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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

marzo 17, 2004

Crisis existencial 

17.03.04 Jirafa en crisis

Antes de hablar de la crisis, tocaré dos puntos más del 11-M:

“Casualmente” el miércoles 10 me puse un vestido negro, andaba de luto sin saberlo. Y antes de acostarme, me di cuenta de que lo había mojado un poco cuando lavé los trastos de la cena, así que lo dejé extendido sobre el sillón que tengo en mi habitación. Pero me dio un mal presentimiento ver tanto negro, me dio congoja y el jueves 11, lo primero que vi al despertarme fue lo negro del vestido. Me dio pesar y el sentimiento de que algo malo pasaba... Sin imaginar que ya había sucedido, a las 7 AM en Madrid, 11 de la noche del día anterior en mi país. Cuando me enteré de lo sucedido me dolió. Por tanta muerte y tanto odio. Sé que el pueblo español no reaccionará con violencia, o tipo US, con medidas tan duras (además, ganó el PSOE, y eso me alegra!). La violencia, sólo engendra violencia. Estoy segura de ello. Y el pueblo ha dado muestra de su solidaridad en los momentos difíciles con las marchas multitudinarias del viernes 12, y al ejercer su derecho al voto y sacar del poder a ese señor de derechas que apoyó la guerra contra Irak, a pesar de las protestas en contra de esa medida unilateral que la mayoría del pueblo español realizó el año pasado en febrero y marzo. Cuando el año pasado Aznar anunció su apoyo a Bush (que espero, también pierda la reelección), pensé que quien iba a pagar el pato de esa decisión, era el pueblo español, porque ya estaba anunciado un atentado contra los colaboradores de Bush. Lamentablemente le tocó a España. Un escritor y filósofo de mi país, Amable Sánchez Torres, escribió hace 30 años Siete sonetos para decir una nostalgia, y volvió a sacarlo a la luz debido a los atentados. El último soneto (que me gustó y viene al caso) concluye así:
España, España, España… ¡Cómo hueles
a tomillo, a destino, a hierbabuena,
cómo mueles la pena y cómo dueles!
Toda la tarde en sombra es una almena
y me adormezco en ella como un niño
dibujando tu mapa sobre la arena.


Una amiga que fue hace muchos años (en el ’74) a Europa por varios meses, me decía que en Francia, se tenía un concepto de los españoles como resignados y poco luchadores. Quizá era la sombra homicida de Franco quien proyectaba esa idea, porque definitivamente no creo eso de los españoles. Son luchadores, creen en la democracia y en la vida. Lo han demostrado. Y deseo de corazón que no se vuelva a sufrir ningún ataque terrorista, en ningún país por parte de Al Quaeda.

El segundo punto era este: Además de lo ridículo que resulta que el presidente de mi país (de derecha, raramente…) haya ofrecido enviar tropas a Irak para apoyar la lucha contra el terrorismo (¿?), he notado cierta indiferencia medianamente justificada respecto al 11-M. Cuando he comentado lo conmovida que he estado por los sucedido, algunas personas me han dicho que más consternada debería estar por los miles de millones de personas que mueren en todo el mundo (el tercer mundo, sobre todo) debido al hambre, a las políticas impulsadas por los poderosos (El FMI, el Banco Mundial, los TLC etc.), el narcotráfico, la corrupción en los gobiernos, etc. Y un amigo me decía “No vos, yo ya perdí la capacidad de conmoverme por cosas que les pasan a los ricos… Tengo suficiente con lo que sucede en el país. Recordate de los miles de muertos (en su mayoría mujeres, niños y ancianos) debido al conflicto armado. Y hay 10,000 niños viviendo en las calles, en todo el país. El año pasado fueron asesinados más de 900 niños, en su mayoría, niños de la calle. Tres veces y pico más que los muertos de Madrid… Así que no, no me conmueve.”. Y sí, sé que en parte él tiene razón, pero a mí me conmueven las muertes de inocentes (que son las que más acontecen) en Madrid, en el Congo, en mi país o en Irak. Son seres humanos, con derecho a la vida –a una vida digna, no a sobrevivir-, a la alegría, al amor. Y diablos, no puedo hacer nada, NADA para evitarlo… Porque con escribirlo aquí y desahogarme, ¿qué otra cosa logro? Nada. Total, a quien le importan los negros, los pakistaníes, los indígenas americanos o los filipinos… ¿A quién le han importado los pobres durante todo el transcurso de la historia?

Y ahora, la razón de mi crisis. Debería ser más dura y que me importe un comino lo que suceda con la gente. Así sufriría menos. ¿Por qué soy tan., tan sensible? Estoy dudando seriamente de la existencia de Dios. Al menos del Dios judeo-cristiano. Si Dios es Dios de amor, es justo y escucha las oraciones de sus hijos, cuando estos le obedecen y cumplen con su palabra, por qué, por qué suceden casos como este? Esto que contaré es real. He cambiado el nombre de la protagonista pero ella existe, y vive… ¡Y es cristiana evangélica! No sé cómo. No entiendo cómo.

Isabel es una mujer de 40 años que ha sufrido mucho. Sin embargo, su carácter es jovial, alegre y esperanzador. Ayer consultó conmigo porque había ido a tres lugares antes y le dijeron que tenía Diabetes, diagnóstico que no estaba dispuesta a aceptar. Al realizarle su prueba pre y post-prandial, me dio más sospecha de Intolerancia a la glucosa que de diabetes, por lo que hay que hacer otros análisis para confirmar. Pero Isabel se derrumbó frente a mí, llorando, diciendo que ella no quería tener diabetes, que ya había sufrido suficiente como para también tener diabetes. Y es que tener diabetes para personas pobres, sin educación primaria siquiera, sin seguro social, sin trabajo (la mayoría de mujeres que son amas de casa, dependen de la buena voluntad del esposo –cuando lo tienen- o de los hijos –si estos trabajan- para pagar consultas y comprar medicamentos), es un castigo que puede terminar en complicaciones que llevan a la muerte.

Intentando consolarla, la abracé, le expliqué que había tratamiento, le pregunté que le pasaba y entonces, me costó su historia: cuando tenía dos años, quién sabe por qué (y eso aún sucede en los pueblos del interior) su mamá la regaló a una pareja y se fue. Ella creció con esa pareja, que supuestamente la cuidaría como a una hija (la mujer no podía tener hijos), pero además de recibir gritos, golpes y castigos severos durante toda su infancia (colgarla de los pies, golpearla con leños, amarrarla a un árbol), desde los cuatro años, empezó a ser abusada por el hombre, que la tocaba y eyaculaba sobre sus genitales. A los ocho años, según sus palabras, el sátiro “la hizo mujer” y desde esa edad abusaba de ella con regularidad, con consentimiento de la mujer que la ponía a dormir entre ella y el hombre. A los doce años, sin haber visto nunca la menarquia, quedó embarazada y a los trece, fue madre y casi se muere en el parto. Cuando llegó a este punto, la sangre me bullía y las lágrimas de rabia, de dolor, de indignación, se agolpaban en mis ojos pero intenté contenerme. Cuando su hija tenía año y medio, la mujer la tomó de los pies, la colocó sobre una olla de agua hirviendo y le dijo a mi paciente, que si no se largaba de allí y le dejaba a la bebé, ella la dejaría caer al agua. Así que ella se fue. No tenía papeles de identificación de ningún tipo, ni había ido nunca a la escuela. No me explicó qué hizo durante ese tiempo, sólo que tuvo muchos sangrados uterinos y que se casó muy joven. Pero sus embarazos fueron ectópicos, la operaron muchas veces y a los 25 años, le hicieron una histerectomía (resección del útero) por no poder controlarle las hemorragias. Años después, su esposo la abandonó porque ella no podía tener hijos. Ella siempre buscó a su hija, a quien le habían dicho que Isabel la había abandonado, y la hija le reclamó el hecho de que ella no hubiese vivido con su padre-violador, e incluso ahora cuando la hija tiene ya 30 años, se lo ha reclamado. Isabel ayuda a sus vecinas, les cuida sus niños y tiene una pareja que se fue a Estados Unidos a trabajar, por lo que se siente muy sola. Al evaluarla, encontré toda la clínica de Enfermedad de Cushing y por los hallazgos clínicos, lo rápido que ha evolucionado y la ausencia del uso de esteroides, sospecho que pueda tener un adenoma hipofisiario o un adenoma suprarrenal maligno. Hay que estudiarla. Tiene que hacerse muchísimos análisis, la envié a un hospital nacional pero aún allí tendrá que pagarlos, y no tiene dinero. No sé cómo irá a hacer.

Así como la historia de Isabel, imagino habrá miles aquí y en otros países del mundo, a cual más dramáticas. Hoy llegó conmigo para contarme que definitivamente no puede hacerse los análisis en lo privado y me contó que anoche fue a la iglesia y estuvo platicando con Dios, diciéndole “Tú eres mi Padre, el único que tengo y sé que nunca me has abandonado, por favor ayúdame a aceptar esta enfermedad”. Me quedé de piedra. ¿Cómo puede creer en Dios después de todo lo que le pasó? Quizás por la necesidad de creer que después de todo su sufrimiento (el que vivió y el que le tocará con el Cushing), cuando muera tendrá una vida mejor. ¿Dónde estaba Dios cuando ella, una niña de cuatro añitos era abusada sexualmente por un desgraciado sátiro? Yo estoy muy consternada. Y veo su carita sonriente, buscando esperanza y consuelo. La abrazo fuerte y abrazo en ella a todas las niñas y niños violados del mundo, sin poder hacer nada más que conmoverme. ¿Y de qué diablos sirve eso? ¿De qué sirve? ¿Dónde está Dios? ¿Dónde? Y no me digan que Dios pone pruebas… ¿qué prueba ha de ponerle a una niña abandonada, de cuatro años? Porque si es un Dios así de cruel, no puedo creer en su existencia. No puedo. ¿Existe un Dios de amor que de verdad escucha y ama a sus hijos? No lo sé. Ya no lo sé. Lo estoy dudando. Quizás es sólo una idea inventada por los seres humanos que sufren y necesitan ser consolados. Quizás he estado equivocada durante estos últimos años. He de retirarme a meditar. Estoy consternada.

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