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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

noviembre 22, 2004

25 de noviembre: dia de no violencia contra la mujer 


18.11.04 Jirafa leyendo

Un compañero de la maestría me ha prestado un libro interesante, acerca de cómo leer a la gente. Leerla según cómo viste, cómo camina, habla se arregla, tiene su casa, su oficina, su auto, cómo interactúa con su familia, cómo y quiénes son sus amigos, etc. Y esto, para poder saber de forma aproximada, cómo es, qué siente, qué es realmente. Sin máscaras. Está interesante. Me será de mucha utilidad en la vida diaria. Ya se acerca Navidad y estoy ilusionada por adornar mi clínica, y mi casita. A mi sobrinito le alegrará ver adornada la casa. Aunque temo que con lo travieso que es, los adornos no duren mucho…

El libro fue escrito por una psicóloga que trabaja en la selección de jurados y por un abogado, profesionales con más de 15 años de experiencia descifrando el interior de las personas a partir de las pistas externas. Pues en ese libro dice algo que ya me sospechaba: que las bromas dicen de forma velada lo que no nos atrevemos a decir frente a frente, ocultando los verdaderos sentimientos; y que las bromas a costa de terceras personas, de sus defectos o problemas, revelan a personas insensibles. Que muchas veces se usa el humor como escudo de defensa, como autocrítica o como forma de ataque. Que las personas que dicen al final de sus afirmaciones: “es una broma”, sólo están tratando de disimular su mensaje. El humor que no es una crítica velada, puede darse para desviar el tema y evitar una confrontación, para conseguir el control de la conversación, o llamar la atención, para ocultar emociones que no se quieren revelar. La gente satisfecha de su vida es compasiva y comprensiva en su actitud y en su forma de bromear y no bromea a costa de otros. Su sentido del humor añade gracia a la conversación y se da de forma natural, sin un sentido concreto. He conocido muchas personas que acotan todo lo que dicen con “es broma” y otras que hacen “chistes” o bromas de situaciones y personas que en verdad, no son para broma. Y me han dicho que soy muy seria e hipersensible…

Me he jactado de ser irónica, pero he leído que tanto la ironía como el sarcasmo, que es un humor fino, mordaz, refleja ira, hostilidad, amargura, celos, frustración e insatisfacción. La gente sarcástica es insegura y manipuladora, no enfrenta la situación sino que intenta controlarla de forma indirecta… No es nada halagador todo esto… ¡¡No quiero ser así!! Tengo tanto que aprender!! Sólo le pido a Dios que me ayude a mejorar todo lo que hay que mejorar. Tengo tanto por delante! Quizá sea muy de intelectuales, pero… no quiero ser una amargada!! Sé que pensar mucho no ayuda demasiado a ser feliz, sobre todo si se analiza la realidad. Pero vivir amargada no va a mejorar las cosas en el mundo tampoco. Desde que no veo noticias ni leo el periódico estoy más tranquila respecto a la situación del mundo, porque simplemente sólo me entero de lo poco que me comentan otras personas. De allí en adelante, estoy totalmente desinformada de lo que sucede… Llevo ya tres semanas así y me hace falta leer el periódico…

Quisiera y quiero ser mejor de lo que soy. No se puede cambiar todo lo que una es. Hay cosas que, ni modo, no se puede cambiar. El hecho de ser estresada, por ejemplo. Puedo aprender a manejarlo con distintas técnicas, pero desde niña era muy estresada. Pero hay otras que sí, se pueden cambiar, poco a poco. El hecho de desesperarme fácilmente. O de hablar demasiado, y a veces, demasiado rápido, interrumpir las conversaciones (egoístamente, porque si no lo digo en el momento, se me olvidan las ideas)… Es una pena que sea tan egocéntrica. He sido juzgada mal algunas veces… Unas personas que conocí, por una sola vez que me emborraché (experiencia desagradable que no planeo repetir), la única en mi vida por cierto, se alejaron de mí y no visitaron más el lugar en donde vivía aduciendo que no querían volver a verme dar espectáculo… ¡Por una vez que lo hice! Agreguemos a eso que una de las personas es adicta al hachís y la marihuana, y eso, señores, aquí y en la China es drogadicción y refleja problemas e inseguridad. El comal, le dijo a la olla: estás tiznada. Si a inseguridades vamos… quizá hay algunas que cuesta más superar que otras. Y quizá con algunas sólo se aprende a convivir, no se eliminan del todo. Quizá de eso se trate: de aprender a convivir con ellas sin que nos hagan daño a nosotros mismos (drogas, alcohol) ni a otras personas y las relaciones que entablamos con ellas (humor agrio, sarcasmos, mentiras, interrupciones, etc). Es un reto grande, pero al final, la obra más grande somos nosotros mismos y lo que hemos dado al mundo a partir de los dones que nos hemos descubierto.

Cambiando de tema: Un paciente al que le tengo mucho cariño, me da ternura, es hipertenso además de diabético y no le bajaba la presión. Le había hecho una micro albuminuria en abril, y salió ligeramente elevada. Me confié demasiado. Debí habérsela exigido de nuevo en julio. En julio sólo llegó una vez (la presión estaba alta de nuevo) y se desapareció… hasta esta semana que volvió a llegar. Intuí que algo andaba mal y le dije a la hija que por favor le hicieran los análisis esta semana… Hoy llevaron los resultados: tiene insuficiencia renal. No tomó su tratamiento desde julio hasta ahora. Ya sé que no es del todo mi culpa, pero, debí haberlo llamado para ver por qué no llegaba. Y debí haber insistido con los análisis en julio. No llegó en todo ese tiempo (ni tomó el tratamiento) porque está deprimido: no quiere que sus hijos lo ayuden y se siente inútil sin poder trabajar. Está muy mal don Carlitos… No quiere tomar el tratamiento y me dijo que se quiere morir… Y lo va a lograr, pero de forma pausada, lenta y dolorosa. A no ser que le de otro infarto (que con la dislipidemia que anda, no sería nada raro). No puedo confiarme. No puedo confiarme. Debo insistir. Sé que no soy perfecta, pero no puedo darme el lujo de equivocarme con los pacientes ni dejarles pasar las cosas… No me siento bien. La familia no le hizo los análisis por falta de recursos económicos y él no quiere tomar medicamentos porque no quiere que sus hijos gasten, pues son caros… Así como el de don Carlos, hay miles de casos de personas que se complican y se mueren por no tener cómo comprar los medicamentos… Y hasta allí no puedo arreglar las cosas, lamentablemente…

Por último, estoy feliz con esto: ¡Logré los 70 cm de cintura! Y pienso seguir mejorando la medida. Estoy pensando seriamente en practicar un deporte pero ya en plan de entrenamiento. Quiero cuidarme. Quiero probarme, sobre todo. De niña siempre huí de todo lo que sonara a ejercicio. No he sido demasiado hábil en esto de coordinación y equilibrio, prefería pasarme leyendo que andar correteando. Además eso de asolearme, sudar y andar toda llena de cicatrices… ¡Qué feo! Sin embargo, desde los 13 años empecé a hacer algo de gimnasia y aeróbicos en casa. Un poco: 10, 20 minutos diarios. Me habría gustado bailar ballet o baile español, pero no se dieron las condiciones (económicas) necesarias para poder hacerlo. Desde niña me interesó todo lo que tenía que ver con la salud, la nutrición, la psicología y la literatura. Necesito algunas vidas más. O esta bien aprovechada. Pero bueno! Nunca es tarde para empezar. Investigaré qué deporte puedo practicar, o al menos, me quedaré con los aeróbicos y la banda. ¡Algo es algo! El día es muy corto y necesidad de sueño muy grande! Si con cuatro o cinco horas de dormir me bastara, sería fabuloso! Pero ni modo, necesito 7-8 horas!! Así soy, qué le voy a hacer? Namasté.


22.11.04 Jirafa meditabunda
El miércoles 25 es el día de la No violencia contra la mujer. Ya son 440 las mujeres asesinadas (la mayoría con saña) durante este año. Habrá una marcha a la que pretendo ir. Recuerdo que hace varios años ya, estaba en tercer año de medicina, hubo un concurso de poesía musicalizada y el hermano de una amiga (que tenía un grupo) musicalizó un poema que escribí. “La hora de celebrar” se llama. Lo escribí en un momento en que a una amiga le habían jugado feo en el trabajo. Una mezcla de ese hecho con comentarios escuchados entre mis compañeras. Es un poema muy sarcástico. Lo escribiré en Jirafa’s World.

No estoy de muy buen humor. He vuelto a ver el periódico. Estaba leyendo de las tribus urbanas en los diferentes países de América Latina (de punks, electrónicos, rockeros, skateboarders, etc.) y en que hay más similitud entre chicos de clase alta de Guatemala, México, Argentina y Colombia (van a las mismas universidades de Europa o Estados Unidos, van a vacacionar a los mismos sitios, usan la misma marca y clase de ropa, etc.), que entre esos chicos de clase alta y otros de clase baja de sus mismos países. Hablaban de la falta de ideales de los adolescentes y jóvenes actuales, la globalización de la moda, el uso de piercings y de cierto vocabulario y los gustos musicales (MTV) y de cine que son iguales en toda la región. Y que los chicos de clase baja, los pobres y más pobres son los que no han tenido niñez, trabajan y no estudian. Y que hay un gran porcentaje de jóvenes recién graduados de la universidad sin trabajo. En Guatemala el desempleo juvenil asciende a 24% y en toda la región el promedio es de 16.6%. Hay grupos de más de 250,000 jóvenes excluidos, de áreas marginales, sin mayor nivel de educación ni oportunidad de empleo de algunos países que integran maras (pandillas juveniles delictivas relacionadas con el narcotráfico, el crimen organizado y el tráfico de autos: los utilizan como carne de cañón). Este fenómeno se da en Guatemala, Honduras y Salvador, lamentablemente. Son 104 millones de jóvenes entre 15 y 24 años en toda Latinoamérica. Estos son datos de CEPAL y OIT.

Hay muchos jóvenes luchando por estudiar y seguir estudiando para poder acceder a un mejor empleo. La situación es… bueno, no sé si desesperada o siempre ha sido así. Seguro que cuando era adolescente, las estadísticas también eran alarmantes y aquí estoy con toda mi generación. No podemos hablar de casos aislados, pero creo que después de todo, no salimos tan mal. Creo. Espero… Bueno, hablo por mí y mis amigos. De mis amigos de la universidad la mayoría siguió residencia y ya la están terminando. Se han destacado en sus estudios y como profesionales conscientes, dedicados, humanitarios y solidarios. Y un par de amigas, también como madres dedicadas y amorosas. Y esposas frustradas, pero allí ya entran en juego terceras personas, lamentablemente… ¡Estoy muy orgullosa de ell@s! Si mi abuelita tenía razón (y seguro es que sí), pues me enorgullecería que ese refrán de “Dime con quien andas y te diré quién eres” fuera cierto, pues entonces, saldría bien parada con los amigos con quienes cuento. Por supuesto, hablo de mis amigos (cercanos o lejanos) que no puedo decir lo mismo, lamentablemente, de todos los compañeros de promoción. En primer lugar, porque no los conozco a todos y en segundo, porque sé de algunos casos que dan miedo, pena y lástima.

La colonia en donde vivo tiene aproximadamente 250 casas. Son casas pequeñas, con un jardín en el frente, garaje y un patio en la parte posterior. Es una colonia de clase media, con todas las subclases que se dan dentro de la misma: media-baja, media -media y media–alta. Pequeños comerciantes, profesionales asalariados, etc. Nada de burguesía ni de terratenientes (no de latifundios, al menos) por acá. Y ahora hay una cohorte de niños (entre 9-13 años) pululando por acá. Bueno, hay otros grupos (unos más grandes, unos más pequeños), pero el que tengo más cerca (porque lamentablemente la líder es mi vecina de enfrente, una niña malcriada, voluntariosa y nada compasiva de 9 años), me ha dejado hoy de piedra. Son niños que estudian en colegios más o menos buenos, de padres profesionales, que no saben de hambre, frío ni (al parecer) la situación del resto del mundo. Como ya están de vacaciones escolares, salen a jugar a la calle. Dejemos de lado el vocabulario florido con todo tipo de palabras malsonantes: estaban contándose películas de sexo duro (XXX), y luego se hacían comentarios personales entre ellas y ellos (hay tres o cuatro niñas y tres varones), diciendo que eso mismo se iba a hacer y los varones diciendo cosas como: “Ese culito sí está bueno para meterla”. Me quedé anonadada. ¡Esos niños diciendo eso! A mi edad, las cosas no eran así. Recuerdo a los doce años haber visto a unos chicos en el colegio hojeando una revista pornográfica a escondidas. Los encontraron y los castigaron. Yo no los delaté, que conste. A mí me desagradaban esos niños porque a esa edad ya tenía unas cuantas curvas y odiaba que se me quedaran viendo con cara de chucho en brama y luego hicieran comentarios.

¿A qué edad termina la infancia? ¿Existe fuera del ámbito puramente físico? ¿Dónde quedó la inocencia? ¿Es un mito? A mí me robaron mi inocencia con historias y alguna foto de desnudo cuando tenía quizá nueve años. Como me daba mucha vergüenza preguntar, decidí buscar en los libros y fue más útil: aprendí acerca del cuerpo humano (ya entonces me gustaba todo ese rollo: me parecía maravilloso), de los fetos y de el proceso de reproducción, pero nunca había visto cómo era el mecanismo. Sólo lo medio imaginaba. Claro que con la edad la imaginación fue haciéndose más florida. Pero si tomamos en cuenta que hasta los 25 años recibí mi primer beso, pues es lógico que yo era una niña inocente. Creía de verdad en el sexo con amor, en la virginidad, en un solo chico para toda la vida y en todo ese rollo. Alguna amiga me preguntó con cara de asombrada “¿O sea que eras virgen cuando te graduaste?”. Y me empecé a sentir incómoda. Y unos años después, a esas edades, caí como adolescente: cedí a la curiosidad y a la presión de no sentirme “anacrónica”, desfasada o mojigata. La verdad, me arrepiento de haber cedido. Es cierto que ya nadie me puede venir a contar cuentos ni a engañar con eso, pero habría preferido dejarlo así. Sobre todo, porque mi mayor ilusión era un solo chico para toda la vida y eso ya no puede ser. La verdad, no sé si volveré a enamorarme y a amar a alguien. A un hombre, específicamente. Yo, lo dudo. Me cuesta mucho, todavía, deshacerme de esa promesa de toda la vida: un solo chico para siempre. Lo peor que una puede hacer es traicionarse a sí misma y no escuchar la voz de su corazón.

Cada quien es como es. Respeto a las personas que no piensan como yo y que dicen que en la variedad está el gusto, pero yo no soy así. Parezco perro: soy muy fiel. Por mi ascendente tauro y mi educación soy tradicional respecto a la familia y a la pareja. Además, al despertar a la sexualidad, que en Sánscrito llaman Kundalini, despiertas muchos asuntos que estaban mejor antes, dormidos; sobre todo si no tienes pareja. Y no, no soy de la idea de que hay que satisfacer esa necesidad con cualquier hijo de vecina que parezca más o menos apetecible. Ya lo dije: para mí el amor y la amistad son imprescindibles. Y no estoy en capacidad de volver a abrir mi corazoncito a esos menesteres, y no sé si algún día lo estaré. La herida fue demasiado grande y demasiado profunda. No me gustaría volver a por otra. No tengo espíritu de mártir. Sólo Dios sabe qué pasará. Pero el tiempo que perdí y el hecho de haber cedido son las dos cosas que más me duelen. Porque el hecho de haber amado sin haber sido amada, pues bueno, suele suceder. Y es lindo saber que una puede amar. Lo triste y doloroso, eso sí, es el engaño y la traición. Y la muerte.

El sexo sin amor… es sólo sexo: un instinto, un ejercicio físico. Y estos niños que a esas edades ya han visto sexo duro por Internet y cable… No sé. ¿Qué idea van a tener del sexo? ¿y del amor? ¿En dónde están sus padres? ¿Saben lo que hacen/miran/hablan? La mamá de mi vecina líder es ama de casa, o sea que el argumento de que trabaja y por eso no la cuida no es válido: no trabaja, tiene quien le haga las labores domésticas y sólo tiene otra niña. Yo conocí los vídeos de sexo explícito hasta hace dos años. Y la verdad, no aportaron nada que enriqueciera mi vida. Por otra parte, he estado pensando que estos niños tienen más ventaja que yo: no tan fácilmente les destrozarán el corazón. No les darán atol con el dedo (engañar), no se van a ir de boca tan fácilmente y su curiosidad ya está satisfecha (aunque sea medio aberradamente). Serán más duros y estarán mejor preparados para el mundo actual. La verdad, los valores que intento practicar: la fidelidad, la honestidad, la consciencia social, la fidelidad, el intento de ser consecuente, la honradez, la compasión… ¿Aún valen en este mundo mediático, globalizado, consumista y sin ideales? ¿Le interesa a alguien fuera del ámbito moral y/o religioso? Creo que no. Creo que con algunos de mis amigos somos bichos raros. Y creo que por eso algunas de mis amigas siguen solteras, como yo. Creo que en cualquier lugar del mundo, un profesional honesto, honrado y consciente, no tan fácil va a hacer carrera en las industrias explotadoras o en el gobierno. No digo que todos los empresarios ni todos los funcionarios sean deshonestos, pero muchas veces para ascender hay que pasarse sobre los valores personales o las vidas de otras personas. Los que no estamos dispuestos a ello, la tenemos más difícil. La diferencia, es que en Estados Unidos o Europa, un profesional que no quiera ascender a costa de sí mismo o de otros, puede tener una vida cómoda y decorosa; aquí se puede pero con pluriempleos o te la pasas muy limitado. No hay de otra.

Y me puse a pensar también, que si tuviera hijos, me quebraría mucho la cabeza para que no fueran como estos patanes (porque además son abusivos: tiran cohetillos a autos y personas, maltratan a los autos que pasan cerca de ellos y no respetan a nadie), pero que tampoco fueran unos ilusos, románticos, confiados e inocentes como yo, ni unos ñoños metidos en la iglesia 24 horas al día. ¿Se puede lograr eso? Siento que con educación, honestidad y amor, sí se puede. Y con una visión congruente y conjunta, con valores compartidos, de ambos padres. Pero no es fácil. Nada fácil. El sistema, la sociedad de consumo, la economía globalizada y competitiva no ayudan en nada. Es como nadar contra la corriente. Y me pregunto: ¿Vale la pena? ¿Nadar contra la corriente? ¿Traer más niños a este mundo? Un amigo que es ginecólogo dice que él está en contra de traer más niñitos al mundo (no, no entiendo por qué estudió ginecología… ¿Para legalizar/practicar el aborto? No lo sé…). Yo en algún tiempo, lo estuve también. Pero además de que me encantaría (si me vuelvo a enamorar y amar a un hombre, en el caso remoto de que esto suceda) tener un hijo con el hambre a quien amo, pues quien sabe, si se les educa diferente, un conjunto de niños con otros valores puede ayudar a que el mundo sea mejor; o sea que lo ideal es que hubiese más niños formados con estos valores y mucha fe en la humanidad; compasivos, solidarios, humanos y que crean en el amor, antes que en el dinero. Pero… no sé ni por qué me quiebro la cabeza con eso… ¿Por qué soy estresada y me gusta hacerme cuadritos la vida?

Nos preocupamos de que haya prostitución infantil o de adolescentes (leí un reportaje acerca de que en el país, por el machismo las adolescentes y las chicas vírgenes son muy buscadas por hombres de toda condición social, económica y educativa), de que los niños estén expuestos a la pornografía, pero la sociedad está no solo sexualizada sino pornografizada. ¿Existen esos términos? Bueno, el infinitivo terminado en AR está abierto para crear nuevos verbos… Aquí, hay familias de cinco, seis y hasta siete miembros que viven en una habitación de 5 X 3 mts. Son familias pobres o en extrema pobreza que allí duermen, cocinan, comen y viven. Se dan muchos casos de abuso infantil en ese hacinamiento, y la mayoría ni se notifican. ¿Qué es de todos esos niños? ¿Y de los que son prostituídos a los cuatro, cinco, seis añitos? ¿Y de los que pierden su inocencia frente a videos pornográficos explícitos? Por eso me pregunto: ¿Existe la niñez? ¿Y la inocencia? ¿O se termina al entrar al kindergarten y conocer a otros niños, de diversos ambientes y niveles educativos? No lo sé. Pero esto me ha dejado meditabunda y algo triste. No sé bien por qué. Namasté.

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