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Sentimientos, reflexiones, historias y opiniones del viaje que es la vida.

enero 24, 2006

Fe 


24.01.06 Jirafa que acepta la realidad

Yo no sé si al fin Dios es una invención de la mente humana y quienes creemos en su existencia somos un montón de pelmazos ingenuos, o es tal como lo pintan en la Biblia, o en el Corán. A riesgo de caer como ingenua, yo sí creo y siento que Dios existe. Y que todo pasa por alguna razón. Y que no nos queda más que trabajar y luchar por lo que amamos, dar lo mejor de nosotros mismos, vivir en base a un código ético y moral (que puede o no estar basado en una religión, como los 10 mandamientos, por ejemplo), amar (of course!) y ser lo mejor que podemos ser.

No hay garantías ni salvoconductos que nos salven del dolor, de una u otra forma. Salvo algunas excepciones. Y no vale la pena compararse y decir "¿Por qué ellos sí y yo no?, ¿Por qué sus oraciones sí fueron escuchadas y las mías no?”. No lo entiendo, la verdad. He pasado por muchas etapas tratando de entender esa injusticia, cuando se nos dice que Dios es justo... Leyendo un librito escrito por un pastor evangélico (SÍ, por un pastor evangélico, ¡y gringo!), en donde citaban muchos pasajes de la Biblia, me puse a pensar que quizás la Biblia no sea más que un relato histórico, si no es que es verdad que es la palabra de Dios. Pero de cualquier forma según como se lea puede ser muy útil para no hacerse bolas la vida y no estarse cuestionando cosas que nunca sabremos. Ayuda a aceptar la vida tal como es. La Voluntad de Dios. El Tao. El Karma. Diferentes formas de nombrar lo mismo. No. Yo no digo de aceptar injusticias (corrupción a lo loco en una democracia, por ejemplo) y bajar la cabeza, pero sí de aceptar las circunstancias personales contra las que no podemos luchar. Y también indica en incontables ocasiones que la vida es una lucha y hay que luchar hasta el final. Bueno, eso es lógico: sucede a diario en nuestro cuerpo, sin que nos demos cuenta… Para eso está el sistema inmune. Sólo lo notamos cuando nos enfermamos. También ayuda a hacerse responsable de las propias decisiones y las consecuencias de los actos. No por temor al castigo, sino por las leyes de la Vida. Y a no quejarse, para no vivir en una eterna autoconmiseración. A esforzarse y ser valiente…

Pero sobre todo, lo que más me gustó, porque me dio respuestas fue el punto de vista del autor ese libro que se llama… Ni recuerdo cómo se llama!! (el autor ni el libro, pero era algo así como: “¿Por qué a mí, Señor?”) hablando justamente de la infinidad de cosas malas que pueden sucederle a las personas buenas, de la crisis de la fe que eso produce, de lo terrible de crearse expectativas, y de la paz de Dios, la Iluminación, el Satori, el Nirvana, que siempre están al alcance de nuestra mano… ¡Es nuestra decisión!
La desesperanza o la fe. Así de simple. Y no la fe en que algo va a suceder como a nosotros nos gustaría que sucediera. Sino la fe, la confianza de que todo lo que sucede es por nuestro bien, por malo que pueda parecernos, y aunque nos muramos sin comprender por qué sucedió de esa forma. Si por algo ha valido la pena la decisión de entrar a la residencia ha sido por haber conocido a la compañera que me prestó ese libro. De lo contrario, jamás lo habría leído. Y habría sido una gran pérdida! Porque al final, tal como le dije al psicólogo en las últimas sesiones, lo único que me restaba por resolver, era esa crisis de fe. Pero como él no cree de la misma forma que yo, no podía ayudarme. Yo sabía que ese asunto era más teológico que psicológico.

No es fácil. He sido siempre muy arrogante hacia el concepto de Dios y por eso vivo tambaleante entre en qué forma, qué concepto voy a creer de Dios. Y con una mente que tiende al escepticismo es difícil que nazca la fe. Pero si Dios existe y mira en mi corazón la batalla que he librado todos estos años, siento que será lo suficientemente comprensivo –además de que Él decidió crearme así de conflictiva- para con mis dudas. He vivido tratando de comprender a Dios, más que de conocerlo o de poner en práctica lo que se nos ha enseñado. Y a pesar de dudas, peleas, alejamientos, cuestionamientos, pues estoy dispuesta a tener fe. A creer que la muerte no es el final (aunque no afirmo qué hay después, no lo sé) y a confiar en que todo lo que sucedió, ha sucedido, sucede y sucederá en mi vida es parte de un Plan Divino que yo desconozco y que quizá nunca comprenderé, a aceptarlo tal como venga, a no crearme expectativas y a no sentirme sola. Jesús está conmigo. No es fácil. Por eso pido al Espíritu de Dios, a Shekinah, su ayuda, su protección y su guía. Estoy dispuesta a creer, a tener fe, a confiar en Dios. Pero sobre todo, a vivir agradecida y ser feliz con las pequeñas cosas (lo cual me es fácil!), a buscar la Paz en mi corazón aquí y ahora. No necesito más. No puedo saber lo que vendrá. Sólo Dios lo sabe. Maktub. Namaste. Shalom

PD: He leído en varios sitios, inclusive en una entrevista a Julián Marías, que quien cree que la muerte es el final, es porque nunca ha amado realmente a nadie…

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