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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

octubre 14, 2004

Aniversario 

14.10.04 Jirafa cumpleañera

Hoy cumplo un año desde que empecé a escribir como Jirafa. Un año muy enriquecedor, de muchos logros, cambios y aprendizaje. Estoy muy feliz y espero seguir adelante con esta empresa. Quizá no escriba muy a menudo, pero seguiré escribiendo. Aunque sea cada quince días o cada mes, pero seguiré escribiendo. Y para celebrar el aniversario, he creado otra página, dedicada exclusivamente a asuntos literarios. ¿Una jirafa literata? Pues de todo hay en la viña del Señor y esta Jirafita, aunque consciente de su casi total desconocimiento de semántica, filología y demás ramas de estudio de la lengua castellana, muy consciente de su mínima cultura literaria, pues necesita escribir y dejar plasmado lo que pasa por su alma. Así que a quien me lea, le invito a visitarme en esta dirección (creo que es esa): www.jirafaescribe. blogspot. com

Mensaje de felicitaciones:

¡Felicidades Jirafita! Sigue adelante: recuerda que el mayor compromiso que tienes es contigo misma y con la vida que Dios te ha dado. ¡Gózala al máximo a tu manera, a tu aire! Sigue soñando, amando, aprendiendo y viviendo… Y crea tu mundo, tu propio mundo… Dios te bendiga. Te quiero mucho, con todo mi corazón. Namaste. (Firmo yo).

octubre 13, 2004

Después de un largo silencio... 

19.09.04 Jirafa que medita

He estado pensando acerca de lo que escribí antes. Creo que olvido muy a menudo lo de “un corazón compasivo” y “una mente consciente”. Lo digo por mis poco compasivos pensamientos y deseos hacia Pinochet& Co. Y por hacerme cuadritos la vida y sufrir tanto (y sin razón) por el sufrimiento ajeno. No quiero ser indiferente. Pero tampoco se trata de vivir decepcionada. Ni de vivir estúpidamente sonriendo, creyendo que la vida es color rosa, que no lo es. Se trata de encontrar el sabio término medio. Solamente. Una amiga me decía ayer que no le pusiera atención ni pensara en eso, que si una lo hace se vuelve loca. Que la situación del país está fregada y por eso una tiene que ver cómo sale adelante. Punto. Y que obviamente no va a salir una adelante trabajando con esa gente… ¿Qué es salir adelante? ¿Tener una clínica en Multimédica o en la zona 10? Porque para ella dar clases en la universidad es anquilosarse y evidenciar incapacidad. Ha cambiado mucho. Ella no era así. Solía ser más humana, más sensible. Ahora sólo le da pena si le cuento la triste historia de un perro, de las personas, mejor si no le cuento nada. Todos cambiamos. Para bien o para mal, pero cambiamos. Y las parejas influyen más de lo que estamos dispuestos a aceptar. Por eso, mejor si la pareja es alguien humano, sensible (no sensiblero ni oportunista), honesto y con quien podamos crecer como personas. No alguien indiferente, egoísta, duro ante el dolor humano e interesado sólo en el dinero, como lo es el novio de esta amiga. Pero bueno, allá ella… ¡¡¡Si así es feliz!!! Pero ahora nuestros temas se concretan a perros, pasteles, casos de pacientes y chismes que ella me cuenta de nuestros compañeros que están en el hospital. Porque no le interesa escucharme tampoco. No le interesó ni en el momento en que más sola me sentí y más la necesitaba como amiga, cuando murió mi ex el año pasado. No se puede pedir peras al olmo. Cada quien da lo que puede dar. Yo le tengo cariño, es mi amiga y aún tengo la esperanza de que algún día, regrese. De cualquier forma, me sirvió hablar con ella.

Ayer fui a una despedida de soltera de una amiga. Aquí las despedidas usualmente son organizadas por familiares de la novia. Seguro que habrá algunas organizadas por amigas, en las que contratan streapers para que le hagan show a la novia, pero al menos yo nunca he ido a alguna despedida así. Será que mis amigas y yo no somos tan liberadas. Pues esta amiga tiene 35 años y me decía que pensaba este año hacerse una inseminación artificial pues ya se había resignado a quedarse sola. Pero no era ese su camino. El año antepasado, cuando me fui a España, se enfermó y no encontraba alivio a su enfermedad. Finalmente su abuelita le dijo que fuera con su médico y fue con él. No sé ni como empezaron a salir, y el año pasado le pidió la mano. En la despedida suelen dar recuerditos, como manualidades (ayer dieron velas aromáticas con forma de flores y un listón con el nombre de la novia). Pienso en mí y reconozco que si algún día llegara a casarme, quizá no haría nada de eso. En primer lugar, me parece algo medio tonto y bastante anti ecológico. Cierto, resulta útil, sobre todo porque te regalan cosas para el nuevo hogar (ayer los regalos fueron un hornito tostador, una olla arrocera y una waflera), pero es aburrido y cursi. Se desperdician muchos materiales que terminan tirados en la basura. Además, no tengo quién me haga eso. De mis amigas, las quiero mucho pero la verdad, no espero absolutamente nada de ellas. Mi mamá no sabría cómo organizar una despedida, nunca lo ha hecho. Y mis dos tías que quizá si sabrían y podrían, no viven aquí. Por otro lado, me gustan las cosas originales pero no corrientes ni horteras. Me gustan las cosas simples. Y los gustos, aún simples, salen caros. Y sí: ¡Soy tacaña! ¿Gastar en eso? ¿Para qué? Mejor se usa ese dinero para irse de viaje, o para el pago de la casa, qué sé yo! Dicen que sí, que sólo te casás una vez en la vida, pues por lo mismo, ¿Para qué tanto relajo? Y las cosas me gustan bien hechas, o sea, si hacés una recepción o banquete, que esté bien hecho y sea de calidad. Si no podés costearlo, mejor no se hace. Y como me gustan las cosas originales y fuera de lo común, pues eso lleva tiempo, planificación y, claro: dinero. O la otra opción: una ceremonia íntima (mi novio, yo y dos testigos equis) y luego les contamos la noticia a todos (¡y que se enojen!). Cero bolas. Pero, ¿De qué me preocupo yo? Si algún día sucede, ya veré qué hago. Qué hacemos, mejor dicho. Que esas decisiones son de dos; cuando tienes pareja, las decisiones son de dos. Por supuesto que a veces es difícil llegar a consensos. Bueno, ya Dios dirá. No me preocupo por eso. Tengo mucho qué hacer aquí y ahora. Namaste.

20.09.04 Jirafa meditabunda

Mi perrito está enfermo. Se está quejando mucho y tiembla. Tengo que llevarlo mañana con el doctor. =( Espero en Dios que no sea nada malo. Hoy escuché algo que decía Rossini: que él prefería reír mucho, reír de todo porque así alejaba las lágrimas que estaban dentro de él. Interesante. ¿Será que las personas que hacen chiste de todo y son supuestamente muy alegres sólo están escondiendo en el fondo, su tristeza perenne? Tampoco digo que se trate de vivir la vida llorando. Para nada. No es sano.

He estado pensando que ya va siendo tiempo de innovar en mi página de Jirafa. Estoy pensándolo seriamente. He leído que las cosas que una hace, hay que hacerlas con pasión. Cuando hablo defendiendo algún tema que me interesa o algo que me toca hondo, me exalto y todo el mundo (hasta el momento no ha habido ninguna persona que no me lo haya dicho) me dice: “pero calmate! No te enojés!”… ¡Cuando yo no estoy enojada! Pero nadie me cree. Por la entonación y la forma en que hablo, creen que estoy enojada… ¿Cómo convencerlos de lo contrario? Solamente soy apasionada! Soy una Jirafa incomprendida!!! (esto dicho en pose “Snoopy trágico”). Na’ es broma.

Habría podido tener un amigo, pero lamentablemente no pudo ser. Yo confié en él, como amigo y como profesional, que fue como lo conocí inicialmente. Y creí que él sólo quería ser mi amigo. Lo conocí en mi peor época de duelo, y como mis amig@s de toda la vida andaban lejos (en distancia física algunos, emocional otros), pues me alegró poder contar con él. De repente, empecé a intuir que algo no andaba bien y que sus intenciones eran otras. No me lo podía creer puesto que conozco a su pareja y creía que él, educado en la cultura inglesa y sueca, no era como el típico latino que anda viendo con quién engaña a su mujer. Pero mi intuición (mi instinto, que eso es la intuición) estaba en lo correcto. Cuando él me planteó sus deseos, le dije que yo creía que éramos amigos, que no podía ser porque él no me gusta y además es casado. Él como que no se dio cuenta de lo incómoda que resultó para mí la situación. Sobre todo, por la esposa. Me dijo que yo era cuadrada, que a ella no importaba (¡?!), que no me preocupara por ella. Le reiteré mi negativa insistiéndole en que yo lo que le ofrecía era amistad y punto. Aparentemente lo había entendido –según yo- y creí que podríamos seguir adelante con la amistad, pero continuó buscándome en plan de conquista. Eso me decepcionó. Eso y el hecho de que empezó a atacarme. Siempre que me hablaba me decía que yo estaba mal y que debía practicar Qui Gong o Tai Chi y que debería estudiar Medicina China y no la maestría que estoy siguiendo. Al principio, pues como consejo dije “OK”. Pero luego, cuando cada vez que me llamaba o me visitaba era para criticarme, pues me hartó. En primer lugar, él no sabe, no tiene ni idea del valle negro en donde estuve. Gracias a Dios he salido de allí casi sola. No puedo olvidar a Dios, a mi familia y a dos amigas que aunque no estuvieron junto a mí físicamente, siempre estuvieron pendientes de mí. En segundo lugar, me parece magnífica la Medicina China, tiene aportes muy valiosos para la vida y la salud de todos los seres humanos, pero de eso a pretender que porque a él le ha ayudado todo el mundo tiene que hacer lo mismo que él hace… Me parece un poco fanático. No podemos imponer nuestras ideas o creencias a otros, por buenas o eficaces que nos parezcan.

Me he dado cuenta de que reacciono bajo la presión y el fanatismo, huyendo. Ahora me he vuelto bastante escéptica respecto a las medicinas alternativas, como se les llama. ¡Yo! ¡¡Escéptica de medicinas alternativas!! ¡Quién lo diría! Bueno, y es que tampoco me funcionó mucho un tratamiento de estos que estaba siguiendo y tendré que terminar yendo con el oncólogo. Si me presionan para que no deje abierta la posibilidad de algo que me llama la atención, pues sí, será una actitud rebelde o infantil, pero me voy hacia ese lado. Y no es que crea ciegamente, no vea las fallas ni nada, sino que me molesta que se cierren ante las evidencias o las posibilidades. No me gustan las actitudes cuadradas. Creo que lo mejor es dar siempre el beneficio de la duda antes de pronunciarse ante algo, y respetar las diferencias de opinión. No es que no esté consciente de las grandes fallas de la medicina occidental o de que desligar las emociones del cuerpo, como aprendemos a hacerlo en las facultades de medicina, no sea un error; lo es. Pero me encantan los avances que la ciencia ha logrado poner al alcance de la medicina y lo que hemos logrado con ello; sin embargo de esto a volverme acérrima defensora de la medicina occidental, hay mucho trecho. Las medicinas (China, Ayurvédica, Terapias alternativas) pueden llegar a funcionar en algunas ocasiones. Recordemos que la mente es lo más poderoso que tenemos y si los placebos funcionan es por el poder de nuestra mente. Estoy convencida de que tenemos la capacidad de autocuración, que es a donde se llega con las medicinas alternativas de una u otra forma. Lo que pasa es que no creemos en ella y no la desarrollamos.

Ya me desvié del tema, para variar. Pues este chico se molestó porque yo me alejé de él cuando me dí cuenta de que no hacía caso y me seguía diciendo cosas. Cosas que no se suelen decir entre amigos. Una noche me llamó muy molesto, reclamando. Él reclamaba y reclamaba, me dijo un montón de cosas atacándome. Yo al principio creí que se le pasaría, pero cuando vi que no, mejor me empecé a distanciar y le dije que no me visitara en el trabajo. Me había prestado unos libros que yo le quise devolver antes, pero él insistió en que me quedara con ellos. De todas formas ni los terminé de leer y me ha llamado en dos ocasiones, exigiendo los libros (no se los dí antes porque no he tenido tiempo) y además la primera vez criticándome y diciéndome hipócrita porque él argumentaba que no tenía ya ningún interés en mí y por qué me había alejado de él si éramos amigos. La segunda, sólo exigiendo los libros. La verdad, lo escuché porque me recordó actitudes anteriores que lamentablemente tuve en el pasado. Intenté escucharlo, pero la verdad me desesperó estar oyendo un ataque tras otro. Digo, si le parezco negativa, pesimista, cerrada a dedicarme de cuerpo y alma a la medicina china como él pretende, si no ve nada bueno en mí, ¿para qué quiere ser mi amigo? ¿Por qué no me acepta como soy? Quizá su intención sea buena. Sé que tengo mucho por aprender, por mejorar y por cambiar. Lo sé. Sé que no soy perfecta. Quizá al cabo de los años termine practicando acupuntura o siendo instructora de yoga o de Tai Chi (ambas posibilidades me atraen mucho), pero mientras tanto, por qué no respetarme tal como soy ahora? ¡Yo sólo quería ser su amiga! Para mí era interesante escuchar sus opiniones, otros puntos de vista de la salud y la enfermedad y creí que podíamos crecer mutuamente y ayudarnos como amigos, sin pretender que yo estudiara medicina china ni que él se inscribiera en la facultad de medicina.

Tengo (¿Tengo? Cuento con amigos en mi vida, mejor dicho) una amiga católica tradicional acérrima. Una medio del Opus Dei. Otra que es bien pija. Otra que se las lleva de pija pero no lo es. Otra que ha transmutado de consciente a indiferente. Otro amigo de izquierda y militante, con su pareja que es igual. Una amiga de derecha, pro TLC y globalización. Una amiga atea. Un amigo gay y muy crítico. Una amiga evangélica. Uno que es músico y sólo le interesa el arte. Otra que no cree en el amor ni el matrimonio y es muy liberal. Un amigo divorciado que no quiere volver a casarse. Un amigo que anda medio perdido en cuestiones de afecto. Otro que anda en busca de su chica para casarse y formar una familia. Y otra que a los 32 años no se anima a decirles a sus padres que tiene novio. Yo les quiero a todos tal como son. NO es fácil, lo admito. Alguna vez he discutido con alguien por diferencia de opiniones. Alguna vez en el pasado cometí el error de asumir el papel crítico de guía o de consejera y quise decirles qué estaba mal o qué tenían que hacer para mejorar… Lamento haberlo hecho y no lo hago más, salvo si me piden consejo. Pero les respeto y es interesante escuchar sus puntos de vista, se aprende mucho con cada persona amiga y ellas enriquecen mi vida. No quiero que piensen como yo, ni convencerles, ni que me convenzan. Pero creo que de eso se trata la amistad. De respetar, de compartir, de aceptar, de apoyar. De estar allí, simplemente. Sin embargo, este chico como que no capta la idea. Por mí, habría podido ser su amiga, a pesar de lo que me dijo, pero si no me hubiese seguido insistiendo y luego, atacándome. Sé que está mal. Es evidente. Pero mientras no cambie su actitud, no es bienvenido a mi círculo. Si alguna vez decide cambiar, las puertas siempre están abiertas para la amistad. Creo que todas las personas merecemos una segunda oportunidad. O hasta una tercera. A mí me gustaría que me dieran el beneficio de la duda cuando he fallado. ¿Por qué no darlo a los demás?

Él dice que está perfectamente bien. Bueno… Si estuviera bien, no habría asumido esa actitud de reclamo y ataque. Como dije antes, me recordó a mí misma en otros tiempos. Cuando una pasa por una crisis depresiva y está ciega ante la realidad de la vida, cuando una está encerrada en una cárcel de ideas erróneas y dañinas, no se da cuenta de lo que hace, del daño que inflinge o de las necesidades o puntos de vista de los otros. Cuando una está llena de dolor es poco probable que pueda ver nada más allá del dolor. Cuando una no está bien con una misma, cree que todo el mundo está igual y para no perder la sensación de control, es mejor señalar lo que vemos mal (real o proyectado), para mantener bajo control nuestros temores. Y no se sabe ni lo que se quiere. Recuerdo que yo dudaba de todo. Hasta de mi amor por el chico a quien amaba. No me sentía merecedora de nada y luego, reclamaba atención. Sí, algo paradójico. Y sentía que mi amor no era valioso ni valorado por él. Es un mar de inseguridades que puede llegar a ahogarte. Un día dices una cosa, al otro día otra… Un día te quieres casar y al otro, ser libre y al siguiente, ser sólo novios y esperar un poco… Eso obviamente confunde a cualquiera. Y te hace perder credibilidad. Es difícil convivir con alguien que atraviesa una crisis depresiva. Por eso comprendo que pocos matrimonios logren sobrevivirla saliendo fortalecidos de ella. Se necesita mucha fe, mucho amor, paciencia, fortaleza, sabiduría y comprensión. Y, en mi opinión, terapia para los dos o para toda la familia, de ser necesario. Son momentos de prueba muy duros.

Las pérdidas no son fáciles de sobrellevar. La relación de a que hablé anteriormente y la de una amiga a la que he considerado como una hermana son pérdidas que me han dolido. Si algún día ella me necesita, yo estaré aquí siempre. Me duele haberla perdido porque la he querido mucho y la conozco desde que iniciamos la carrera. Pero así es la vida. De cualquier forma, siempre estará en mis oraciones. Tal como todas las personas que amo y he amado. Y mi amistad estará siempre allí, esperando… El amor no pasa. El dolor sí. La vida sigue adelante. Namaste.

Lo dijeron Ell@s:

Séneca:

“Muy pocos aciertan antes de errar”.

Kafka:

“No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives”.

Julio Cortázar:

“Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.

Emerson:

“Nuestra fuerza nace de nuestra debilidad. La indignación que se arma con fuerzas secretas, no despierta hasta que no sentimos heridos, timados y penosamente abrumados. Cuando un hombre es empujado, atormentado, despreciado, tiene la oportunidad de aprender algo: se le ha dado ingenio, humanidad; ha obtenido hechos; aprende de su ignorancia: está curado de su locura de orgullo; ha obtenido moderación y una habilidad verdadera”.

Louisa May Alcott:

I’m not afraid of storms, for I’m learning how to sail my ship.

E. E. Cummings:

El no ser sino uno mismo en un mundo que está haciendo lo mejor que puede, noche y día, por convertirse en todos los demás… significa luchar la más dura batalla que cualquier ser humano puede luchar; y nunca cesar de luchar.

23.09.04 Jirafa animalera

Animalera. Es un término que se inventó mi tía para describir a las personas a quienes nos gustan –y amamos- a los animales de compañía. Perros, gatos y pequeñas aves, específicamente. Ella tiene gatitos y perros. Se podría decir también “mascotera”, pero animalera es más chistoso.

He aprendido mucho de los animales. Recordando aquel pensamiento del Talmud que leí en algún lado: “Contra tu voluntad naciste. Contra tu voluntad morirás. Queda en tus manos y en tu consciencia lo que hagas entre ambos límites”, pienso en los animalitos y me pregunto… ¿Piensan en eso? ¿Ellos tienen consciencia? ¿Saben que morirán? ¿Les da miedo? ¿Piensan en lo que pasará? ¿Tienen idea de ayer-hoy-mañana? Siendo antropocéntricos y medio soberbios, asumimos que no, que no piensan en nada ni tienen consciencia. Pero siempre me he preguntado: “¿Será cierto? ¿No será solamente que no los entendemos y no podemos comunicarnos con ellos?”.

Lo más fácil, cuando jugamos del lado de la auto designada o supuesta superioridad (corroborada por mandato Divino según todas las religiones), lo más fácil cuando encontramos algo diferente, algo que no comprendemos, con lo cual no nos podemos comunicar o que contradice lo que creemos correcto, es ningunearlo, mirarlo de menos, degradarlo y creer que nosotros estamos bien, en lo correcto y lo Otro, el Otro, lo Diferente, está mal, es inferior, ignorante, salvaje, tonto, etc. Como ejemplo basta recordar que tanto los indígenas americanos como los negros africanos fueron considerados como animales (o menos) por los europeos que tuvieron contacto con ellos inicialmente. Incluso ahora he escuchado comentarios así de horribles de gente de este país hacia los indígenas con quienes compartimos el suelo. Lo Otro, lo Diferente, pueden ser personas, costumbres. O animales. Hay quienes les temen, tanto que quisieran que no existiera nada diferente a ellos mismos. Siento que el temor engendra odio. Sólo podemos odiar lo que no conocemos ni comprendemos. ¿Qué pensarán los animales de nosotros? ¿Por qué no valoramos sus medios de comunicación? Yo insisto en que a los grandes simios se les debería considerar como primos, humanoides. Estamos emparentados. Quizás algún día seamos capaces de respetar y comprender más al Otro. Sea lo Otro persona, animal o costumbre. Espero que algún día cultivemos más nuestra vocación de amar y unir que la de separar y odiar. Tengo fe en la humanidad…

Creo que cuando alguien está por morir, tiene consciencia aunque sea levemente o inconscientemente de ese hecho. De alguna manera actúa raro. Se despide de su familia. Hace comentarios extraños. Hace viajes inesperados. Actos que la familia después va descubriendo como anormales en la conducta de la persona… Si muere y nadie se lo esperaba, todos quedamos atónitos. Si la persona ha estado enferma, aún cuando haya sufrido una enfermedad terminal o haya cursado con mucho sufrimiento, pocas veces se le quiere dejar ir. Somos humanos, apegados al cuerpo, y usualmente nos aterra la idea de perder a las personas que amamos. O a los animales. Mi perrito está enfermo. No sabemos con certeza su edad. Ya han pasado cuatro años desde que lo rescatamos de la calle. El vet le calcula diez años. Quién sabe qué vida tuvo antes. Cuando lo empezamos a cuidar, estaba desnutrido. En las personas desnutridas, la recuperación nutricional tiene que ser gradual. Yo no lo sabía, pero en los perros también y este comía a demanda, con hambre atrasada. La desnutrición daña el miocardio, y si la alimentación se implementa sin control, el músculo cardíaco se daña más aún. Mi perrito tiene un soplo e insuficiencia cardíaca. Hernia lumbar y dos vértebras lumbares semi soldadas. Cataratas bilaterales. Hipoacusia. Dermatitis alérgica. Y está obeso (al igual que con las personas, los animales desnutridos tienen dificultad para metabolizar las calorías consumidas y como mecanismo de defensa alterado, almacenan lo que comen como grasa, así que con poco que ingieran, engordan). Es un perro feliz, cariñoso y tranquilo. Come, mueve la colita, duerme, ladra. Nada, que hace lo que un perro normal suele hacer.

Una señora que conozco tenía un perrito ya grande también y como casi no miraba y al igual que Coper estaba sordo, el veterinario (y los familiares de ella, que no querían al animalito) la convencieron de que lo pusiera a dormir porque estaba sufriendo. Ahora ella se lamenta y me dice: “Mi Toffee movía la colita, comía, me seguía por todos lados, ladraba… ¿Qué hice? ¿Por qué les hice caso? No se quejaba de dolor, no parecía estar sufriendo…”. Se siente mal por la decisión que tomó. No sé por qué hacemos eso. Si el animal hubiese estado sufriendo (una fractura de columna, cáncer con metástasis y dolores, qué sé yo!), pues comprendo que se le ayude a poner fin al dolor, pero si simplemente nos deshacemos de los animalitos –que además, nosotros mismos hemos adoptado como mascotas y hemos asumido ser responsables por ellos- cuando ya no están bonitos, nos hacen estorbo o requieren más atención y cuidado de nosotros… No me parece una actitud amorosa ni compasiva. Entonces, si se piensa que sólo lo útil, lo 100% sano y joven merece vivir, pues entonces insisto, ¿Cuál es la gana de prolongar la esperanza de vida de los seres humanos? ¿Por qué? ¿Para demostrar qué a quién?

Bueno, si a compasivos vamos, tampoco he sido compasiva en mis comentarios acerca del Alzheimer de Reagan y Lucas o la demencia de Pinochet. Dos personas me contaron de familiares que tuvieron con Alzheimer, y es algo muy duro y doloroso. Sólo Dios sabe qué sufrimiento pasan las personas que sufren de ese mal. Y además, ¿quién soy yo para desearle mal a nadie? Estoy segura de que aunque fueran razones desviadas hacia la patología, todas estas personas que han dañado comunidades, grupos o países enteros lo han hecho por alguna razón. Y si se les estudia y se conoce sus vidas, incluso pueden llegar a ser comprensibles sus actos (que no justificables) pues siempre he sentido y creído que quienes hacen daño a otros es porque no están bien ellos mismos. Y peor si lo hacen a propósito. Esas son mentes criminales, patológicas, oscuras. Nada, que no tengo derecho a juzgar a nadie (ni siquiera a ellos), y menos, a desearles mal porque, como dije antes, al hacerlo, me vuelvo como ellos. Anthony de Mello (y seguro muchas otras personas antes y después) decía que lo que nos disgusta de otras personas está en nosotros mismos. Y tiene razón. Tardé años en reconocerlo, pero es cierto. Reconocerlo sirve como guía útil para darnos cuenta de lo que necesitamos cambiar o mejorar.

No sé cuánto tiempo irá a vivir mi perrito. Se le está dando su tratamiento. Para empezar, está a dieta con croquetas especiales para perros obesos. Y su IECA por el corazón. Está pendiente un eco y un EKG. Parece que no hay ecocardiograma para perros aquí en Guate’. Sólo EKG. Se le hará. Si tiene arritmia, se le dará un antiarrítimico. Pero aún así, tarde o temprano se descompensará. No sé si él lo sabe. Estos días pasó mucho dolor por su columna pues el domingo estuvo saltando (ahora tiene prohibido saltar) y el lunes amaneció malito. Ahora, con el anti inflamatorio especial para perros, está como si nada. Y hoy le he iniciado su vasodilatador cardíaco. Está dormido plácidamente cerca de mí.

Mi perrita Berni que murió el año pasado por cáncer quizá no sufrió mucho (espero yo). No se quejaba y andaba saltando, y moviendo la colita, según me dijo mi madre. Yo sabía que estaba mal pero no aceptaba la idea de que moriría, quería creer que se curaría, cuando los exámenes y los síntomas indicaban lo contrario. Con Coper ya he aceptado que tarde o temprano, morirá. Por mucho que me esfuerce o luche. La vida es como es. Y voy a ser feliz, quererlo y cuidarlo lo mejor que pueda mientras ese momento llega. Ayer que lo vi tan mal, me afligí. Lloré pensando en el momento en que fallezca. Pero inmediatamente recordé que él me ha enseñado muchas cosas, que su perruna vida no ha sido en vano. Le ha dado alegría a muchas personas. Nos ha demostrado que con una buena actitud se logran maravillas (aún cuando andaba en la calle, era amistoso, sonriente –sí, los perros pueden ser sonrientes- amable y juguetón; y algo bien importante: a pesar de todas las personas que se habrán acercado para lastimarlo o patearlo –su aspecto era desagradable realmente-, él no había perdido la capacidad de confiar). Me ha enseñado y me ha dado mucho más de lo que yo pueda darle. Me consoló en mis peores momentos del año pasado. Me ayudó a sobrellevar la pérdida de Berni. Me enseñó que hay que tener fe. Y aceptar la vida con alegría, con lo que venga. A no preocuparme del futuro. A vivir el aquí y el ahora. Creo que él sabe que está muy enfermo y quizá muera pronto. Pero no se angustia. Vive feliz y su alegría ilumina lo que toca. Quienes lo conocen lo quieren mucho, por su alegría, su capacidad de dar amor y su amabilidad. Es un perro muy noble y generoso. Lo amo y siempre vivirá en mi corazón. Junto a Berni y Terry.

Es un perro único. Habrá miles de perros en el mundo, pero este es el mío y eso lo hace especial. Decidí cuidarlo a pesar de que el veterinario dijo que quizá no le saldría pelo. Confié en que se curaría. Y ahora es una pelotita peluda. Sabía que más allá de su aspecto rastroso y desagradable, su esencia, eso de lo que hablaba la curandera mexicana María Sabina, estaba intacta. Somos responsables de Coper. Es un amigo canino. Más que una simple mascota. Y aún, cuando sólo lo viera como mascota, es mi responsabilidad. El Principito y el zorro tienen razón al decir:

Principito: “Si alguien ama una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Mi rosa es más importante que todas vosotras. Puesto que ella es la rosa a quien he regado. Puesto que ella es la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que ella es la rosa cuyas orugas maté (salvo dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que ella es la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aún, algunas veces, callares. Puesto que ella es mi rosa.”

Zorro: “No se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. Domesticar es una cosa demasiado olvidada: significa crear lazos. Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Si quieres un amigo, ¡Domestícame! Si me domesticas y partes, voy a llorar, pero gano por el color del trigo. Tú tienes cabellos de oro. Cuando me hayas domesticado, el trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado”.

También dice en alguna parte del libro, que si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco… Me he dejado domesticar de perritos, de amig@s, de algún amor que partió para la eternidad. Sin contar con las relaciones filiales y familiares. Uno se puede dejar domesticar o no por la familia… No me importa llorar un poco. Me alegra haber podido domesticar y dejarme domesticar. Aún cuando las relaciones cambien, se mueran o se alejen. He ganado por el color del trigo. Y mi amigo Coper sigue durmiendo plácidamente, ajeno a mis relajos mentales por las amistades o los amores perdidos, ajeno a la melancolía anticipada por su partida. Simplemente duerme. Y con eso me ha enseñado mucho. A vivir el presente, por ejemplo. Yo estoy feliz de tener un amigo perro. Sé que a muchas personas les podrá parecer absurdo. Quizá nunca han tenido un amigo perro. No hay que desvalorar las lecciones de sabiduría ni el amor que los animales pueden brindarnos. Al final, todo es cuestión de amor. Amor a la vida, a los animales, a una misma, a los otros (incluso a Reagan & Co.). Simplemente amor. Y he de recordar esto que dijo Andrés García: “Si lo que vas a decir es más hermoso que el silencio, dilo”. Callar más… Mejor me callo. Namaste. Namaste.

Lo dijeron ell@s:

Séneca:

Antes de ser amigo de otros, sé amigo de ti mismo.

Cicerón:

Pon mucho cuidado en la elección de los amigos; jamás se debe empezar amando a quien un día pudiéramos odiar.

Ellen Goodman:

Ultimately time is all you have and the idea isn’t to save it, but to savor it.

Anaïs Nin:

Siempre amamos a quien nos comprende.

Stephen Levine:

Cuando hablamos de amor, no estamos hablando simplemente de un estado de la mente sino de un estado de nuestra esencia fundamental. El amor no es aquello en lo que nos convertimos, sino lo que ya somos.

Rollo May:

Amar significa abrirnos tanto a lo negativo como a lo positivo; a la aflicción, a la pena y al desencanto, lo mismo que a la alegría, la satisfacción y a una intensidad de consciencia que antes no sabíamos que fuera posible.

25.09.04 Jirafa pensativa…

He leído mi correo y encontré algo que me dejó pensando. Es increíble cómo uno puede creer en una persona, amarla, intentar comprenderla y esa persona nunca llegar a amarnos, ni comprendernos ni creernos, aún cuando parecía lo contrario, por las palabras. Las palabras engañan mucho. Los gestos, las miradas, las acciones del alma dicen mucho más. No me voy a poner a descalificar ni atacar a esta persona. Sus razones tendrá para ser como es, y decir lo que dice aunque yo nunca las conozca. Sus palabras me recordaron las de un chico en quien confié como terapeuta y que creí mi amigo, pero resultó que me quería pero como amante. No es causalidad que estas dos personas insistan en querer creer que estoy mal y me digan “ojalá que estés bien algún día”. Sería tonto decir que no me importaron las palabras de ellos, de lo contrario no estaría escribiéndolo. Pero tampoco es algo que me quite la vida ni me angustie. ¿No me creen? ¿No confían en mí? ¿Quieren creer que estoy mal? OK. Si así son felices… No me interesa saber más de ellos ni volver a tocar el tema. Hice lo que pude y alfombra tampoco soy. Ellos se lo pierden. Igual, siempre estarán en mis oraciones. Con el chico de quien leí hoy el correo, allá Dios con él. Yo confié en él totalmente, le di tiempo, amistad, amor, mi buena fe. Pero bueno. Cuando se ama se ama simplemente y no se puede dejar de amar ni se espera nada. Claro que esto lo digo ahora, que antes era incapaz de ver nada con claridad. Yo estoy feliz. He superado muchas cosas. He aprendido. He crecido. He amado. He confiado. Puedo seguir amando. Puedo volver a confiar. Cuento con amig@s de verdad, que están más allá del tiempo y la distancia. Cuento con una familia amorosa. Y tengo un amigo perro. Cuento con muchas bendiciones en mi vida.

Anteanoche fuimos un amigo y yo al concierto de mi amigo, quien fuera mi amor platónico en otros tiempos. Cuando nos vimos nos abrazamos muy fuerte. El amor no deja de ser, sólo se transforma. No me interesa salir con él, sino que sigamos siendo amigos. Formó un coro con su esposa y otros amigos. Cantaron precioso. Luego fuimos con ellos a brindar por la primera presentación, a platicar (tenía cinco años de no verlo pues andaba en México) y a compartir. Los otros integrantes del coro, buenísima onda. Estuvimos casi hasta la una de la mañana en un bar. Y la esposa de mi amiguito se portó amable. Estuve muy feliz al ver a mis dos amigos, después de tantos años y tantas experiencias vividas. Fue algo muy bonito, enriquecedor, me llenó mucho verlos y platicar amistosamente con la esposa de él. Ojalá no tenga más celos de mí, que no pretendo interferir en su matrimonio, nada que ver. Estoy muy orgullosa de mi amigo, pues ha luchado por sus sueños y sigue en ello. Sé que le irá bien, poco a poco. Confío en él y es muy bueno en lo que hace. El mundo artístico, más el de música antigua (barroca, gregoriana, etc). Es difícil por desconocimiento y falta de apoyo y en general, el arte no es rentable. Pero es lo que alimenta nuestra alma y el alma del mundo. Ha sido enriquecedor compartir con todos ellos. Me siento dichosa de que estén en mi vida.

Siento que las personas que no creen en Dios es porque no lo han buscado. O lo han buscado en donde no está. Simplemente han creído que Dios es el concepto que X ó Y persona o religión proclama, y la verdad, creo que es difícil (al menos para mí lo es) creer en un algo supuestamente divino que ha sido impuesto, forzado, asociado usualmente con fanatismo, violencia, muerte, miedo, culpa y poder. He estado pensando esto porque hace tres días fui a una misa de cuarenta días. Murió una vecina, una señora ya mayor que fue mi amiga (están muriendo muchas personas apreciadas últimamente…). Lamentablemente por problemas con su hija dejé de frecuentarla. Ahora ya se han resuelto los problemas, pero ya nunca fui a visitar a doña Mari. Me encantaba platicar con ella, desde que era niña. Contaba muchas historias, era muy linda y platicadora. Tenía mucha sabiduría popular y de experiencia de vida. La apreciaba mucho. Pues en la misa, estaba yo cuestionando muchas de las cosas que el sacerdote decía. Pero lo alucinante fue escucharlo decir al final: “Esta misa ha sido transmitida a través de Radio Estrella. Si les ha gustado, queridos hermanos, y quieren que las transmisiones continúen por favor depositen su donativo en el banco Industrial, en la cuenta que está a mi nombre fulanito de tal (no recuerdo el nombre del sacerdote)”. Me pareció el colmo del descaro.

Ayer les decía a los chicos del coro que, como carecen de fondos, bien pueden hacer el mismo llamado para la próxima presentación. Si lo hace un sacerdote, por qué no un artista, que usualmente sí le dará uso apropiado a lo colectado y lo necesita más. Si mi idea de Dios fuese la que me dieron en la iglesia, seguro yo sería atea. Si no hubiese buscado, seguro no creería. Dirán por allí que no es importante, que no sirve de nada, que la religión es el opio del pueblo… Y sí, es cierto que las religiones se han utilizado para manejar a las personas y como instrumento de poder, dominación y terror. Pero Dios no es la religión. Estoy a favor de la ciencia. Creo en la capacidad que tenemos los seres humanos para aprender, descubrir, conocer, crear, transformar y mejorar tanto a nosotros mismos como nuestro entorno. Pero en mi búsqueda me he llegado a topar con lo Inefable. Y he encontrado a Dios en una manzana, en la brisa que mueve las hojas de un árbol, en la sonrisa de un amigo, en el abrazo de una amiga, en el sueño de un niño, en la mirada de un perro y de una vaca, en el tránsito incansable de las hormigas, en unas hojas o en unas bolsas plásticas girando con el viento, en la salida de una mariposa de su capullo, en la textura de una pera y los colores de una rosa. Y en el arte. Alguien dirá que eso no tiene nada de Divino, que simplemente así lo estoy percibiendo, que las cosas o personas simplemente son lo que son. No lo sé… creo que dejando afuera, cerrando las puertas a la posibilidad de la magia, los milagros, la fe y lo Inefable, dejamos afuera una parte de nuestra alma y perdemos un poco.

El alma no existe, dice el compañero de mi cuata española; él es filósofo. ¿Cómo lo sabe? ¿Alguna vez la ha buscado? ¿Cómo se le busca? ¿Dónde se le encuentra? Si queremos ser objetivos 100% todo el tiempo y en todas nuestras áreas, dejaremos afuera muchas partes de la realidad. No siempre podemos dejarnos guiar sólo por la razón ni por la intuición, ni por la no- razón. Si algo he aprendido en esta vida es que no hay que generalizar, que sólo podemos amar lo que llegamos a comprender y conocer, que cada quien actúa como actúa por alguna razón, que hay que tomar las cosas como vienen y amar a las personas por lo que son y por todo lo que pueden llegar a ser si quieren, tenerles fe y respetarlas. Y a ser escéptica. Entendiendo el escepticismo como la capacidad para cuestionarse las cosas y no creerlas sólo porque sí, dejar las puertas siempre abiertas a las posibilidades y no negar o afirmar las cosas, ideas, conceptos, etc. a priori, sin investigarlas o sin darles el beneficio de la duda. Siempre habrá en mí una parte racional que duda un poco de la existencia de Dios; y otra parte menos racional que cree en lo que no mira y en lo que mira, que cree en el mundo, la vida y Dios. NO se trata de quedarse sentado y esperar que todo caiga del cielo, no. Somos responsables de nuestra vida, de nuestro cuerpo y de lo que hacemos con ellos. Cada uno es responsable de sí mismo. Y nuestras principales responsabilidades son: Conocernos. Amarnos. Aprender de todas las experiencias. Amar a otros. Ser felices y brindar nuestra alegría a los demás. Vivir el momento. Comprender que el sufrimiento es parte de la vida, que quien no está sufriendo ahora, es porque sufrió antes o porque lo hará después de una u otra forma; pero que le podemos dar sentido al sufrimiento y aprender de él si queremos. El sufrimiento, al igual que la alegría y la muerte, es parte de la vida. No hay por qué afligirse por ello. Es parte de ser humano y estar vivos. Es común a toda la humanidad. Pero la perseverancia, la fortaleza, la inteligencia y la compasión son virtudes que también nos hermanan y nos ayudan a comprender nuestras experiencias vitales y a mejorar a partir de ellas. A ser más capaces de amar y de ver con el corazón.

Lo que hacemos con los otros, lo hacemos a nosotros mismos. Nada tan cierto como esa afirmación. He sido dura conmigo misma al ser dura con Pinochet y compañía. Así como me duele como algo mío la muerte de tantas personas inocentes en Haití (por el huracán), la muerte de tantas personas en todo el mundo, y el sufrimiento de personas, plantas y animales, así me dolería la vida de Pinocher & Cía. Si yo fuese más compasiva, si estuviera más consciente, si mi capacidad de amar tuviera menos límites. Tengo mucho que aprender, mejorar, transformar, pulir. He de seguir en el camino, en la búsqueda y el aprendizaje. La vida es una escuela, me decía siempre mi abuelita. Y sólo al morir deja una de aprender y transformarse. Gracias a la Vida, a Dios, a las personas que me han dado tanto, a mis amigos peludos. Mi Coper está mucho mejor. La medicina le ha hecho bien. Seguiremos cuidándolo, jugando con él y aprendiendo de su perruna paz. De su inocencia. Namaste.

05.10.04 Jirafa atorada

Atorada con todo lo no escrito –que necesita ser escrito- y lo pendiente. Hace poco estaba medio discutiendo (hablo de discutir ideas, no de imponer puntos de vista) con un amigo acerca de la depresión y él me decía que era exclusivamente por los neurotransmisores desequilibrados. Yo le dije que respetaba su opinión pero que mi opinión era más integral puesto que abarca aspectos no sólo genéticos y biológicos sino también ambientales y emocionales. Digo, si la diabetes mellitus tipo 2 –hablo exclusivamente de esa- (que es mi campo de estudio en estos momentos) tiene una base genética, pero que para manifestarse necesita de ciertos factores ambientales y emocionales, ¿por qué ha de ser diferente con otras patologías? Y es que además de que mi intuición lo dice así, también necesito creerlo, por mi bien. Este amigo es oncólogo y discutiendo mi caso, me ha dicho que lo más probable es que yo tenga una Discracia de células plasmáticas de significado desconocido. ¿Qué es eso? Una gammapatía que aún no se manifiesta del todo y que puede no llegar a pasar de donde esta… o convertirse en un Mieloma. Esa es mi meta: que se quede como está. Y va a depender mucho de mí lograrlo. Lo genético, pues mientras no avancemos más con la nanotecnología ni la ingeniería genética, será algo inevitable. Pero los factores asociados se pueden modificar. Y de eso se trata. Si nos ponemos a estudiar un grupo de población, de cualquier país del mundo, vamos a encontrar que todos tienen riesgo de algo: va a depender mucho de su estilo de vida, de su forma de pensar y sentir lo que le suceda a partir de los riesgos y la genética personales. Son muy pocas las personas que se pueden contar dichosas de no padecer de nada: quien no tiene una hernia, tiene hipertrofia prostática, o hipertensión, o psoriasis, o qué sé yo. Hay una enorme y creciente gama de enfermedades para escoger (cada vez se investiga y descubre más). La variedad genética que existe entre todos los seres humanos es producto de algunos errores de replicación del ADN. Así que ni me preocupo. Bueno, sí, tengo que hacerme análisis cada cierto tiempo y evitar algunos (malos) hábitos, hacer ejercicio, mantener mi peso… pero bueno! Eso es derecho y obligación común a todos los seres humanos! O debería serlo… Hay quienes no saben o no pueden. Pero eso es harina de otro costal.

Y por cierto: tengo una gripe muy fuerte. Ya es tiempo de volverme a hacer recuento de blancos. Será esta semana.

Me hacía mucha falta escribir. Desde el 25 no lo hacía y se han ido acumulando miles de temas. La muerte. Sí, de nuevo, la muerte. Voy a contar algo que sucedió: el 30, mi perrito empezó a ladrar sin ninguna razón. Me explico: cuando está adentro, echado sobre su alfombra, puede haber concierto de orquesta y solistas de un grupo entero de gatos, que él no se da por enterado. Casi se arropa para no escucharlos y seguir durmiendo. Y esa noche, estaba dormidito, abrió los ojos y ladró asustado. ¿Qué cómo sé que asustado? Se le paró el pelo del lomo. Luego, el viernes 1 por la mañana, lo mismo. Me extrañó mucho su actitud. A medio día, me llamaron al trabajo para avisarme que un tío abuelo había fallecido a las cuatro de la mañana. Mi tío Mino. Fue guerrillero en los primeros años de la guerrilla, en los inicios de la guerra interna. Estuvo exilado en México por un tiempo. Pero como no era de la élite de la izquierda (sí, la izquierda también tiene su élite), pues cuando regresó al país le costó mucho encontrar trabajo y trabajó de lo que pudo. Era un hombre muy activo, intelectual forjado a la brava, sensible y meditabundo. Le gustaba tocar guitarra y cantar boleros. Lo más triste del caso (y he tenido que tragarme mis palabras) son dos cosas: que siempre dije que lo iría a visitar y nunca hice el tiempo para hacerlo, y que tenía Alzheimer y sus hijos lo enviaron a una institución durante el último año, sin explicar bien por qué (creo que les daba pena), hasta ahora, que nos estuvieron contando. Alzheimer. Y yo diciendo que era poca cosa para Reagan y Lucas… ¡¡Dios mío, qué prepotencia, qué insensibilidad y qué egoísmo el mío!! ¡Qué dureza de alma! ¡Qué vergüenza! Si con esto no aprendo a callar y dejar de ser tan dura y tan crítica, no sé qué más quiero… Lo que habrá sufrido mi tío en sus momentos de lucidez, al no poder leer (amaba la lectura y le gustaba escribir: escribió dos libros –uno inédito- y me apoyaba en mis remedos de escritora), al verse solo en una institución de adultos mayores… No me dieron permiso en el trabajo para ir al entierro… En la funeraria, estuve pensando acerca de la muerte. Mi tío era ateo. Sin embargo, el vienes a medio día mi perro volvió a ladrar y los juguetes de mi sobrino se movieron solos. Mi tío estuvo viviendo en la casa por un par de meses, mientras se recuperaba de una cirugía. Mi abuelita lo cuidó porque lo quería mucho: era su hermano menor.

Él era el último hermano de mi abuelita que aún vivía. Estuve orando, rezando y hablándole para que no se quedara estancado acá. En el libro tibetano de los muertos, hablan del Bardo. Un lugar en el que los espíritus de las personas que han fallecido, pero que no se quieren ir (porque están muy apegados a sus seres queridos o a los placeres del mundo, porque los han llorado mucho, porque no saben que murieron), se pueden quedar encerrados, sufriendo porque están entre dos mundos. Cuando una persona agoniza en el Tibet, los sacerdotes le piden a la familia que salga de la habitación en los momentos postreros y le hablan al oído oraciones y consejos para que no se quede atado su espíritu a esta vida. No sé si lo seguirán haciendo después de la invasión de China al Tibet. No sé si habrá sido casualidad que los juguetes de mi sobrino se hayan movido solos y mi perro haya ladrado. Yo siento que era mi tío, y espero de todo corazón, que esté bien y se haya ido. Pero aunque su espíritu se haya ido, siempre vivirá en mi corazón. Aprendí mucho con él.

Normalmente, celebro el día del niño (aquí es el 1 de octubre), envío mensajes a todos mis amiguitos y conocidos y hago tarjetitas para la familia. Este año estaba hecha polvo después de pasarme casi toda la noche en la funeraria. Y tenía aún que terminar un trabajo para la maestría. Y el sábado, tuve una despedida de soltera. Por la tarde: Una amiga se casa pronto. Y no me enteré a tiempo en donde estaría el Dalai Lama. El domingo se fue y no pude escucharlo. Suspiro… En fin, así es la vida!

El viernes 1 de octubre la compañera española nos había invitado a celebrar su cumpleaños. La verdad, tenía ganas de ir por conocer gente, pero tenía que hacer mi trabajo, y el deber va primero. Así que no fui. Y me alegra no haber ido pues mis compañeras que sí fueron me contaron que había segregación en el piso: por un lado estaban los españoles (que por un buen rato se desaparecieron, encerrándose todos en la habitación de la chica) y por otro, los guatemaltecos. Ningún grupo interactuaba con otro. Una de mis compañeras quiso romper el hielo preguntándoles qué les parecía Guatemala y uno de ellos (que trabaja en la FAO y tiene un puestazo) dijo que a él Guatemala le daba lo mismo, que si desaparecía mañana de la faz de la tierra, pues le daba igual, que sus mujeres no lo impresionaban y no sé qué otro comentario despreciativo emitió, pero mis compañeras estaban súper indignadas el sábado. No me perdí de nada en la fiestecita esa. Este tipo, claro, ganando un montón de euros (quizá nunca ganaría esa suma en España), pero claro, criticando y despreciando el lugar que le da de comer. ¿Qué sería de todos esos funcionarios si no existiesen países pobres, con desigualdades y tantos problemas? A veces he llegado a pensar que los países como este son parte de un programa secreto para mantener el status quo y justificar esos grandes salarios. Lo que les dije a mis compañeras es que los europeos suelen ser muy sinceros (la verdad, si no le gusta el país, no soy quien para juzgarlo pues la ciudad no es algo atractivo y las desigualdades golpean demasiado), y que es mejor que digan la verdad y no que sean hipócritas. No sé qué pretendía esta chica preguntándole eso. ¿Qué le dijera que era el país más lindo del mundo? Hombre, eso es ser muy cerrado de mente. Hay muchos países con gran belleza, no es ninguno más bonito que otro. Cada país tiene lo suyo. Lo de las mujeres, no sé a qué vino… quizás creyó que ellas estaban interesadas en él, claro porque él es “superior”. (¿?). No lo sé. Total, da lo mismo y me alegro de no haber ido. Seguro habríamos terminado discutiendo. Y discutiendo grueso. Me cuesta quedarme callada y me gusta provocar… Sí… mea culpa. =(

Por otra parte, en pocos años han cambiado tanto las cosas: El 1 de octubre de 2001, inicié mi trabajo en el Dispensario de recuperación nutricional Bethania, con niños desnutridos del área Chortí. Un trabajo muy enriquecedor en mi vida. Inicialmente lo había tomado por motivos económicos (quería ahorrar para irme a España, luego al estar allí, fui tomando consciencia…) y fue hasta mucho tiempo después que he visto todo lo que me enriqueció ese trabajo. El 1 de octubre de 2002, estaba en preparativos para irme a España. Recuerdo que una de mis compañeras del trabajo, que había hecho una maestría en psicología clínica me preguntaba constantemente si yo estaba deprimida y yo lo negaba y hasta le huía. Ella pudo ver en mi algo que yo me negaba a reconocer y era incapaz de aceptar. El 1 de octubre de 2003, estaba en pleno duelo; aún guardaba algunas esperanzas de las promesas de amistad que me habían sido dadas, y no terminaba de aceptar la realidad. Días después vino el último golpe cuando me enteré de su muerte. El 1 de octubre de 2004, una mezcla de todo: lamentando la muerte de mi tío (aunque me alegra que haya dejado de sufrir por el Alzheimer, e imagino que sufrió…), celebrando el retorno a mí misma, a la inocencia (se puede no ser ingenua y sin embargo, inocente) y el día del niño (que se celebra ese día en el país). He dejado de ser berrinchuda y caprichosa cual niña de cinco años. Ya crecí. Ahora tengo como 9 ó 10… ¡Sigo siendo una niña! Pero una niña responsable de sus acciones, más consciente de la realidad de la vida y capaz de hacer limonada con los limones y no tirarlos o echarse a llorar porque lo que quería era naranjada. =) ¡Cómo cambia la vida!

El Centro de investigaciones regionales de Mesoamérica (CIRMA: www.cirma.org.gt), realizó una exposición interactiva titulada “¿Por qué estamos como estamos?”. En ella, se intentaba concienciar a la población (sobre todo estudiantes menores de 25 años) de la realidad del país, la polarización social, la exclusión de los indígenas y la discriminación. Yo no sabía que hubo inmigrantes hindúes, checo-eslovacos ni japoneses (que huyeron del maltrato que aquí sufrían como trabajadores y regresaron a su país –casi todos-), a finales del siglo XIX. Sabía de los franceses, españoles, alemanes, gringos e ingleses, pero no de estos otros grupos. Fue interesante. El proyecto es trasladar la exposición a distintos puntos del país durante dos años más. Si has crecido pensando que por ser de apellido Schummann valés más que la empleada doméstica que te recoge la ropa interior del piso y se apellida Ixcoy, es difícil que con sólo una exposición cambiés el panorama de las cosas, pero al menos, se abre un agujerito en la pared que te rodea y te permite ver más allá de tus prejuicios. Me gustó mucho y hasta me convertí en socia de CIRMA. Tienen una excelente biblioteca en La Antigua y creo que me será de utilidad su consulta. Normalmente, y los mismos argentinos lo reconocen, los argentinos no son muy queridos en varios países de latinamérica. No piden las cosas por favor ni dicen gracias. No son muy corteses, son mandones y altaneros. Sin embargo, en Guatemala la población de inmigrantes argentinos ha aumentado recientemente, y va en aumento. El mismo trato que a los mexicanos, colombianos y otros latinos les parece pesado y prepotente, aquí es celebrado, buscado y admirado. La entonación y el acento típicos de los argentinos tienen un gran éxito aquí y se les puede ver en trabajos de presentadores de TV, locutores, conductores de programas, etc. Pareciera que a muchos guatemaltecos les gusta ser vistos de menos y maltratados por alguien considerado “superior”. La mayoría de argentinos que he visto por acá son descendientes de europeos: altos, blancos, de ojos claros. Me da la impresión de que al guatemalteco promedio le inscribieron en el código genético el decreto del gobierno liberal de Barrios en donde se afirmaba la necesidad de “importar” europeos a finales de 1800 para ayudar a “mejorar la raza, dada su superioridad moral, intelectual y física” (sic). Leí ese horrible decreto en la exposición del CIRMA con estos ojos que han de devorar las llamas cuando me cremen después de que extraigan las córneas para donarlas. Yo no soy guatemalteca. Soy apátrida. Claro que me identifico con este pedazo de tierra, pues aquí he nacido y crecido, aquí está mi familia y la mayoría de mis amigos, pero no me considero patriota y la verdad, me siento desarraigada y no me importa. Antes eso me angustiaba. Ahora sé que no es tan importante. Y por supuesto, no es que yo odie a los argentinos ni que todos sean prepotentes, nada que ver. Creo que así es su forma de ser y que se ha sobredimensionado la actitud de algunos, generalizándose y alimentándose como prejuicio. Ni digo que los españoles son todos groseros (como el pesado de la FAO, que le contestó feo a mis compañeras). Generalizar es un error. La compañera de la maestría es una chica muy dulce, dentro de la dulzura propia de una europea. No se le puede pedir peras al olmo tampoco, cada quien es como es. Habrá quienes interpreten la dulzura y el desparpajo latinos como hipocresía o falta de educación para guardar distancias.

Sex and the city: the end. Esta serie, desde que un amigo me habló de ella, me ha gustado mucho. Es la historia de cuatro chicas treinta añeras, exitosas en sus trabajos, pero solas, en busca del amor. No la he visto semana a semana, por diversas circunstancias, pero le he seguido la evolución. Y ha terminado. La curadora se casó con un buen chico (como el que ella soñaba y buscaba), después de un divorcio traumático, y adoptarán una niña. La pelirroja se casó con el padre de su bebé y descubrió que es capaz de amar. La rubia liberada sobrevivió a un cáncer de seno y aceptó amar a un chico que la amaba y Mr Big, después de varios años, volvió con Carrie, la escritora; finalmente se dio cuenta de que la amaba. Nada, que fue un final feliz. Muy de serie televisiva. En eso me he fijado: las películas y series gringas siempre buscan un final feliz. Las europeas no. A veces no tienen final. La mayoría son muy realistas (o sea, sin final feliz; simplemente un final a secas). Es bueno mezclar ambos puntos de vista para guardar el equilibrio.

Cuando un hombre ama a una mujer: Andrés García interpreta esta película que vi una vez, hace años. Es la historia de un matrimonio en el que la mujer se va volviendo alcohólica pese al amor y a los cuidados del hombre. Ella tenía muchas heridas en el alma y crisis existenciales no resueltas. Finalmente, el alcoholismo va empeorando y ella termina en tratamiento, recluida en un sanatorio por varios meses. Cuando finalmente sale, es otra persona. Los niños la extrañan, y trata de re integrarse a su antigua vida de ama de casa, pero se da cuenta de que ya no puede seguir encerrada en ello. Se separan y ella trabaja. Siempre se miran, por la custodia compartida de los niños. Y él no ha dejado de amarla. Luego, ella se da cuenta, luego de salir con otros hombres, que es a su esposo a quien ama, y vuelve a pedirle otra oportunidad. Él la recibe con los brazos abiertos y empiezan de nuevo, pero ahora con mejores bases y sin el lastre del alcoholismo. No digo que eso no pueda suceder en la vida real, pero usualmente es al revés: es la mujer la que da oportunidades y ama. El caso de esa película es uno en, no sé ¿Cien mil? ¿Un millón? Al fin y al cabo, es película.

A mi abuelito le gustaba leer Selecciones de Reader’s Digest. En la casa hay algunas que mi abuelita conservó de recuerdo. Hojeando una de los ’70, leo la opinión de una escritora, diciendo que es a la mujer a quien corresponde llevar la mayor parte de la responsabilidad del hogar, y no sólo las labores domésticas y de crianza de los hijos, sino la de ir guiando el barco del matrimonio a buen puerto: es ella la que tiene que ceder siempre, ser comprensiva todo el tiempo, aceptar relaciones sexuales (aunque ella no tenga ganas) cuando el marido quiera, etc… Lo más triste del caso, es que, según lo que he visto con amigos y familiares, pareciera que el esquema sigue en pie. Si la mujer se equivoca, si no cede, si falla en algo, si quiere una relación de igualdad, los problemas se agudizan, empeoran y la crisis puede parar en divorcio. Mi abuelita paterna decía que el marido era una cruz que había que cargar toda la vida con la ayuda de Dios (adoctrinamiento católico…). Ante ese panorama, pues es normal que la idea de matrimonio me aterre un poco. Pensar así de los hombres es reducirlos a niños incapaces de llevar una relación madura. Es mirarlos de menos y asumir su incapacidad para poder amar, aprender de las relaciones, perdonar, creer, crecer y trascender lo instintivo. Si creemos que todos los hombres son X ó Y cosa, aún cuando cueste encontrar ejemplos en la realidad cotidiana que demuestren lo contrario, pues sólo eso vamos a ver y vamos a mantener relaciones de desigualdad y dependencia.

Conozco a dos pacientes que han intentado suicidarse porque sus respectivas esposas murieron. Son señores ya grandes. Uno de los duelos más grandes y dolorosos es la pérdida del cónyuge. Sus argumentos son que ya no hay nadie que los cuide (lo notaron: nadie que los cuide, necesitan de una madre… No digo que los esposos no se cuiden uno al otro, pero no en una relación de dependencia tan extrema que les impida seguir viviendo si uno de los dos falta… Y creo que hay que seguir viviendo por los dos, para honrar el amor y la memoria de quien nos ha precedido, eso siento yo.), que están muy solos y que por eso prefieren morir. Uno de ellos me preguntaba hoy cuánto tiempo le calculaba de vida. Su hija, que estaba junto a él, lloraba desconsolada y me decía “¿Lo ve doctora? Está decidido a morirse!”. ¿Que podía decirle yo? El señor, típico paciente diabético que no se quiere a sí mismo, nunca se ha cuidado, y desde que murió su esposa hace nueve meses, ha tomado alcohol y se dejó al abandono. Ya no tiene pulsos en ambas piernas y tiene neuropatía periférica y autonómica. Está sufriendo fuertes dolores y la única solución es amputarle las dos piernas (ya tiene gangrena en una) casi hasta las ingles. Es muy duro esto. El señor se va a morir, ese es un hecho. Sólo le pido a Dios que sea pronto y no sufra mucho. Él lo ha decidido así y la verdad, no soy psicoterapeuta y no sabría cómo ayudarle a que le encuentre sentido a su vida a estas alturas y con la perspectiva de perder ambas piernas, depender de sus hijos para todo y no poder caminar por las montañas como era su costumbre. Yo le estuve hablando, intentando hacerle consciencia, pero nada… Le recomendé buscar ayuda psicológica, con el mayor tacto posible, pero el señor está encerrado en sus trece... Ojalá no sufra mucho.

Siguiendo con el tema del amor, un amigo muy querido me decía que él y otros amigos han llegado a concluir que los hombres se desenamoran más fácil y rápido, y aman menos (hablando de amor, amor de verdad, no lo que vende la publicidad o las películas y canciones), porque es un riesgo amar y ser vulnerable y porque en los chicos influye mucho la opinión de sus amigos y/o familia cercana, acerca de la chica de la que está enamorado. Que cuando están enamorados, bajan el cielo y la tierra por la chica, pero si la opinión de los amigos es desfavorable, poco a poco la imagen –idealizada por demás- de esa chica, va a rompiéndose, el “amor” se va enfriando… Y cuando un día la mira tal como es, con todo lo bueno y lo malo, la idealización no encaja con la realidad y repentinamente, ya no se le “ama”, llegando a resultar incomprensibles las razones que inicialmente lo ligaron a esa chica y desagradable la presencia de esa chica. La relación termina o está por terminar. Y luego, aunque la chica ponga su mejor esfuerzo, cambie, demuestre que ha mejorado las fallas que a él (y a ella, por supuesto) le parecían intolerables, pues nada. Ya se rompió la “magia”. Estamos hablando de chicos entre 28-35 años… ¿Qué sólo manejan enamoramiento y no amor? No lo sé. Lo preocupante es que sean tantos. Ante lo observado, lo escuchado, y lo vivido, me da la impresión de que algo de verdad hay en lo que mi amigo y sus amigos piensan. Yo le dije que no fuera tan cobarde y que se animara a abrirse a la mejor experiencia de su vida: al amor. Que aprenda a ser vulnerable, a tener fe, a confiar y a amar. Que es un desafío, que da miedo, que no hay garantías, pero que vale la pena intentarlo. Que sólo el amor que ha dado y el aprendizaje será lo único que se lleve cuando se muera. Bueno, y la alegría vivida y compartida, por supuesto. Pero… ¿Han notado que cuando nos sentimos alegres, de una u otra forma, también es porque experimentamos amor? Y no hablo sólo de amor de pareja, no. Amor en general. Y no sólo cuando somos amado sino sobre todo cuando amamos.

Y hablando de amor, hoy una paciente (recordemos que mis pacientes son personas sin mayor escolaridad, de barrios pobres) me preguntó como tres veces por qué no me he casado aún. Como estoy con gripe, me preguntó si mis niños se habían enfermado también. Le dije que no, que no tengo niños, eso la preocupó. A ver ¿Qué derecho tiene ella (ni nadie) de inmiscuirse en mi vida? ¿Por qué no la frené a tiempo? Quizá no lo hace con mala intención, y sólo le preocupa que yo esté sin pareja. Pero igual, debí haberle dicho de manera dulce, pero firme, que esos son temas personales que no discuto con mis pacientes. Y aún así, por el tipo de gente, sé que se habría sentido ofendida y quizás no hubiese vuelto a consultar conmigo. Por eso me quedé callada. Me insistió en que ella conoció a una chica que no se casó sino hasta los cuarenta y que luego no pudo tener hijos. Yo le dije que el casarme o no, no dependía sólo de mí y que si tanto le preocupaba, que le pidiera a Dios me envíe un buen hombre como marido. Al salir me dijo que oraría por mí… ¡Si supiera que igual, si me caso será sólo por lo civil y con alguna bendición u oración realizada por algún religioso que me inspire confianza! Y que si no me caso, igual, primero Dios voy a ser madre soltera… Y que si no puedo tener niños, pues ni modo, tendría que aceptarlo, pero puedo adoptar… Por supuesto, no me iba a poner a explicarle nada. Lo bueno fue que me calculó 25 años… Yo le dije que no, que tenía más de 25.

Mi perrito ha mejorado mucho, gracias a Dios. Está súper consentido porque ahora ya no vive en el jardín sino que todo el día se la pasa dentro de la casa, incluso cuando se queda solo. Está tomando anti inflamatorio para perro cada 12 horas y Lotrial 5 (maleato de enalapril 5 mg.) por la ICC. Está más tranquilo, no se queja de dolor y come alimento de perros bajo en grasa, alto en fibra y proteína y sólo una rodaja de pan integral al día. La meta es que algún día se le vea cintura. Sé que algún día igual se va a descompensar y va a morir por problemas cardíacos. Pero mientras ese día llega, que la pase bien y no sufra. Ya sufrió demasiado en las calles. Sólo le pido a Dios que cuando se muera, no sea una muerte lenta y dolorosa que nos obligue a ponerlo a dormir, sino que sea parte del proceso. Un infarto y ya, por ejemplo. Que con el semejante soplo que tiene, es muy probable. Pero, mientras el momento de la desaparición física llega, disfrutaré a mi chuchito, será amado, cuidado y seguirá siendo feliz, como lo ha sido. Ahora ya salta cuando me ve llegar. Y no se fatiga tanto como antes. Ayer fue el día de San Francisco que en el país se asocia con el cuidado de la naturaleza y las mascotas, para crear consciencia. Incluso, los sacerdotes salen fuera de las parroquias a bendecir los animalitos que les llevan, usualmente perros, gatos y pericos. Y aquí me despido, que tengo que hacer. Aún quedan muchos temas pendientes. Namaste.

1.10.04 Jirafa verdadera

El clima está cambiando. Empieza a hacer un poco de frío aunque todavía persisten las lluvias. Hay más viento. Tiempo de volar barriletes de colores, de elevar cometas que lleven mensajes al cielo, que lleven palabras de gratitud o de oración a los dioses que juegan con las nubes, el céfiro, los atardeceres y las auroras boreales. A las diosas que riegan las flores con rocío y cazan estrellas cual mariposas para después colocarlas en el tapiz que tejen en la oscuridad de la noche. Está cambiando el tiempo. Cambia el clima. Estoy cambiando yo. Todo cambia.

A veces es necesario desnudarse frente al espejo y decirse las verdades, sin autocompasión, sin miedo ni ánimo de mártir o afán de logro o santidad. Dejar que el viento circule por todo el cuerpo y refresque cada trozo de piel. Que todo se renueve y vuelva a renacer. O tirarse a las llamas, para dejar que el fuego transforme y permitir que de las cenizas surja un nuevo ser.

Si vamos a hablar de verdades, tengo que reconocer que era una niña, una niña inmadura y caprichosa. Ingenua y crédula. Llena de temores y angustias, flotando a la deriva. Una niña que no se amaba a sí misma y sentía verdadera desesperación por amar y ser amada. Cuando regimos nuestra vida con esquemas rígidos, morales blanquinegras, y quimeras infantiles, las voces ajenas nos empujan a la vorágine, la soledad es vista como algo temido, y la desesperación se apodera de nuestra alma. La desesperación nos hace cometer... claro, actos desesperados. Era muy supersticiosa: quería encontrar señales de que todo iría bien, algo que me asegurara que las cosas marcharían bien, pensando- temiendo siempre en el futuro (que en ese tiempo, sólo lograba vislumbrar negro y tormentoso, por la distorsión de la realidad y la pérdida de contacto conmigo misma que vivía) y sin disfrutar el presente. He aprendido que no hay garantías de nada. Lo único que vale es lo que se vive, lo que se siente, lo que se ama en el momento. No hay forma de establecer seguridades, estar buscando eso es atarse al miedo, a los celos y a miles de cadenas más. Todo lo bueno que tenía yo, todas mis cualidades y mi belleza, mi amor y mi confianza, estaban allí, siempre estuvieron allí, pero todo estaba oculto por capas de temor, egoísmo y desconocimiento propio. Ni yo sabía que existía. Quería creer que mi escultura de bronce reluciente tenía pies de plomo cuando eran sólo de barro, arcilla cocida pintada de bronce. Una inundación y se vino abajo.

Comprendo muy bien a los millones de mujeres maltratadas en todo el mundo, cómo pueden llegar a creerse peor que trapo de cucaracha y a depender totalmente del otro. Cómo llegan a anularse y a vivir en una constante desesperanza aprendida: falta de estima propia; falta de amor. No, tampoco fui una mansa paloma. Estaba furiosa contra el mundo, contra todos, contra mí, porque mi cuento de hadas, porque mi vida no salía tal cual yo la soñaba… a pesar de nunca haber hecho lo mínimo para avanzar en dirección de esos sueños. Y quería descargar la cólera contra mí y contra quien tuviera cerca. Sí, parece algo loco e irracional, pero, ¿es el alma herida y azotada dulce y tierna? No, es una fiera. Se defiende como puede. Luego, el tiempo, la distancia y las pláticas dirigidas por alguien que se ha aventurado a explorar las sinuosidades de la propia alma, permiten ver la realidad tal cual es. Y aprender, morir y renacer. A pesar de todo, el amor está allí, siempre estuvo en mi corazón. Si no fue recíproco, pues ni modo. Suele suceder. Así es la vida.

Sobre los cadáveres van naciendo nuevas plantas y flores de colores. Margaritas y nomeolvides, entre otras. Entre las cenizas agitadas por el viento se va gestando un nuevo ser. Un ser libre. A quien le importa menos, mucho menos, la opinión ni el respeto ajenos. Porque se respeta a sí misma y la única opinión que vale para una misma, es la propia. Una mujer nueva, valiente, que cae mil veces y se levanta, diez, cien, mil. Un ser que puede llegar a ser romántico pero que se ríe un poco de las palabras serias y las grandes declaraciones de amor. Un poco cínico quizás. Quisiera no serlo, porque es una manifestación de que las heridas aún duelen un poco. El tiempo todo lo borra. Que el cinismo no sea modelo de vida. Graciosa, chistosa, algo despreocupada y fría a veces. Cariñosa pero con miedo al compromiso. Y no sólo al compromiso de pareja que pone en peligro la libertad individual, sino al compromiso en general. Es triste eso de decir “Sí, sí voy” muy entusiasmada y a la hora de las horas, dejar de lado lo pactado porque se olvidó, porque surgió algo que parecía más interesante o simplemente por falta de ganas de cumplirlo. Un ser que trata de no dejarse chantajear por culpas ni manipulaciones de ningún tipo. Un ser parlanchín, que debería callar más, criticar y opinar menos, y ser más compasivo. Un ser que no teme a equivocarse y empezar de nuevo que se ríe y aprende de sus errores.

Una mujer que puede detenerse para escuchar las críticas constructivas y evaluar qué se puede mejorar. Una mujer que le dice sí a la vida. Que está más allá de las convenciones sociales que trata de vivir el aquí y el ahora y se une –por ahora aunque sea sólo a través de las palabras- con la humanidad. Una mujer que ama el arte y la naturaleza, el baile, el ritmo la vida; la belleza, la verdad, la bondad y la armonía. La ciencia y la tecnología. Que se deconstruye (en honor a Derrida), se reconstruye y se reinventa. Una mujer apasionada de la vida, de su vida, de la vida de la humanidad, sus logros, sus miserias, sus momentos de gloria y de derrota.

Quisiera que Dios me ayudara a ser más sabia, más silenciosa, más compasiva, con un corazón capaz de amar y comprender antes que juzgar o criticar. Capaz de encontrarlo en todo lo que existe y de seguir en la búsqueda. En Su búsqueda. Estoy consciente de algunas de mis debilidades, sé que tengo muchas: hablo de más, no tengo tacto para decir las cosas, a veces se me olvida la fragilidad de las personas y tiendo a ser tajante y a veces hasta dura en algún momento. Soy despistada, impulsiva y me desagradan las rutinas. Antes me aburría con facilidad, ahora no tanto, pero igual, me gustan las cosas en donde puede investigar, crear, pensar, dar algo de mí. A veces puedo ser una ermitaña y otros días quisiera estar no en una fiesta sino en un rave (a pesar de que nunca he ido a uno). Egocéntrica (más que narcisista)*, hablo mucho de mí y de mis subjetivas opiniones, y si no, ¿qué estoy haciendo ahora?, pero por otro lado, ¿acaso no todos los que escribimos, publiquemos o no, sepamos o no de literatura, lo somos un poco (egocéntricos)? De lo contrarío, no escribiríamos. Es como un gusanito que te impulsa a poner en palabras lo que te pasa por la cabeza y el corazón, lo que te pasa ante los ojos y los oídos. Todo. Lo analizo todo y a veces, la mayoría de veces soy temática: le doy vueltas y vueltas a algún tema (y creo que más de alguna vez alguien me ha callado o ha deseado hacerlo). Tengo ciertos rasgos medio obsesivos con el tema que ese día sea el elegido. Como mucho cuando estoy ansiosa, picoteo entre comidas, soy adicta al chocolate y a la televisión. Soy desorganizada y mi cuarto permanece ordenado sólo un par de días. No me gusta hacer las cosas de la casa, soy feliz si alguien más se ocupa de ellas para dedicar mi tiempo a labores que me parecen más interesantes, pero si hay que hacerlo, pues medio lo hago. Me gusta cocinar y preparar postres, pero cuando lo veo como “obligación” entro en rebeldía y evito hacerlo. No soy mujer sumisa aunque si estoy enamorada y amo a alguien me puedo llegar a sentir feliz haciendo la comida que le gusta (pero que sea sana) todos los días. Aunque lo más probable es que me aburra al cabo de un tiempo: no nací para ama de casa, lo reconozco. Pero hay que hacerle ganas a eso si una se casa… eso me hace dudar un poco de mi vocación al matrimonio. Porque la realidad es como es y no hay muchos hombres dispuestos a llevar un hogar y las obligaciones del mismo 50/50. Si es que hay alguno… Pero creo que es algo genético: las mujeres nos fijamos más en los detalles (que si esta cortina combina o no con los muebles de la sala) que los hombres. ¿O es aprendido? El signo influye: los libra y tauro (regidos por Venus, planeta de la belleza), tienen más a fijarse en esos detalles.

Me gusta dar clases, compartir lo poco que sé. Me gustan mucho- mucho: la psicología, la nutrición, la antropología, el budismo (sobre todo zen y tibetano) y el arte de todo tipo; el arte me hace vibrar por dentro. Me gusta más el arte moderno, sobre todo en la plástica (pintura, escultura). Me encantan la arquitectura y la escultura. Me gustan algunas instalaciones, happenings, intervenciones y performances. El baile, la danza me encanta, la música es muy importante para mí (Variada, pero no me gusta la música violenta –sólo la aguanto un ratito-, vulgar ni con mensajes agresivos; me gusta la clásica, barroca, gregoriana, el jazz, los blues, el flamenco, la bossa nova, el vallenato, la samba, la cumbia, algunos boleros y algunas rancheras, alguna de la música new age, alguna música romántica –pop- en español e inglés, las músicas folclóricas de varios países: China, India, Rusia, Marruecos), los coros, y of course! la literatura. Desde muy chica. Aunque sé que apenas sé nada de todo ese mundillo y soy una ignorante en cuestiones de semántica o literatura. El cine y el teatro me gustan también. Me gusta la historia y conocer la biografía de personas que me parecen interesantes, me gustaría saber más de esos temas; y de filosofía. Me gustan (y me parecen interesantes para ser investigadas) la astrología, la acupuntura, las medicinas alternativas. Me gusta la medicina occidental. La inmunología y la endocrinología, sobre todo. Tengo muchos y muy variados intereses. No me miento más. Ni miento. Me interesa el dinero pero no sacrificaría mi tiempo para trabajar en cinco lugares al mismo tiempo sólo por tener más. Soy bastante vaga. Debería serlo un poco menos, por los viajes y los libros. Me gustan las comodidades y el diseño de interiores. Me gusta imaginar y dibujar vestidos. Me gusta dibujar: tengo un cuaderno de dibujo. Me gustaría poder pintar. Y tocar guitarra. Pero no se puede hacer todo a la vez. Me gustan los idiomas (inglés, francés, italiano, portugués), pero sobre todo el castellano. Me gustan las palabras. Y los silencios. Me encanta contemplar la naturaleza. Valoro muchísimo la amistad, el amor, el auto- conocimiento, la sabiduría y la verdad. Admiro a las personas que luchan, salen del fango y logran reconstruirse después de haberse deconstruído. Cuando digo que soy amiga, intento serlo de verdad. Me gusta escuchar a los demás. Y observarlos. Es fascinante. Me gusta leer y escribir, tanto el blog como cartas a mis amigos, como cuentos y poemas. Quizá algún día alguna novela. Me gustan los animales, sobre todo perros y gatos aunque no sé si por la alergia y lo salvajitos que son los gatos, podría convivir con uno, pues no toleraría que me dejara llena de cicatrices la piel a arañazo limpio. Me gusta hacer ejercicios (quién diría!) y bailar. Hacer ejercicios es un reto que fortalece tu capacidad de logros. Me gusta contemplar el cielo de día y de noche. Y compartir mi tiempo (que es la forma de medir mi vida en esta dimensión) con las personas que amo. Me gusta hablar con Dios y cantarle. Eventualmente, ir a misa. Esa soy yo hoy. Lo que ves es lo que hay. Contradictoria, paradójica, transparente. Ni buena ni mala. Simplemente una mujer que está en el camino. Que vive. Y sin embargo, sigo siendo una niña. =) Namaste.

PD: Recién leí mi carta astral y bueno… coincide en muchas, muchas cosas. Debí haberla leído entre líneas cuando me la hicieron en el 2001: habría evitado muchos dolores de cabeza. Aclaro que me definí egocéntrica antes de leer esto que he buscado (para salir de dudas de las definiciones correctas de ambos términos) en la Enciclopedia de la Psicología; Tomo IV, 1º edición; Editorial Océano; Barcelona, 2000. www.oceano.com

* Egocentrismo: Exagerada exaltación de la propia personalidad como centro de la atención y actividad generales (Whitman era un egocéntrico y lo amo!). Egocéntrica es la persona que está dispuesta a ocuparse demasiado de sí misma y lo enfoca todo desde su punto de vista personal, con dificultad para escapar de sí mismo y ser objetiva. Le cuesta compartir las experiencias de los demás. (Bueno, a mí creo que no tanto… o sí? Antes quizá sí, antes era mucho más cerrada… el miedo, el miedo).

*Personalidad Narcisista: sujetos que se caracterizan por tener un desmesurado sentido de autoimportancia, con fantasías de éxito ilimitado, poder o belleza, y exigencias de admiración excesiva. Pretenciosos, llegan a ser interpersonalmente explotadores, con tendencia a la envidia y a los comportamientos arrogantes y soberbios. Curiosamente su autoestima es frágil, y de allí la necesidad constante de admiración y atención que llega a convertirse en una expectativa irreal. Carecen de empatía por lo que son reacios a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás. Esta personalidad, en su grado extremo caracterizada como trastorno tiene prevalencia en el 1% de la población, y es más frecuente en varones.

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