este? La web está llena de blogs. Blogs de todo tipo. Este no pretende nada. Es el sustituto de mi cuadernito de escribir la vida. Debería llamarse así: “Cuaderno para escribir la vida”. Sin embargo, siempre, siempre, he llevado dos diarios. El “oficial” y el otro. En el otro escribo muy poco, muy poco. Pocas veces al año. ¿Para qué escribo un diario? La verdad es que mi aspiración romántica secreta es que, siendo optimista y pensando en que formaré un hogar con un buen hombre, alguna de mis nietas encuentre mis diarios y cuadernos cuando yo ya no esté y los lea, sola o con su hermana. Y me conozca… Y podamos ser amigas aunque en ese tiempo yo sea sólo brisa, o delfín o cellista en otra parte del mundo. Ese es mi sueño. Y el lado práctico es que, de acuerdo, la vida hay que vivirla. Pero yo necesito escribirla también. Me sirve para evaluar situaciones, aprender, reflexionar, recordar… Es una forma de detener el tiempo y ser eterna. Y escribir es una forma de crear el mundo. Me hace falta escribir en serio.

Necesito urgentemente encontrar otro trabajo. No entiendo a las personas. El chico de la farmacia, pues me daba cierta desconfianza porque es escorpión y no sé si porque yo lo proyecté (no es ley… síndrome? Bueno, algo de Pigmalión) o porque él es así, me hizo un relajo enorme el día del médico (el tres). Me hizo quedar mal, me reportó y total que hasta un memo enviaron. Lo patético del caso es que ahora el tipito está enojado conmigo. Él inventó un chisme y cierto, me molestó y a partir del lunes lo he saludado “de lejitos”, pero yo debería ser la ofendida, no él. Yo he intentado por todos los medios no ser como casi toda la gente no indígena de acá, no decir cosas como “indio tenía que ser”. El tipo es indígena kekchí. Llevábamos una relación de trabajo agradable hasta que me enteré de lo que hizo el viernes. No sé si hablarle para poner los puntos sobre las íes o dejarlo así, en guerra fría (situación que no me parece lógica ni agradable puesto que somos sólo tres personas). Alguna amiga me ha dicho que lo ignore, que no le de importancia ni poder a ese “indio” (sic). Pero más allá de su origen genético, es un ser humano y prefiero hablar. Para eso tenemos boca y cerebro, no? Para hablar y resolver los problemas. No es necesario tomar actitudes infantiles, que con berrinches no se resuelve nada. No importa que me digan que le estoy dando poder, prefiero hablar. Siento que es lo correcto. Si él persiste en su actitud o dice que no pasa nada (lo cual no es cierto, se nota a leguas), pues ya no queda en mí. Y si persiste en su actitud, confirmaría una vez más mi hipótesis de que hay que cuidarse de la gente religiosa… Él es cristiano evangélico y se pasa oyendo música cristiana todo el día. Mi jefe es pastor de una iglesia. ¡Ya no quiero trabajo con gente religiosa! Me han curado de espantos! Prefiero un trabajo laico.

Por cierto, estaba pensando: ¿Es necesario practicar alguna religión para cultivar valores? ¿Es necesario ser cristiano o judío o musulmán para cultivar un corazón compasivo, una mente consciente, humildad, sabiduría, solidaridad, comprensión? Si vamos a los hechos, pues la mayoría de gente de este país es religiosa (católica o evangélica: las iglesias están llenas los domingos) y habrá quienes se persignan después de haber dado muerte a otra persona. No lo dudaría, en serio. Y miremos cómo está el país. Estados Unidos es un país muy religioso que apoya las guerras (como la de Vietnam o Irak), en nombre del país, de Dios, de la libertad y supuestamente de la paz. En Europa hay más gente atea o que no practica ninguna religión: ¿Son más compasivos, más solidarios, más humanos? ¿Miran a todos por igual o son racistas? ¿Son los hindúes más solidarios, tolerantes, comprensivos? ¿O los musulmanes o los japoneses, son menos egoístas y más amorosos gracias a la religión que practican? Creo que al final el problema no es cuestión de practicar o no una religión (X, Y o Z), sino de cosmovisión, de valores, de amor. A la vida sobre todo… A la propia y a la ajena. Es de reflexionar un poco, pensar y buscar en el corazón lo que es correcto, tomando en cuenta las circunstancias y la sensibilidad humana. Es difícil. Pero vale la pena. Siento yo. Sólo haciendo un alto en el camino podemos pensar en un mejor futuro para toda la humanidad. Cambiando totalmente de tema, ya encontré un lugar cercano a donde puedo ir a recibir clases de Karate. Sería Kempo, una de las tantas variedades que hay de este arte marcial. Iré a ver una clase el lunes, para evaluar la idea y terminar de decidirme. Y me voy ya. O no llegaré a la clase de aeróbicos. Namasté.

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