<$BlogRSDURL$>

Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

febrero 18, 2005

Ensayando a hacer ensayos (canciones incluídas) 

18.02.05 Jirafa ensayística

He estado pensando (…a veces es bueno pensar) que quizás no estoy tan desfasada o medio loca como siempre he creído. Me consuela leer que locos como Galeano, Cervantes, Benedetti o Sábato han pensado, se han hecho trocitos la cabeza, han escrito y se han angustiado o reído por lo mismo que yo.

Más de alguien me ha acusado de ser “hippie” por no ser como todo el mundo. Vamos a ver: como todo el mundo “normal”. Digo, preocupada por trabajar 20 horas diarias para ganar más y consumir más y “ser” alguien. Mi cumpleaños ayer 17 me ha hecho pensar muchas cosas. Y es que me han regalado un libro de Benedetti y uno de Sábato (precisamente), que he leído ayer mismo. Buenísimos. Cada uno en su estilo.

La vida está hecha de pequeños momentos. Cierto que es importante el dinero para poder cubrir las necesidades vitales. Pero hay muchas cosas más que no son necesarias y la sociedad de consumo nos hace creer que sí lo son. Los celulares, por ejemplo. No entiendo la necesidad de no poder comer en santa paz y estar contestando llamada tras llamada en lugar de disfrutar el delicioso sabor de la comida; eso sin mencionar que nos engullimos la comida sin pensar que somos unos privilegiados en este país en el que hay tanto ser humano, niños sobre todo, sin nada que llevarse a la boca, más que tierra y desesperanza.

Ah! Argumentarán algunas personas: “es que si no atiendo la llamada puedo perder un negocio importante, un paciente, una información”… ¿Para qué? ¿Para qué tanta corredera? Para ser más productivos… OK: para qué? Para quién? Dicen que en las sociedades democráticas hay libertad. La verdad, con los horarios que la mayoría de personas debe llevar ( o los despiden y hay una larga lista de desempleados dispuestos a trabajar el doble de horas por la mitad del salario del que esté alegando) siento que hemos retrocedido en el tiempo. Es una forma de esclavitud.

Hay algún compromiso más importante, un negocio más importante que el que tenemos con nosotros mismos y nuestra consciencia? El ser humano no es sólo un conjunto de instintos y pulsiones como decía Freud. Ni es un número en la cadena productiva ni un consumidor más. Hemos olvidado el alma. Y el mundo se nos está muriendo. No sólo el mundo externo, nuestro planeta que a veces parece querer darse sacudidas como perro pulgoso, para ver si nos deja botados por allí entre algún cinturón de asteroides y a ver si así aprendemos a cuidarlo. Me refiero también a nuestro mundo interno. Por un lado es bueno, creo que estamos en una época de cambios y, según los astrólogos, estamos pasando a través de una transición porque entramos a la Era de Acuario, que será una época de renacimiento mental y espiritual.

Ya necesitamos un renacimiento. Recuerdo cuando estaba en los primeros años de la Facultad, hablábamos con mi hermano de que parecía que estuviésemos entrando a una nueva Edad Media, sustituido Dios por el dinero y el poder, y el temor al infierno por el terrorismo y el “fracaso”. Así como ahora nos puede parecer que “pobre“ la gente que vivió sometida (y engañada, dirán algunos) a semejantes miedos durante la Edad Media, si no tenemos cuidado y estamos alerta se dirá lo mismo de nosotros en algunos siglos.

Pero el compromiso con nosotros mismos no puede excluir a los demás. Somos seres sociales. Podemos definirnos a través de nuestra relación con otros seres. No voy a negarlo, yo misma he sido individualista. Pero el individualismo y la competencia nos separa, y la división entre nosotros, humanos, hace que unos cuantos saquen ventaja. ¿Qué pasaría si todos –TODOS- reclamáramos justicia y equidad, horarios más justos y dignos, igualdad de oportunidades? Somos muchos. Muchos más que quienes detentan el poder, aunque ellos tengan de su lado la fuerza bruta. Sin embargo nos replegamos y el miedo nos gana. Es mejor no meterse. ¿Para qué ser idealista? ¡De todas formas el mundo no va a cambiar!

Soy de la misma opinión que Gandhi, cuando decía que el mundo no puede cambiar mientras nosotros mismos no cambiemos por dentro nuestro propio mundo. Si no dejamos tiempo para escuchar no ya los estribillos comerciales que nos meten a la fuerza por donde vamos, sino algo que nos llene por dentro. No sé mucho de música, pero con Vivaldi me contento. Si no dejamos tiempo para poder contemplar las estrellas, buscar alguna mariposa o mirar el atardecer. Si nos dejamos envolver en la masa y empezamos a balar como todos, angustiados porque no somos si no tenemos… No, así no va a cambiar el mundo, es cierto.

Ahora veo que una de las razones por las cuales para mí la amistad es tan importante es porque en el encuentro humano y sólo allí podemos aprender a conocernos, a compartir, a amar, a ser. Se aprende mucho de la soledad. Pero eso que hemos aprendido sólo lo podemos practicar con otros. Y la aventura de entrar al corazón de una persona y hermanarse con ella, ver a través de sus ojos y alegrarse con su felicidad se puede llevar a cabo con los amigos. Por eso para mí son vitales. No siempre se puede, eso sí. Al amor y la amistad hay que entrarle sin expectativas. No es un jardín de rosas tampoco. O talvez sí. Pero las rosas tienen espinas. Si no tenemos tiempo para los amigos y la familia… Si no tenemos tiempo para nosotros mismos, ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? La vida, insisto, está hecha de pequeños detalles. Los hitos históricos que acontecen de cuando en cuando son sólo eso, hitos.

Me gusta leer a escritores que ya se van despidiendo del mundo. Recomiendo encarecidamente a Benedetti, Galeano y Sábato. Llevan la sabiduría de la vida consigo y han hablado con su propia alma y el alma del mundo. Han logrado abrir la puerta, no asustarse y mantener el diálogo constante. Han sido consecuentes con su vida. Seres éticos, valientes y contradictorios, complejos y con defectos. Como nosotros. Mi abuelita decía que quien no oye consejo no llega a viejo. Yo no sé si llegaré a vivir mucho, eso sólo Dios lo sabe. Pero si Dios me da la vida, y me la da larga, pues quiero que los años vayan pasando y mi corazón no envejezca. Que sea capaz de contemplar emocionada una caída de agua o un Miró. Que el descrédito no marchite la amistad. Que los valores en los que he creído no se me pierdan en el camino. Que mi corazón sea compasivo y capaz de amar. Que siga hablándole a los perros y cantando con la luna. Que siga creyendo que el Carnaval (como el de Brasil) es una necesidad vital y alegre para celebrar la vida. Que siga creyendo en la posibilidad de concretar los sueños y en que vale la pena soñar. Que la angustia no mate a la esperanza (aunque no creo, porque como decía Cortázar: “la esperanza es parte de la vida, es la vida misma defendiéndose”). Que podamos hacer lo que amamos y disfrutemos lo que hacemos día a día. Que seamos capaces de aceptar, vivir y gozar los momentos felices. Eso quiero y deseo para mi y para todas las personas. La gente de antes, y aún hoy en los pueblos, suelen decir confiadamente: Dios proveerá. Y provee. Si no, cómo se explica que amanezca cada día, que a pesar de la miseria (no hablo sólo material), el ser humano siga atreviéndose a formar familias, a amar, a salir a trabajar (a pesar de tanta violencia)?

Quizá haya quien piense que escribir todo esto es una pérdida de tiempo. Yo siento que expresarse no puede ser una pérdida. Siempre va a ser una ganancia para mi vida y para el alma. En fin. Me pondré a hacer algo “más productivo”. Como terminar la presentación que tengo para mañana. Dios proveerá. Namasté.

La belleza (Luis Eduardo Aute)
Enemigo de la guerray su reverso, la medalla,

no propuse otra batallaque librar al corazón
de ponerse cuerpo a tierrabajo el peso de una historia
que iba a alzar hasta la gloriael poder de la razón.

Y ahora que ya no hay trincheras
el combate es la escalera
y el que trepe a lo más alto
pondrá a salvo su cabeza
aunque se hunda en el asfalto
la belleza.

Míralos como reptiles,
al acecho de la presa,
negociando en cada mesamaquillajes de ocasión;
siguen todos los raíles
que conduzcan a la cumbre
locos, porque nos deslumbre
su parásita ambición.
Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta;
mercaderes, traficantes,
más que nausea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza.

Y me hablaron de futuros
fraternales, solidarios,
donde todo lo falsario
acabaría en el pilón.
Y ahora que se cae el muro
ya no somos tan iguales
tanto tienes, tanto vales
¡viva la revolución!

Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo,
ese viaje hacia la nada
que consiste en la certeza
de encontrar en tu mirada
la belleza.

Bonito (Jarabe de palo)

Bonito, todo me parece bonito.
Bonita mañana
bonito lugar
bonita la cama
que bien se ve el mar
bonito es el día
y acaba de empezar bonita la vida
respira, respira, respira.

El teléfono suena, mi pana se queja
la cosa va mal, la vida le pesa
que vivir así ya no le interesa
que seguir así no vale la pena
se perdió el amor, se acabo la fiesta
ya no anda el motor k empuja la tierra
la vida es un chiste con triste final
el futuro no existe pero yo le digo:

Bonito, todo me parece bonito.

Bonita la paz, bonita la vida
bonito volver a nacer cada día
bonita la verdad cuando no suena a mentira
bonita la amistad, bonita la risa
bonita la gente cuando hay calidad
bonita la gente cuando que no se arrepiente
que gana y que pierde, que habla y no miente
bonita le gente por eso yo digo:

Bonito todo me parece bonito.

Que bonito que te va cuando te va bonito,
que bonito que te va.

Bonito, todo me parece bonito.

La mar, la mañana,
la casa, la samba,
la tierra, la paz y la vida que pasa.

Bonito, todo me parece bonito.

Tu cama, tu salsa, la mancha en la
espalda, tu cara, tus ganas, el fin de semana.

Bonita la gente que viene y que va
bonita la gente que no se detiene
bonita la gente que no tiene edad
que escucha, que entiende, que tiene y que da.
Bonito Portel, bonito Peret
bonita la rumba, bonito José
bonita la brisa que no tiene prisa
bonito este día, respira, respira

bonita le gente cuando es de verdad
bonita la gente que es diferente
que tiembla, que siente
que vive el presente
bonita le gente que estuvo y no esta.

Bonito, todo me parece bonito.

Que bonito que te va cuando te va bonito,
que bonito que te va.
Que bonito que se está cuando se está
bonito, que bonito que se está.

Bonito, todo me parece bonito.

febrero 16, 2005

Conclusiones y recomendaciones 

16.02.05 Jirafa brutal…

…mente honesta. A ver, ¿Cómo es eso que los hombres pasan de una relación a otra sin apenas algunos rasguños y nosotras cuando una relación termina quedamos desolladas vivas? Empiezo a sospechar que en una gran mayoría de casos (no sé qué porcentaje pero será el 95% o más) las relaciones de pareja terminan cuando una de las dos partes involucradas encuentra a otra persona (un triángulo amoroso) que le hace “tilín” y la ilusiona: se acerca más a su “animus” o a su “ánima”. Sea por la razón que sea: porque se aburrió de su pareja digamos oficial, porque le dejó de atraer físicamente, porque no la amaba (sólo se había infatuado con ella), porque le metieron cizaña en la cabeza en contra de su pareja (y se lo creyó, o sea: no confió en su pareja), porque le reporta beneficios a posteriori, o por lo que sea. Y entonces, la relación termina. En muy pocas ocasiones se disuelven estos vínculos porque una o las dos personas involucradas han sido honestas consigo mismas y se dan cuenta de que no aman a su pareja (o no son amadas), o deciden poner un alto al maltrato (físico o psicológico), o deciden que van por diferentes caminos y no pueden seguir viviendo juntos.

Antes yo creía que esas vilezas de telenovela sólo sucedían allí: en los estudios de grabación de México, Venezuela, Colombia o Brazil (los principales productores de telenovelas de América Latina). Por supuesto que si amo a alguien me dan cierto recelo las amigas de ese alguien, pero no desconfío de él ni de ellas. Si en una pareja hay amor verdadero, aunque una chica se le ponga en bandeja de plata al chico, él no le va a hacer caso, ni va a escuchar (ella ni él) las mentiras o intrigas que quieran sembrar entre ellos, para que duden de su amor. Sin embargo, después de haber visto que una profesional de la psicología es capaz de utilizar a una paciente para acercarse a alguien que le interesa, y quizás hasta de meterle cizaña y contar lo que le había sido confiado, para luego quedarse con el chico y casarse con él, como me sucedió a mí (me acabo de enterar de ello), pues me doy cuenta que las telenovelas son más reales de lo que yo creí. La diferencia es que en la vida real no hay castigo para las “malvadas” ni final feliz con el chico en cuestión. La vida no es así. Aunque debería… El arte imita a la vida, dicen. Y parece ser verdad.

Pero regresando a lo primero que he escrito: ya basta. Seamos objetivas. Pobrecito mi ex. En él proyecté a mi “animus”, como diría Jung. Mi arquetipo masculino. Le puse un traje demasiado grande desde el principio y tenía muchas expectativas. Añadamos a esto que era mi primer novio formal, con quien pensaba las cosas a largo plazo. Agreguemos el hecho de que apenas nos conocimos en la vida real (NUNCA puede ser igual una pantalla de computadora que la vida real) y de que mi autoestima andaba por el suelo. Por último añadimos rápidamente mucha precipitación, pasión e impulsividad. Mezclemos todos los ingredientes y tenemos la receta perfecta para una tragedia griega.

Ahora que lo pienso, pues fue bastante temerario de mi parte cruzar el charco e irme a vivir de primas a primeras con una persona a quien apenas conocía. Ir 20 días a visitarlo no es como para conocerlo y conocer su contexto. Iba de visita, de paseo. Las personas se comportan de forma diferente si vas a visitarlos por unos días o si vas a vivir con ellas. Irme así, sin ninguna planificación estratégica, en pleito con mi familia, insisto, con mi autoestima hasta el suelo y proyectando todas mis expectativas en el pobre sujeto en cuestión fue algo… tonto. Impulsivo y precipitado. Sin hablar del hecho de que ya hablábamos de casarnos sin habernos conocido, sin haber convivido antes. Ese fue otro error. Yo estaba muy ilusionada con la idea de la boda en sí. Sin pensar que la boda es un momento y el matrimonio toda la vida. Muy ilusionada sí, pero no contaba con la madurez para dar ese paso. Era más la emoción de la parafernalia. Y el hecho de que no quería vivir con alguien sin estar casada. Incluso ahora no lo haría, pero las razones son diferentes: antes me sentía mal porque era “pecado”. Ahora no lo haría porque siento que vivir juntos antes no garantiza que las cosas vayan a salir bien y va minando la capacidad de comprometerse permanentemente (al menos en mi caso, hablo por mí: yo necesito un compromiso más serio porque de verdad me cuesta comprometer mi tiempo y mi libertad, y estar “probando” a ver si nos va bien, no me hace sentir cómoda; lamentablemente he sido egoísta; es algo en lo que tengo que trabajar con ahínco), además de que cuesta más romper un vínculo cuando ya se ha convivido bajo el mismo techo por un tiempo. Conste que no hablo de dormir juntos, porque si hay amor mutuo no veo el problema de ello, el sexo es una forma (hermosa, alegre, placentera) de demostrarse amor. Antes sí; antes hasta eso me daba cargo de consciencia. Y eso de las culpas y los cargos de consciencia afectan nuestras relaciones con otras personas.

Nos precipitamos demasiado en todo. Sentía a veces que íbamos corriendo sin saber a dónde, y miraba acercarse el final sin querer mirarlo de frente. Claro, si corres contra un muro con los ojos cerrados, el susto es doble: por el dolor del choque y por la sorpresa de encontrarte con algo tan duro que te deja sola y partida. Uno de los problemas fue que ambos saltamos sin ver a dónde. Y luego, mientras caíamos, nos cuestionábamos qué hacíamos cayendo enredados… Una de las razones para precipitarme (en mi caso), fue el hecho de que creí que iba a matar dos pájaros de un tiro: Casarme con el chico que amaba y estudiar un máster fuera del país (como ha sido mi sueño); sí, fue una razón pragmática. La otra fue que mi ex me puso un ultimátum: “o te vienes o terminamos, que no puedo pasar otro año lejos de ti” (y ahora tendrá que pasar toda una vida sin mí… ja, ja, ja). Y yo no quería perderlo; recuerden, era mi primer novio en serio… Lo amaba locamente (léase literalmente). Y sentía que era él o ninguno.

Y era mi primer novio… Y soy de acuario, recordémoslo! Yo era una niña inocente y llena de ilusiones y expectativas románticas de cómo “deben” ser las cosas en pareja. Sí, había salido (sa-li-do) con un par de chicos y había tenido un amor platónico de años. Pero no es lo mismo un amor platónico que un novio. Un compañero del trabajo de la universidad me contaba que tiene problemas con su novia (de 26 años), porque ella nunca había tenido novio, y me dijo esto que se me quedó grabado: “Y yo tengo que lidiar con los restos de su inocencia tardía que se caen irremediablemente a pedazos: ¡Es como una niña!”. ¿Cuántas veces me dijo mi ex que yo era como una niña? Yo me enorgullecía de eso. Si lo vemos desde el punto de vista de la capacidad de amar, de confiar, de perdonar, de ilusionarse de asombrarse y de reír de los niños, pues sería un halago. Pero me lo decía más por mi intolerancia a la frustración: si las cosas no eran como yo quería (justo como yo quería), berrinche seguro… Cuando este compañero de trabajo me cuenta de su novia, me da lástima la chica y me gustaría poder hablar con ella y hacerla reaccionar. Pero NO es mi problema, ella tendrá que aprenderlo a su tiempo. Es bueno tener experiencia previa para poder llevar una relación de forma madura y auténtica. Yo, no la tenía. Así que fue bueno, a pesar del naufragio, el corazón partido y todo lo que sufrí, adquirir experiencia. A veces el dolor que sentí era hasta físico. A partir de aquí puedo pensar en llevar una relación madura, equitativa y de crecimiento mutuo cuando aparezca un chico lindo que me interese y sea digno de mí. Un chico real, no proyectado ni virtual.

Es bien fácil proyectar nuestros deseos, sueños, ilusiones y esperanzas en la pareja. Yo siempre dije que el hecho de tener pareja no te resuelve la vida, pero creía en lo más profundo de mí que mi pareja tenía la obligación de resolvérmela (o que la resolvería mágicamente: que todo tenía que marchar bien en mi vida sólo por el hecho de tener pareja) y cuando vi que seguía con mis conflictos internos, pues me desilusioné. No valoré lo que tuve. Porque hubo buenos momentos, apacibles, lindos, tiernos, apasionados, hogareños… No me daba cuenta de que era YO y solamente YO la que tenía que resolver mis conflictos internos, que no podía rescatarlo a él ni acusarlo da nada. Y creí que regresando a Guate, hablando y resolviendo los conflictos con mi madre y tratando de estar sola para tomar perspectiva, las cosas iban a mejorar. Si hubiese tenido apoyo real de la persona que fingió ser mi terapeuta, ella me habría hecho ver que las cosas iban a ser igual aquí que allá en Barça, pero claro, ella me quería lejos… Bueno, allá Dios con ella! Pero lo que hizo no es ético ni en España, ni en Guatemala, ni en China ni en Timboctú. Lección: 1. No ser paranoica, pero tener cierto cuidado con las que dicen ser amigas de la pareja de una. 2. Un chico es un chico, no mi animus total, no es el “príncipe azul”; simplemente un chico a quien puedo llegar a amar (y él puede amarme) y hasta a necesitar.

Me descoloca un poco esta contradicción: si el amor de pareja sí es condicional y una no tiene por qué depender de nadie, por qué al mismo tiempo se dice que el amor es incondicional (y no puedo estar evaluando si la otra persona está “devolviendo” lo que le he dado en el mismo porcentaje, porque eso es egoísmo) y que es una muestra de confianza y de… amor, reconocer que uno necesita a la otra persona, no ya para estar o ser feliz, sino para compartir la vida y ser más plena o más feliz? No lo entiendo. Tengo que pensar más en ello. Y “pensarlo” con el corazón.

Por otro lado, el hecho de que me sintiera orgullosa (sí, con vergüenza lo admito) de tener de novio a un chico extranjero, y que además era europeo y, además, nos íbamos a casar, pues lo comprendo; aunque me pese, estoy imbuida de mi contexto cultural. Recuerdo que mis amigas me decían: “¡Dichosa! ¡Con un español! ¡Ha de ser guapo! “, o “¡Qué alegre! ¡Vas a mejorar la raza!” (sic) y lo peor: ¡¡Yo me lo creía!! ¡Por favor! ¿¿Qué otra cosa, más que la baja autoestima nacional y el racismo heredado desde la Conquista puede hacer que creamos semejantes ideas?? ¿Qué diferencia puede haber entre casarse con un salvadoreño, un chileno, un chino, un congolés, un afgano, un iraní, un español, un sueco, un hindú o un guatemalteco? Pues fuera de los distintos niveles de machismo que se manejan en cada cultura, del idioma y las características físicas, la única diferencia que puedo ver y que actualmente tomaría como ventaja entre un europeo o un gringo y un chico de un país menos desarrollado, sería a largo plazo, con los hijos: Si por guerra, problemas económicos, deseo de estudiar fuera o cualquier otra razón un hijo quiere vivir o estudiar en Europa o Estados Unidos, evidentemente la tiene más fácil si su padre es de cualquiera de esas regiones. Fuera de eso, actualmente no veo la diferencia. Pero como dije antes, me perdono y me comprendo porque haber pensado eso fue parte de mi ceguera y de mi contextualización cultural. (Shame on me!).

Por último aunque no menos importante, al atormentarme por las cosas que no había hecho y que estaba dejando de hacer (que no lograba estudiar en ese momento el máster, que no podía trabajar porque no tenía homologado el título ni tenía permiso de trabajo ni residencia y me sentía inútil al no trabajar y contribuir en los gastos de la casa –en lugar de disfrutar ese tiempo libre y tomármelo como unas largas vacaciones-, pensar negativamente en cosas como: “y si no encuentro trabajo”, “Y si no nos va bien”, “Y si no gano lo suficiente para poder ir a visitar a mi familia cada año”, “Y si…”), definitivamente influyó en mi estado de ánimo, mi forma de enfrentar lo que sucedía y mi relación. Mi papá siempre me decía: “Hay que vivir el aquí y el ahora”. Creo que si no lo aprendo ahora, la vida me presentará otras dolorosas oportunidades para aprender esa lección. Emerson decía que la mente humana tiene la facultad de hacer un infierno del paraíso. Tampoco diré que las cosas eran perfectas, pero pudo haber sido más paraíso y yo lo convertí en un infierno personal al atormentarme por pensamientos que no estaban aconteciendo en tiempo real.


Conclusiones:
1. Me alegra haberme atrevido a vivir, a creer, a confiar y a amar.

2. Me enorgullece el valor (temerario acaso) que tuve de creer en alguien y amarlo tanto como para cruzar el océano y pensar en una vida juntos; no fue muy sabio, pero fue alegre. ¡¡Nadie me quita lo bailado!!

3. Mi “animus” sigue intacto.

4. Cuando una ama no se queda vacía si el amor que se ha dado no es bien recibido: el amor genera más amor. Mi capacidad de amar se va fortaleciendo.

5. He madurado y estoy en capacidad de llevar una relación madura, sana, equitativa y con toques de inocencia (aún).

6. No he dejado que mi niña muera. Y eso vale infinito.

7. He puesto a prueba mi fe. Y a pesar de las peleas y de las tormentas, miro al cielo luminoso sonriendo y digo sin miedos ni culpas: Dios existe.

8. He llegado a conocerme bastante, tanto mi cuerpo como mi alma. Y aún estoy en el proceso, que es la principal aventura de cada uno de nosotros en este mundo.

9. Descubrí que soy mucho más fuerte de lo que creía…

10. Estoy mucho más consciente de lo que quiero, de lo que estoy dispuesta a aceptar y lo que no, y de mi capacidad de negociar.

11. Estoy aprendiendo algo que me cuesta mucho: a vivir el presente

12. No puedo vivir “buscando” desesperadamente un chico. Mi mayor compromiso es conmigo misma, seguir explorándome y sacando a la luz lo hermoso que hay en mí. Tengo la capacidad de alejar a los impresentables y vulgares que abundan tanto entre el género masculino, ya lo he comprobado. Me puedo defender yo sola. Y Dios está conmigo. Además, si es Su voluntad, ya vendrá alguien que de verdad valga la pena, que sepa valorar todo lo que soy, y sea capaz de amar. No desesperes.

13. He aprendido que lo que dice San Pablo en la carta a los corintios acerca del amor, es cierto: el amor espera, perdona, se sacrifica, da oportunidades, es fiel, es amable, es comprensivo. Todo lo demás es mentira. No se le puede llamar amor.

14. La capacidad de ser un ser ético, de afrontar la frustración, de no autoengañarse, de ser capaz de amar y trascender el egoísmo, de desarrollar los dones que nos han sido dados, es el mayor reto que como humanos podemos asumir en nuestras vidas. Y estoy dispuesta a aceptar el reto. De hecho, ya estoy en ello.

15. Ya basta de hacer tragedia. Todo lo que no es amor, no sucedió. Si lo quiero ver de una forma, estaba dormida: fue una pesadilla, y ya desperté; estoy despierta. Si lo quiero ver de otro punto de vista, he liberado bastante karma y lo agradezco. Desde otro punto de vista, sólo la campana que ha pasado por el fuego puede cantar: el sufrimiento te hace crecer. Otro más: Dios me dio señales que no quise oír y luego me enojé con Él por lo que me pasaba, cuando me había sido advertido. Otra más: la vida es así, nadie me prometió un jardín de rosas, pero hay que afrontar la realidad con las herramientas de las que hemos sido dotados: la inteligencia, la imaginación y la capacidad de soñar, la esperanza, la compasión, la sensibilidad, la ética.

16. Por lo tanto, ya hay que liberarse de las cargas del pasado. Es muy cansado caminar arrastrando cadenas. Le pido a Dios un corazón compasivo, capaz de amar y perdonar. Pongo en mis oraciones a Juan Pablo y María José. Ellos son seres libres y habrán tenido sus razones para actuar así. Corto los lazos que me ataban y sigo adelante. Ya fue suficiente. La vida sigue y no voy a esperar otro cuentazo para empezar a vivir el aquí y el ahora. Mi padre estará orgulloso de mí. Y mi Padre también. Ellos me aman.
¿Recomendaciones? Vivir, vivir a plenitud. Y amar. Amar con todo el corazón, con todo el cuerpo y toda la mente. Nada más. Namasté.

febrero 14, 2005

14.02.05 Jirafa valerosa


“Somos buscadores de la luz. Debemos estar alerta para encontrar el camino”. E. Hello

“Una vida que no se examina no merece ser vivida.” Platón

“El esfuerzo mental por aclararse las ideas es el fundamento de la vida moral.” Blaise Pascal


La vida sigue. Soy un ser humano fuerte. Aprendo a vivir con mis heridas y mis traumas históricos. Así como los niños huérfanos del tsunami en Asia, así como los sobrevivientes de Auschwitz que decidieron seguir viviendo, así como tantas y tantas personas que han logrado seguir adelante a pesar de tragedias y dolores mucho más grandes que los que yo he vivido. Claro que cada persona es diferente, y así como hay una escala para el dolor físico que varía de una persona a otra, existe quizás una escala para el dolor emocional que varía de persona a persona. Y por eso el reto es más grande y mi alma es más fuerte, porque sé que soy muy sensible y eso hace más valioso mi esfuerzo.

Frente al Pacífico, canto con Neruda uno de mis preferidos,
el soneto LXXVIII:

No tengo nunca más, no tengo siempre. En la arena
la victoria dejó sus pies perdidos.
Soy un pobre hombre dispuesto a amar a sus semejantes.
No sé quién eres. Te amo. No doy, no vendo espinas.

Alguien sabrá tal vez que no tejí coronas
sangrientas, que combatí la burla,
y que en verdad llené la pleamar de mi alma.
Yo pagué la vileza con palomas.

Yo no tengo nunca más porque distinto
fui, soy, seré. Y en nombre
de mi cambiante amor proclamo la pureza.

La muerte es sólo piedra del olvido.
Te amo, beso en tu boca la alegría.
Traigamos leña. Haremos fuego en la montaña.


Yo pagué la vileza con palomas… Y no porque no me duela o me indigne, no porque soy “buena”. Es que no quiero ser vil, simplemente. Si nos ponemos en los zapatos de otros podemos comprender sus acciones. Y perdonarlos. En este momento me cuesta hablar de perdón, pero siento que tarde o temprano lo haré. Lo que no podemos comprender ni perdonar a veces son las acciones malignas, si nosotros no lo somos. El bien y el mal son categorías de valor moral. Nos gusten o no, y más allá de cómo queramos llamarlas, existen. No digo ya que existan como Dios/demonio afuera de nosotros. Co-existen en nosotros. De nosotros depende lo que queramos buscar. Yo busco la luz. Evidentemente me refiero a las dos desviaciones estándar de la curva normal, no a los extremos. En los extremos están por un lado los santos y por el otro los psicópatas y genocidas de todos los tiempos.

Hay una canción de Serrat que me gusta mucho: “Cada loco con su tema”. Eso digo yo: cada loco con su tema… Si soy sensible, si creo en el amor y en la amistad (a pesar de las traiciones, las puñaladas por la espalda, los engaños y las vilezas), si creo que vale la pena amar e iniciar la vida en pareja y en familia (si está en mi camino y Dios quiere) a pesar de que de cada 100 mujeres que conozco 95 me dicen que preferirían estar solas con sus hijos (lo cual indica que están frustradas, que quizá eligieron mal a su pareja y encima no se animan a dejarlo –aunque no lo soportan- por X ó Y razón…), si creo que vale la pena tropezar o caer y seguir poniéndome de pie para seguir caminando… si aunque me enoje y pelee y le alegue o lo ponga en duda, creo que (como dicen los masones): “Si hay un reloj, debe haber un relojero, si hay un edificio debe haber un arquitecto y si hay un universo debe haber una fuente creadora…”, o sea, me animo a creer en Dios… si por todo eso soy ilusa, o ingenua o pasada de moda, o poco racional o provinciana… no me importa.

Estoy consciente de que en el mundo nos ganan las injusticias, el sufrimiento, la inequidad, las penas, las mentiras y las tragedias más que sus opuestos. Soy realista. No puedo ponerme una venda en los ojos y defender lo indefendible. Pero también existe la alegría, el amor, la paz, la esperanza, la solidaridad, la sensibilidad, la verdad, la belleza, el arte… aunque sea fugaz. Porque no hay nada eterno: ni el dolor ni la alegría. Vienen en ráfagas. Lo que nos queda es aprender a disfrutar lo hermoso y aprender las lecciones de lo doloroso. Aprender a resistir.

Reconozco que tiendo a ser cínica a veces, sobre todo cuando estoy dolida. Que he dicho cosas de las cuales me he arrepentido con dolor, que he cometido muchos errores. Estoy consciente de que pienso mucho, y le doy vueltas a las cosas, que tiendo a complicarme y que mi mente es muy indómita. No quiero ser una mujer amargada ni triste, desencantada o con miedo. Tampoco puedo abrirle mi corazón ni contarle mis cosas a cualquier persona. Ya he aprendido la lección: hay que ir poco a poco, muy despacio, antes de confiar en las personas. He sido muy confiada en el pasado, muy crédula y hasta ingenua. He aprendido de todo, de mis yerros, de mis heridas. Las cicatrices vivirán conmigo, pero poco a poco, con el tiempo, irán doliendo menos y quizá lleguen a ser poco perceptibles.

Dios nos habla de diferentes maneras. En voz bajita, a nuestro oído. Susurra. A veces entre el viento o los altoparlantes, a veces entre el tráfico o el canto de aves. Pero si no queremos oírle podemos pasar de largo, hasta que nos sacude. Y algunas veces, ni siquiera así nos enteramos: hemos desarrollado sordera en el alma. Hemos decidido pasar de Dios. Es nuestra decisión: para eso tenemos libre albedrío. Yo he querido hacerlo, pero gracias a Su Amor, aún no estaba sorda…

Mi mayor proyecto es mi propia vida. Mi mayor responsabilidad. Conocerme y compartir con las otras personas los dones que me han sido entregados. Amar. Ante todo, amar. Para eso hay que reflexionar a veces. Hacer altos estratégicos. Planificar de forma iterativa. Y también recitar mantras, no pensar y tener fe. Aparentemente son acciones contradictorias, pero no lo son. Lo pequeño contiene a lo grande y lo grande contiene a lo pequeño, dice el I-Ching. Paz a todos. Y Amor. Es mi deseo en el día de San Valentín, el día del amor y la amistad. Namasté.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.