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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

septiembre 08, 2004

Mediados de semana (y el tiempo vuela) 

07.09.04 Jirafa veloz

Al parecer, sí logré subir los post la vez anterior, creí que no se habían publicado. Aunque hay un error, era el tiempo es corto, no coto. En fin!

Necesito escribir muchas cosas. Y no tengo mucho tiempo para ello. Veamos…
1. PETA y AMA (www.peta.org) (www.ama.org)
2. Depresión (psicología-psiquiatría-psicoterapia/psicoanálisis-yo)
3. Flores a Guatemala
4. Defensora de la amistad
5. Belleza americana

1. Albert Schweitzer dijo: “La ética, es la reverencia por la vida”.
Hoy mientras almorzaba (almuerzo= comida en otros países como México y España), encendí la tele y miré un reportaje de TV Chile. Era de un chico de New York que después de un historial de violencia y cárcel, empezó a sentir compasión por los seres vivos, sobre todo por los animales. Tiene un refugio con más de 300 animales de todo tipo (domésticos, salvajes y de granja) y los cuida con esmero en base a donaciones. Y todo iba bien hasta ese momento; pensaba yo: “Bueno, esto demuestra que aún en los casos más perdidos, puede haber un cambio. Quizá a este chico le cuesta aún sentir afinidad por las personas –tenía una mirada algo extraña- pero ya no les hace daño y enfoca su energía en algo positivo. Siempre hay que confiar en la capacidad de cambio del ser humano. Además, es muy amoroso con los animales del refugio; o sea, desarrolló su capacidad de amar, aunque sea sólo a los animales; pero eso, yo no lo sé bien, son mis percepciones”. Habló de que las leyes para proteger a los animales de las crueldades y del maltrato están escritas, pero no se cumplen y casi a nadie le importa que se cumplan. El presidente de PETA (Organización por el trato ético a los animales) dijo que era necesario concienciar a las personas para no producir más animales domésticos de los que son necesarios, pues hay muchos animalitos y pocas personas dispuestas a tenerlos de mascotas. En Nueva York se ponen a dormir 30,000 animalitos al año con pentotal, que no les duele y es rápido. En otros países (mencionó Estados Unidos, Brasil, Perú, Chile), hay lugares donde los matan con gas, ahogados, los cuelgan o los golpean (tiene que ser algún psicópata o sádico… no me explico a alguien que goce haciendo eso diariamente o soporte mucho tiempo un “trabajo” así de horrible; aquí engordan a los perros callejeros en algunas cantinas de mala muerte y luego, los dan de aperitivos a los clientes; ya ebrios ni se enteran de nada… Sí, es horrible. “Pero en tiempo de guerra aquí se comían a los gatos”, espetará alguien; ya pero en tiempo de guerra no había otra fuente de proteínas…).

Charlize Theron, la actriz sudafricana que ganó un Óscar este año, es miembro de PETA y habló de cómo son maltratados algunos perros por sus dueños. Un caso: un perro arrastrado por la autopista (algo común en EEUU, explicó – ¡sin comentarios!-) perdió la piel pero no murió, y por eso su dueño (su verdugo, diría yo), no fue sancionado (¿¡!?). De repente, empezaron a pasar videos que el chico del refugio proyecta en una camioneta, por las calles de New York, para concienciar a las personas: habló de cómo se hacen los abrigos de pieles (sólo habló de las focas: matan a las focas bebés a golpes, para no dañar la piel…) y luego, pasaron unos videos: la forma en que “crían” a los perros en criaderos, para vender los cachorros en tiendas de mascotas es totalmente inhumana: tienen a los perros en micro jaulas, sin lugar donde correr, si se lastiman no los curan y cuando las perras ya no producen crías, las dejan morir de hambre; los perros enloquecen encerrados sin moverse (dan vueltas y vueltas a altas velocidades, se muerden entre sí, se autoagreden contra las jaulas). Igual con los pollos (creo que no volveré a comer carne de pollo; sé que con eso no dejarán de matarlos, pero no creo que pueda), no seguí viendo porque era horrible ver el hacinamiento y el trato dado a los pollos de granjas industrializadas; cuando pasaban alguna crueldad, cambiaba de canal. Cuando hablaron de cómo es tratado el ganado detuvo la camioneta frente a un McDonald’s, pero para mí fue el acabose: “a los terneros les cortan los cuernitos y los castran sin anestesia; los castran para que engorden”, dijo –y se miró cómo le cortaban un cuernito a un ternero y salía un chorro de sangre arterial volando por el aire- allí no pude más. Apagué. Y me puse a llorar.

¿Cómo puede ser el ser humano tan cruel? ¿Cómo puede ser tan insensible? ¿Qué puedo esperar si el mismo ser humano no tiene el menor respeto por la vida de sus hermanos y comete barbaridades contra su mismo genoma (en nombre de una “raza”, una bandera, una religión, el dinero, un pedazo de tierra, el poder, venganza, celos, etc…)? No lo entiendo. Me cuesta mucho vivir entre tanta insensibilidad, tanta crueldad, tanta maldad. Me da horror darme cuenta de que estoy parada sobre miles y miles de cadáveres. ¿Por qué tenemos que matar para vivir? ¿Por qué tiene que ser “comer o ser comido”? Mi vida se sustenta en la muerte de otras muchas vidas, humanas, animales, y vegetales, aún sin yo saberlo o tener participación directa en ello. La vida es cruel. Y el ser humano se encarga de reforzar esa crueldad de mil y una formas, algunas inimaginables. Nunca he pasado hambre. Nunca he matado a un animal vertebrado (bueno, el conejito que maté fue un accidente). Nunca he necesitado matar para comer. No sé si lo haría. Creo que preferiría buscar verduras o frutas. No lo sé. No puedo opinar al respecto. Crecí en una ciudad. Quizá quienes crecen en el campo ven el sacrificio de animales como algo normal, necesario para vivir (ya sea porque vendan o coman la carne). Por otro lado, necesitamos de proteínas y otros nutrientes para vivir sanos; algunos de ellos son más biodisponibles sólo en carnes y alimentos de origen animal -leche, huevos-, a pesar de existir también en los alimentos de origen vegetal en menores cantidades. Así que por mucho que me duela, la proteína animal (leche, carne o huevos) es necesaria. Incluso hay una hipótesis que indica que el cerebro humano se desarrolló más que el de otros homínidos, por el consumo de carne (¿habrá sido propuesta por asociaciones de ganaderos o avicultores??).

La masificación en la producción de alimentos de origen animal conlleva hacinamiento y mal trato a los mismos. Muchas personas se han reído de mí cuando digo que los animales sienten (menos mal que no han escuchado cuando afirmo que las plantas también sienten). La masificación en criaderos de perros, para vender los cachorros en tiendas de mascotas, es muchas veces inhumana. Mis perritos nunca han sido “puros” ni comprados en tiendas de mascotas. Mi Terry, un cruce de Daschund, lo compró mi mamá a unos vecinos. Tenía yo seis años entonces. Y aprendí en ese momento que los perros tienen su propia personalidad y que sienten. Aprendí a mordida limpia (le quería poner un adorno en el pelo y le lastimé la oreja). Era un perro muy serio. Luego mi Sassy linda. Se la regalaron a mi mamá. Una cruce de cocker, más cocker spaniel que cruce. Era la más pequeña de la camada. La señora le contó a mi mamá que nadie quiso comprarla. ¡La cuidamos tanto a mi nena! Murió el año pasado, por cáncer de mama. Sentí mucho su muerte. Amaba a mi perrita, que vivió 9 años son nosotros. Sé que para quien no ha amado a sus mascotas, esto puede resultar ridículo. Sólo quien ama, comprende. Luego, mi Coper, ya lo dije antes: lo entramos de la calle, en donde andaba vagando maltrecho. Me gusta la gente capaz de amar a un animal. Dice mucho de su capacidad de amar y de su alma. Siento que si alguien tiene paciencia con una mascota, un perro por ejemplo, es más probable que tenga paciencia con un niño. Porque de verdad, los niños son más insistentes que los perros. Y requieren muchísima más atención, cuidado, paciencia, amor y orientación; por mucho más tiempo, además. ACLARACIÓN: No estoy diciendo que es necesario que le gusten los animalitos a alguien para poder ser buen padre. No. Hay personas que prefieren las mascotas antes que los niños, por el menor cuidado que requieren. Aunque ambos, son una responsabilidad enorme (niños y mascotas). Y se supone que uno es responsable para siempre de lo que ha domesticado. Lo dijo el zorro del Principito.

Me han acusado de ser demasiado sensible. De verdad, me gustaría serlo menos. Cuando ando por las calles tengo que pensar en otras cosas y no volver a ver a los ancianos abandonados o los niños que amontonan sus cuerpos mugrosos en las aceras, cubiertos con periódicos y con la mirada perdida de solventes y pegamento, con sus neuronas prematuramente aniquiladas. Tuve que crear una coraza. No podía vivir llorando toda la vida. Y el problema no sólo es en las calles de Guatemala, sino en todo el mundo. Estaba leyendo que hay varios millones de personas viviendo en las calles de Estados Unidos bajo el nivel de pobreza (menos de 1 dólar diario). No estoy a favor de los excesos hacia los animales: he sabido de casos de personas con 20 gatos o con perros que tienen guardarropas carísimos y celebran cumpleaños (con globos, torta, gorritos y todo) con los otros perros del vecindario. Esa frivolidad me parece un insulto a los miles de niños que mueren de hambre, sida, frío, diarrea, enfermedades prevenibles y falta de amor cada año. La falta de amor puede matar. Es un hecho. Se mira a diario: sólo basta ver las noticias mundiales y leer las estadísticas de morbi-mortalidad de los países.

¿Qué puedo hacer ante esto? Además de comer la menor cantidad de carne posible –mejor si de pescado, aunque también me dan lástima sus muertes-, aprovechar toda la energía que esos animalitos o esas plantitas me han brindado con su vida. Hacer algo bueno con todo ese ATP generado. Ser y hacer la diferencia. Aunque eso implique ser contestataria, “rara”, “hippie”, “pija”, “negativa” o cualquier otro epíteto que quieran darme. Aunque implique estar sola… Hacer algo, lo que esté a mi alcance, para denunciar, crear conciencia, ayudar (a los animalitos y las personas que sufren), transformar. Compré el calendario de AMA, una organización local que recoge animales de la calle para curarlos y darlos luego en adopción. Es un minúsculo granito de arena. Lo sé. Es un calendario muy lindo que tengo en el trabajo. Sólo dos personas me han hecho comentarios del mismo. Sé que no voy a evitar que sigan matando animalitos para comer. Tampoco se trata de matar de hambre a las personas. Pero las cosas se pueden mejorar poco a poco. Sólo me gustaría que tanta muerte tenga un sentido, mejor si positivo. Pero es sólo un deseo. Quizá no tiene ningún sentido. Como la vida, a veces. A veces parece sin sentido. A la mayoría de personas les importa un soberano pepino el dolor de las demás personas; no esperemos entonces, que les importe el sufrimiento de los animales. No los ven como sus hermanos. De los santos de la iglesia católica, me quedo con San Francisco de Asís, que se hermanaba con el sol, las flores y las vacas. Me interesa tratar de comprender por qué actúan muchas personas de esa forma tan inhumana, indiferente, insensible y, algunos, anti-ética, hacia los animales y las personas. Los animales son seres indefensos y muchos de ellos dependen de nosotros. No comprendo la crueldad hacia seres inocentes. Quizás están dormidos. O ciegos. Y no son capaces de ver la esencia. A veces, tampoco yo la logro ver: he sido cruel con termitas y garrapatas… lo reconozco (y no se justifica que se coman los libros o invadan a mi perro para ser cruel; no encuentro otra justificación para ese comportamiento más que la naturaleza destructora del ser humano). María Magdalena Sabina García fue una curandera indígena de México; vivió en Huautla, en la Sierra Madre occidental (información en www.muscaria.com/wasson.htm ). Era una mujer muy sabia ella y dijo esto:
“La esencia es lo que hace iguales a todos los seres, que se diferencian entre sí dependiendo de su cercanía o alejamiento con respecto a esa esencia”.

Bien dijo Quevedo, que todo depende del cristal con que se mira. Para algunas personas, observar a un animal y ver en sus ojos, es una pérdida de tiempo. Para otras, es la comprobación de lo estúpidos, insensibles e inconcientes que son los animales. Para otras, es sólo un ser, lo mismo que una planta, una persona o un lago. Para otras es la mansedumbre y la vida. Para otras, la prueba de la existencia de Dios. Para otras, un hermano. Para otras, un motivo de sentirse superiores en la escala evolutiva (¿Superiores? ¿a qué?). Y así, miles de versiones hasta el infinito. He aquí la paráfrasis de un poema de Pablo Neruda que leí hace mucho tiempo y me encanta. Se lo he recitado a los perros desde que lo leí la primera vez y lo hago extensivo a todos los animalitos en general:

Perro mío
Perro mío
si Dios está en mi verso
Dios soy yo,
si Dios está en tus ojos doloridos
tú eres Dios,
y en este mundo inmenso
nadie existe
que se arrodille
ante nosotros dos.

2.Conocí recientemente a un psicoanalista freudiano. Hablamos de la salud mental en Guatemala y él insistió en que más que ser cuestión de “salud-enfermedad”, es cuestión de la posición existencial que cada persona asume ante su vida, libremente. Le argumenté que hay muchas personas que no tienen tal libertad de asumir nada: la vida las empuja y le di algunos ejemplos, como las chicas de quince años que viven en una región rural de escaso desarrollo, que nunca estudiaron (porque sus padres no consideran necesario que una mujer pueda leer y escribir ya que su misión es hacer comida, atender al marido y echar hijos al mundo) y a esa edad inician el largo ciclo de embarazarse y parir (a veces hasta 14 veces), criar hijos y echar tortillas al comal… ¿Qué opciones tiene una chica así? Pero él argumentó que no, que aún en esas condiciones hay quienes, por su posición existencial, deciden hacer la diferencia y no seguir la tradición. Escuchar la voz de su corazón y seguirla. Me dijo también que relacionar los problemas del alma y la existencia humana con asuntos de salud, es sólo una estrategia para los psiquiatras y psicólogos psiquiatrizados, de poder aferrarse a la medicina y sentir que son aceptados en ese campo. Sus opiniones me recordaron a un doctor de quien leí cuando hice mi electivo en psiquiatría. No recuerdo su nombre, pero inició el movimiento de la antipsiquiatría. La verdad, fue desde ese momento cuando empecé a confirmar mis sospechas de las dudas que me generaba la psiquiatría. Siempre me dio mucha duda. Y está bien dudar. Pero es que no me ha logrado convencer del todo. No estoy totalmente de acuerdo con la antipsiquiatría o este psicoanalista que conocí pues creo que sí hay bases biológicas para el comportamiento. Además, algunas drogas psicotrópicas han ayudado a mejorar la vida de muchas personas, sobre todo en casos de afecciones bipolares, psicosis, esquizofrenia (en menor grado)… No se ha logrado mayores avances con los trastornos de la personalidad. Y respecto a los otros trastornos afectivos: depresión y ansiedad en todas las variantes que enumera el DSM-IV (no sé si ya van por el V, les he perdido la pista) hay una variopinta gama de resultados: desde afecciones que recurren, hasta otras resistentes, otras que mejoran y otras en las que se experimenta con el uso de terapias múltiples (incluyendo medicamentos que son para psicosis y otras afecciones).

La mayoría de estadísticas oficiales que se manejan (o al menos, a las que he tenido acceso) a nivel de OMS-OPS respecto a salud mental, están derivadas de estudios realizados por psiquiatras. Son muy médicas. Es muy complejo el mundo de la mente. Influyen tanto la genética como los predisponentes biológicos, pero así como en muchas enfermedades, influye más aún el estilo de vida, que en el caso de la mente equivale al modo de pensar o a la actitud existencial, como dice este psicoanalista. Por ejemplo, en el caso de la diabetes la influencia positiva del estilo de vida sería un estilo de vida sano que incluya abundantes frutas y verduras, baja ingesta de carbohidratos (sobre todo refinados) y grasas (sobre todo de origen animal), muy poco alcohol, un peso adecuado y la práctica de ejercicio regular; en el caso de depresión sería una buena higiene de ideales, una actitud realista, una buena autoestima, desarrollar la capacidad de amarse y de amar, atreverse a experimentar la vida a pesar del miedo al dolor, superar el egoísmo y ser capaz de afrontar la frustración sacándole partido a las experiencias “negativas” (se me ocurre). Eso significa que, a mi criterio, a pesar de la carga genética que alguien pueda tener, ninguna de estas dos condiciones tendría que convertirse en enfermedad necesariamente. Recordemos la película Gattaca.

La mente es nuestra mayor fuente de poder. Que no la conozcamos y/o no sepamos utilizarla a nuestro favor, es otra cosa. El efecto de los placebos demuestra cuán poderosa es la mente: en infecciones, en enfermedades discapacitantes, en enfermedades que causan dolores muy intensos, siempre hay un porcentaje de personas que reaccionan positivamente a la píldora de azúcar y hasta se curan. A veces, en algunos estudios que he leído, la actividad terapéutica de algunos fármacos es sólo ligeramente superior al efecto de los placebos. Eso nos dice mucho. Bueno, y si la mente es tan poderosa y Buda tiene razón -“Somos lo que pensamos”, dijo-, pues nuestra forma de pensar puede en realidad predisponernos a ciertos estados, llamados desórdenes afectivos por la psiquiatría y psicología. Sin embargo, hay ciertas enfermedades mentales –que sí son enfermedades como tales- que se manifiestan desde temprana edad y aparentemente, sin mucha influencia del medio externo o de la forma de pensar del individuo que la sufre. Se desconoce mucho sobre ellas. La esquizofrenia, por ejemplo. Y a veces, los trastornos bipolares. Aunque, curiosamente la esquizofrenia (que inicia en la niñez –autismo-, la adolescencia o los primeros años de la edad adulta) se encuentra en mayor número de casos entre personas de bajo nivel económico y educativo. Si es una enfermedad, un medicamento podría llegar a controlarla de tal forma que hiciera funcional a la persona, tal como sucede con la diabetes o la hipertensión. Sin embargo, eso no sucede en la mayoría de casos en la esquizofrenia, a pesar de los medicamentos. Algunos de estos lo que hacen es sedar a las personas. No se sabe bien por qué o cómo se origina la esquizofrenia y por lo tanto, no se sabe exactamente cómo tratarla. Hay algunas ideas, pero no han llegado al meollo del asunto.

Luego tenemos a una de las enfermedades del siglo XX (con el SIDA y la diabetes): la depresión. A pesar de ingerir el famoso Prozac, hay miles de personas en todo el mundo que siguen mal por la depresión. Algunas de ellas han sido sometidas incluso a TEC (terapia electroconvulsiva) y nada, no mejoran. ¡Ah! ¡Es debido a la depresión refractaria! ¿Y que hay de los que sólo se recuperan por un tiempo? ¡Es que es recurrente! ¡Vamos! ¡Es que es un negocio! Casi no hay estudios de tratamiento de depresión que utilicen antidepresivos y psicoterapia o sólo con psicoterapia. La mayoría de estudios los hacen las casas farmacéuticas y por supuesto, no están interesados en realizar estudios de seguimiento a los pacientes con falla de antidepresivos o para buscar otras estrategias no farmacológicas de tratamiento. Si no le funciona un ISRSS (inhibidor selectivo en la recaptación de serotonina) a su paciente, combínelo con un tricíclico o con otra familia de antidepresivos. O cambielo por un ISRSN (inhibidor selectivo en la recaptación de serotonina y noradrenalina). Si no le funciona, asociarlo con un psicoléptico (como la olanzapina, creada para esquizofrenia y psicosis) sería ideal. Y asocie siempre el tratamiento con ansiolíticos, por supuesto. Si hay algún efecto secundario (como arritmias o defectos de la conducción cardiáca en el uso de tricíclicos), pues para eso tenemos propanolol o digoxina. ¡Simple! Y así todos ganamos: los psiquiatras salen del limbo psicología-quién sabe qué- medicina y entran por la puerta grande al mundo médico; los pacientes sienten que se les está ayudando en algo y a veces, se sienten mejor y las casas farmacéuticas, ganan algunos milloncitos.

Esto es lo más fácil para un profesional de la salud mental: Clasificar un problema existencial como trastorno afectivo (depresión y sus variantes: exógena, endógena, reactiva, recurrente, refractaria, mayor, distimia, estacional, etc.; ansiedad y sus variantes: trastorno ansioso-depresivo, ataques de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, etc.; fobias, trastornos disociativos, trastornos somatomorfos, trastornos adaptativos, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno afectivo bipolar, etc.), darle a las personas permiso para sacar a relucir todos sus demonios, tratarlos como enfermos, ensayar cócteles de medicamentos hasta encontrar uno que “le funcione” (no que lo “cure” sino que le haga ser funcional y medianamente adaptado y productivo), y retenerlos el mayor tiempo posible (pagando las consultas, por supuesto). De algo hay que vivir! No digo que todos lo hagan por dinero. Siento que hay profesionales que realmente creen en la psiquiatría. Yo creo que algunas veces los medicamentos sí son necesarios. Algunas veces. Pero se ha abusado. Ahora se dan antidepresivos para todo y por todo. Que si estás triste porque te mataron a la familia, antidepresivos. Si te dejó el novio, antidepresivos. Si tenés molestias por la menstruación, antidepresivo. ¿Necesitamos drogas para sobrellevar la vida?

Antiguamente, y aún hoy en algunos pueblos que conservan sus tradiciones milenarias, las drogas psicotrópicas (hongos, raíces; mayor información en www.mind.surf.net ) han sido de uso ritual, con la idea de “elevar la consciencia”, “comunicarse con los dioses”, “hablar con los antepasados”, “buscar ayuda o consejo”, etc. No para sobrellevar la dura vida diaria. O quizá esa era una forma de sobrellevarla. Habría que ver los factores antropológicos implicados en el consumo de pastillas de la felicidad. Quizá son la versión actual y de diseño del mezcal. No sé si hay investigaciones al respecto.

Y ahora este es el punto de vista nacido de la experiencia de una persona que ha atravesado, una depresión, según miles de psicólogos y psiquiatras; una crisis existencial severa, según yo. Siempre me resistí a la idea de pensarme “deprimida”. Algunas veces leía los “síntomas” y me identificaba con algunos de ellos. La verdad, mi actitud ante la vida no era la mejor del mundo. No sabía como manejar las heridas, las frustraciones, la diferencia entre fantasía y realidad. ¿Autoestima? Era un término desconocido en mi léxico interno. Vivía peleando con fantasmas. Tenía mucho miedo a ser herida. Y para evitar problemas, lo mejor es no hacer nada: amar a medias, no vivir, no decidir, no luchar, no trabajar por realizar los propios sueños, dejar que la vida decida por mí, adoptar los sueños de los demás. Resignarme ante el pesimismo. Colocarme el antifaz y creérmelo. Evitar mirarme al espejo. Decir a los demás qué hacer. Mantener todo bajo control. Encerrarme en el egoísmo. Quedar bien con los demás a toda costa y “dar la talla” que se esperaba de mí. Una existencia vivida así, no hace feliz a nadie. Es como una olla de presión con demasiado peso. Y tarde o temprano, explota. De mil formas. Allí es donde incide la genética. En cómo explotará la olla.

Los síntomas y el malestar fueron creciendo. Y al estar sola en otro país, la cosa empeoró. Cuando decidí buscar ayuda, yo misma me había etiquetado ya como “depresión mayor” y la persona que me atendió no hizo nada por sacarme esa etiqueta de encima. Es más, la reafirmó. Me dio permiso. Fue como si se rompiera un dique y todo lo “malo” (por decirlo de alguna manera), mis demonios y depredadores internos (como yo les llamo) salieron a destruir a sus anchas. Y arrasaron. Como si hubiese pasado una inundación de esas que ocurren durante tormentas con lluvias torrenciales y destruyen todo por lo que encuentran. Lo que antes era un campo de flores y hortalizas, con un bosquecillo cercano, regado por un pequeño río que más parecía arrollo, desapareció. Como si el arrollo se hubiese convertido en mar embravecido. No era seguro ni agradable para nadie estar cerca o en medio de semejante inundación. Lo destruía todo a su paso. Pero algunos voluntarios permanecieron allí y ayudaron a rescatar a los animales y las personas del poblado cercano. Y no se ahogaron. No tuvieron miedo y estaban bien asegurados. Sabían cómo manejar el equipo con que contaban.

Después de la tormenta, viene la calma. Hubo que limpiar el terreno. Parecía que todo estaba muerto y que nada reverdecería. Había enormes árboles milenarios dispersos por todos lados. El bosquecillo casi había desaparecido. Y no dejaba de llover, a veces, la lluvia amenazaba con convertirse en tormenta de nuevo. Así entre el lodo, hubo que empezar las labores de remozamiento y limpieza. Poco a poco, el panorama fue cambiando. Aún llovía, pero no tan fuerte. Se encontraron varios planos de diques que habían sido diseñados y abandonados sin ser construidos. Así que eso fue lo primero: construir diques. Sí, diques para el arrollo. Se realizaron los cálculos para inundaciones de toda magnitud. Hasta se exageró en su posible grado de destrucción. Cuando el sol empezó a salir, el lodo dio paso al barro que resultó ser muy fértil. Nacieron nuevas flores. El pasto volvió a crecer. El bosque fue reforestado con árboles de la misma clase de los que había antes y con nuevas especies de raíces más profundas, y las montañas cercanas también, para evitar nuevas inundaciones. Se volvieron a plantar hortalizas. Los animales domésticos y salvajes regresaron y hasta llegaron algunos animales nuevos a habitar el bosque, atraídos por el olor a vida que emanaba. Se construyó una cabaña en la base de las montañas y una estación meteorológica en la cima de la más alta, para observar el clima. La vida se abrió paso y continuó adelante.

Por supuesto, eso es metafórico. Parece un cuento, no? Para muchas personas, yo “soy depresiva” o estuve deprimida. Para otras, pasé una crisis y crecí. Me quedo con lo último. Entre todo lo que aprendí de esto, el hecho de haber salido a flote y haber llegado a la otra orilla yo sola, es lo que más me motiva. Sí, probablemente si hubiese hecho caso a la etiquetita esa, el prozac me habría ayudado a “sentirme” mejor más rápido, al menos, más funcional. Pero habría cargado conmigo esa dichosa etiqueta para siempre y habría trastornado mis neurotransmisores con un químico del cual sólo se tienen bien establecidos algunos de todos sus mecanismos farmacológicos. Bueno, eso de que llegué a la otra orilla yo sola no es del todo cierto. Gracias a Dios conté con algunas personas (bien pocas) que me animaban a seguir nadando y me mandaban bebidas rehidratantes. Su amor, paciencia, comprensión, consejos, sabiduría y su confianza en mí fueron fundamentales. Nunca perdieron la fe. ¡Y aquí estoy! ¡Vivita y coleando! =)

La semana pasada, encontré algunos consejos que el Dr. Match Golant, el Dr. Xavier Amador, y la Dra. Laura Epstein Rosen han escrito para ayudar a las personas que viven con alguien que aman y que está pasando por una crisis, para homologar las cosas, digamos, “depresiva”. La persona amada puede ser la pareja, algún hij@, algún/a herman@, alguno de los padres o un amigo cercano (los comentarios entre paréntesis, son míos):

1. El matrimonio con una persona que atraviesa una crisis tiene 9 veces más probabilidades de terminar en divorcio.
2. Las crisis pueden afectar a los niños.
3. Se recomienda terapia de pareja y/o familiar además de la terapia individual de la persona en crisis.
4. Las crisis son de más difícil manejo en los hombres, pues no aceptan el problema y/o la necesidad de buscar ayuda profesional.
5. Sentimientos que pueden experimentar las personas que viven con alguien que atraviesa una crisis: sensación de pérdida, miedo, confusión, añoranza de la persona a quien se ama y de cómo era antes, no se reconoce a la persona en la que se ha convertido; se siente dejada de lado, desesperación por conectar de alguna forma con la otra persona, culpa y soledad, necesidad de hacer algo, cualquier cosa para ayudar.
6. El apoyo de la pareja y la familia es fundamental para ayudar a una persona a atravesar la crisis.
7. Hay que aprender todo lo que se pueda acerca de la depresión, para poder comprender a la persona (lo cual me da qué pensar, pues si se lee de “depresiones recurrentes” o “refractarias”, puede llegar a perderse la esperanza).
8. Aprender a hablar con la persona en crisis de forma empática. Frases como las siguientes, aunque bien intencionadas, no son aconsejables pues dan la sensación a la persona en crisis, de ser juzgada, desvalorada y etiquetada en un patrón: “¡Vas a estar bien!, pero si no hay razón para estar así, tú déjalo ir, te entiendo porque ya pasé por lo mismo, lo que necesitas es poner de tu parte, lo que en verdad necesitas son unas vacaciones/hacer ejercicio con regularidad”.
Comunicarse con alguien en crisis requiere mucha paciencia, fortaleza, y especialmente la capacidad de retroceder y reflexionar antes de contestar a los comentarios de la persona, evitando tomar las cosas a lo personal y responder a la defensiva o con enojo. Adoptar una mente de observador; se requiere la habilidad de ponerse detrás de los sentimientos que la persona está tratando de comunicar en lugar de tomar lo que dice literalmente. La meta es ofrecer empatía y consuelo. Algunas veces la mejor respuesta es la sabiduría del silencio.
9. Cultivar el arte de escuchar y el hábito de preguntar a la persona en crisis qué entendió de lo que se le dijo. Si ha malentendido las cosas, tratar de explicarle de nuevo indicando que no escuchó bien. Evitar que el ofuscamiento haga soltar frases llenas de enojo como: “No entiendo qué pasa contigo”, “Tú tienes un problema” y en lugar de ello decir “Ayúdame a comprenderte, a explicarte y a proseguir”.
10. Animar a la persona en crisis para que busque ayuda adecuada. No avergonzarla por ello. (No buscar ayuda terapéutica de un familiar, amigo o conocido de la persona en crisis; que tampoco sea amigo o conocido de la pareja, de la familia o de otro amigo. Entre más neutralidad haya y menor relación con el entorno cercano de la persona en crisis, mejor. De lo contrario la terapia estará sesgada y puede resultar más dañina que terapéutica, por buena intención que se tenga.)
11. No esperar milagros instantáneos. Ha sido una serie de eventos la que ha conducido a la crisis. A veces parecerá que la persona avanza y luego retrocede, pero no hay que desesperar. Si los problemas de comunicación continúan, se recomienda asistir a terapia de pareja o de grupo.
12. Mantener una rutina y una vida normal. No dejar de hacer lo que habitualmente se hace (ejercicio, arte, trabajo, recreación, amistades) para estar junto a la persona en crisis. Esto sólo provocará resentimiento y enojo en las personas que se sacrifican voluntariamente.

Recordar que lo más duro de lidiar con alguien que uno ama y que atraviesa una crisis es lo siguiente (lo que está entre paréntesis son comentarios míos):
1. La persona es negativa acerca de todo lo que se le dice o propone. (No hay opciones: todas las opciones parecen malas o se les encuentra el punto malo y éste se magnifica ante los puntos positivos).
2. Es irritable y se enoja con mucha facilidad.
3. Nunca quiere hacer nada agradable o divertido.
4. Usualmente malinterpreta lo que se le dice.
5. Pone ninguna o muy poca atención a las necesidades de la pareja o de la familia.
6. No le interesa hablar de los asuntos importantes de las demás personas. (Está en una torre de egoísmo, sólo quiere hablar de sus problemas y de cómo se siente al respecto.)
7. Las reacciones a lo que se diga o haga son impredecibles.
8. Rechaza repetidamente las sugerencias de autoayuda (siente que no puede salir adelante).
9. Puede haber otras actitudes, según los casos.

¿Habría ayudado saber esto antes? No lo sé. Quizás no. Porque es para ayudar a las personas que uno ama. Y si no hay amor, igual no se tolera una crisis de estas. Cada quien hace lo que puede y da lo que tiene. No se puede pedir peras al olmo. Eso de etiquetar a las personas no me gusta. Peor etiquetarlas con enfermedades. Se deja de ser persona y se convierte en enfermedad. No es el paciente con diabetes o que padece o tiene diabetes sino “el diabético”. No es quien tiene depresión sino “el depresivo”. No es quien padece asma sino “el asmático”. Muchas veces el asma remite. El asmático de los once años puede ser ahora el deportista sano de veinte. Se perpetúa el estado. Y no todas las enfermedades son permanentes. El paciente que tiene bronquitis, se cura. Y aunque reconozco y me alegro de los beneficios que han aportado los psicofármacos en las vidas de muchas personas, no termina de convencerme lo de meter las crisis existenciales en una patología. Sí, tiene que ver con la carga genética, la forma de pensar y el ambiente. Pero es parte de la vida. Y es una oportunidad. A pesar de todo, estoy agradecida de ello. A pesar de todo. Porque es algo que no le deseo a nadie. Hay otras formas de crecer, menos dolorosas. Pero, si sólo hay limones, hay que hacer limonada. Y si no nos gusta la limonada, sino la naranjada, pues aprender a tomarla con gusto mientras encontramos naranjas. No me da tiempo de escribir nada más. Ya me tardé demasiado por hoy. Quedan pendientes 3 temas. Namaste.

septiembre 05, 2004

Del 14 de agosto al 4 de septiembre: los días son muy cotos... 

14.08.04 Jirafita feliz

¿Por qué estoy feliz? No lo sé. Y no me voy a poner a pensar por qué. Mejor sólo vivirlo, no? Los días son muy cortos para todo lo que tengo que hacer... Un compañero que luego entró a la residencia de Psiquiatría investigó como tesis de grado los rasgos de personalidad predominantes de cada profesión. Hablo de rasgos, no de trastornos. Yo no he leído la tesis, pero él me contó que en medicina, uno de los rasgos predominantes es la tendencia a ser ligeramente obsesivos-compulsivos. Lo cual no me extraña dado el grado de responsabilidad y el estrés de la profesión: un descuido puede ser fatal y hay que estar en todo una y otra vez. Yo, lo reconozco, lo soy un poco. Y actualmente esa tendencia está enfocada en la reducción del perímetro de cintura. ¿Tiene algo de malo aspirar a 68-69 cm en lugar de los 73 actuales? A eso me refería con la distribución de grasa, el metabolismo y la edad. Bueno, intento pensar que el peso es por la masa ósea y muscular, que termina su desarrollo hasta los 30 años… ¡Mis huesos son muy densos gracias a la leche! Por eso, pesan. Cuando estuve en Cataluña me sentí gordísima pues la estructura ósea de las europeas es más delgada que la de las latinas. Compararse es un absurdo y una tortura china. Cada quien es como es. No puedo pretender tener las caderas estrechas de una europea o una gringa. No hay por qué compararse. Sin embargo, solemos hacerlo más a menudo de lo que quisiéramos.

He pensado en métodos para reducir grasa corporal. La anorexia y la bulimia no me convencen. Lo mejor es que coma sólo en los horarios de comida, que no me salte el desayuno por salir corriendo al trabajo y que ingiera sólo fruta para las meriendas (nada de galletas…). Y lo más importante: que no ande picando por aquí y por allá. Lo cual es difícil porque a veces los pacientes me llevan pan dulce (no es usual comerlo en todos los países) o pasteles. Y los carbohidratos… bueno, todos tenemos debilidades! ¿Fumar? En la clase hay una chica española que fuma y es bastante delgada. A pesar de que come papitas fritas y toda clase de snacks. Lo malo es que huele mal, a tabaco re concentrado, se conoce quién es cuando se acerca. Y eso sin hablar de los riesgos de cáncer de todo tipo que dispara el fumar, o las enfermedades pulmonares y cardiovasculares de las que aumenta el riesgo. Podría pensar que total, igual todos nos vamos a morir, pero hay de muertes a muertes… El consuelo que te queda en fumar es que al menos te mataste por tu propia mano y no porque a un gene defectuoso se le ocurrió dispararse o a un gene reprimido, liberarse súbitamente. Sin embargo, creo que en la mayoría de casos (excepto en algunas enfermedades infecciosas, síndromes genéticos desde la infancia y en desnutrición por falta de comida) el desarrollo de las enfermedades dependen de nosotros mism@s. En el país no hay muchas personas que fumen. Y creo que es más por asuntos económicos que por otra cosa. La prevalencia es del 13-15 % de la población, según la tesis de grado de otro compañero. Nada, que lo que necesito hacer es modificar mis hábitos alimenticios, ser más constante con el gimnasio y no asociar comida con premio o con disminución del estrés.

Es difícil el tema de la alimentación. Hay muchos factores culturales, sociales, psicológicos y emocionales que influyen en nuestras preferencias alimenticias. Es usual la utilización (concediéndolos o negando su acceso) de alimentos preferidos como premios para los niños. Y eso se va introyectando. Al menos en mi caso, si me fue bien en algo, me premio con un trozo de pastel de chocolate (preferiblemente con menta) y un capuchino o mocachino. También se usa la comida como tranquilizante y/o para levantar el ánimo. Es usual en la cultura estadounidense que las chicas coman helado cuando se sienten tristes. O al menos esa idea venden en las películas (por lo tanto puede no ser verdadera esa práctica). Muchos padres les dan el biberón (o el seno materno, muy usual esa práctica entre las indígenas del país) a los bebés cada vez que lloran (y no siempre lloran por hambre) o para tranquilizarlos. Y les dan coca-cola a los bebés!! Válgame!

¿Y qué decir de los pacificadores, chupones, pepes o como se les quiera llamar a los artilugios de látex que imitan a las mamilas o chupones de los biberones o pachas, como decimos aquí? Andan los niños con eso en la boca todo el santo día. Y de adultos, cómo “pacificarse” a una misma? ¡Con algo en la boca! Cigarro, botella, comida, pero algo. A mí nunca me dieron un pacificador, pero sí galletas, helados y chocolates como recompensas. Y cuesta cambiar los hábitos alimenticios y el estilo de vida, pues se forman entre los 2-5 años. Pero, vale la pena hacerlo. Por una y por los hijos, para educarlos de forma diferente. Además, ¿con qué calidad moral decirle a alguien que cambie su estilo de vida si una misma no lo hace? Las pastillas no me convencen, usualmente son anfetaminas u hormonas tiroides (sumamente peligrosas ambas) y las de uso clínico sólo se indican en sobrepeso o en obesidad refractaria a dieta y ejercicios bien llevados. Y como toda droga, tienen una lista de efectos secundarios. Los tratamientos, esos casi mágicos que promocionan por todos lados, usualmente no funcionan o sólo provocan pérdida de líquidos que se recuperan inmediatamente. Los batidos y todo eso… Los dejas de tomar y vuelves a lo mismo, además no modifican la composición corporal. Las dietas de “Baja 10 kilos en una semana…”, no me convencen. La dieta del doctor Atkins provoca sobrecarga proteica a los riñones, además, no como carnes rojas.

Una vez probé un cigarro y no me gustó ni el sabor, ni la tos, ni la sensación de que iba cayendo a un pozo profundo y oscuro. Encima, ¡pobres pulmoncitos! No sólo tienen que lidiar con la contaminación ambiental sino también exponerlos al calor, el humo directo con sus correspondientes tóxicos y la frecuencia de estos, si fumo! ¡No gracias! Me quiero mucho como para hacerme eso. No soluciono nada haciéndome daño de esa forma para resolver algo que es más de estética y exigencia personal y que además, tiene otras soluciones. Siempre hay que ver varias alternativas. Y evaluar riesgo: beneficio para encontrar la alternativa más amorosa para nuestra vida y la vida de otros, aunque sea más difícil. A los pocos pacientes que fuman sólo les pregunto si conocen los riesgos de su conducta. Me han dicho que sí y que igual lo seguirán haciendo. Yo no les insisto, les recuerdo nada más que ya saben los peligros pero que es su decisión y les sugiero que no fumen cerca de sus hijos o nietos. Sólo les prescribo vitaminas antioxidantes. Cada quien es responsable de la forma en que quiere vivir y de las consecuencias de sus actos. Pero si fumo, con qué cara les diría que es una conducta de riesgo para su salud y la de su familia? Hay que ser consecuentes. Olvidemos lo del cigarro, fue una idea loca.

Por otra parte, y cambiando de tema, según Ortega y Gasset, la elección de la persona amada dice mucho de lo que hay dentro de nosotr@s, en nuestro inconsciente y nuestra alma. Si eso es así, pues es curioso. Como he escrito antes, sólo me he enamorado dos veces (por el olfato). Llegué a conocer y amar el alma de estos dos chicos a partir de la convivencia diaria, sus gestos, sus hábitos, sus acciones y reacciones, la manera en que trataban a las otras personas. Uno de ellos sólo fue mi amigo desde la facultad. Nada más. Y aunque lo perdí de vista, aún lo considero mi amigo. Sé que si algún día necesito su ayuda, un consejo, o que me escuche (y la esposa lo permite), él estará allí. El otro fue mi amigo por un tiempo y luego mi pareja, pero lamentablemente falleció.

Decía que es curioso porque a pesar de que los dos chicos a los que amé tenían hábitos de vida muy diferentes (radicalmente opuestos para ser franca: uno fumaba, otro no; uno era vegetariano, el otro no cuidaba nada su dieta; uno bebía –tampoco era alcohólico- , el otro apenas probaba la cerveza o el vino… Ambos con pancita y huyendo de todo lo que sonara a ejercicio; a uno apenas le gustaban los gatos, al otro le encantaban los perros… y el resto de animales de la creación!), tenían también rasgos en común. En lo que si diferían es en que uno tendía más al pesimismo y era muy crítico. El otro tendía al optimismo extremo (al extremo de negar y huir de la tristeza, que es un estado que a veces es necesario y resulta ser muy instructivo si se sabe llevar). Eran de izquierda, les encantaba el arte (no el mismo, pero practicaban alguna de sus ramas). Algo tímidos, algo solitarios. Amables a veces, pero sin modo para decir las cosas (a veces, bastante groseros). No del todo comprensivos (al menos no sentí que lo fuesen conmigo…). Cariñosos, sensuales, apasionados, algo hedonistas. De ideas liberales. Algo tolerantes (uno más tolerante que el otro). Románticos. Podían llegar a ser dulces cuando querían. Ninguno de familia rica. Algo escépticos (uno más que el otro). Un poco salvajes con su familia (no muy cariñosos, ni muy apegados a ella). Sensibles (sobre todo al arte). Uno de ellos ateo y con cierta rebeldía social. El otro, creyente (pero no practicaba ninguna religión) más sensible hacia la naturaleza, la idea de Infinito y el dolor ajeno –más humanitario y solidario-. Ambos estuvieron involucrados en política durante sus años de universidad. Inteligentes. Responsables. Sinceros. Generosos. Poco machistas. Emprendedores. Valientes. Cultos. ¿Es eso lo que hay en mi alma? Pues qué amasijo de contradicciones. ¡Pero qué bien! Si este filósofo tiene razón pues me alegro mucho por lo positivo; bueno, lo negativo enseña bastante también, aunque a veces lamentablemente se aprenda sólo después de haber herido a otras personas. Quizá no ando tan perdida. Aunque estoy consciente de que tengo mucho por mejorar y de que no es fácil encontrar con frecuencia chicos así de lindos. Pero, hay que tener fe, confiar en el proceso y seguir adelante. Namaste.


20.08.04 Jirafa migratoria

Toda la vida me han gustado las aves. Me encanta ver en el cielo durante marzo, abril, mayo, cuando está surcado por bandadas de aves que vuelan hacia el norte, para criar a sus hijitos durante el verano boreal. No me gustan las aves enjauladas. Miré un reportaje que transmitió el canal HBO acerca de las migraciones de aves. Quizá alguien diga que no tiene nada de extraordinario, que así han vivido las aves durante miles y miles de años. Yo no puedo quedarme indiferente.

Me maravilla la Naturaleza. Me emociona la forma en que la vida se abre paso y cómo se adapta a todas las circunstancias. Las aves vuelan miles y miles de kilómetros, atraviesan tormentas de nieve, desiertos, vuelan por sobre las nubes de tormentas tropicales, ciudades, montañas sobreviven estampidas de caballos … Hay unas que vuelan sin detenerse por todo el Atlántico desde Europa a Groenlandia. Otras que viajan del Ártico al Antártico y de regreso. Hay aves que vuelan de África a Europa, como los pelícanos. Unas vuelan en bandadas de 10 ó 12 aves y otras en catervas de miles. Algunas mueren estrelladas contra aviones. Otras son vilmente cazadas (y entiendo que se cace por comer, pero la “cacería deportiva” me parece una salvajada y un irrespeto por la vida de esas aves que han luchado tanto, tanto, por sobrevivir, por estar allí y una pinche bala acaba con su plumífera vida… sólo para alimentar el ego de alguien que se “llena” coleccionando “trofeos” y destruyendo la vida). Otras aterrizan en terrenos contaminados y quedan atrapadas… Algunas distraídas pierden a la bandada. Siempre hay algún alma noble que libera aves atrapadas o las alimenta. La mayoría vuela en verano al círculo polar ártico.

Me gustó mucho ver la gran diversidad de aves conviviendo pacíficamente (bueno, siempre hay algunas cazadoras y carnívoras). Coexistiendo sin pelear por el espacio o el alimento. Los humanos deberíamos aprender de ellas. También filmaron las migraciones de pingüinos y la reacción de una pareja de pingüinos ante la muerte de su pichón en el pico de un depredador: Intentaron defenderlo, pero el pingüinito se fue por otro lado y lo atraparon. Los padres gritaron y luego ambos agacharon sus cabecitas. Después que me digan que los animales no sienten!!! Un documental magnífico que ganó un premio. No sé qué premio pero lo ganó por mejor documental. Filmaron aves del Amazonas y aves pescadoras, aves marinas que anidan cada año en acantilados. Si yo fuese un ave migratoria, me gustaría ser un ganso azul. O un cisne trompetero. Si fuese un ave de presa, definitivamente sería un águila pescadora.

Si las aves necesitan descansar, lo hacen incluso en un buque de guerra, si es lo único que hay en alta mar (ver eso fue algo muy divertido). Si hay una tormenta de nieve o de arena, aterrizan y meten sus picos entre las alas mientras pasa la tormenta. Después emprenden el vuelo otra vez. Son muy persistentes. Pero son prudentes, no se queden quietas a que las maten. A veces, se hacen las muertas para no ser cazadas por aves de presa. He aprendido mucho de ellas. Instinto o perseverancia, llámesele como quiera pero es lo que nos vivos tiene aquí ahora a los seres humanos y las especies que nos han sobrevivido. Y digo nos han por la devastación que hemos causado y seguimos causando. Mientras no nos saquemos de la cabezota la idea de que somos los dueños y señores de la Tierra o sus administradores, mientras no veamos que la Vida trasciende a nuestros infladitos egos (no sé si los dinosaurios tuvieron egos, quizá no por la evidencia de sus cavidades craneanas pequeñas, pero igual después de varios millones de años, se extinguieron) y no queramos ver que lo que hacemos a otros seres (animales, vegetales o humanos) nos lo hacemos a nosotros mismos, y que la Vida es una trama en la que todo está entretejido, seguiremos en nuestro proceso de depredación. Ya lo dijeron los cuatro de Liverpool (el corrector insiste en cambiar el nombre del grupo) a finales de los ’60: “All you need is love”. Namaste.


23.08.04 Jirafa en metamorfosis

¿Qué va a resultar después? Tengo fe que una mariposa. El cambio no ha sido fácil. Y es difícil frenar a los depredadores. Cuando te ven adherida a una superficie, encerrada en un capullo, seleccionando en silencio los colores que vestirás, es fácil que te ataquen muchos depredadores al mismo tiempo.

He tenido que dejar fuera muchas cosas y reconocer otras muy dolorosas. Pero esa es la única forma de tomar consciencia. Me costó mucho reconocer cuál era la principal motivación de mi vida, más allá de toda justificación o racionalización intelectual, ideológica o filosófica. Y me he dado cuenta de que allí no acaban las cosas. En el fondo, lo único que quiero es amar. Específicamente, un hombre a quien amar. No puede ser cualquiera. No soy cualquiera. No lo digo por petulancia, arrogancia ni nada, sino que me ha costado lágrimas, sudor y sangre estar donde estoy, estar aquí… como para compartir todo lo que soy con alguien que no lo aprecie ni lo sepa valorar. Tiene que ser alguien especial. De preferencia que sepa lo que es la búsqueda y la lucha interna. Que sepa (y sienta) qué es la paz. Y el amor.

Cuando el tiempo ha pasado y las emociones avasalladoras se han alejado, cuando podemos analizar las cosas con calma, es fácil ver el panorama. Cuando lo estamos viviendo, usualmente no vemos nada, todo está nebuloso. En esos momentos es cuando más necesitamos paz, paciencia y sabiduría para poder despejar la niebla, aprender del conflicto y no acrecentarlo más. Y esas tres cosas sólo podemos encontrarlas en nosotras mismas después de haberlas buscado, sembrado y cosechado. Una y otra vez. Es un ciclo que no se detiene y que se acrecienta cada vez más.

Cuando veo para atrás, me doy cuenta de que en los dos casos de enamoramiento que sufrí, amé. Y en el segundo caso, que creí real y correspondido, aunque es cierto que amé con toda mi capacidad en ese momento, quería ser amada incondicionalmente, actuando como niña (era una niña, berrinchuda a veces), buscando el amor que no recibí de mi padre. Encima, atravesando por una depresión mayor. Y eso, no puede ser. El amor de pareja no es incondicional, dicen por allí. Sólo el de padres a hij@s. Por eso es que quiero a un hombre capaz de amar, porque si Dios me da la dicha de ser madre, quiero que mis hijos sean amados incondicionalmente por ambos. De lo contrario, y lo he visto en demasiados casos, terminamos peleándonos las niñas con el padre, los niños con la madre y buscando llenar vacíos, compitiendo, peleando, sufriendo por/contra el sexo opuesto. O anulando nuestra propia vida, complacientes, para poder “ganar” el afecto o la aprobación de nuestra madre, nuestro padre o ambos. Y la vida no es así. Esos líos no son necesarios ni deben ser permanentes. Te enseñan mucho si logras verles el lado bueno, pero pueden evitarse.

Por otra parte, es cierto: No hay padres perfectos y cada quien hace lo que puede. Yo también cometeré errores, a pesar de amar. Somos humanos. Simplemente eso. Cada quien da lo que puede dar. Mi padre sufrió mucho de niño. Y yo lo amo. Amo al niño que él fue, lo bueno que compartimos y todo lo que me enseñó. Lo extraño mucho. No lo puedo culpar por el pasado, ni a él ni a mí, ni a nadie. Pero tampoco puedo demandar ese cariño de ningún chico. Ni de nadie. Simplemente aprender a vivir con eso, sin pelearme con los fantasmas del pasado. Sin vivir compitiendo o a la defensiva con todos los hombres. Ya basta de eso. Estoy realmente cansada. No necesito demostrarle nada a nadie. Bueno, sí, a alguien: a mí. Pero no a mi ego. Lo único que me puede liberar de esto es una mente consciente en cada momento. Y en esas ando.

Cuando me di cuenta de mi error y quise rectificarlo, dejar de demandarle a mi chico un amor incondicional, fue demasiado tarde. Él ya había puesto tierra de por medio; yo rogué, hablé, intenté… pero nada se pudo hacer. Ya había salido de su corazón, si es que alguna vez estuve dentro. Sospecho que no, para él quizá sólo fui un juego o una ilusión. Para mí no. Fue algo real, sincero y verdadero. Pero no estaba bien conmigo misma, y si no estás bien contigo misma, tu amor es un amor lisiado, por mucho que ames. Yo sólo quería que volviera a confiar en mí, amarlo y demostrarle mi amor. No siempre se puede enmendar los errores… Poco después él murió. Fue algo terrible. Saber que nunca más lo vería y se había llevado tan mal recuerdo de mí… Sólo me conoció en mi etapa de oruga devoradora de hojas y nunca creyó que podría convertirme en mariposa. Lástima. Pero también, ¿para qué quería junto a mí a alguien que no creía en mí, cuando yo sí creía en él?

Ahora todo eso es cosa del pasado. Por supuesto que además del dolor de la pérdida irremediable, quedé muy herida. Demasiado. Con mucho más miedo de amar del que tenía antes de conocerlo. Porque tenia miedo y eso ya de por sí fue un obstáculo para amar con plenitud. Pero saber que ahora tengo pánico me consuela. Porque leí que el miedo de amar es proporcional a la capacidad de amar. Y mi miedo es descomunal. Un mega miedo. Me ata. Aún no me he liberado del mismo. Temo volver a equivocarme y entregar mi amor, mi ser, mi vida a alguien que no lo aprecie. Porque eso hace mucho daño. Cuesta recuperarse de las heridas tan profundas que quedan. Pero así es la vida. Lo único que podemos hacer es dejar a que las heridas cicatricen, seguir adelante, confiar, amar, dar. Y cuando se ama, se ama sin esperar nada a cambio. ¿Entonces por qué dicen que el amor de pareja es condicional? Esto es una contradicción. He de ver cómo la soluciono o ver qué es lo correcto, lo verdadero. He de consultar otras fuentes de información. Seguiré investigando.

En lo particular, siento que el amor es incondicional. Si para amar pongo un montón de requisitos, o exijo un montón de condiciones, pues ¿qué clase de amor es ese? Quizá los libros de psicología hablan de la condicionalidad del amor para evitar que se justifiquen los malos tratos “en nombre del amor”. En nombre de Dios y en nombre del amor se han cometido toda clase de crueldades. Hasta existe un dicho estúpido que dice “quien te hace llorar es quien te ama”. Imagino que es el preferido de los hombres y mujeres que maltratan a sus parejas. Cuando las personas se casan, prometen amarse en las buenas y en las malas, la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, apoyarse y ayudarse. Somos tan lábiles los seres humanos! Porque a veces se olvida esa promesa a los pocos meses o años de matrimonio. Si el amor de pareja es condicional, ¿Para qué se prometen las personas amarse en buenos y malos tiempos? Porque si mi pareja se enferma, qué sé yo… le da un ECV que le cambia totalmente el carácter… o le da Alzheimer, qué hacer? Si el amor de pareja no es incondicional, entonces puedo dejar a esa persona y buscar otra que me “convenga” más. Que al menos esté sana. Y es totalmente comprensible. Ah! Pero como prometí que amaría “hasta que la muerte nos separe”, estoy condenada a pasar el resto de la vida con un hombre enfermo, convirtiéndome frecuentemente, en una mujer amargada. Hay algo que está mal en todo esto. Algo que no cuadra. ¿Quién fue el primero que dijo que el amor de pareja era condicional?

Sé del caso de una chica que adoraba a su novio y él a ella. La madre de él no la quería y le hacía la vida imposible. Hasta logró que él terminara con ella, pero después de unos años, volvieron. Finalmente se casaron contra viento y marea. Dos años después, le diagnosticaron linfoma a él. Está en quimioterapia y su pronóstico no es muy bueno. No tienen hijos. Pues como el amor de pareja es condicional, siendo ella una chica joven, ¿por qué no dejarlo si él de todas formas se va a morir, probablemente? ¿para qué desperdiciar su tiempo junto a él? (sí, estoy siendo cruel e irónica). Sin embargo, ella está con él. En cuanto sale del trabajo llega a cuidarlo, lo acompaña a las terapias. Lo ama. Ojalá el cáncer remita. Y aunque no remita, creo que el amor ya los ha salvado. Han trascendido el egoísmo humano intrínseco. Siento que por lo único que vale la pena vivir, es por amar. Y la mayoría de nosotr@s, necesitamos aprender a amar. Si somos pacientes y un poco humildes, la vida nos lo va enseñando. Esa es una bendición.

Cuando arrastramos fantasmas y heridas del pasado, el amor tiene menos chance de florecer en toda su plenitud. Nuestra energía se divide en dos: el presente que queremos amar, y el pasado que nos ata y contra el cual peleamos, muchas veces sin darnos cuenta. Una vez le dije a un chico que las heridas del pasado aún lo afectaban y lo lastimaban, pero no lo entendió. Creyó que me refería a sus ex novias. Yo me refería al conflicto que tenía con su madre. Vivía muy lejos de ella, pero seguía peleando con ella. No arreglaba su cama porque su mamá le decía que la arreglara, cuando vivía con ella. Y él odiaba esa orden materna. Aún ahora pelea contra esa orden que rebota en su cabeza. Y se rebela. Vive peleando con su pasado. En mi personal opinión, mantener arreglado el espacio físico que una habita es cuestión de amor propio y de gusto por la armonía. Pero, ¿Qué opino yo, que estudié medicina por llevarle la contraria a mi padre? Yo también había vivido peleando con él, y eso que ya había muerto. No es necesario estar junto a alguien para estar peleando con ese alguien. Han pasado años para que yo viera todo esto, lo aceptara, aprendiera y siguiera adelante. Ha sido difícil. He pasado crisis horribles. Por momentos creí que no aguantaría o que era mejor tirar la toalla. Pero, sobreviví. Y la crisálida está por romperse. Tengo fe. Lo presiento.

Así que estoy feliz. Por muchos motivos. Por haberme dado cuenta en este momento que había estado viviendo mi vida en una total irrealidad, aferrándome a actitudes infantiles, en una fantasía creada por mis miedos y vacíos, para no verlos, para cubrirlos de la realidad. Poder salir ya de la burbuja y empezar a vivir de verdad. Además, aunque no fui correspondida, he amado con toda mi alma y todo mi ser. Si muriera en este momento, moriría feliz. Antes creía que no había hecho nada, que no había logrado metas, que había fracasado… Sólo miraba los logros intelectuales. Y lo material. La vida es mucho más que eso. Mucho más. Y hay mucho más para seguir aprendiendo. Agradezco mucho el amor que me ha sido dado, que ha nacido en mi corazón y crece como árbol, con las ramas abrazando todo lo que existe. Hay tanto que agradecer: La capacidad de amar. La vida. Las oportunidades. La familia. La amistad. Las pérdidas y las enfermedades. Incluso, agradezco el haber nacido en este país y no en otro, pues he aprendido mucho aquí que quizá no habría aprendido ni valorado viviendo en un país del primer mundo, en donde se vive en un Estado de Bienestar. Y agradezco el ser capaz de mirar el cielo, la luna, las estrellas, las aves migratorias, los poemas, los libros, las margaritas y las rosas, la mirada de las personas y la sonrisa de los niños, lo que está más allá de lo evidente. Agradezco la capacidad de conmoverme. Agradezco poder llorar cuando leo noticias de muertes en Bagdad o de crueldades hacia los animales, de niños guatemaltecos que mueren en la calle o de bosques que desaparecen. Por supuesto que no me alegro que esas noticias sean el pan nuestro diario de este mundo, pero al menos, soy sensible. Soy humana. Y agradezco poder ayudar cuando me lo piden, poder dar algo de mí a los demás. Y poder callar. Namaste.


24.08.04 Jirafa sorprendida

¿Casualidad? Una señora de 55 años me decía que hace poco ella se dio cuenta de que toda su vida había vivido en una irrealidad, en una fantasía total. Y es hasta ahora cuando ha puesto los pies sobre la tierra. Me alegra de que haya tomado consciencia. Y me alegra más aún que yo la esté tomando ahora y no a los 55 años, infelizmente casada y con cinco hijas. Ella dice que si pudiera volver a vivir, trataría de hacerlo más apegada a la realidad y escuchando más a su intuición. No creo que sea casualidad que me haya abierto su corazón y me haya contado todo lo que me contó de su vida, precisamente hoy. Agradezco mucho esa confianza.

Por otro lado, me sorprende esto: hay un par de visitadores médicos que me han tomado confianza y me cuentan sus penas y me piden consejo… ¡A mí! Bueno, es que me piden consejo acerca de su vida amorosa. Estoy aprendiendo mucho de ellos. Los seguiré escuchando y observando. Creo que puedo aprender mucho del alma masculina a partir de ellos. Por cierto, eso es algo que me ocurre a menudo: que las personas abren su alma y me cuentan su vida y milagros; algunas personas me piden consejo inclusive. Agradezco mucho esa confianza, pero me pregunto ¿Tendré cara de confesionario? (ja, ja, ja). O quizás mi verdadera vocación insospechada sea la de sacerdotisa. O psicóloga… O hasta psiquiatra… Hay que madurar esa idea…

Creo que tanto la moral y la ética, como la creencia en Dios, son conceptos que, siento yo, deben ser explicados y vividos desde el hogar, desde el nacimiento. Y ser enseñados más con el ejemplo que con reglas o amenazas. No debería ser algo impuesto. Siento que cuando ya cada persona es adulta, cuando finaliza la adolescencia, debería tener a su disposición las herramientas necesarias para construir sus propias creencias teológicas o no teológicas, filosóficas, morales y éticas. Con la posibilidad siempre abierta de seguir aprendiendo y rectificarlas si se considera necesario. No puede ser algo tan rígido. Un refrán chino dice: “Si cierras todas las puertas, dejarás afuera la verdad”. Si luego estas creencias personales se ajustan más o menos a las ya establecidas o se desea practicar o adscribirse a alguna religión o filosofía en particular, pues es parte del libre albedrío. Porque si se imponen desde afuera, nos entra el espíritu de contradicción y las ganas de ir contra el orden establecido. Además, no les hallamos sentido. Lo que creemos, tendría que reflejarse en lo que hacemos. Lo que creemos nos debe decir algo desde adentro, y debería reflejar lo que somos o lo que queremos ser.

Digo todo esto porque hoy uno de los visitadores me decía molesto que quién habría inventado las normas morales, que eran una lata, que él había encontrado en una compañera visitadora muchas cosas que lo complementaban pero que, por ser un hombre casado, estaba contraviniendo las normas morales. Quizás si él tuviese su sistema de valores, si lo hubiese tenido antes de casarse, habría decidido que es muy enamoradizo como para casarse y prometer fidelidad a nadie. O quizás si pudiese ver dentro de él, el miedo que tiene de amar o el egoísmo que lo ata, quizá intentaría aprender a amar y descubriría que no tiene que seguir buscando de mujer en mujer, que en su esposa sí está lo que él busca desesperadamente fuera del matrimonio; o quizás no y entonces lo más sano sería ponerle fin a esa representación. No le dije nada, sólo lo escuché. Si algún día me pide consejo, quizás se lo diga. Y lo más probable, es que entonces se enoje conmigo y no me quiera contar más nada. Veremos cómo evoluciona este caso.

Me pregunto: ¿A quién oramos cuando oramos? ¿Son escuchadas nuestras oraciones? ¿Existen los milagros o son sólo casualidades afortunadas? Una persona me decía que yo, realmente no creo en Dios pues no tengo fe en que escuche las oraciones. No sé. No me termina de convencer la idea de que sólo orando cambian las cosas. Creo que también tenemos que poner mucho de nuestra parte. Me gusta pensar (sobre todo por la parte mágico-primitiva que aún subsiste en mí) en que las oraciones sí son escuchadas –y hasta respondidas-, pero al mismo tiempo la idea de pensar en un Dios que es como un “mago” que cumple deseos o que hace lo que queremos a cambio de algo, no sé, me parece que actuar así es algo muy propio de humanos y hasta un poco mezquino, no propio de Dios. Siento que Dios es más que todo eso. Bueno, para los griegos y romanos era muy normal que los dioses reflejaran todos los comportamientos humanos. Además, ese tipo de ideas sumado a la creencia de que “mi” Dios es el verdadero y los que no creen son herejes a los que hay que “convertir” o exterminar nos ha llevado y nos sigue llevando a absurdos pleitos de mayor o menor magnitud, en todo el mundo.

¿Quién puede hablar de Dios? ¿Quién puede definirlo? Creo que intentar hacerlo es algo muy prepotente o muy dogmático. En Japón, los shintoistas no ven problema en ser shintoístas y al mismo tiempo budistas y católicos. Eso me gusta. El ecumenismo. Nos libera de todo fanatismo. Ya tenemos suficiente en el mundo. Insisto en que me adscribo más a la concepción taoísta o la concepción zen de Dios. Y resulta que bajo esas concepciones, Dios está en lo que hacemos. Y es el Innombrable o el Inconocible. Siendo prepotente: Siento que Dios es el origen de todo lo que existe y puso en el Universo y todas sus criaturas los elementos suficientes y necesarios para que cada vida evolucione y en el caso de nuestra especie, pues nos dio la capacidad de amar, de aprender y seguir adelante. Así que, ¿A dónde nos dirigimos cuando oramos? ¿Qué digo cuando digo “Dios te bendiga” o “primero Dios así será? Siento que nos dirigimos a la parte de nuestro ser capaz de sintonizarse con la Vida, de transformarse, de hacer el bien y hacer milagros. Y bendecir es desear el bien, dirigirnos a esa parte luminosa de nuestro ser para que nos sintonicemos con ella. Y es a esa parte luminosa de nuestro ser a la que digo con cariño: Namaste.


25.08.04 Jirafa curiosa

Hoy cumple dos añitos mi sobrino. Mi osito. Es un solecito brillante y alegre. He preparado tiramisú para él. Deseo lo mejor para su vida. Mucho amor, capacidad de amar, alegría y capacidad de ayudar a hacer felices a los demás; y humildad, para poder aprender durante toda su vida. Es un nene precioso. Travieso, pero muy dulce e inteligente. Y no lo digo porque sea mi sobrino. Es la realidad.

También es la realidad que me entra curiosidad. En tres de los cuatro trabajos en donde he estado, he tenido conflicto con los jefes. Porque los cuestiono. No puede ser casualidad. No tengo madera de subordinada. Y no porque me interese ser la jefa, para nada. Soy demasiado despistada para eso. Me gusta más el trabajo en equipo con un líder. Es diferente ser líder que ser jefe. En primer lugar, los líderes son carismáticos. Y no buscan engrandecer su ego sino mejorar en equipo y lograr el bien común. Vamos, seamos realistas… ¿Existen trabajos así?

En el primer trabajo, pues era obvio que las cosas terminaran mal pues era una empresa del Opus Dei y mis cuestionamientos no les gustaron. En Jocotán con los niños desnutridos, yo le cuestionaba a mi jefe (a quien le encantaba salir en todas las fotos de periódicos cargando niños y dando opiniones; ganó el premio de “Guatemalteco del año” en el 2001) por qué cambiaba los tratamientos que yo dejaba y por qué no se hacía más análisis a algunos niños. A regañadientes medio me dio la razón y logramos detectar a un niño con cretinismo que estaba diagnosticado como Down. Mejoró bastante con la tiroxina, lástima que no se le dio desde que nació pues el retraso mental secundario a la deficiencia de esta hormona ya era irreversible a sus siete meses de vida. Bueno, y con la familia tan pobre que tenía quién sabe si se la siguieron administrando después. En la otra clínica de diabéticos no discutí mayor cosa con mi jefe porque no me involucré demasiado, pues estaba ocupada en preparar mi partida a España. Y ahora… pues el jefe del área de docencia está furioso… Muy furioso.

Decidieron iniciar un programa de educación médica continua en diabetes, lo que me parece muy buena idea, a pesar de tener que levantarme a las cuatro y media de la mañana para poder participar, pues el horario es de seis a siete AM. Me interesa aprender y siento que es necesario, mejor si con un programa bien dirigido. Pero la educación es un proceso que debe ser estructurado, no se trata de ir improvisando según el humor del día ni de sacarse los temas de la manga y que vayan saliendo las cosas como puedan, todas parchadas. Si yo no sé a dónde quiero ir ni qué quiero lograr, pues voy a hablar o preguntar asuntos que no corresponden al tema del expositor, voy a evaluar lo que no se ha enseñado y no sabré cómo va el proceso. Si encima tengo un grupo en donde además de médicos hay nutricionistas, enfermeras, químicos biólogos y administradores de empresas no puedo evaluar pidiendo que se calculen dosis de medicamentos. No es justo para los profesionales no médicos. Y todo, por no hacer objetivos, planes ni programación del curso. Pues bien, desde que inició yo sugerí que había que elaborarlos, para que todo marchara mejor y sobre todo, si se pretendía que el curso valiese créditos en el Colegio de Médicos.

El jefe de docencia, por supuesto, no escuchó mi sugerencia. Siempre preguntaba a los expositores (que éramos nosotros mismos), temas que no venían al caso y contradecía lo que se exponía, para luego, en la siguiente clase, llevar copias de la información que no se expuso o se expuso mal. Por supuesto, resultaba que todos hacíamos las cosas mal. Eso me desagradó mucho. Si te dicen que hables de A, te preparas en A y luego te preguntan de Z y no lo sabes… Para luego lucirse el jefe hablando del tema… ¿no habría sido mejor que lo expusiera él mismo? Reconozco que él sabe mucho del tema y es admirable por ello. Sabe muchísimo. Insistí de nuevo con los objetivos y los planes del curso. Parece que otros compañeros se quejaron del trato despectivo que les daba el doctor (eso no me importaba, ese es un serio problema del que adolecen muchos colegas) y un doctor habló con el director médico muy molesto pues no le gustó la forma tan prepotente en que lo trató el jefe de docencia, y las mil veces que interrumpió su clase, para contradecirlo o decirle que hacía falta tal o cual cosa.

La semana pasada nos pasaron una evaluación y preguntaron cómo nos parecía el trabajo del jefe de docencia, si estábamos de acuerdo en seguir dando clases y en que éstas se evaluaran, y si queríamos que el programa continuara. Yo y mi bocota, diciendo lo que pienso/siento… Ser sincera no es una cualidad en estos tiempos… Ser honesta o tener sensibilidad social, tampoco. Tengo que ponerme un marchamo de seguridad en la boca. Pues bien, escribí que sí estaba de acuerdo en seguir con el programa, en dar clases y hacer evaluaciones pues aprendemos bastante lo cual nos ayuda a dar mejor atención a los pacientes. Pero –insistí de nuevo- con los objetivos, el programa, las evaluaciones, etc. y sugerí que si alguien se equivocaba o faltaba algo en la exposición, se le dijera a parte y fuera esa misma persona quien enmendara el error en la clase siguiente. ¿¡Para qué ser honesta!? No sé por qué las personas preguntan tu opinión y luego cuando la das, se molestan.

Hoy anunciaron que no se seguirá con el programa porque hay muchas actitudes negativas, que la didáctica y los objetivos no son el problema sino la actitud negativa, que el doctor, tan bueno él, ha puesto su tiempo para el programa y tan desagradecidos nosotros (como si nosotros no hemos puesto tiempo, dinero y esfuerzo también para nuestras clases), y que para evitar más problemas que allí se suspende todo. Yo no quería que se quitara el programa sino que se hiciera mejor. Y por decir la verdad, resulta que soy negativa. Sé que él se ha esforzado y valoro su esfuerzo, así como el de nosotros. Pero también sé que él aceptó ese cargo libremente y que la principal obligación de un jefe de docencia es encargarse de organizar y elaborar el programa de estudio. Y claro que eso quita tiempo! Es como si yo me enojara con los pacientes porque no se deshacen en halagos o agradecimientos cuando los evalúo y les oriento acerca de su proceso de salud-enfermedad. Esa es mi harta obligación!! O que me enoje si me equivoco y me hacen ver mis errores. Si no veo mis errores, los puedo seguir cometiendo por los siglos de los siglos. ¿Y a qué venimos a este mundo si no es a amar y a aprender? Por supuesto, no vale enojarse ni con la persona que nos hace ver nuestros errores ni con nosotros mismos por haberlos cometido. Errar sólo nos recuerda que no somos perfectos, que la prepotencia es absurda y que sin humildad no podemos aprender.

La actitud del doctor me recuerda la actitud de los presidentes del país. Hasta donde yo recuerdo, cada vez que terminan una carretera, llevan agua entubada a un pueblo o deciden combatir el hambre y la pobreza (deciden, que lo hagan es otra cosa; es algo que necesita una profunda re estructuración social y económica de la que nadie quiere hacerse cargo), los presidentes salen muy sonrientes en pequeños reportajes por televisión, en campos pagados a página completa en los medios de comunicación escrita y en vallas publicitarias por las carreteras. Populismo. Caudillismo. Lacras para la democracia. Luego, cuando alguien los critica por corruptos, por nepotismo o por cualquier otra vergonzosa verdad, incluso aún cuando les hacen críticas positivas para mejorar su gestión, o les aconsejan, vienen las amenazas (últimamente ya no tanto, porque antes, una crítica podía costarte la propia vida y hasta la de tu familia), los gritos airados, los ataques ad hominen, las cartas de aclaración y el etiquetado de “periodistas/ activistas/ representantes de derechos humanos negativos, comprados por la oposición o pesimistas”. Sin autocrítica, no puede haber mejoría. Y así se explica que Guatemala esté como está.

Después del anuncio del fin del programa, no faltó el arrastrado que se deshizo en halagos y agradecimientos hacia el doctor. Probablemente termine tirada en alguna cuneta por decir lo que pienso. Si hubiese vivido mi época adulta en los ’70, seguro ya estaría en algún cementerio clandestino del ejército. Pero, ¿Qué le vamos a hacer? Así soy. Mafalda me enseñó que “más vale morir de pie que vivir de rodillas”. Y Diógenes me enseñó que es mejor comer lentejas pero ser fiel a los propios principios que comer manjares por servirle de alfombra a los poderosos. Es cuestión de respeto a una misma y amor a la vida. Sin embargo, hay que ser prudentes también. Albert Schweitzer dijo: “La ética, es la reverencia por la vida”. Mi papá murió por decir la verdad. Haya sido a mi tío o a las autoridades del instituto de Seguridad Social por las malversaciones de fondos que descubrió, pero dijo la verdad y eso le costó la vida. Creo que muy pocas personas toleran escuchar la verdad. Es más fácil el auto engaño. Y lo digo por experiencia propia. Despertar a la verdad y a la consciencia es un proceso doloroso. Pero, ¿Hay otra forma de vivir con plenitud, de aprender y poder desarrollar la capacidad de amar? El camino no es fácil. Es estrecho y escabroso. Y no es que me crea salva ni nada por el estilo. ¡Nada que ver! Soy sólo una mujer con defectos y virtudes, en el proceso de vivir, aprender y amar. A quien le gusta escribir y disfrutar de la vida y la felicidad. Muy sensible a veces. Muy repetitiva y obstinada en muchas ocasiones. Muy bocona, impulsiva e imprudente en otras. Tengo que aprender a callar. Es de urgencia jirafal. Por ahora no tengo otro trabajo y hay que cuidar este… Hay problemas con el mercado laboral y las clínicas privadas no son muy rentables por la situación económica no solo del país sino mundial. Bueno, Dios proveerá. Namaste.


26.08.04

Tres a dos. Tres mujeres a favor un hombre y una mujer en contra de la idea de que el amor es incondicional. El amor de pareja, digo, que se supone que el de padres a hijos debería serlo. Voy a hacer una investigación al respecto. Hubo una masacre entre los refugiados que estaban en Burundi. ¿Por qué esa masacre no indigna a la opinión mundial? ¿Por qué los refugiados se resignan a ser aplastados como hormigas? La pobreza va ligada a la baja autoestima. Y al bajo rendimiento, si miramos las estadísticas del medallero olímpico. Aunque hay países del primer mundo que no han ganado demasiadas medallas. Sobre todo, los nórdicos. Imagino que por el clima, son más dados a ganar en las olimpíadas de invierno. Aunque está claro que en los países más pobres, los atletas quizá tengan menos rendimiento. Y digo quizá, pensando en que provengan de estratos socio económicos bajos con altas tasas de desnutrición intergeneracional (de dónde saco tanto palabrerío… suena hasta demagógico esto!). Pero en mi país, algunos de los atletas que fueron a competir, provienen de familias ricas, eso se nota por los apellidos. Además, conozco al hermano de uno de ellos, un nadador de apellido Fortuny. Su hermano fue compañero de la facultad, es de mi promoción y anda fuera del país estudiando una especialidad (financiada por su padre, of course!). Yo creo que ya regresó o está por volver. Así que esos deportistas sí están bien alimentados e incluso han ido a entrenarse al extranjero. So… ¿what’s happened? 47/50 no es buen récord…

Hay una periodista deportiva que está cubriendo la participación de los deportistas guatemaltecos y hoy escribió una columna en la que explicaba que aunque la llamaran negativa o pesimista, ella informaría la verdad. No adornaría ni calificaría como logros el haber quedado en el puesto 47 (de 50 participantes) o de haber superado la marca personal (y haber sido descalificado por quedar en los últimos lugares). Hay atletas que incluso han hecho en Atenas los peores tiempos de su historia. Quizá el calor influya. Pero esa no es excusa. Tenemos áreas en donde permanentemente la temperatura es de 35 a 40 grados centígrados, excepto en diciembre o enero, cuando “bajan” a 28-30º… Si saben que habrá calor a donde van a competir… ¿Por qué no prepararse para ello? Volvemos con la autocrítica. A nadie nos gusta. Es duro mirarse desnuda al espejo y decirse las verdades que hemos estado escondiendo y las mentiras que quizá hemos estado defendiendo, a pesar de que alguna vez alguien quizá ha vislumbrado la realidad… Por supuesto la negamos aún bajo tortura china; preferimos huir, defendernos, justificarnos y volvernos prestidigitadoras. Y es que a veces duele mucho. Pero, repito, es la única forma de crecer y de aprender. Y de amar con plenitud: conociéndonos, aceptándonos y amándonos tal como somos sin olvidar que podemos cambiar/mejorar en cualquier momento, si nos lo proponemos. Namaste.

Lo dijeron ell@s:

Carl Sandburg:
“La vida es como una cebolla; quitas las telas una a una y a veces, lloras”.

Oliver Wendell Colmes:
“La mente del hombre extendida a una nueva idea nunca vuelve a sus dimensiones originales”.

Goethe:
“El verdadero progreso de un hombre en la búsqueda de su unidad interna depende de su capacidad para abstenerse de falsear la realidad de acuerdo con sus deseos”.

Julio Cortázar:
“Por razones de estricta pulimentada lógica, hay que ser lo que se es o no ser nada”.

Betty Ford:
“No te comprometas a ti misma: eres todo lo que tienes”.

Louise May Alcott:
“Muy lejos, allí cerca del sol, están mis más altas aspiraciones. Tal vez no sea capaz de alcanzarlas, pero puedo admirar su belleza, creer en ellas y tratar de llegar a donde me guían”.

Shiley Abott:
“Todas las mujeres debemos aprender esta lección en algún momento: ser quien eres tiene un costo”.

Madre María Eugenia:
“Es una locura no ser lo que se es con la mayor plenitud posible”.


04.09.04 Jirafa que respira

¡Aaahhh! (ese fue un suspiro de alivio). Finalmente hoy es sábado en la tarde/noche. Esta semana ha sido de locura. La otra va por el mismo camino. Son las últimas semanas de este trimestre y se nos ha acumulado todo. Se podía percibir la tensión en la clase. Me hacía falta sentarme a escribir. Andaba con varias ideas revoloteando por allí pero no podía escribir. Tenía mil cosas más qué hacer. Sin importar lo que suceda, estoy aprendiendo bastante con esta maestría y me alegra estar aquí. Me gusta lo que hago, aunque su aplicación sea algo utópica.

Me enteré de una masacre que hubo recientemente contra los refugiados en Burundi. También me enteré de que hubo más de 60,000 muertos durante el último año en Sudán. Hasta el momento hay más de 333 mujeres asesinadas en Guatemala. Y ni hablar de los hombres. Han asesinado también a muchos niños. Y ell miércoles, la policía desalojando a un grupo de campesinos de la finca Nueva Linda, hirió y mató a nueve, incluída una mujer con dos bebés. El gobierno dice que no son campesinos sino delincuentes y se ha armado tremendo lío por esta razón. Son campesinos indígenas que habían huido a México durante la guerra, les dijeron que retornaran después de la firma de la paz, los ubicaron en tierras no aptas para la agricultura y hace tiempo estaban pidiendo ser reubicados a un área donde pudieran cultivar. Como no les hicieron caso, invadieron esta finca. Y los desalojaron a la fuerza. ¿Estaban armados los campesinos? ¿Hay ex PAC involucrados entre ellos? ¿Hubo más muertos? No se sabe. La información no ha sido clara y no han dado informes forenses. La situación es muy sospechosa y el Gobierno de Berger quedó muy mal parado. El secuestro de maestros, padres de familia y niños de una escuela de Rusia, por terroristas chechenos, se resolvió trágicamente. Murieron más de 250 personas, sobre todo niños… Territorio, poder y fanatismo religioso. Combinación fatal. Lamento lo de los periodistas franceses y me parece el colmo eso de interferir en las decisiones de otro país. Creo que al fin los liberaron. Si los musulmanes pretenden que las mujeres usen velo o burka, aún si están viviendo en otros países porque es su tradición, entonces que permitan a las mujeres occidentales que visitan o viven en países musulmanes andar sin burka o sin velo. Total, nosotras no acostumbramos eso. A veces siento que si los gringos no hubiesen hecho tanto relajo, quizá los terroristas no se hubiesen empoderado tanto. Ahora ya “agarraron carretilla”, ya lo hicieron costumbre: secuestrar, amenazar chantajear y coaccionar a otros países para que hagan su voluntad. Muchas personas mayores, cuando escuchan todos estos datos luego, luego dicen que “se acerca el fin del mundo”…

El ser humano tiene una naturaleza violenta dentro de sí. Si no la controla, sucede lo que siempre ha sucedido: guerras, guerras y más guerras, por X ó Y razón. No sé de qué nos escandalizamos. Podemos pretender ser muy modernos, muy contemporáneos, progres, vanguardistas, civilizados, liberales, pacifistas, etc… Pero en el fondo, las hormonas y neurotransmisores que impulsaban a los clanes de la edad de piedra o de cobre a reunirse y luchar contra un depredador, o salir a cazar un mamut para comer, son las mismas hormonas que se liberan a nuestro torrente sanguíneo cuando una idea nos produce rabia, deseo de venganza, fanatismo, etc, inhibe la corteza prefrontal (la razón) y nos impulsa a actuar violentamente. Antes se creía que cuando uno estaba enojado, “descargar” el enojo (boxeando, por ejemplo) ayudaba a liberarlo. Pero investigaciones más recientes han demostrado que quienes descargan su enojo, lo retroalimentan, se vuelven pasivo-agresivos o francamente agresivos y sus signos vitales se alteran desfavorablemente. Lo vi en Discovery Channel. ¿Qué tan fidedignos son estos datos? A saber! Recuerdo que en el blog de Anaescribe, hay un chico que es estudiante de psicología y tiene en su página muchos links con sitios de neurociencias. Seguro en uno de esos sitios se encuentran más datos al respecto. No recuerdo el nombre del blog… Tengo siglos de no entrar allí. Lamentablemente no pude abrir más la página de Ana.

Regresando a los temas sociales, la OIT ha publicado recientemente un informe que señala la disminución de las condiciones de trabajo favorables en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica en donde hay mayores desigualdades. Bajos salarios, condiciones de trabajo adversas y menor cobertura de sistemas de seguridad social (que incluye menor o ausente cobertura en servicios de salud y pensiones a jubilados), menores índices de organización sindical. Una gran proporción de lo que se produce beneficia sólo a los dueños del capital y una muy pequeña a los empleados. =( ¿A dónde vamos a ir a parar? En lugar de la Iglesia (sinónimo de opresión, miedo y poder en la Edad Media), estamos entronizando a la Empresa Privada. ¿A dónde queremos ir o a dónde nos estamos dejando llevar? ¿Y quién/quiénes lo están haciendo? ¿Por qué y para qué? ¿Y sobre todo: por qué lo permitimos? Los medios masivos de comunicación tienen un papel de adoctrinamiento muy importante en todo esto. Los anuncios con su mercadotecnia escondida o explícita, los programas, las tendencias y modas… No, las cosas no se dan sólo “porque sí”. Si nos dejamos arrastrar por los que están a favor o en contra, no podremos ver el bosque. Hemos de tener cuidado de no caer en el rebaño. Y hablando de no caer en el rebaño, precisamente hoy una amiga que pronto se irá de viaje fuera del país (va a hacer algo que siempre he querido hacer: irse de mochilera a Europa; yo pensaba hacerlo junto con alguna amiga, ella va más allá: va sola ¡muy bien!) me decía que mujeres como nosotras no somos comunes y corrientes. Preferimos decidir antes de que la vida decida por nosotras. Y eso conlleva un precio: son pocos los hombres que quieren estar con mujeres inteligentes, con opinión propia, analíticas, exitosas, independientes, no- convencionales, “raras” (hoy cuatro personas me han vuelto a decir rara… ¡si supieran que para mí eso es un halago!!) o liberales. “Locas” incluso para el convencionalismo habitual de este país. ¡Estoy feliz por ello! Mi amiga tiene razón. No somos chicas del montón, de las que se casan sólo por no estar solas, porque ya tienen X cantidad de años, porque están embarazadas o porque las circunstancias las llevaron a ello. Y tenemos muchas virtudes. Defectos también, pero en esas estamos: trabajando en ellos. Una vez leí un mensaje que decía: “Sé paciente. Dios no ha terminado conmigo”, refiriéndose a los defectos que como humanos, todos tenemos.

Cuando (tengo aunque sea una pizca de fe) nos encontremos con el chico que es para mí (y yo para él) pues será una gran alegría compartir mi vida con él. No entregársela ni pasar a ser objeto de su propiedad (ni él de la mía… eso del esclavismo no me agrada), amarlo y tener la dicha de ser amada. Compartir el día a día con lo bueno y lo malo. Atrevernos a dejar de lado el miedo y el egoísmo de no querer compartir nuestro espacio o nuestra vida. Aprender a aceptar a otra persona con todo y todo y tener fe en lo que es y lo que puede llegar a ser. Formar un hogar, una familia. Apoyarnos mutuamente, cuidarnos (a todo nivel), respetarnos, reír y llorar juntos. ¿Hay algo mejor que eso? La verdad, me gustaría contar con un hombre a quien amar en estos momentos... Pero, no desespero. Todo a su tiempo. Dios proveerá. A veces, cuando pienso en los buenos chicos que dejé ir (no los dos del olor, sino los que no me hicieron “clic”, de quienes no me enamoré), el depredador me dice: “Cleta, los dejaste ir y estás sola”. Pero inmediatamente le digo: “Era peor estar con alguien sin enamoramiento y encima sin amor, sólo por no estar sola. Es una maldad porque les hubiese quitado la oportunidad de encontrar a una persona que sí los amara”. Y ahora que los veo, casados a mis muchachitos, deseo que sus esposas realmente los amen y los valoren por todo lo que son. Y lo mismo deseo para los dos enamoramientos y amores frustrados que tuve. Que estén bien. Que sean capaces de amar y sean amados. Si lo hubiesen permitido, yo los habría amado en su momento, pero… quizá a ellos les pasó lo que a mí con los otros chicos. Bueno, fue su decisión y ellos se lo perdieron.

Esta semana me tocó hacer una investigación de la Menopausia y el envejecimiento. Aprendí mucho. Por ejemplo, que entre mayor es la mujer al tener su primer hijo, mayor es su esperanza de vida. Lo cual me consuela. Y me quedé pensando… ¿Para qué queremos vivir tanto? ¿Se habla de cuidarse para vivir más y más sanos, pero para qué? ¿Qué pretendemos con eso? Sobre todo por el trato excluyente y ninguneante que se le da a las personas de la tercera edad (especialmente a quienes carecen de recursos, que quienes tienen suficiente dinero, siempre van a encontrar la forma de estar bien, por lo menos físicamente), y porque se le da importancia sólo a la juventud y se menosprecia la experiencia de vida y la sabiduría (en algunos casos, no se puede generalizar) que dan los años. Mi tío tiene más de 70 años. Es licenciado en farmacia y trabajó muchos años dando clases en la universidad. Al jubilarse empezó a trabajar en un colegio, con adolescentes de bachillerato. Tiene una carga genética muy buena y una salud fabulosa. Quería comprar un auto y le negaron el crédito, a pesar de que su esposa (es veinte y pico años menor que él) sería la fiadora. Le negaron el crédito por la edad. Existe una verdadera obsesión por la juventud: dietas, modas, cirugías, hormonas. En el valle de Napa (California) hay una clínica privada a cargo de endocrinólogos en la que por módicas cuotas de miles de dólares mensuales se dan tratamientos hormonales (con cócteles de diversas hormonas) para devolver la juventud. Los niveles hormonales declinan con la edad y se ha relacionado esta disminución con el envejecimiento. Y en efecto, las personas que están en este programa tienen 60 años pero parecen de 35 o algo así. Claro que también llevan estilos de vida saludables (cero tabaco, vino en cantidades pequeñas –una copa al día para mujeres, dos para hombres-, ejercicio, vitaminas antioxidantes en dosis altas, dietas altas en fibra, vegetales y carnes blancas y bajas en grasas y carbohidratos refinados, a veces yoga, tai-chi, etc. Vamos, es gente rica que se dedica a cuidarse!). No se han hecho estudios a largo plazo de las complicaciones o efectos secundarios de estas terapias con dosis altas de diversas hormonas. Y como es algo privado, quizá no se hagan investigaciones o no se publiquen. Ojalá que sí. Sería interesantísimo. Lo triste es que aún con apariencia de 35 años, y su buena salud, les negarían la compra de un auto, por la edad…

Tengo muchas razones para estar alegre. Siento alegría por el probable juicio a Pinochet. Eso me da esperanzas por toda Latinoamérica en general y por Guatemala en particular. Quizá los demás países tomen el ejemplo y decidan enjuiciar a los ex dictadores implicados en asesinatos de la población civil. Y eso evite que de nuevo se asome el terror de las dictaduras por estas tierras. Por cierto, respecto a este señor Hugo Chávez no puedo opinar demasiado. De lo poco que sé apoyo su política de no dejarse avasallar por los gringos, pero su discurso me suena muy populista y demagógico. Tanto el populismo, como el caudillismo y la demagogia, son caldos de cultivo para dictadores. Ojalá los venezolanos no se dejen engañar. Si lo hace por el bien del país, de la mayoría, con programas que re estructuren la sociedad y ataquen a la pobreza desde sus raíces, OK, bien por ellos. De lo contrario, sólo se van a empobrecer más. El petróleo es un recurso que se puede llegar a agotar y la caridad o los programas paliativos, no resuelven los problemas desde el fondo, sólo sacan de crisis momentáneas. Lo sé bien porque todo eso es lo que se ha manejado a lo largo de la historia de mi país y por eso ahora estamos en plena crisis social y económica.

Alegría también por estar superando la antigua aversión y competencia con los hombres; puedo respirar en paz. Actualmente hay un hombre que no tolero (espero poder llegar a tolerarlo), pero es porque no me da buen presentimiento, siento malas vibras emanando de él y creo que es por su participación en el (corrupto) gobierno anterior como diputado del FRG; por sus comentarios pretenciosos, sus comentarios machistas, por haber dicho (riendo) cuando yo le conté la pobreza de la gente que llega a la clínica, que pobres hay en todos lados y que tienen que ver cómo salen y el hecho de andar exhibiendo objetos de lujo comprados a costa del hambre y el miedo de la mayoría de los habitantes más excluidos de este país. Si los gobernantes, en lugar de enriquecerse a costa del erario público, invirtiesen más en educación, seguridad alimentaria y salud, habría más desarrollo y menos pobreza. No me gusta escucharlo y lo evito. Pero no por ser hombre, sino por cuestión de principios; haría lo mismo si fuese mujer. Por cierto dos personas (hombres) incluido este tipo desagradable, han hecho alusiones del programa de docencia que fue cancelado en el trabajo, insistiendo en que ellos aprendieron bastante (estoy segura de que le pregunto algo a este ex diputado y no sabe responderme, lo haré la próxima vez que llegue… además, él sólo estuvo en una o dos pláticas!), y no sé por qué me lo dicen a mí… Imagino que por la opinión que escribí acerca de que hay que hacer los objetivos del programa según el grupo al cuál va dirigido. Se sintieron aludidos y a saber qué les dijeron. Los chismes y las malas interpretaciones son un común denominador en la mayoría de trabajos. Pero como no tienen los suficientes huevos de decírmelo directamente a la cara, sino que se andan con indirectas, pues es mejor hacer caso omiso de sus comentarios. Ese comportamiento es razonable incluso entre adolescentes de colegio, pero al parecer, se perpetúa. Sin embargo, no siento más aversión hacia los hombres. Y estoy sumamente feliz y orgullosa de ello. Es todo un logro. =) ¡Estamos progresando!

Hace unos meses empezaron a publicar un suplemento en elPeriódico. Antes se llamaba simplemente “Hombre”. Pero el viernes pasado se titulaba “Suplemento +culino”. “¿Seré yo, maestro?”, me dije, pues el título daba lugar a asociarlo con una parte de la anatomía humana. Aquí, muchos ombres (sí, ombres sin h de huevos o h de homínidos), llaman “culitos” a todas las chicas. Y a las que son más grandes o están casadas, “viejas”. Sin comentarios. Pero el nombre de la revista no fue mi percepción. Todo el enfoque de la revista era hacia deportes, sexo y consumismo para atraer al sexo opuesto. En la primera página había un listado de chistes a cuales más sexistas y/o vulgares. Me indignó mucho sobre todo porque elPeriódico se las lleva de serio, consecuente, con enfoque de género y multicultural, etc. Me indignó además porque publicar una revista así, implica que consideran a los hombres como machos trogloditas con una cerveza en la mano, priapismo y el control remoto para mirar el canal de deportes, en la otra mano. Está bien para los ombres, que los hay ( abundan, lamentablemente). Pero es un insulto para los hombres, y peor aún para los hombres sensibles e inteligentes. Y además, esas publicaciones, degradan a las mujeres, y así ¿Cómo vamos a construir una sociedad equitativa y no discriminativa? Los medios de comunicación tienen la capacidad de acceder a un buen número de personas y pueden influir sobre ellas, para bien o para mal. Tienen una gran responsabilidad, por lo tanto. Pero fomentar este tipo de tendencias, sólo crea más violencia de género. Creo que lo hicieron porque el sexo, vende. El dinero antes que la responsabilidad de educar y transformar positivamente. ¡En fin! Iba a mandarles una carta exponiendo todo esto, pero una chica colombiana me ganó. Dijo casi lo mismo que yo había pensado escribir. Igual, quizá les escriba. Lo peor de todo es que quien edita el dichoso suplemento, es una mujer. Por eso digo que quienes más promueven el machismo, son las mujeres.

Alegría porque a pesar de que, de cien historias personales que me cuentan mis pacientes, 90 o más son de tristeza, de maridos que son una lacra y otras tragedias, hay 5 ó 10 que aún aman a sus maridos, que han tenido la dicha de convivir con buenos hombres y que están bien en su vida conyugal. Incluso, la semana pasada una señora –sin ella saberlo- me dio una gran alegría: Me contó que su vida sexual es muy buena y que ahora que sus hijos viven fuera de casa, la relación con su esposo ha tomado un nuevo respiro y que están felices juntos y solos de nuevo. Es primera mujer, entre todas las pacientes que conozco, que habla con alegría y orgullo de su sexualidad. Y eso me alegra y me llena de esperanza: no todo está perdido por acá. Y es que estoy hablando de una señora de sesenta años.

Alegría también por haber leído que no es tan malo ser pesimista o mejor dicho, optimista informada, como yo siempre me he autodenominado… Bueno, lo que sucede es que leí esto en una entrevista al escritor italiano Franco Mimmi que publicó recientemente la novela: “Nuestro agente en Judea”.
Periodista: - Usted se considera “un pesimista no resignado” ¿Cómo se puede no perder la esperanza y ser pesimista?
Escritor: - Porque no hay otra solución, y el pesimista resignado o vive una vida de total amargura o se pega un tiro. Hay que ser pesimistas, porque el pesimismo es el resultado de la inteligencia, del análisis. Después de estudiar la historia o la situación actual, es imposible ser optimista. Hubo a final del siglo pasado un politólogo importante que dijo que cualquiera que acabara el siglo siendo optimista era un cretino y yo estoy de acuerdo con él. Norberto Bobio, un filósofo italiano añadió esto: “Soy un pesimista no resignado”. Y yo creo que allí está el sentido del hombre, que ve cómo están las cosas, pero que al mismo tiempo tiene ese instinto de la vida, que te dice que tienes que actuar para poder ser un día no pesimista sino optimista.

Y más aún, opina algo que con mi hermano habíamos concluido hace algunos años: Que estamos a punto de volver a la Edad Media. Le preguntaron ¿cuál es el camino para no conducirnos a ese destino?
Escritor: - Yo creo que para no regresar a la Edad Media, hay que retomar la senda que habla de los derechos del hombre, la senda donde el hombre es el centro de la sociedad y no la empresa, donde el hombre es la razón para actuar y no cualquier otro interés económico. Además, tenemos que recuperar el sentido de la democracia, entender que votar una vez cada cuatro o cinco años no es democracia, hay que intervenir y hay que exigir que los gobiernos tengan en cuenta, no sólo el voto, sino también los derechos de los pueblos y de las sociedades.

Si hay alguna persona más distraída que yo, que me la presenten. He estado toda la semana recopilando información para una presentación tengo que exponer el sábado y ¡oh sorpresa! El jueves dos de septiembre a las diez de la noche me dí cuenta de que había estado investigando el tema que no era.. Por supuesto que he aprendido mucho, pero como también tenía que hacer otros dos trabajos y tengo un examen, pues pude haber utilizado mi tiempo en ello… En fin! Ojalá y sea cierto eso que me dijo un día una chica cuando hablábamos de lo distraídas que somos: que las personas inteligentes son muy distraídas. Mejor me da risa. En ese momento me puse a investigar el tema que sí correspondía, y a escribir el trabajo. Ya debería estar acostumbrada a ese tipo de cosas. No es primera vez que me pasa. El otro día estaba invitada al primer cumpleaños del hijo de una amiga y según yo, era por la tarde. Como no recordaba la hora, llamé al medio día a mi amiga pero no contestaba el celular, así que llamé al sitio de celebración para preguntar y la encargada me dijo “el cumpleaños del nene fue en la mañana… Aquí está el papá pagando, si quiere se lo comunico”… Por supuesto a mí se me caía la cara de vergüenza y tuve que disculparme... Y así va mi vida. Gracias a Dios tengo la cabeza bien pegada al cuello, de lo contrario, no sé dónde la habría dejado perdida. Estos grupos me caen bien: Jarabe de Palo, Café Quijano (no sabía que eran españoles, juraba que eran argentinos… no sé por qué), Estopa, Café Tacuba… me gustan algunas de las canciones que he escuchado de ellos. Recién escuché una canción del italiano Tiziano Ferro llamada “tardes negras”. Está bien. Me gustó. Aunque es algo triste.

Lo más decente que se puede hacer es vivir en pareja porque a una le nace y tener hijos porque realmente se quiere tenerlos. Estoy segura que millones de mujeres en Guatemala, en Latinoamérica, en el mundo de los países “en vías de desarrollo” tienen hijos porque no les queda de otra, porque no saben que pueden planificar los embarazos, porque creen que es su única labor importante en este mundo y su obligación de mujeres, porque así lo manda “Dios”, porque si no tiene hijos, el marido se va a buscar a otra mujer que le permita demostrar cuán macho es (su capacidad reproductiva). Es una gran responsabilidad tener hijos. Y es un gran pecado, inconsciencia e irresponsabilidad tenerlos sin quererlos. Es peor para los niños. Los maltratan. Los abandonan. Les gritan por nada y por todo. No tienen ni un dólar al día para alimentarlos. Y encima tienen no uno o dos sino cuatro, seis, doce niños… Creo que si se educara a la población y se tuviera acceso a los medios suficientes y necesarios para poder decidir si vivir en pareja o no, si tener hijos o no, la tasa de mortalidad se reduciría muchísimo… Tanto como en varios países de Europa. Mis amigas que son madres me han dicho que en cuanto nace el primer hijo, ya no duermes tranquila. Estás siempre pendiente de él o ella. Y es una responsabilidad para toda la vida. Quizá sólo en esos casos se aplica el consejo del zorro: “eres responsable para siempre de lo que has domesticado”. Porque con otro tipo de relaciones, lamentablemente no se aplica. O quizá sí, pero excepcionalmente. Y no, no todo el mundo está preparad@ para afrontar la maternidad/paternidad. Y lo mejor es reconocerlo a tiempo. Conozco demasiados casos de niños queridos sólo por ratos, mal queridos o francamente maltratados, de parejas que se llevan bien pero no soportan a los propios hijos o ni siquiera a su pareja. Dos amigas y un amigo han sido muy valientes al reconocer que no les gustan los niños y de casarse alguna vez, no los tendrían. Otro amigo no tiene niños porque dice que es un pecado traer a un ser inocente a este mundo tan atroz. Bueno, cada quien tiene su opinión. Sin embargo, pienso que vale la pena, a pesar de lo atroz, por tanta belleza, bondad amor que hay en el mundo y en el ser humano. A pesar de todo lo malo/injusto/violento que sucede. Creo que el balance riesgo :beneficio aunque sea muy poquito, tiende más hacia lo bueno. O al menos, eso quiero creer. Namaste

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